Nos podemos preguntar cómo es la distribución de sexos al nacer a lo largo de estos últimos siglos XX y XXI. Los datos indican que existe un desequilibrio universal de predominio masculino en la proporción de sexos al nacer que se interpretó inicialmente como el resultado de una distribución desigual a causa de un determinante biológico, una mayor concepción natural de fetos masculinos. Sin embargo, se publican estudios que ponen de manifiesto una proporción equilibrada de sexos en el momento de la fecundación (1:1), sobre la que actúa, a lo largo del embarazo, una mortalidad diferencial por sexo, que es ligeramente superior para los fetos femeninos.
La mayoría de los países, incluido España, mantienen constante su proporción de sexos al nacer, alrededor de 103-108 bebés masculinos por cada 100 femeninos, con una cierta variabilidad entre poblaciones por edad y origen maternos; por ejemplo, la población subsahariana se aproxima al límite inferior y la asiática al superior.
Sin embargo, varios países han experimentado un aumento significativo de los nacimientos masculinos como resultado de una selección cultural, a través de abortos e infanticidios. De los once países con una proporción más desequilibrada del mundo, seis se localizan en Asia (China, Hong Kong, India, Corea del Sur, Taiwán y Vietnam) y cinco en Eurasia central (Albania, Armenia, Azerbaiyán, Georgia y Montenegro).
En 1990, el economista Amartya Sen, premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2021, estableció el concepto «mujeres desaparecidas» en referencia al número de mujeres que podrían estar vivas si no se dieran las siguientes situaciones:
- el aumento de abortos selectivos en función del sexo,
- el infanticidio femenino,
- el trato discriminatorio a las niñas, que causa una mortalidad superior respecto a los niños y ya a la edad de cinco años sobreviven más niños que niñas.
El número de países con desequilibrios en la proporción a favor de los niños está aumentando (superiores incluso a 109 sobre 100 niñas); a principios del siglo XXI este hecho se detectó de manera precisa y se abrieron varias investigaciones a cargo de expertas y expertos en política, sociología, antropología, etc. La estimación de mujeres desaparecidas era de 136 millones en 2005, de las que el 80 % corresponde a China e India (68 y 45 millones, respectivamente).
Además, las técnicas y tratamientos cada vez más accesibles para decidir el sexo del feto (feticidio selectivo e implantación de embriones de un sexo determinado) y su legalización diferencial entre países explicaba la desproporción desde principios de la década de 1990, a favor de los sesgos geográficos hacia los nacimientos masculinos, que alcanzan un máximo en el año 2000.
A partir de este pico e intuyendo las graves consecuencias que esto tendría en la población, se promovieron entre 2000 y 2010 campañas para reducir el exceso de nacimientos masculinos. En la última década, ha disminuido el desequilibrio en la distribución de sexos al nacer, aunque China conserva la proporción más sesgada del planeta (112/100).
La duración en el tiempo de esta práctica selectiva contra los nacimientos femeninos en países con mucha población afecta gravemente a nivel mundial a la proporción de sexos en edades reproductivas y reduce significativamente el tamaño efectivo de las culturas afectadas, al bajar la probabilidad de formación de parejas adultas en edad de tener hijos: «poblaciones de solteros».
Este desequilibrio para encontrar una pareja en edad fértil generará graves problemas tanto sociales como demográficos, que muchos autores ya auguraban y que hoy se confirman en políticas inestables en su estructura social. El problema es especialmente grave en China, donde la implantación de la normativa de hijo único, mantenida hasta 2013 (salvo para algunas minorías étnicas, que podían tener hasta tres), unida a la preferencia por los varones, determinó un aumento de los abortos femeninos (con una proporción máxima de 117/100 en 2007) y una desequilibrada distribución de sexos en edad fértil. El censo de 2021 muestra un superávit de 35 millones de hombres en relación al número de mujeres.
Estos datos nos inspiran una reflexión sobre las graves consecuencias derivadas de la interferencia y manipulación política en los aspectos esenciales de la biología de nuestra especie. La profesora Cristina Bernis, catedrática de Antropología Física, se cuestiona estas prácticas discriminatorias. En la actualidad, existe una rigurosa base de datos sobre el cambio reciente en esta distribución de sexos al nacer (y en edades sucesivas) en la web Our World in Data.
Desde 2005, año en que la ONU denunció la muerte de más de 100 millones de mujeres por aborto selectivo o infanticidio, hay una presión firme para evitar esta discriminación tan sangrante. Es urgente hacer visible la injusticia que sufren las niñas en muchos países por el hecho de ser niñas. 80 millones de estas 100 se cuantificaban en ese informe en India y China. Las niñas son consideradas una carga y por tanto se promociona el aborto femenino. Esto es un doble abandono y discriminación: como ser humano y como mujer, por lo que Naciones Unidas no puede seguir mirando a otro lado permitiendo estas muertes que tienen su origen en abominables tradiciones y sesgos culturales.
En otros países asiáticos como Paquistán, Bangladesh, Taiwán, Corea del Sur, Indonesia, Vietnam o el Cáucaso (Azerbaiyán, Georgia y Armenia) el aborto selectivo está alcanzando en número al infanticidio femenino.
Debido a que estos países contienen la mitad de la población mundial, estas prácticas han provocado un desequilibrio en la distribución entre hombres y mujeres a nivel global, como hemos visto. Una consecuencia previsible es un aumento de la violencia, el alcoholismo, la drogadicción o las enfermedades de salud mental por diversos motivos tanto en hombres como en mujeres. Además, se podría esperar un alarmante incremento de las violaciones y la trata de mujeres, tanto a nivel nacional como internacional.
Este fenómeno del aborto selectivo se está convirtiendo en una nueva y más silenciosa versión del infanticidio femenino, en el que se niega a las niñas su derecho más básico, unido a una discriminación que basa su injusticia en lo aleatorio de tener gónadas femeninas. Es fundamental garantizar la igualdad de derechos y oportunidades en lo relativo a este inaceptable acto del aborto selectivo y el infanticidio femenino, que está teniendo tan graves consecuencias a escala global, modifica la norma biológica para la proporción de nacimientos, 105 niños por cada 100 niñas, que, debido a una mayor resistencia de las niñas, se transforma en un equilibrio del 50 %. En cuanto al infanticidio femenino, las tasas de mortalidad infantil indican que el número de niñas que no llegan a los 5 años de edad es considerablemente mayor que el de niños. Esto puede deberse a las peores condiciones de vida de muchas niñas de estas edades en diferentes lugares del mundo.
Entre las causas del feticidio femenino y el infanticidio de niñas hay factores económicos, culturales, sociales y políticos. En algunas sociedades se considera que los varones son más valiosos que las niñas, lo que se une a las leyes hereditarias discriminatorias o las dotes en los matrimonios, que pueden llegar a arruinar a una familia. Dar a luz una niña llega a ser considerado como una maldición.
Para evitar estas prácticas, debemos insistir en los Derechos del Niño, la eliminación de toda clase de violencia y discriminación contra las niñas reafirmando la dignidad sin sesgos y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Incluso antes de nacer.
Referencias
- Bernis C (2022). La proporción de sexos al nacer a lo largo de los siglos XX y XXI y las «mujeres desaparecidas», Museo Virtual de Ecología Humana, pieza del mes de marzo 2022
- Bongaarts J, Guilmoto CZ (2015). How many more missing women? Excess female mortality and prenatal sex selection, 1970–2050. Population and Development Review, 41(2), 241–269
- Ritchie H, Roser M (2019). Gender Ratio. Our World in Data
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.
9 comentarios
Desde el punto de vista ético, hay una diferencia abismal entre el «aborto femenino» y el «infanticidio femenino», pues, independientemente del sexo gonadal del feto o del infante, el aborto es un derecho mientras que el infanticidio es un crimen.
Gracias por el comentario.
¿ es ética la decisión de abortar sólo cuando el embrión es una niña? Independientemente del derecho a hacerlo.
Dado que la «niñez» empieza en el nacimiento, un embrión femenino no puede ser una «niña»; como mucho, podríamos decir que constituye una «niña en potencia». Ahora bien, la eliminación de «personas potenciales» difícilmente puede considerarse una tragedia en un planeta habitado por casi ocho mil millones de personas, la mitad de las cuales son mujeres. Para la ética, lo importante son las personas reales, no las personas potenciales.
Hay embriones femeninos y embriones masculinos. Hay personas reales que tienen una ética real y toman la decisión sobre ese feto Porque les incumbe.
Gracias, es interesante haber aportado tantas reflexiones. Buen camino.
Marta
[…] hecho, como explica Marta Bueno Saz en el artículo Mujeres que no llegaron a existir: abortos selectivos e infanticidio de niñas, la realidad es que nacen menos niñas que niños en el mundo: la mayoría de los países poseen […]
[…] la humanidad comprender la magnitud de la pérdida de 200 millones de mujeres y niñas a causa del aborto selectivo, el infanticidio, la violencia de género y la consiguiente discriminación? Este número supera […]
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[…] no gozan del mismo derecho a la vida que los niños. La tecnología que permite llevar a cabo abortos y feticidios selectivos ha multiplicado el impacto del infanticidio femenino directo o indirecto que todavía se practica […]