La lectura compartida tiene un efecto directo sobre el bienestar psicológico y social de las personas que la ponen en práctica. Existen muchas investigaciones que muestran los beneficios de la lectura. Además de todas las aportaciones favorables de un buen libro, leer y comentar lo leído establece vínculos afectivos, reconforta, trenza hilos de amistad y amplía perspectivas. La lectura en grupo ofrece una oportunidad para la escucha y la conversación, para pensar y reflexionar desde el diálogo.
Grupos de lectura en la cárcel
La actividad de un club de lectura en una prisión se establece con el propósito de mejorar el bienestar en un lugar muy cargado de connotaciones negativas. Podría esperarse una transformación social de las personas en el centro al realizar actividades lúdicas compartidas o al menos una mejora de su estado anímico. El estudio de Giulia Fernández Avagliano se centró en la consecución de este último: la influencia del club de lectura en el ánimo de las internas. Para ello se valoraron categorías que pudieran contribuir a su bienestar.
Puesta en marcha
El estudio se llevó a cabo durante el cuarto año de la implementación del club de lectura en el centro penitenciario. Las voluntarias que programan la actividad pertenecen a una asociación externa y coordinan el club de lectura cada miércoles con sesiones de dos horas. La actividad se realiza en uno de los módulos menos conflictivos, el llamado «Módulo de Respeto» o simplemente «Módulo número 10». Este módulo cuenta con comedor, patio y pequeñas salas para actividades, donde se concentran mujeres con una conducta más sociable. Se entra al módulo por el comedor donde suelen estar esperando algunas de las mujeres del grupo. Todas esbozan sonrisas sinceras y se reparten besos y abrazos entre voluntarias y reclusas.
En una sala al fondo del patio se celebra la reunión del club de lectura, en mesas que se juntan en el centro y alrededor de las que se sitúan las sillas que cada interna despliega. La responsable de la Biblioteca del Módulo comenta las razones de las posibles ausencias y toma nota de las incidencias, ya que la participación en esta actividad les reporta pequeños privilegios. Cuando todas están sentadas en círculo, la mujer voluntaria que lo llevará este curso, presenta las lecturas escogidas para ese día, aunque también se leen textos que las mismas reclusas traen a la sesión. Ésta empieza siempre con un poema que ayuda a hacer un silencio acogedor. Muchas veces el poema provoca emociones intensas e incluso lágrimas o llanto incontenible. A veces, la dificultad lingüística o metafórica resuelta da lugar a situaciones vividas con el asombro del descubrimiento.
La sesión continúa con los comentarios del libro elegido; en ocasiones, algunas leen en voz alta párrafos del mismo. Sería bueno tener la ocasión de leer libros de autoras, quizá no occidentales, para ampliar perspectivas de una manera más específica, para conocer a escritoras y para tomar conciencia de otras culturas; hacer ciclos especializados puede ser un buen propósito del club cuando lleve más tiempo rodando.
Las participantes
En el momento de realización del estudio el grupo lo formaban doce mujeres:
- Mujer de mediana edad, casada con otro preso. Muy motivada para la escritura. Aporta sus escritos para revisión y lectura en grupo. Es asidua colaboradora de la revista de la prisión.
- Mujer de mediana edad, con hijos, muy motivada, apreciada por el resto del grupo, buena comunicadora, da clases de idiomas a otras reclusas.
- Chica joven, muy agradecida a las voluntarias, valora mucho cualquier contacto con el exterior. Gracias a las lecturas en voz alta ha mejorado sus destrezas lectoras y de comunicación, lo que influye positivamente en la relación con sus iguales. Desde que está en el club se ha planteado la posibilidad de ampliar su formación académica.
- Mujer joven, gran defensora del club tanto dentro como fuera, durante sus permisos. Hace un análisis muy lúcido sobre las relaciones sociales dentro del club y fuera de él. Además, notificó que se desarrollaban otras actividades en la misma hora del club y que había reclusas a las que les costaba decidirse entre una actividad u otra.
- Mujer joven, cuya estancia empezó siendo conflictiva por provenir de un colectivo profesional que causa rechazo en el entorno carcelario. Esto le provocó aislamiento y tensiones. El club le aporta serenidad y ha conseguido entablar relaciones sociales con las compañeras del grupo, lo que le ha llevado a una mejora también con el resto de sus iguales.
- Mujer de mediana edad con una condena muy mediatizada. Consciente de que la formación académica condiciona la calidad de vida, viene al club para seguir aprendiendo, para mejorar sus destrezas y para relajarse.
- Mujer mayor que el resto, extranjera, muy callada en el grupo. No ofreció mucha información porque llevaba poco tiempo en el club. Participaba para mejorar el idioma. Agradecía el acogimiento del grupo y el ambiente relajado.
- Mujer joven, con hijos. Estaba a punto de salir. Muy activa y aportando ideas muy interesantes.
- Mujer joven, con hijos. Era la segunda vez que ingresaba al Centro y se mostraba muy contenta de que el club siguiera funcionando. Con formación universitaria.
- Mujer joven, con hijos. Poco asidua al club, aportó información importante sobre lo poco que se oía hablar del club en ciertos círculos del Centro.
- Mujer joven, proveniente de una profesión socialmente bien considerada, no había asistido nunca al club porque se le solapaba con un trabajo del que era responsable y cuyo horario coincidía todas las semanas con el club. Señaló la evolución del lenguaje antes y después de pasar por la cárcel.
- Mujer muy joven, madre de 4 hijos. Llevaba poco tiempo en el club; dos sesiones. No mostró un gran entusiasmo como las anteriores, aunque tampoco refirió nada negativo. La información que facilitó fue de gran valor sociológico por describir el momento en que se delinque, la pena de no tener los hijos en prisión y la visión más amarga de la relación con sus iguales.
La mejora del bienestar
El 100 % de las entrevistas a las participantes muestra que éstas tienen actitudes favorables o muy favorables hacia el club de lectura. Las aportaciones de las mujeres se clasifican en cinco puntos: bienestar emocional, psicológico, social, físico y mejoras en habilidades cognitivas. Se parte de la hipótesis de que la lectura en grupo tiene efectos reales en la salud mental de una persona encarcelada y por extensión en su calidad de vida durante su estancia en la prisión.
La categoría bienestar emocional, como era previsible, tuvo muchas subcategorías, aunque destaca una sobre todas y es el consuelo que reciben en el grupo, tanto por parte de la voluntaria que dirige la sesión como por parte de las compañeras asiduas al club. Este consuelo proviene a su vez de la escucha activa, que confiere libertad para expresar emociones con palabras o con llanto o con alegría y risas.
De los párrafos seleccionados de las entrevistas que la investigadora Fernández Avagliano hizo a las participantes del club de lectura se puede deducir el éxito de esta actividad:
Es importante no perder de vista el contexto que rodea a las reclusas. Vivir en un lugar de paso, que no es un hogar, aunque la condena sea larga, en un sitio donde se bloquea la mente y la violencia y la falta de comunicación forman parte de lo cotidiano, hace que las categorías de bienestar emocional, físico, psicológico y social adquieran un sentido más amplio.
También, el entorno carcelario conlleva la pérdida del bagaje cultural porque es casi una cuestión de supervivencia no destacar por pedante y se asume un vocabulario más pobre y registros más comunes en consonancia con los que usa la mayoría de las reclusas. El club de lectura da la oportunidad de expresarse como son y al nivel de sus conocimientos o formación. Pueden exteriorizar sin pudor su diversidad lingüística o usar un vocabulario rico, sin miedo a ser rechazadas; en las tertulias no hay prejuicios. Sus habilidades cognitivas cogen ritmo ya que después de un tiempo, ellas mismas dicen que han perdido rapidez intelectual. Resulta significativo que durante las entrevistas las reclusas expresaran su intención de cuidar las palabras utilizadas en ellas y hacían referencia a las aprendidas en diferentes lecturas.
De los comentarios también se deduce que para muchas es importante la visión que la sociedad tiene de las personas encarceladas, lo que revela una sensibilidad que niegan ciertos estereotipos.
La dimensión más humana
El estudio muestra la cara más humana del entorno penitenciario. La experiencia de la lectura compartida tiene una influencia tan positiva en las mujeres reclusas que no sólo les cambia a nivel emocional, psicológico y social, sino que, además, les devuelve la parte cultural que dejaron fuera, les hace reflexionar, ser críticas, aprender, emocionarse y compartir ideas y sentimientos con otras mujeres. Existe una dimensión humanizadora que da sentido a sus vidas y genera un espacio de libertad en un entorno muy duro. Las mujeres participantes se reconcilian con su pasado y al comentar un libro se reencuentran con una faceta de ellas mismas a la que han tenido que renunciar.
Es una buena experiencia que se puede extender a otros centros ya que la transferibilidad no supone un gran esfuerzo institucional como se ha demostrado en la Prisión de Low Newton, en los Centros del Programa Includ-ed de la Comisión Europea y ahora en el Centro Penitenciario de un pueblo de Granada. La lectura compartida conlleva tantos beneficios en la calidad de vida de las participantes que incluso influye de manera positiva en la organización interna del Centro. Todas estas iniciativas basadas en las tertulias dialógicas son siempre muy interesantes en cualquier ámbito porque estos grupos giran alrededor del libro independientemente del contexto: hospitalario, educativo, lúdico, para mayores, etc.
Por lo tanto, es un hecho que leer juntas aporta muchos beneficios y evita la exclusión social, pero también ayuda a superarla. Incluso en uno de los entornos más restrictivos, lejos de perpetuar las desigualdades sociales, las sesiones del club de lectura pueden mejorar el ambiente y ofrecer posibilidades para aprender. La lectura de un buen libro siempre va más allá del contenido, trasciende el contexto, salta muros y rompe rejas.
Referencias
- Asociación entrelibros (2023) Proyecto centro penitenciario.
- Fernández Avagliano G (2015) Efectos de la lectura compartida en un grupo de mujeres en prisión.
- Flecha R, García Carrión R, Gómez González A (2013). Transferencia de tertulias literarias dialógicas a instituciones penitenciarias. Revista de Educación 360, 140–161.
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.