Una colisión de tres trenes y un ángel en el andén 6, Abbie Sweetwine

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El 8 de octubre de 1952, la subteniente enfermera Abbie Sweetwine, de la USAF (la Fuerza Aérea de los Estados Unidos), tuvo ocasión de poner en práctica sus conocimientos sobre triaje en un terrible accidente ferroviario cerca de Londres en el que colisionaron tres trenes. Se salvaron muchas vidas gracias a los conocimientos de Abbie para priorizar según la gravedad de los heridos, un sistema que se ha ido implementando en las emergencias civiles.

Abbie Sweetwine (1921 -2009)

Abbie Sweetwine nació en Cocoa, Florida, el 28 de mayo de 1921. Era la menor de tres hermanas. Su hermana mayor, Ruth, era educadora. La hermana mediana, Dorothy, era activista comunitaria y editora en un periódico.

Abbie se graduó en enfermería en el Hospital Brewster, el primer hospital para personas negras en Jacksonville, en 1942. Quería ser enfermera en el Ejército. En julio de 1946 ya había trabajado en el Provident Hospital en Fort Lauderdale, en el Whitaker Memorial Hospital en Newport News, Virginia, y en la instalación migratoria de Estados Unidos en Belle Glade, Florida y en North Charleston, Carolina del Sur.

Abbie Sweetwine. Harrow Online.

Se unió al Cuerpo de Mujeres del Ejército (WAC) antes de 1945 y su historial de servicio la identifica como veterana de la Segunda Guerra Mundial. En 1949, Sweetwine pasó de la WAC a la Fuerza Aérea Femenina, que era una sección de la USAF. En 1952 estaba en la base de Northolt, cerca del recién construido Hospital de la USAF en South Ruislip, al norte de Londres.

Recibió el premio a Mujer del año por salvar muchas vidas en un trágico accidente de tren, concedió entrevistas y fue invitada a asistir a la coronación de la reina Isabel II en 1953. Poco después del desastre ferroviario, fue ascendida a capitana. Continuó su carrera como enfermera militar, sirviendo finalmente en Corea y Vietnam. Cuando Sweetwine se jubiló en 1969, era mayor (comandante) de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos.

Regresó a Florida para vivir con sus hermanas y estuvo con ellas durante más de treinta años. Murió en 2006 a la edad de 87 años y fue enterrada en el Cementerio Nacional de Arlington.

El accidente de Harrow y Wealdstone

El 8 de octubre de 1952, la niebla fue la causa del retraso de varios trenes por falta de visibilidad. En la estación de Harrow & Wealdstone, el tren de cercanías de Tring a la estación londinense de Euston, que circulaba con retraso, estaba parado en el andén con más de 800 pasajeros. El expreso de Perth a Euston, que circulaba con retraso en la misma línea, se saltó una señal de peligro. Cuando el conductor se dio cuenta y frenó, ya era demasiado tarde. El expreso embistió al tren de cercanías a más de 80 kilómetros por hora. Éste quedó aplastado, los tres últimos vagones parecían uno solo y además salió despedido hacia las dos vías principales. El tren con retraso de Euston a Manchester, que tampoco pudo frenar a tiempo, se estrelló contra los otros dos a 96 kilómetros por hora. Las locomotoras descarrilaron y chocaron contra los andenes, llenos de gente en hora punta. Más de 90 personas murieron en el acto, y el saldo final fue de 112 muertos, con 340 heridos. Fue el peor accidente ferroviario británico desde 1915.

Muchos de los pasajeros ilesos eran personal ferroviario, que inmediatamente comenzó a rescatar a la gente. En uno de los trenes se encontraban miembros del 494.º Grupo Médico de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y avisaron a su nuevo hospital en South Ruislip. El Hospital envió un equipo de respuesta a emergencias, todos con formación en medicina de combate, al mando del teniente coronel Weideman de la USAF, que incluía a siete médicos y una enfermera, Sweetwine. La subteniente y sus colegas establecieron un puesto de triaje en los andenes laterales de la estación de Harrow & Wealdstone.

El ángel del andén seis

Abbie Sweetwine no fue la única mujer que ayudó ese día. Muchas mujeres llegaron con montones de sábanas para hacer vendas. También llevaron sus teteras listas para reconfortar a los supervivientes. Cientos de bombas habían caído sobre Harrow hacía sólo una década, durante la Segunda Guerra Mundial, y muchas de estas mujeres habían servido en el ejército o en servicios de emergencia civiles, así que sabían cómo actuar. La creencia en el Reino Unido de que una taza de té cargado y dulce ayuda siempre es llamativa.

Dibujo de Abbie Sweetwine marcando a una persona a la
que había administrado morfina. Wikimedia Commons.

Debido al sistema de triaje y a la presencia de médicos en el lugar del accidente, se comenzó a atender a los heridos antes de que fueran trasladados al hospital. Abbie valoró y clasificó a los heridos según la gravedad de su estado. A los que sólo tenían una pequeña conmoción les animaba a tomar una taza de té. A los más graves, les proporcionaba plasma sanguíneo y morfina.

Necesitaba una manera para que quedara constancia de este primer tratamiento. Se le ocurrió usar su propio lápiz labial para marcar en la frente una X a las personas que habían sido estabilizadas de alguna manera y con una M a las tratadas con morfina. Transmitió esta información a los equipos de ambulancia, quienes a su vez indicaron este código a los hospitales. Los esfuerzos de Sweetwine aseguraron que los pacientes no recibieran una sobredosis de morfina.

Los médicos en el lugar del accidente, una mezcla de médicos del equipo de la USAF, médicos locales y algunos de la RAF, tuvieron que centrarse en los heridos más graves, que podrían sobrevivir si recibían tratamiento inmediato. Sweetwine era la única enfermera con experiencia en el sistema y se encargó de la gestión del triaje.

La forma de agilizar la atención hospitalaria con sus marcas y el conocimiento de Sweetwine de triaje salvó muchas vidas. Las personas a las que atendió y las que trabajaban con ella la apodaron «El Ángel del Andén Seis».

La respuesta ante una emergencia

El triaje era un sistema militar que se empezó a aplicar en las sucesivas guerras mundiales para optimizar la ayuda. Antes los equipos de ambulancias civiles atendían a los primeros heridos que veían en un accidente y quizá su estado no fuera tan grave. Los más lesionados y con necesidad urgente de atención a sus heridas tenían que esperar a que volvieran las ambulancias. En la estación de Harrow & Wealdstone, al implementar el triaje se priorizaba según la necesidad de cada herido. El equipo de la USAF aplicó este sistema militar a un desastre civil gracias a Abbie.

Después de esto, el funcionamiento de los servicios de emergencia del Reino Unido cambió su forma de actuar en las crisis. Adaptaron el sistema que habían visto llevar a cabo a los médicos y enfermeras del Ejército.

Triaje

En medicina, el triaje es un proceso por el que los profesionales sanitarios determinan el orden de prioridad para tratar a las personas enfermas o heridas y/o para valorar el racionamiento de suministros limitados en situaciones de crisis. Por lo general, se recurre al triaje cuando hay muchas víctimas o cuando hay más pacientes que personal y recursos para tratarlas.

El proceso varía según la institución, la localidad y el país, pero todos siguen la misma idea: priorizar heridos de gravedad que aprovecharán la ayuda. El método debe equilibrar simultáneamente objetivos múltiples y a veces contradictorios: probabilidad de muerte, eficacia del tratamiento, esperanza de vida de los pacientes, etc.

El término triaje proviene del francés «triaje», que significa la acción de seleccionar o clasificar, y tiene como raíz el verbo «trier», separar, clasificar, escoger; a su vez, «trier» viene del latín «tritare», que significa trillar. En el siglo XIX el barón Dominique-Jean Larrey, cirujano jefe de la Guardia Imperial de Napoleón, sentó las bases de lo que se convertiría en el triaje moderno, al introducir el concepto de «tratar a los heridos según la gravedad observada de sus lesiones y la urgencia de la atención médica, independientemente de su rango o nacionalidad».

El triaje hospitalario se implementó en 1965 para identificar y priorizar a los pacientes que necesitaban atención urgente. En Australia en 1975, en el Hospital Box Hill, se diseñó el triaje hospitalario de cinco niveles con códigos de colores que son los niveles recomendados para calificar pacientes en la actualidad.

Si nos centramos en España, existen dos modelos de triaje que son los más habituales en los hospitales de todo el país: el Sistema Estructurado de Triaje (SET) que utiliza 650 motivos de consulta en 32 categorías sintomáticas que clasifican la urgencia en cinco niveles. Siempre después de recopilar información contada por el paciente y de hacerle una exploración. Y el sistema «Manchester», que utiliza 51 motivos de consulta. Mediante preguntas de sí/no, respondidas en un diagrama, clasifica la emergencia en cinco niveles de gravedad.

Hay muchos modelos de triajes. La propia Organización Mundial de la Salud considera necesario desarrollar un sistema básico de triaje dirigido a los niños en los centros hospitalarios de los países en vías de desarrollo. La evaluación consistiría en la búsqueda de señales de emergencia (respiración, circulación y deshidratación) y otros factores a tener en cuenta: si son bebés, la fiebre alta, los traumatismos graves, la palidez, el envenenamiento, el dolor agudo, el distrés respiratorio, la letargia, la inquietud manifiesta, la malnutrición evidente y las quemaduras. En otros países y situaciones, el triaje será diferente y tendrá que adaptarse al entorno.

Sin embargo, los objetivos del triaje en urgencias son siempre:

  • Clasificar. Identificar rápidamente a los pacientes con riesgo vital. Establecer el grado de urgencia y priorizar su atención en función de ésta. Organizar la asistencia sanitaria para garantizar la seguridad de todos los pacientes.
  • Ubicar. Determinar el área más adecuada donde debe ser atendido cada paciente y gestionar cómo y por dónde irán pasando.
  • Informar. Explicar a los pacientes el tipo de servicio que se les va a prestar, el lugar donde deben esperar, los signos que deben vigilar y el tiempo estimado de espera.
  • Reevaluar. Asegurar la reevaluación periódica de los pacientes que, sin tener riesgo vital, no pueden ser atendidos en el tiempo establecido previamente.

Los beneficios secundarios del triaje son también reseñables: agilizar la atención a los pacientes disminuyendo la congestión de los servicios saturados, mejorar la eficiencia ya que proporciona información que permite conocer, medir y comparar la casuística de los diferentes servicios de urgencias para optimizar recursos, unificar criterios con un lenguaje común y ampliar de forma positiva la percepción del paciente sobre la atención que recibe.

El triaje funciona las 24 horas del día y todos los pacientes que acudan a urgencias deben ser clasificados. El área de triaje (consultas y su sala de espera) tiene que estar ubicada cerca de la entrada de pacientes, cerca de Admisión y próxima a la sala de espera. En triaje tiene que haber material y equipamiento necesarios para realizar allí la valoración: medidor de glucemia capilar, oxímetro de pulso, tensiómetro y termómetro, además de todos los elementos adecuados para dejar registro de la información obtenida. En el triaje no se hacen diagnósticos médicos; su dimensión es la de cuidados (acogida y recepción).

El triaje se ha convertido en el sello de identidad del servicio de urgencias hospitalarias y es además una herramienta objetiva que permite medir, evaluar y mejorar el funcionamiento y el rendimiento de este servicio.

Ya hemos visto que los actuales sistemas de triaje deben ser estructurados y basados en escalas de clasificación de cinco niveles. La asignación de estos niveles se fundamentará en decisiones objetivas, se apoyarán en algoritmos y sistemas informáticos que automaticen estas decisiones que permitan ajustes por parte del profesional que lo realice.

Con todo, es un gran avance para la medicina y llevarlo a cabo de manera racional, eficaz, sensata e inteligente ya lo hizo Abbie Sweetwine, una gran mujer sensible y resolutiva.

Referencias

Sobre la autora

Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.

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