Flamenca es una novela medieval del siglo XIII de autoría desconocida que estuvo prohibida por su carácter subversivo. En sus 8100 versos se habla de las mujeres y el amor, de vivir sin culpa por sentir placer y del derecho a tener criterio propio.
Rosalía le pone música en su álbum «El mal querer» y lo hace con una calidad musical extraordinaria. La protagonista es una mujer atractiva, gran lectora, bondadosa, que practica sexo con libertad, que sufre maltrato por un marido celoso y que se reconstruye a sí misma. El final es una de las partes que faltan en esta novela incompleta. Se consideró una obra subida de tono y dejó huella hasta finales del siglo XIV. Tiene una vigencia absoluta, según Roca Editorial, uno de sus sellos en español, porque «supone una reivindicación feminista que trata temas tan actuales como el maltrato, los celos, el consentimiento, la violencia de género, la libertad de elección… todo ello apuntalado por un bello elogio al hedonismo y a la fuerza humana del placer».
Antón M. Espadaler en el reportaje de WMagazín, explica: «visibiliza ideas peligrosas: la herejía del espíritu libre e inteligente y libre de pecado». El placer guiado por la inteligencia sin conciencia de pecado fue algo de gran alcance porque anulaba la diferencia entre hombres y mujeres, los igualaba.
En 1834, Raynouard, para Jaime Covarsí, le dio el título por el que se conoce esta obra en la actualidad. Encontró el manuscrito único de la obra en la biblioteca de Carcasonne. Dice: «la novela de Flamenca se inscribe en una tradición de textos que puede remontarse desde la época clásica hasta la contemporaneidad. La protagonista lee y gracias a sus lecturas, aprende a vivir. La vida y la ficción contenida en los libros se cruzan irremediablemente. El ámbito de lo privado, en este caso, acaba modificando el ámbito de lo público; lo femenino modifica lo masculino. Y siempre hay un libro de fondo. La lectura se convierte en un elemento revolucionario que se rebela contra el orden preestablecido».
Las trovadoras
En Flamenca aparece por primera vez el término occitano trobairitz para designar a las mujeres poetas medievales. Es el correspondiente femenino de trobador. Se conoce el nombre de veinte compositoras de los siglos XII y XIII, a las que se añaden las autoras de una serie de obras transmitidas de forma anónima. El corpus de la poesía de las trobairitz se compone de alrededor de cincuenta poemas; de algunos sólo hay trozos. La mayoría de estas mujeres escribieron y compusieron en el período que va de 1180 a 1260. De casi todas se conserva sólo un poema, o incluso en algunos casos una cobla (estrofa), Pero destacan dos nombres como autoras más prolíficas: Castelhoza y la Condesa de Dia, a las que se atribuyen cuatro poemas respectivamente.
Aunque la poesía trovadoresca está hecha para ser cantada y, por tanto, habría tenido una melodía, sólo se ha conservado la música de un poema escrito por una mujer: A chantar m’er de so qu’ieu no volria de la Condesa de Dia.
Los temas que tratan las trobairitz van desde el amor y los amantes a la religión y la política. Muchos versos de las trovadoras forman parte de la poesía de debate, o tensón, donde una interlocutora, a menudo anónima, y un interlocutor discuten, en verso, sobre un tema; es posible que en proporción, de todos los poemas suyos, éstos sean los predominantes porque hay un hombre. Por esto, el único poema que se conserva de Maria de Ventadorn es una tensón con Gui d’Ussel.
Rescatando nombres del olvido
La obra de las veinte trobairitz de las que conocemos el nombre representa solo un 5 % del total de la poesía trovadoresca. Una minoría clara en una cultura literaria dominada por hombres.
En esta lengua occitana se creó el arte de la trobar y se cantaba al fin’amor (el amor cortés, la alegría del amor y de la juventud). Enumeramos a algunas de las autoras, porque lo que se nombra, existe…
La identidad de la Condesa de Dia, a veces llamada Beatritz de Dia, que compuso su obra a finales del XII o principios del XIII, ha sido objeto de discusión. Se sabe con certeza que compuso cuatro canciones, pero hay una quinta de atribución discutida. Ya vimos que de una de ellas, A chantar m’er, se conserva la notación musical. El tema de su poesía es el amor, visto desde una perspectiva femenina. Canta las alabanzas de su amante en Ab joi et ab joven m’apais. Expresa su enfado con él en A chantar m’er de so qu’ieu no volria. Se lamenta de su pérdida en Estat ai en greu cossirier. Desmiente chismes y calumnias, un tema frecuente en la lírica occitana medieval, en Fin joi me don’alegransa.
Castelhoza escribe en la misma época que la Condesa de Dia. Nació en Auvernia y se sabe que estaba casada. En su poesía habla de las penas de la mujer enamorada. Defiende su posición ante el amor en un poema y lamenta la ausencia del amante en otro, admitiendo que su marido se mostraba muy contento cuando éste andaba lejos.
Aunque las trobairitz trataron el tema de sus enamorados en las composiciones, individuales o dialogadas, se ocuparon también de cuestiones menos convencionales para la época. Por ejemplo, una poeta llamada Beatritz o Bieris de Romans se dirige a una dama Maria en unos términos que hacen pensar en una relación lésbica.
El único poema de Gormonda de Montpelher es llamativo por su extensión: Greu m’es a durar tiene 140 versos. Está escrito entre 1228 y 1229 y en este sirventés se defiende a la Iglesia Católica. Esta postura, política y religiosa de Gormonda no era frecuente entre los trovadores. En un tensón, Na Carenza al bel cors avinenz, las hermanas Alais e Iselda preguntan a Carenza si les recomienda casarse o quedarse vírgenes; ella les aconseja hacerse novias de Cristo.
Desde el punto de vista estilístico, las trobairitz se dirigen a sus amantes directamente más a menudo de lo que lo hacen los trovadores en los poemas sobre sus enamoradas; usan más veces un tono de frustración, añoranza y otros sentimientos intensos. Incluso narran también las preocupaciones por cuestiones muy reales de su día a día, por ejemplo, cómo queda el cuerpo después de parir. Son muy distintas de las que aparecen en la poesía de los trovadores; los hombres cantan a unas mujeres distantes, silenciosas e imposibles de alcanzar. Pero las trobairitz no sólo se apropian de la voz del deseo sino que, aparte de las codificaciones poéticas, exploran con sus versos aspectos muy variados de la realidad de la vida de las mujeres de los siglos XII y XIII.
Las trobairitz son referentes
Los nombres y las producciones de las trovadoras se conocen a través de manuscritos que son también la fuente de información para conocer a los trovadores. Las «vidas e razós» (breves escritos biográficos que explican los motivos por los que se escribieron los poemas), constituyen los textos principales para investigar sobre trovadores y trobairitz. Dos de estos manuscritos son particularmente interesantes:
El manuscrito H, copiado en Italia en el siglo XIV que, además de numerosos textos de trobairitz agrupados bajo un mismo título, tiene ocho iluminaciones de trovadoras.
El manuscrito W también llamado «Manuscrit du roi» tiene diferentes canciones francesas pero también occitanas. Contiene en particular la canción de la condesa de Dia, A chantar m’er de so que no volria, la obra que ha conservado la partitura.
Las biografías son muy breves. Además, a la mayoría de las trobairitz se las conoce principalmente a través de una razó o vida de algún trovador cercano o con quien compartieron un tensón.
A pesar de tener pocos datos sobre ellas, las investigaciones señalan que estas autoras provenían en su mayoría de entornos privilegiados, lo que explica que tuvieran la oportunidad de componer en una época poco favorable para las mujeres.
Sobre esta posición privilegiada de las trovadoras existe cierta polémica; algunos estudios subrayan el estatus particular de las compositoras que, en una sociedad diseñada por hombres, tuvieron la oportunidad de expresarse a través de las letras y las artes. Otros matizan esta afirmación porque las occitanas tenían una serie de derechos, en particular el derecho a heredar como los hombres, y el acceso a la educación, que era el mismo que tenían ellos. Con todo, es prudentes no caer en la tentación de hacer de la trobairitz el símbolo de una condición femenina occitana ejemplar en la Edad Media. Lo que es innegable es que la existencia de una voz femenina en el arte de la trobar significa la existencia de una escritura específicamente femenina, que propone sus propias reglas y sus propios códigos.
Influyeron en otras escritoras y fueron referentes. Es muy probable que muchas de sus obras se destruyeran, desaparecieran o simplemente cayeran en el olvido porque eran textos de mujeres. Nos han llegado unos 50 poemas frente a los 2500 de los trovadores.
La producción de las trobairitz tiene un estilo más directo, menos formal que el de los trovadores, sin que sus escritos pierdan valor. Estos versos de la canción «Estat ai en grèu cossirièr» de la condesa de Dia, lo dejan claro:
No sabemos si estas obras, a veces de carácter muy íntimo, eran cantadas en público. Lo que sí sabemos es que hubo mujeres que pensaban por sí mismas, que reivindicaban vivir sin culpa, que escribían canciones como expresión de su creatividad y que querían ser libres para decidir.
Referencias
- Anónimo (2019). Flamenca. Trad. Anton M. Espadaler. Roca Editorial
- Bec, Pierre (1995). Chants d’amour des femmes-troubadours. Trobairitz et «chansons de femme». Stock / Moyen Âge.
- Bruckner, Matilda T, Laurie Shepard y Sarah White (2004). Songs of the Women Troubadours. Routledge
- Manrique Sabogal, Winston (2018). ‘Flamenca’, los secretos subversivos de la novela medieval que inspiró a Rosalía ‘El mal querer’
- Occitanica.eu. Les Trobairitz
- Women and Medieval Song (2021). Medieval Womens Song
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.