Marilyn Jacox, la físicoquímica que sufría los ‘clubs de chicos’

Vidas científicas

Los niños pasan por una fase en la que crean lazos y construyen cabañas en los árboles y no les gustan las niñas. Algunos crecen y otros se quedan psicológicamente en esa etapa. Es poco probable que eso vaya a cambiar. Donde más impacta esto es en las organizaciones donde la financiación es limitada porque los hombres tienen sus formas especiales de comunicarse entre ellos y auparse a los primeros puestos de la lista.

Con esta frase, Marilyn Jacox, físicoquímica nacida en 1929, dio una explicación perfecta del concepto boys club, o club de chicos, una idea acuñada para referirse a círculos profesionales o de otro tipo en el que los hombres comparten, además de amistad o camaradería, información o herramientas de manera informal que les dan ventaja respecto a las mujeres que integran esos mismos círculos pero no tienen acceso a esas relaciones informales. Jacox sabía de lo que estaba hablando.

Una vocación científica y unos padres orgullosos

Marylin Jacox. C&EN.

Marilyn Jacox nació el 26 de abril de 1929 en Utica, Nueva York. Su padre era maestro panadero y su madre ama de casa, y aunque ninguno había podido recibir una educación más allá de los cursos básicos de primaria y secundaria, tenían inquietudes intelectuales que transmitieron a su hija. Cuando Jacox decidió que quería estudiar y labrarse una carrera científica, desechando las intenciones de sus padres de que se casara y tuviese hijos, aceptaron su decisión y, según ella, se sintieron orgullosos.

Empezó estudiando cursos de economía doméstica y negocios, pero tras coincidir en el autobús habitualmente con una chica algo mayor que ella que quería estudiar química, decidió que ese sería también su objetivo y comenzó a prepararse para ello con clases preuniversitarias. Su primer mentor fue su supervisor en el Departamento de Química en el college de Utica, de la Universidad de Siracusa, al que siempre recordó como un gran científico.

En 1951 obtuvo su título de licenciada en Química por esa universidad y después se trasladó a Cornell, donde obtuvo el doctorado en 1956 por su investigación en el uso de la espectroscopía para estudiar las relaciones e intercambios de energía en las colisiones de gases.

Solo las universidades femeninas mostraron interés

A pesar de su especialización, Jacox seguía sufriendo la misma discriminación que tantas otras mujeres científicas en su época: tras enviar su currículum a más de 75 instituciones científicas, solo recibió respuesta de aquellas exclusivamente femeninas. “Nunca me gustó la idea de las universidades separadas para hombres y para mujeres, porque luego en el mundo real tienes que lidiar con los dos”.

En 1958 Jacox se incorporó al Instituto Mellon de Investigación Industrial (más adelante la Universidad Carnegie Mellon), en Pittsburgh, como investigadora independiente. Allí conoció a Dolphus Milligan, otro investigador con el que colaboró durante décadas. A pesar de haber sido contratada por fin eso no significaba que la discriminación hubiese desaparecido: su colega cobraba más que ella por el mismo trabajo.

No se trataba solo de la paga, aseguraba Jacox, que explicaría años después que “la cultura de la organización cuando llegué era como algo salido de la serie Mad Men. Los hombres iban al pub local a comer, o iban a jugar al golf juntos. Eran ‘cosas de chicos’, la cultura era muy masculina. Ahora lo es mucho menos”.

Una matriz criogenizada para medir los radicales libres

Jacox y Milligan se especializaron en el estudio por espectroscopia de radicales libres, pequeños iones moleculares y otros materiales resultado de distintas reacciones, contenidos en una matriz de alguna sustancia inerte como nitrógeno o gases nobles criogenizados. Estas condiciones permitían observar en esos radicales libres muchas propiedades que de otra forma eran imposible analizar hasta la fecha, algo relevante porque esos radicales son los que llevan a cabo muchas reacciones químicas de interés científico e industrial.

Marilyn Esther Jacox (2005).

“El espectro infrarrojo de una molécula nos dice cómo vibran sus átomos unos respecto a otros, y es el equivalente de esa molécula a la huella de una persona. Analizar ese espectro nos da información a veces sorprendente sobre la estructura y los enlaces de esa molécula en su estado de menor energía”, explicaba Jacox en 2010 al describir el impacto de sus investigaciones.

Más adelante ambos fueron aceptados en la Oficina Nacional de Estándares, hoy Instituto Nacional de Estándares y Tecnología, donde siguieron trabajando en técnicas de medición de radicales libres y otros elementos, desarrollando procesos que se convirtieron en estándares en sí mismos y se estudiaban en las universidades.

Tras la muerte de Milligan en 1973, Jacox le sustituyó como jefa de la sección de fotoquímica y después como jefa de la sección de procesos químicos medioambientales. Allí continuó con el trabajo que habían elaborado juntos, desarrollando nuevas técnicas que permitiesen estudiar y medir aún más tipos de iones resultado de distintas reacciones. Se consolidó como una figura de referencia en la espectroscopía de moléculas, en ocasiones entrando en intensas polémicas científicas con otros expertos, ante lo que siempre fue considerada objetiva, honesta y con ánimo constructivo.

1,5 millones para ayudar a otras mujeres a estudiar

Habiendo sufrido durante su carrera frecuentes muestras de discriminación por ser una mujer, ejerció una labor constante de mentorización y apoyo de otras mujeres y de jóvenes en el mundo de la ciencia, además de dejar tras su muerte 1,5 millones de dólares a la Universidad de Cornell para becar a mujeres llevando a cabo estudios predoctorales en ciencias y matemáticas.

Entre los muchos premios y reconocimientos que recibió durante su carrera, en 1973 recibió el Federal Woman’s Award de manos del entonces presidente de Estados Unidos Richard Nixon en el Despacho Oval.

Además de su carrera científica, a Jacox le gustaba la música, la fotografía y los viajes, y durante años investigó con entusiasmo y publicó varias obras sobre la historia y la genealogía de su familia. Murió el 30 de octubre de 2013.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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