Liliana Lubińska, la científica que descubrió un sistema circulatorio oculto dentro de las células nerviosas

Vidas científicas

Liliana Lubińska (1904-1990) fue una de las neurocientíficas polacas más respetadas del siglo XX. Su carrera, marcada por su formación en París, la Segunda Guerra Mundial y una larga trayectoria en el Instituto Nencki de Varsovia, culminó con un descubrimiento fundamental: en los axones —las prolongaciones largas de las neuronas— se produce un transporte bidireccional de materiales. Este hallazgo modificó nuestra visión de las neuronas y contribuyó a sentar las bases de la neurociencia moderna.

Liliana Lubińska. Nokert.

Liliana Lubińska nació el 14 de octubre de 1904 en Łódź, entonces parte de la región polaca bajo dominio del Imperio ruso. Desde joven mostró inclinación por las ciencias naturales; en 1923 ingresó en la Universidad de Varsovia para estudiar biología, aunque decidió trasladarse a París tan solo un año después, ingresando en la Sorbona para completar sus estudios en ciencias biológicas. En 1927 obtuvo su licenciatura en química biológica y fisiología, y en 1932 defendió su tesis doctoral bajo la dirección del matrimonio Louis y Marcelle Lapicque en su laboratorio de fisiología en París. Su investigación se centró en los reflejos y la cronaxia o medición de la excitabilidad del tejido nervioso o muscular. Aquella tesis recibió un premio especial de la Academia de París.

A pesar de tener la oportunidad de permanecer en la capital francesa, Lubińska decidió regresar a Polonia en 1933 para ocupar un puesto de asistente en el Instituto Nencki de Biología Experimental en Varsovia. Allí investigó los efectos de diferentes agentes sobre la excitabilidad neuromuscular y colaboró con otros neurofisiólogos como Jerzy Konorski, quien luego sería su marido, y Stefan Miller.

Resiliencia y reconstrucción

Los años de la Segunda Guerra Mundial fueron difíciles para Liliana Lubińska. Durante el asedio y bombardeo de Varsovia, ella y su marido se vieron obligados a huir. Decididos a no permanecer bajo la ocupación nazi, dejaron Varsovia tan pronto como pudieron para intentar cruzar la frontera y unirse al hermano de Konorski en Inglaterra, pero el estricto control alemán los obligó a permanecer en el país. Finalmente pudieron huir al Cáucaso, donde consiguieron trabajar en el Departamento de Fisiología del Instituto Georgiano de Medicina Experimental en Sujumi de 1940 a 1945. Durante este periodo, Lubińska concentró su investigación en la regeneración de los nervios periféricos y su excitabilidad.

En el verano de 1945, Lubińska regresó a Varsovia. El edificio del Instituto Nencki había sido destruido durante la guerra, por lo que, junto con Konorski y otros colegas, se propusieron reactivar su antiguo lugar de trabajo. El instituto fue trasladado temporalmente a Łódź, donde Lubińska continuó su trabajo hasta 1955, año en que finalizaron las labores de reconstrucción y reubicación en Varsovia. Lubińska y Konorski habían cofundado el Departamento de Neurofisiología del Instituto Nencki en 1946; desde entonces y hasta su jubilación en 1982, la investigación de Liliana estuvo centrada en la estructura y fisiología neuronal, especialmente en el transporte axoplásmico –sistema de transporte que permite el movimiento de proteínas, orgánulos y otras moléculas a lo largo de los axones, siendo este fundamental para la supervivencia y correcto funcionamiento de las neuronas–.

La neurona dinámica

Liliana Lubińska. PTBUN

En la década de 1950, la imagen anatómica dominante describía la neurona como una estructura esencialmente estática. Aunque ya existía la hipótesis del flujo axonal –material sintetizado en el cuerpo celular moviéndose a poca velocidad hacia las terminaciones–, Lubińska no creía que un flujo unidireccional y lento pudiera mantener vivas a las neuronas. Sus primeras investigaciones al respecto (1954) apuntaban hacia la existencia de un flujo de axoplasma en dirección contraria.

El descubrimiento clave de Lubińska surgió de un experimento que realizó en Praga a finales de los años cincuenta. Allí aplastó muestras de tejido nervioso y observó que enzimas como la acetilcolinesterasa se acumulaban en los axones lesionados no solo por encima, sino también por debajo de la lesión. La científica interpretó este hallazgo proponiendo un concepto neuronal dinámico que se caracterizaba por un transporte relativamente rápido y bidireccional en sus procesos. Colaboró con Stella Niemierko, Barbara Oderfeld y Lucyna Szwarc para llevar a cabo una serie de experimentos bioquímicos que confirmaron su hipótesis. Así, en 1964 demostró que los axones no son estructuras estáticas que simplemente envían información de un extremo (el soma) hacia otro (la terminal), sino que existe un flujo de material en las dos direcciones (del cuerpo de la neurona hacia el extremo distal y de vuelta hacia el cuerpo), lo que se denomina transporte axoplásmico bidireccional. Sus resultados indicaban no solo que el transporte es efectivamente bidireccional, sino también que la velocidad del transporte próximo-distal (aproximadamente 260 mm/día) es cerca del doble de la velocidad del transporte disto-proximal (134 mm/día).

La contribución de Lubińska a la neurociencia puede compararse con la comprensión de un sistema circulatorio oculto dentro de las células nerviosas. Antes de ella, se pensaba que las carreteras neurales eran unidireccionales y solo transportaban mercancías lentamente. Lubińska, sin embargo, demostró que estas «carreteras» son, de hecho, “autopistas de doble sentido” que permiten a la neurona comunicarse rápidamente consigo misma y con el cuerpo celular, un descubrimiento que ayuda a entender cómo las neuronas mantienen su integridad y responden a las lesiones.

Impacto, reconocimiento y legado

A pesar de las objeciones iniciales, el trabajo de Lubińska redefinió el modo en que la comunidad neurocientífica veía el axón: ya no como un conducto pasivo, sino como una estructura dinámica con transporte activo de materiales en dos direcciones, lo que a su vez permitía entender mejor cómo las neuronas se mantienen vivas, se comunican y se regeneran. Con el tiempo, su hipótesis de transporte bidireccional se generalizó y dio paso a nuevas líneas de investigación sobre cómo las neuronas distribuyen organelos, proteínas y factores de supervivencia a lo largo del sistema nervioso.

A lo largo de su carrera, Liliana Lubińska publicó más de 80 artículos –un volumen notable para su época y contexto– y fue elogiada por estar a la vanguardia de su campo. Su excelencia fue reconocida con numerosos honores, incluyendo el Premio Solange Coemme de la Academia Nacional de Medicina y la membresía honoraria de la Organización Internacional de Investigación del Cerebro y de la Sociedad Polaca de Fisiología. Además, fue reconocida como miembro extranjera de la Academia Alemana de Científicos Naturales Leopoldina y formó parte del consejo editorial de la revista Neuroscience entre 1976 y 1990.

Liliana Lubińska falleció el 19 de noviembre de 1990, a los 86 años, dejando tras de sí un legado que transcendió su país y su época. Gracias a ella, hoy entendemos mejor cómo se mantiene el sistema nervioso, cómo reacciona al daño, y cómo es capaz de regenerarse.

Referencias

Sobre la autora

Edurne Gaston Estanga es doctora en ciencia y tecnología de los alimentos. Actualmente se dedica a la gestión de proyectos en organizaciones que fomentan la difusión del conocimiento de la ciencia y la tecnología.

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