Ana Crespo, primera presidenta en la Academia de las Ciencias de España

Vidas científicas

El 26 de junio de 2024 tuvo lugar una magnífica noticia para la ciencia española: la bióloga experta en líquenes Ana María Crespo de las Casas, nacida en Santa Cruz de Tenerife en 1948, era «proclamada Presidenta de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de España durante el pleno extraordinario que ha tenido lugar en la sede de esta institución», informaba el hasta entonces presidente, añadiendo que «su candidatura contó con el apoyo del 80 % de los votos emitidos».

Ana Crespo. Real Academia de Ciencias.

La noticia causó gran impacto porque, debemos subrayarlo, la citada Academia es la institución más relevante de la ciencia nacional y, aunque cuenta con 177 años de historia, nunca antes había sido presidida por una mujer. Además, solo se admitió la participación femenina a partir de 1986, fecha en que por fin se aceptaba a una científica: la bioquímica asturiana Margarita Salas. Dieciocho años después, en 2004, la matemática catalana Pilar Bayer se convertía en la segunda académica numeraria, y la propia Ana Crespo en 2010 fue la tercera en ingresar. Finalmente, catorce años después, la doctora Crespo de las Casas sería elegida presidenta.

Como podemos leer en la página web de la Universidad Autónoma de Madrid, el gran prestigio alcanzado por Ana Crespo a nivel nacional e internacional se debe a sus valiosos estudios sobre los líquenes, junto a sus innovadoras contribuciones en la identificación de las especies a nivel molecular. Asimismo, esta polifacética científica cuenta con una amplia experiencia en gestión y financiación de política científica y universitaria.

Una espléndida carrera profesional

La flamante trayectoria académica de Ana Crespo empezó en Madrid, donde llegó cuando tenía 17 años para estudiar biología en la Universidad Complutense (UCM). Se graduó en 1970, y tres años más tarde defendió su tesis doctoral, centrada en la flora y vegetación de los líquenes epífitos de la Sierra de Guadarrama; recordemos que las plantas epífitas son aquellas que crecen sobre otro vegetal usándolo como soporte. La calidad de esta tesis fue valorada con un Sobresaliente cum Laude, tal como se describe en el Curriculum Vitae de la doctoranda. Los comienzos de la carrera de Crespo estuvieron muy influenciados por la escuela del prestigioso biólogo Salvador Rivas-Martínez (1935-2020), quien fue el director de su tesis, junto al respetado profesor alemán Gerhard Follmann.

En aquellos años no existía una tradición liquenóloga en España, razón por la cual Ana Crespo rápidamente desarrolló contactos internacionales, e impulsó con éxito una red de trabajo entre colegas de toda Europa, como han descrito varios de sus exalumnos en la página web Cambridge University Press. En el año 1983, Crespo ganó la cátedra de Botánica en la Facultad de Farmacia de la UCM, y continuó ampliando su proyecto de investigación sobre los líquenes de la región mediterránea occidental y de la Macaronesia. Paralelamente, daba clases en la universidad y formaba en liquenología a estudiantes graduados.

Collage de formas de crecimiento de líquenes. Wikimedia Commons.

A comienzos de la década de 1990, optó por pasar dos años en el International Mycological Institute (IMI) en Egham, condado de Surrey (Reino Unido), con el fin de actualizar sus conocimientos sobre las técnicas moleculares aplicadas al estudio del material genético. De vuelta a Madrid, comenzó un ambicioso proyecto de investigación, el cual ha sido considerado su esfuerzo más prolífico, estando dedicado a comprender la historia evolutiva de un importante grupo de líquenes cuya clasificación en aquellos años se encontraba en un estado caótico, según se describe en la página web de Cambridge University Press.

Ciertamente, la comunidad especializada internacional empleaba distintos enfoques en dicha clasificación, lo que generaba extensos y acalorados debates. Con su dominio de las nuevas técnicas de análisis moleculares, Crespo pronto se dio cuenta que los datos genéticos podrían ayudar a racionalizar las discusiones y generar un consenso para la clasificación. Esta tarea culminó exitosamente en 2010, con la redacción de un artículo que resumía nuevas y convincentes conclusiones. El trabajo estaba firmado por varios especialistas, y Ana Crespo fue la primera autora.

Inmersa en la biología molecular de vanguardia y centrada en la adopción de los nuevos desarrollos tecnológicos, o sea, los citados análisis moleculares y bases de datos genéticos, la científica española participó en el resurgimiento de la sistemática biológica basada en la filogenia (Integrative Taxonomy), lo que implica clasificar a los organismos vivos, en este caso los líquenes, en función de su grado de parentesco.

Sin profundizar en detalles técnicos, valga añadir que Crespo ha colaborado en el diseño de una innovadora técnica llamada DNA-barcoding o código de barras de ADN, que básicamente consiste en identificar la especie a la cual pertenece un espécimen biológico mediante la comparación de cortas secuencias de su ADN con muestras presentes en bancos genéticos internacionales (P. Hebert et al. 2003). Es de interés señalar que el discurso de recepción de Ana Crespo en su incorporación a la Academia, pronunciado en noviembre de 2012, llevaba por título El discurrir de una Ciencia amable y la vigencia de sus objetivos: de Linneo al código de barras de ADN se pasa por Darwin.

Siguiendo su novedosa senda de investigación, Crespo formó parte de las primeras científicas (mujeres y hombres) en detectar los llamados linajes crípticos, esto es, linajes «escondidos» porque no son detectables morfológicamente, sino mediante análisis de secuencias de ADN. Con este innovador trabajo, la botánica demostraba que las estructuras fenotípicas (observables) de una especie, no siempre reflejan la verdadera diversidad presente a nivel de su material genético. En este contexto, puso de manifiesto la existencia de especies crípticas en líquenes, fenómeno que actualmente se reconoce como habitual, y que ha aportado la definición moderna del concepto biológico de género.

En palabras sencillas, durante una entrevista publicada en Periodismo por la igualdad, Crespo explicaba su labor apuntando:

Soy naturalista [y a medida] que han ido apareciendo nuevas técnicas, he ido aplicándolas al conocimiento de la naturaleza. Cuando era estudiante no había cogido nunca una pipeta, cogía mi lupa y miraba los caracteres morfológicos de un organismo. Y entonces me decía: la evolución ha debido ocurrir así. Pero claro, eso era muy grosero. Daba una información muy relativa. Es como decir que todas las personas de ojos azules son muy próximas entre sí, y son hermanos. Mientras que, si miras las semejanzas de determinados fragmentos del ADN, entonces ya puedes establecer los parentescos de forma mucho más rigurosa.

Además de sus excelentes aportaciones a la taxonomía, Ana Crespo ha demostrado también un gran interés por los líquenes como bioindicadores. Un organismo se considera bioindicador cuando presenta alguna reacción provocada por diferentes grados de alteración del medio; por ejemplo, frente a la calidad del aire. Dado que los líquenes obtienen gran parte de sus nutrientes de la atmósfera, son muy sensibles a las impurezas que ésta presente, por ejemplo, el dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, dióxidos de carbono y metales pesados. Por lo tanto, la detección de cambios observables en estos organismos puede interpretarse como una señal que indica el grado de contaminación existente en su entorno, como ha estudiado la gran liquenóloga chilena Wanda Quilhot (1929-2023).

Ana
Ana Crespo (2024). Captura de pantalla. Efeminista.

En una conversación con Caty Arévalo (Agencia EFE), Ana Crespo ha descrito que «cuando se empezó a percibir que la contaminación atmosférica de las centrales térmicas podía ser muy contraproducente, demostramos [ella y su equipo de investigación] la pérdida de la calidad del aire en un proyecto llevado a cabo en la capital, hasta que el Ayuntamiento de Madrid nos retiró la financiación».

La científica también ha querido destacar en EFE que «la ciencia ‘made in Spain’ ha dado “saltos de gigante” en los últimos años y se encuentra en un momento muy productivo y competitivo». Explica esta afirmación con un paralelismo muy botánico: «el conocimiento científico está floreciendo porque se está “regando” con más presupuesto». Y resulta oportuno añadir que, formando parte de esos «saltos de gigante», cabe sin duda incluir su brillante carrera profesional, la cual le ha proporcionado un respetable reconocimiento nacional e internacional en el área de Investigación evolutiva, sistemática y ecológica.

Citemos, solo a título de ejemplo, que Ana Crespo forma parte de la Junta Rectora del Instituto de España, institución que reúne a las diez Reales Academias de ámbito nacional más importantes, y cuya finalidad es la coordinación de las funciones que deban ejercer en común. Asimismo, una de las instituciones mundiales más reconocidas en Ciencias Naturales, el Museo Field de Historia Natural (Field Museum of Natural History) de Chicago, otorgó en 2005 a la científica española Ana Crespo el apreciado nombramiento de Investigadora Asociada.

Actividad política y perspectiva de género

Ana Crespo no solo ha dedicado su vida profesional a la docencia y la investigación. También ha sabido reconocer la importancia de combinar su labor como profesora universitaria con la necesidad de participar en la gestión, adentrándose en la actividad política a finales de los años ochenta. Una vez más aprendió a moverse en un mundo de hombres, ya que fue Directora General en la Secretaría de Estado del Ministerio de Universidades e Investigación desde 1987 hasta 1991, y Directora General de Universidades hasta 1993.

Durante ese tiempo supervisó importantes iniciativas con el fin de reformar la ciencia y las universidades en España, e integrarlas en el paisaje científico europeo. Uno de sus objetivos prioritarios ha sido, y sigue siendo, una enérgica defensa de la igualdad entre mujeres y hombres en el ámbito científico. A lo largo de diversas ocasiones ha enfatizado que «la presencia de mujeres en las instituciones es un equilibrio para esas instituciones, no un servicio a las mujeres».

Diversos medios, entre ellos por ejemplo, la página web Efeminista han descrito a Crespo como un ejemplo de ciencia, investigación, docencia y feminismo. Con respecto a esto último, la científica afirma que «hay que forzar la máquina, porque si no se fuerza, claro que acabará por haber igualdad, pero dentro de 200 años, no ahora». Aunque está convencida de que «el desarrollo de la ciencia entre las investigadoras es imparable», también argumenta que «hay quien opina que, sin necesidad de hacer nada el propio empuje de las mujeres investigadoras irá cristalizando en la consecución de un equilibrio. Yo misma, antes lo creía, pero ahora no. Pienso que es necesario adoptar medidas activas en este terreno, tiene que haber conciencia en la sociedad y en las instituciones de que es necesario ayudar a ese equilibrio».

Ante el argumento que sostiene como la presencia de cupos puede ayudar a nombrar una mujer incompetente, Crespo ha señalado en la Revista Campus Digital que «es cierto, pero tampoco ayuda que se nombre a un hombre incompetente. Y hay muchos más hombres incompetentes que mujeres incompetentes, por obvias razones numéricas. De hecho, contamos con un gran número de mujeres bien preparadas en todos los campos, y está claro que en el ámbito científico también».

En la página web de la RAC publicada el 26 junio de 2024, cuando se hizo pública su elección como presidenta, Ana Crespo apuntaba que considera su nombramiento como «el resultado del trabajo que viene haciendo en la institución desde 2020, año de la aprobación de los nuevos estatutos de la Academia que recogen el compromiso de conseguir el equilibrio de género entre sus miembros». Desde ese año, continúa la científica, «el 30 % de las nuevas incorporaciones tienen que ser mujeres». Seguidamente, añade convencida que «cuantas más mujeres académicas haya, más opciones habrá de que una de ellas sea presidenta».

Desde su nueva posición en la Academia, Ana Crespo también revela que otro de los objetivos clave de su mandato es mantener una seria batalla contra las noticias falsas, ‘fake news’ o bulos. Considera que es imperativo «trabajar contra los bulos de manera que todo el mundo entienda que los científicos tenemos la razón frente a quien los difunde, por el simple hecho de que el método científico es la base de aproximación al conocimiento más fidedigna que existe», subraya en una entrevista concedida a la Agencia EFE.

En esa desafortunada línea tan de actualidad, la científica argumenta que «la velocidad a la que se difunden los bulos y la buena fe con la que mucha gente se los cree, nos genera una obligación a las y los científicos y al resto de la sociedad, porque nos jugamos mucho. Hemos de actuar con contundencia y decisión ante la desinformación», insiste. Como presidenta quiere actualizar el Diccionario Esencial de la Ciencia, publicado por la Academia y cuya segunda edición es de 2002, y ofrecer definiciones de todos los nuevos conceptos que surgen en ciencia y tecnología. La batalla contra las noticias falsas le produce, en sus propias palabras, una «absoluta preocupación», y subraya con firmeza que «las y los científicos tenemos la obligación de opinar, aunque no nos pregunten».

Premios y reconocimientos

Ana Crespo ha dirigido trece tesis doctorales y treinta y dos trabajos de investigación, ha publicado en torno a 250 artículos científicos (la mayoría en revistas internacionales de prestigio), y cabe resaltar que ha sido autora de la primera publicación sobre líquenes españoles en el siglo XX, contribuyendo así a la modernización de la especialidad en España. También ha colaborado en diversos libros de ciencia, al tiempo que ha dirigido y participado en campañas científicas tanto fuera como dentro de la geografía española.

Su sobresaliente labor como bióloga experta en líquenes le ha granjeado diversos premios, de los que solo mencionaremos algunos ejemplos. Entre ellos figura la Medalla de Honor individual de la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo, otorgada en 1993; la prestigiosa Acharius Medal, concedida en 2012, y que representa la máxima condecoración individual por mérito científico que otorga la International Association for Lichenology (IAL). Ana Crespo también ha recibido uno de los honores más valiosos: ser distinguida por sus colegas con la dedicatoria de siete especies, un subgénero y dos géneros, que llevan su nombre. Ha formado parte de diferentes comisiones y comités nacionales e internacionales para premios y distinciones científicas.

La trayectoria profesional de Ana María Crespo de las Casas justifica con creces que hoy sea una científica de referencia en el ámbito de la liquenología, y un prometedor espejo en que las jóvenes científicas pueden mirarse e intentar reproducir.

Referencias

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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