Françoise Héritier, la antropóloga que transformó el estructuralismo

Vidas científicas

Revolucionó el enfoque antropológico sobre la teoría de la alianza y la dominación masculina. Fue la primera antropóloga –y la segunda mujer– en integrar el equipo docente del Collège de France, institución pública prestigiosa de enseñanza superior e investigación, en donde fundó a principios de los años 1980 la Cátedra de estudios comparados de las sociedades africanas. Françoise Héritier (1933-2017) descubrió la etnología casi por casualidad, pero pronto se convirtió en la sucesora de Claude Lévi-Strauss, fundador del estructuralismo.

Françoise Héritier (1984).

Françoise realizó una misión de varios años en Burkina Faso, en donde indagó en los usos y costumbres de las poblaciones del lugar. Dedicó toda su vida a estudiar el comportamiento humano y marcó a muchas generaciones de científicas en Francia y el resto del mundo.

Sus estudios enriquecieron profundamente el estructuralismo, corriente teórica de la antropología fundada por Claude Lévi-Strauss, en la cual los fenómenos sociales pueden abordarse como sistemas de signos o símbolos, aplicando principios de la lingüística, la fonología, las matemáticas y las ciencias naturales.

Su infancia, el descubrimiento de la etnología y su misión a África

Héritier nació el 15 de noviembre de 1933 en la ciudad de Veauche, en el departamento de Loira, en la región francesa de Auvernia-Ródano-Alpes. Pasó su infancia en un ámbito rural, en donde residían sus abuelos, de quienes aprendió el gusto por la tierra y las técnicas manuales. Las diferencias de crianza con su hermano le mostraron las primeras desigualdades de género.

Se trasladó a París, en donde finalizó sus estudios secundarios en el Liceo Racine, y luego tomó clases preparatorias en el Liceo Fénelon. Historiadora y geógrafa de profesión, descubrió la etnología durante un curso sobre ciencias religiosas que impartía Lévi-Strauss en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales. No dudó ni un minuto y se inscribió en esa carrera en la Universidad de la Sorbona.

El fundador del estructuralismo la recomendó en 1957 para realizar una investigación en África Occidental francesa (administración gubernamental que reunió ocho colonias francesas del oeste africano entre 1895 y 1958). Viajó a la República del Alto Volta (en la actualidad Burkina Faso), en donde permaneció cinco años realizando estudios en las poblaciones de Samo, Pana, Mossi, Bobo y Dogón.

La valencia diferencial de los sexos, aporte fundamental al estructuralismo

La investigadora aplicó el método de la antropología estructural a la desigualdad entre hombres y mujeres. Siguiendo los enfoques de Lévi-Strauss sobre la teoría de la alianza, que analiza cómo los matrimonios y las relaciones de parentesco determinan la organización social de una cultura, descubrió que había un supuesto fundamental que faltaba: ¿por qué los hombres se sentían con derecho a utilizar a las mujeres como “moneda de cambio”?

A partir de ese interrogante, centró sus estudios en cómo la prohibición del incesto obligaba a los hombres a conseguir esposa fuera del grupo consanguíneo, y esto los llevaba a pactar con los pueblos vecinos para evitar enfrentamientos. Fue entonces cuando las mujeres comenzaron a ser tratadas como bienes de intercambio entre familias de distintas tribus, que se asociaban, tanto para lograr la paz como para ganar poder.

Françoise Héritier (2009).

Héritier afirmaba que para que ese trueque fuera aceptado, existía previamente la convicción en ambos sexos de que las cosas “debían ser así” y de que los parientes masculinos tenían razón. De esta manera aportó investigaciones que demuestran que la dominación masculina es una construcción social y no algo natural.

Los estudios desarrollados por la científica francesa enriquecieron las teorías sobre el parentesco y la alianza de Lévi-Strauss, al integrar el binomio masculino/femenino en su enfoque estructural.

Desarrolló la teoría de la valencia diferencial de los sexos, que postula según sus propias palabras, que “el cuerpo humano presenta un rasgo notable y ciertamente escandaloso: la diferencia de sexos y el papel distinto de éstos en la reproducción”. A partir de este supuesto, introdujo también la oposición conceptual entre lo idéntico y lo diverso, presente en todas las culturas y todos los sistemas de representación.

La antropóloga profundizó en la dominación de lo masculino sobre lo femenino, que se desprende de la capacidad reproductiva de las mujeres, lo que ha provocado que sean consideradas durante siglos como bienes indispensables para la supervivencia de los grupos.

Este privilegio las ha privado de la potestad de sus cuerpos y su sexualidad. Y los hombres, incapaces de tener descendencia por sí solos, se han apropiado de ellas para mantenerlas en esta tarea y en su entorno, lo que los coloca en un grado de superioridad.

La investigadora sumó la teoría de la valencia diferencial de los sexos a otras variables antropológicas que garantizan el control de los varones sobre las mujeres, como la prohibición del incesto, la exogamia, el matrimonio y la división sexual del trabajo.

Puso en debate la herencia milenaria de dominación, percibida como algo natural, que se establece según cuatro modalidades: la privación de las mujeres del derecho a disponer de sus cuerpos, la privación del acceso al conocimiento que impide toda emancipación y espíritu crítico, la privación del acceso al poder y a sus funciones, y el sometimiento por el desprecio, la condescendencia y la infantilización.

Plasmó su teoría de la valencia diferencial de los sexos en dos libros: “Masculino-Femenino I. El pensamiento de la diferencia” y “Masculino-Femenino II. Disolver la jerarquía”.

Carrera académica y militancia feminista

Héritier regresó a Francia de su misión en África a principios de la década de 1960. Dirigió el Centro de análisis documental de África Negra entre 1961 y 1967. Ese mismo año ingresó al Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés) de su país y comenzó a integrar también el Laboratorio de Antropología Social del Collège de France.

En 1980 sucedió a Lévi-Strauss en la dirección de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales. Dos años después entró al Collège de France e inauguró la Cátedra de estudios comparados de las sociedades africanas. Permaneció en ese cargo hasta 1998. Integró el comité ético del CNRS entre 1998 y 2001.

Sus obras e investigaciones han dejado huellas imborrables en varias generaciones de científicas y han abonado teorías fundamentales para los movimientos feministas actuales, al demostrar, por ejemplo, que la violencia de género no responde a ninguna lógica natural sino a un exceso de cultura patriarcal.

Murió el 15 de noviembre de 2017 en París, el día que hubiera cumplido 84 años. Su legado excede la antropología y la etnología, y atraviesa todos los campos del conocimiento que estudian la dominación masculina y los derechos de las mujeres.

Referencias

Sobre la autora

Analía Boggia es comunicadora, periodista, docente y divulgadora. Actualmente cursa el Máster en Comunicación Social de la Investigación Científica en la Universidad Internacional de Valencia.

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