Entre el 27 de marzo y el 1 de abril de 1945 el radar de la Fuerza Aérea Real de Nueva Zelanda, por entonces aún colonia británica, situado en la Isla Norfolk detectó un fuerte aumento en el nivel de ruido a través de la radio siempre en un margen de tiempo de media hora antes o después de la salida o la puesta del sol. Durante esos días el operario del radar comprobó que mover el dial de la radio no servía para afinar la señal o descartarla como una mera interferencia del sistema. Algo estaba generando ese ruido más allá de la antena, la rueda de sintonización y el receptor.
Elizabeth Alexander estaba allí, en el sitio y el lugar para estudiar lo que se bautizó como el efecto de la Isla Norfolk y convertirse en una de las pioneras de la radioastronomía.
De Inglaterra a Singapur y Nueva Zelanda
Elizabeth Alexander (nacida Elizabeth Caldwell) nació el 13 de diciembre de 1908 en Surrey, Reino Unido, pero pasó los primeros años de su vida en India donde su padre era profesor de química, y luego director, de la Universidad de Ciencias de Patna. Al finalizar la Primera Guerra Mundial, tras terminar la secundaria, volvió a Inglaterra para estudiar Física en el Newnham College de Cambridge. Más adelante decidiría cambiar a Geología. Se graduó la primera de su promoción en 1931. En 1934 obtuvo el doctorado en la misma institución.
En 1935 se casó con un físico neozelandés y ambos se mudaron a Singapur, donde él había aceptado una plaza como jefe del departamento de Física del Raffles College. Allí ella comenzó a estudiar el clima tropical. En 1940 y 1941 trabajó para la Armada Real Británica en la base de Singapur estudiando señales de radio para determinar trayectorias y direcciones. Tenía rango de Capitana del Servicio Naval de Inteligencia.
En 1942, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Japón invadió territorios cercanos a Singapur. Con el objetivo de poner a sus hijos a salvo de los ataques, Alexander se trasladó con ellos a Nueva Zelanda con la intención de regresar a Singapur en pocas semanas, llevando consigo de paso nuevos equipos de radar. Pero Singapur se rindió en poco tiempo y a ella se le comunicó que su marido había muerto en la contienda (aunque en realidad sobrevivió y se pasó varios años en un campo de prisioneros), así que se vio obligada a permanecer en Nueva Zelanda.
Interacciones entre el clima y las señales del radar
Por entonces su reputación en la detección de señales de radio y su origen la precedía, así que en abril de 1942 fue nombrada jefa de la Sección de Operaciones de Investigación del Laboratorio de Desarrollo de Radio en la capital del país, Wellington. Tenía 33 años y era más mayor que el resto del equipo que trabajaba a sus órdenes, que la respetaba por ello y porque consideraban que tenía mucha más experiencia en el mundo que ellos, nacidos en su mayoría en las islas neozelandesas, que nunca habían abandonado.
Alexander ocupó ese puesto hasta el final de la guerra, tiempo durante el que se desarrolló un programa de radar específico para fines militares en Nueva Zelanda. En la sección bajo su supervisión, con su propia unidad de radar situada en Monte Victoria, en Wellington, se probaban prototipos para estas operaciones. Ella estaba especialmente interesada en analizar las interacciones entre distintas condiciones meteorológicas y el funcionamiento del radar, de forma que una cosa permitiese anticipar la otra y se pudiese desarrollar un fundamento teórico sobre el tema.
Esto la llevó a investigó algunos fenómenos interesantes en la historia de las radiotransmisiones, por ejemplo el motivo por el que la temperatura y la humedad afectaban a la transmisión de señales de onda corta. También la convirtió en un personaje clave para investigar el llamado efecto de la Isla Norfolk, lo que las convertiría, según algunas voces expertas, en la primera radioastronomía de la historia.
¿Qué suena en el radar cuando el sol sale o se esconde?
Cuando a finales de abril de 1945 los operarios del radar detectaron aquel aumento de ruido, Alexander fue informada inmediatamente. Ella enseguida reconoció que era algo que merecía su atención y decidió investigarlo monitorizando la actividad solar en los ratos previo y posterior a la salida y puesta del Sol con cinco estaciones de radar diferentes situados por toda la zona. Todos tenían instrucciones de grabar ese aumento de ruido cada pocos minutos y recoger a su vez observaciones del tiempo y las condiciones climáticas del momento.
Tras varias recalibraciones y reorientaciones de los equipos, Alexander consiguió aislar el fenómeno y analizarlo. Concluyó que se trataba de aumentos de radiación no térmica que alcanzaban la Tierra provenientes del Sol en los momentos en que este cruzaba el horizonte. Resultaban sorprendentes porque no se habían captado anteriormente debido a equipos menos sensibles pero que en la isla de Norfolk, con el equipo de ese momento, resultaban claramente detectables.
Diseñó un programa de escuchas y grabaciones para profundizar el análisis durante la segunda mitad de 1945, pero el final de la contienda mundial supuso una reducción en el personal destinado a las estaciones de radar de Nueva Zelanda y eso dificultó seguir investigando. En 1946 Alexander publicó un artículo con sus conclusiones y la recomendación de seguir con las escuchas para poder comprender plenamente el fenómeno, pero fue en una pequeña revista científica neozelandesa sin apenas repercusión internacional, por lo que sus observaciones pasaron desapercibidas durante décadas. Además, como su hijo explicaría años después, Alexander no era física y su trabajo en ese puesto era para ella eso, un trabajo, que buscó porque tenía tres hijos que mantener y ninguna otra vía de ingresos. Cuando terminó de hacerlo simplemente se dedicó a otras cosas y no echó la vista atrás a pesar de que con ella se habían dado los primeros pasos de un fructífero nuevo campo científico, la radioastronomía.
Tras la guerra, el marido de Alexander pudo volver con su familia, que viajó varias veces entre Nueva Zelanda, Singapur e Inglaterra. Finalmente el matrimonio se estableció en Singapur donde ella recibió el encargo de hacer un registro de las reservas de granito y otros minerales de valor en la región. En 1952 se trasladaron a Nigeria, donde ella fue nombrada profesora de Ciencias del Suelo en el Departamento de Agricultura y retomó las investigaciones sobre el clima tropical, y después recibió el puesto de jefa del departamento de geología de la universidad local.
Tres semanas después de iniciar ese trabajo sufrió un ictus, y una semana después murió. Estaba a punto de cumplir 50 años.
Referencias
- Wayne Orchiston, Dr Elizabeth Alexander and the Mysterious ‘Norfolk Island Effect’, en Exploring the History of New Zealand Astronomy, 629-651, 2016
- Elizabeth Alexander, Wikipedia
- Mary Harris (2017). Rocks, radio and radar: Elizabeth Alexander and the DSIR Radio Development Laboratory, 1942–1945, Journal of the Royal Society of New Zealand,
47:2, 193-198 - Wayne Orchiston, Dr. Elizabeth Alexander: first female radio astronomer, The New Astronomy: Opening the Electromagnetic Window and Expanding Our View of Planet Earth, vol. 334 of the series Astrophysics and Space Science Library (2005) 71-92
- Mary Harris, Elizabeth Alexander – scientific pioneer, The Geological Society
Sobre la autora
Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.