Marie Marguerite Biheron y su gabinete de anatomía

Vidas científicas

Últimamente he visto un milagro en Anatomía, en casa de Mademoiselle Biheron; hace toda clase de piezas y partes de seres humanos, de una materia tan parecida a la naturaleza, que uno piensa que es un cadáver sano el que está siendo anatomizado; y que la sangre está en las venas; el cerebro, los nervios, los ojos, las cámaras cardíacas, etc., están tan bien hechos, que los Medici, que estaban allí con nosotros, quedaron maravillados. Y no se rompen. No revela de qué están hechas; parece que algunas partes son de cera con alguna mezcla. Menciona todas las partes exactamente por sus nombres en latín y griego. Lleva más de 20 años estudiándolo. Ha hecho varias piezas para el antiguo rey de Dinamarca, y todavía se le puede encargar lo que se quiera.

Carta de Jakob Jonas Björnståhl a Carl Nilsson Linnaeus, 15 de abril de 1769.
Una de las piezas anatómicas de Marie Marguerite Biheron. Fuente: Storia della medicina.

Marie Marguerite Biheron nació en París el 17 de noviembre de 1719; era la pequeña de los cuatro hijos del boticario Gilles Biheron y su esposa. Estudió ilustración en el Jardin du Roi con la pintora Madeleine Basseporte (1701-1780), conocida fundamentalmente por sus ilustraciones botánicas. Ella le enseñó el arte del dibujo anatómico y también le sugirió que aprendiera a preparar piezas artificiales de anatomía.

El modelado anatómico

Para conseguir cuerpos para sus estudios anatómicos, se dice que Biheron contrataba a personas para robar cadáveres a los militares. Cuando los recibía, estaban en distintas etapas de descomposición (a veces desenterrados u obtenidos en hospitales en pésimas condiciones al haber sufrido largas enfermedades) y los guardaba en una vitrina de cristal en el centro de su jardín. La manipulación de estos cuerpos le permitió estudiar minuciosamente el cuerpo humano y alcanzar una extraordinaria perfección en sus modelos de cera.

Biheron engrasaba la superficie de la pieza que deseaba reproducir para evitar que se pegara; las partes delantera y trasera del órgano precisaban un tratamiento por separado. Cuando los moldes se solidificaban, se retiraban con cuidado, se recubrían sus lados internos con aceite o jabón para rellenar los poros, se unían las dos mitades del molde, se vertía la cera en la cavidad del conjunto acoplado y se giraba. La anatomista mezclaba entonces varios aditivos a la cera: aceite de oliva, trementina, sebo y algunos otros ingredientes (quizás seda, lana, hilos, plumas, resinas vegetales o tintes) que dieron como resultado esa mezcla «misteriosa» de Biheron resistente a la rotura. Tras esta estapa preliminar quedaban por realizar las correcciones del molde, la pintura y el acabado minucioso de cada parte del cuerpo. Era, sin duda, una auténtica labor científica y artesanal.

Sus trabajos presentados en la Academia de Ciencias

Marie-Marguerite Biheron, Anatomie artificielle, P. A. Le Prieur, 1761.

En 1759, François Morand, cirujano y miembro de Academia, la invitó a presentar su trabajo en la Académie royale des sciences. A las mujeres no se les permitía asistir a las sesiones de esta institución, por lo que el propio Morand lo presentó, reconociendo las extraordinarias capacidades anatómicas de Biheron.

En 1761 Biheron redactó el panfleto Anatomie artificielle, documento que fue aprobado por la Académie royale des sciences, la Académie royale de chirurgie y la Faculté de Médicine.

Fue invitada de nuevo a la Academia en 1770; presentó una pieza relativa a las maniobras del parto. Se trataba de un modelo muy detallado y realista de una mujer embarazada; la figura reproducía con exactitud todas las fases y mecanismos del parto. La pieza principal se complementaba con un coxis móvil, un cuello uterino que podía dilatarse y cerrarse y varios fetos desmontables.

En 1771 fue invitada por tercera vez a esta academia, esta vez para mostrar sus modelos al príncipe heredero de Suecia, Gustavo III de Suecia.

El gabinete anatómico: un laboratorio científico y un lugar de instrucción

Biheron tuvo que ganarse la vida de forma privada, exponiendo y vendiendo sus modelos, así como enseñando a cirujanos, académicos, científicos y artistas. Inauguró un «museo médico» en su casa el 13 de mayo de 1761 y lo mantuvo durante más de treinta años (su acta de venta se data en 1796). Su gabinete anatómico estaba abierto todos los días, salvo los domingos y días festivos (en horario de 11:00 a 13:00 y de 16:00 a 18:00) para quienes desearan disfrutar de la exposición o quisieran tomar lecciones sobre alguna de sus piezas. Desde niñas de familias adineradas, pasando por mujeres casadas de la alta sociedad, hasta eruditos y enciclopedistas, Biheron enseñó la ciencia anatómica a través de sus extraordinarias figuras de cera.

Sus modelos eran tan realistas que uno de los visitantes de su colección, el médico británico John Pringle (1707-1782), comentó en cierta ocasión al observar uno de sus modelos: «Señora, lo único que le falta es el hedor». Aunque precisamente, su trabajo evitaba que las personas interesadas tuvieran que soportar el olor procedente de la descomposición de esos cuerpos.

A pesar de su fama, esta anatomista fue poco apreciada por una parte del colectivo médico, que probablemente se sentía amanazado. Muchos médicos y cirujanos le prohibieron dar conferencias públicas y enseñar a sus alumnos.

Debido a esta intransigencia por parte del mundo médico, Biheron se vio obligada a abandonar en dos ocasiones París. Viajó a Inglaterra, donde prosiguió con sus clases de anatomía. Entre sus alumnos se encontraba John Hunter (1728-1793) uno de los más reconocidos cirujanos de su tiempo. Se cree que alguna de las ilustraciones del libro The Anatomy of the Gravid Uterus Exhibited in Figures del médico fue obra de Biheron.

La anatomista también ganaba dinero vendiendo sus modelos. El rey Cristián VII de Dinamarca fue uno de sus clientes, y la emperatriz Catalina II de Rusia compró el juego completo de sus modelos anatómicos para la Academia de Ciencias de San Petersburgo.

Marie-Marguerite Biheron falleció en 1795. Su gabinete anatómico, además de asombrar a personas curiosas, fue un auténtico laboratorio científico al servicio de la ciencia médica y un lugar de instrucción pública.

Referencias

Sobre la autora

Marta Macho Stadler es doctora en matemáticas, profesora del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaboradora en ::ZTFNews y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

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