La científica australiana Shirley Jeffrey (1930-2014) fue una investigadora prestigiosa en el campo de las microalgas. Pionera en el desarrollo de métodos químicos para caracterizar pigmentos y aplicarlos al estudio de fitoplancton marino, sus investigaciones forjaron el camino para el uso generalizado de la clorofila en oceanografía.
Shirley Winifred Jeffrey nació en Townsville, Queensland, Australia, el 4 de abril de 1930, en el seno de una familia de origen inglés. Era la segunda hija de Dorothea Cherrington y Tom Jeffery, ejecutivo en una compañía petrolera, cuya carrera profesional obligó a la familia –padre, madre, tres hijas y un hijo– a mudarse a lo largo y ancho del país en numerosas ocasiones.
En 1942 Shirley inició la educación secundaria en el Methodist Ladies College de Melbourne, al que asistían 1800 niñas y donde comenzó su fascinación por el mundo natural, en particular el funcionamiento de las células y el cuerpo animal. Su profesora, Connie Glass, fue su primera y principal fuente de inspiración allí. Pronto los Jeffrey volverían a cambiar de domicilio, esta vez a Sydney, donde matricularon a Shirley en un colegio que carecía de medios para la enseñanza de las ciencias, decisión que aceptó con resignación. Mientras cursaba matemáticas, inglés e idiomas extranjeros (francés y alemán) en el colegio, Shirley se las ingenió para asistir como oyente a algunas asignaturas de ciencia en la Universidad de Sydney, en la que finalmente se matriculó para la etapa universitaria.
Shirley Jeffrey estudió microbiología y bioquímica, y se licenció en 1952. Posteriormente, cursó un máster cuya tesis se centró en el estudio del metabolismo de las células del esperma de las ostras. Aquel trabajo lo supervisó el Dr. George Humphrey, quien se convertiría en su mentor a lo largo de su carrera científica. Shirley se trasladó a Londres, y allí se doctoró en farmacología bioquímica por la King´s College Hospital Medical School of London University en 1958, con un estudio sobre los efectos secundarios del uso de la aspirina para tratar la diabetes. A su regreso a Australia, se reencontró con el Dr. Humphrey, quien para entonces había sido nombrado jefe de la división de pesquerías y oceanografía de la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth (CSIRO, por sus siglas en inglés) en Sydney.
Los inicios de su carrera
La clorofila es el pigmento vegetal más característico de las microalgas, las algas flotantes del medio marino. Científicos de la época llevaban años sugiriendo que algunas algas marinas no solo contenían las ya conocidas clorofilas a y b, sino también otro tipo de clorofila que denominaban c.
Humphrey contrató a Jeffrey en CSIRO para que investigara sobre este tema. Juntos se propusieron buscar un método químico simple para medir la biomasa de las microalgas; para conseguirlo, sugerían extraerles la clorofila y medir, por una técnica espectrofotométrica química, su absorción en diferentes longitudes de onda. Tal método podría llevarse a cabo rápidamente y permitiría procesar grandes cantidades de muestra, siempre y cuando se supieran caracterizar cuantitativamente las propiedades de los pigmentos presentes en las algas marinas. Para descubrir esas características, el cometido de Shirley fue desarrollar un método que permitiera separar todos los pigmentos (hasta cien) en las microalgas –de las cuales hay decenas de miles de especies, aunque convenientemente agrupadas en 14 clases de algas– y purificar los principales tipos de clorofila encontrados en muchos de los grupos.
Shirley Jeffrey descubrió, aisló y purificó la tan esperada clorofila c a partir del alga parda Sargassum flavicans, resultados que fueron publicados en la revista Nature en 1962. Este avance permitiría a los oceanógrafos medir con precisión la producción de plantas en el océano, proporcionando la base para el desarrollo y el crecimiento de la acuicultura. Los cristales rojo-oscuro de clorofila c que Shirley había aislado correspondían en realidad a dos pigmentos muy parecidos, designados luego como clorofilas c1 y c2, que ella misma aisló y describió en trabajos posteriores. La clorofila c se diferencia de sus clorofilas a y b por la falta de una cadena de fitol, sin embargo tiene la misma función de luminosidad que sus hermanas.
Tras aquel descubrimiento, Shirley fue invitada a la primera reunión del Comité Científico de Investigaciones Oceánicas (SCOR, por sus siglas en inglés) de la UNESCO en París, de la cual surgió, en 1966, el método tricromático de espectrofotometría para determinar clorofilas a, b y c en extractos de pigmentos de fitoplancton. Estos pigmentos representarían una nueva herramienta quimio-taxonómica muy útil para para conocer la abundancia y composición del plancton vegetal, cuya identificación y contaje se venía realizando mediante técnicas de microscopía. Gracias al desarrollo del método de Jeffrey y a los de fluorometría, la clorofila se convirtió en una variable fundamental en estudios de oceanografía y ecología marina. Años después, la propia Jeffrey publicaría una corrección a dichas ecuaciones tricromáticas, consideradas hoy un clásico de la literatura relacionada con el fitoplancton.
Trayectoria larga y productiva
Son muchas las atribuciones que se le hacen a Shirley en el estudio de pigmentos y su aplicación en la caracterización del fitoplancton marino; todas ellas le valieron el reconocimiento por parte de la comunidad científica y de la sociedad.
Pero sus contribuciones fueron más allá de eso.
En la década de 1970, Shirley inició una pequeña colección de cultivos en el CSIRO que con el tiempo crecería hasta convertirse en una referencia mundial: la Australian National Algae Culture Collection (ANACC), un recurso único de la biodiversidad australiana que contiene cultivos vivos de especies marinas y de agua dulce de la mayoría de las clases de microalgas.
A partir de 1971, ocupó varios puestos de responsabilidad en CSIRO, donde fue jefa de la División de Pesquerías entre 1981-1984 e impulsó proyectos que contribuyeron en gran medida al avance de los estudios de microalgas aplicadas a la acuicultura en Australia. A pesar de jubilarse en esta organización en el año 1995, continuó acudiendo regularmente al laboratorio y publicando como investigadora honorífica hasta su muerte, inmersa en la investigación de toda una vida sobre pigmentos.
Sin duda, una de sus obras más importantes fue la monografía Phytoplankton pigments in oceanography: guidelines to modern methods, publicada en 1997 por SCOR-UNESCO y conocida coloquialmente como “la biblia de los pigmentos”. En 2011 se publicó un segundo volumen en el que también participó asesorando sobre los colaboradores y como revisora.
En 1993 recibió la Orden de Australia, destinada a reconocer logros o servicios meritorios a ciudadanos australianos y de otros países. En el año 2000 fue merecedora la Medalla Gilbert Morgan Smith de la Academia de Ciencias de EEUU, distinción que honra a figuras de excelencia en el campo de las algas marinas y de agua dulce, y se convirtió así en la primera persona no estadounidense en recibirla. En 2003, fue galardonada con la Medalla del Centenario de Australia, que reconoce a personas que han desempeñado un papel en la sociedad o el gobierno del país. En 2007 le concedieron la Medalla Shinkishi Hatai, que honra a referentes distinguidos en biología marina del Pacífico.
Shirley Winifred Jeffrey murió a causa de un cáncer de boca el 4 de enero de 2014, a los 84 años de edad. A pesar de haber construido su carrera en una época y un campo en que la discriminación contra las mujeres era común en la ciencia, Shirley dejó tras de sí un amplio legado personal y científico, fruto de su apreciación, entusiasmo y perseverancia en el estudio de la belleza del mundo natural.
Referencias
- Shirley Jeffrey, Wikipedia
- Francisco Rodríguez, Shirley W. Jeffrey: La dama de las clorofilas, Oceánicas, 11 marzo 2022
- Trevor McDougall, Dr Shirley Jeffrey. Marine biologist, Interviews with Australian scientists, Australian Academy of Science, 2000
- Simon W. Wright, Gustaaf M. Hallegraeff and R. Fauzi C. Mantoura, Shirley Winifred Jeffrey 1930–2014, CSIRO Historical Records of Australian Science 27 (2016) 81–91
Sobre la autora
Edurne Gaston Estanga es doctora en ciencia y tecnología de los alimentos. Actualmente se dedica a la gestión de proyectos en organizaciones que fomentan la difusión del conocimiento de la ciencia y la tecnología.