Uno de los mayores obstáculos para el éxito profesional de una mujer científica a finales del siglo XIX y principios del XX era la presión social. Incluso había trabajos científicos que avalaban que no tenían que estudiar, como el del doctor Edward Clark, de Harvard, que llegó a asegurar que sólo extirpando los órganos reproductivos femeninos se desarrollaba su intelecto. Las pocas que estudiaban, cuando se casaban dejaban su carrera y si el esposo era investigador, se convertían en sus ayudantes en la sombra. Y este fue el caso de Angeline Stickney Hall, astrónoma y matemática, cuyo marido descubrió dos lunas de Marte gracias a su contribución, recompensada tan solo con el bautismo de un cráter a su nombre.
Angeline Stickney nació en 1830. Fue una de los diez hijos del carpintero Theophilus Stickney y la hija de granjeros Electa Cook. Su padre, alcohólico, abandonó a la familia cuando contaba apenas 3 años y, ante las dificultades económicas, a los 12 se fue a vivir con su hermana mayor, ya casada. Fue una prima quien, al ver que era muy lista, a los 17 años le financió tres trimestres de estudio en el Seminario Rodman Union, en el estado de Nueva York y allí la joven no tardó en encontrar trabajo, primero lavando ropa y dando clases después, a la vez que las recibía. Como su hijo, Angelo Hall, relata en la biografía que escribió sobre su vida, “la ambición la impulsó a seguir adelante; a pesar de los morbosos escrúpulos religiosos que hacían de la ambición un pecado, decidió continuar su educación”.
Al acabar, junto con su hermana Ruth, decidió continuar su carrera en el New York Central College, una escuela progresista donde estudiantes de escasos recursos, entre otros, muchos afroamericanos libres, podrían licenciarse por poco dinero. A las dos jóvenes no les fue fácil sobrevivir y ahorrar para la matrícula, algo que lograron dando clases de pintura o vendiendo flores de papel. Allí, enseguida Angeline se sumergió en los debates académicos y sociales y, además de estudiar ciencias y matemáticas, se convirtió en una activa sufragista y defensora de los derechos de las mujeres.
Una matemática de mediados del siglo XIX
En 1855, se graduó en cálculo y astronomía en la que sería la primera promoción de esa universidad. En los últimos años, había comenzado a dar clases de matemáticas y uno de sus alumnos, Asaph Hall, entró en su vida y acabaría convertido en su marido. Tiempo después él reconocería que se divertía con sus compañeros ideando problemas que estaban convencidos de que Stickney no resolvería, pero siempre lo conseguía. Al año siguiente, Angeline y Ashap se casaron y, tras unos meses en los que trataron de ahorrar algo de dinero con el trabajo de su marido como carpintero, lo que había sido su profesión anterior, en 1857 se instalaron en Cambridge, donde él comenzó a trabajar como ayudante del astrónomo William Cranch Bond en el Observatorio de Harvard, eso si con un irrisorio sueldo de 12 dólares al mes. No obstante, pareja estaba dispuesta a vivir con lo mínimo para que la carrera científica de Ashap continuara porque para ella no había posibilidad alguna de ocupar una.
Fue allí donde Ashap se inició en las observaciones, aprendiendo técnicas astronómicas y mejorando sus conocimientos; también fue donde Angeline se implicó más en la lucha feminista. De hecho, cuenta su hijo, participó en la reivindicación del uso de bombachos frente a la obligatoriedad de las faldas para las mujeres, lo que le acarreó no pocos conflictos conyugales, pues su marido no compartía sus ideas; es más, pensaba que le perjudicarían en su carrera científica, pese al apoyo incondicional de Angeline.
Como al estallar la guerra civil en Estados Unidos el Observatorio Naval de Washington quedó sin personal, Ashap se presentó al puesto de ayudante. Esos años de conflicto pasó muchas horas explorando Marte mientras a su alrededor caían las bombas. En 1863, al enterarse de la vacante dejada por un astrónomo, Angeline escribió al jefe de su marido para que le nombrara profesor del Observatorio, lo que dio el impulso definitivo a su carrera científica. Tras finalizar la guerra, en 1867, por fin el matrimonio consiguió comprarse una casa, en Georgetown, que sería su hogar definitivo. Para entonces, ya tenían dos hijos y luego llegarían otros dos. Gracias a los desvelos por su educación de su madre, los cuatro acabaron siendo graduados en Harvard. Todo un hito. Su hijo Angelo escribiría sobre ella:
Y es que ella abandonó su vocación científica para apoyar a su esposo, que en agosto de 1877 alcanzó el éxito al descubrir las lunas Fobos y Deimos de Marte con un telescopio de 66 centímetros. Antes ya había revelado el periodo de rotación de Saturno o la masa del planeta rojo. Al final, el antiguo carpintero en 1895 llegaría a ocupar el puesto de profesor de astronomía en Harvard, pero para entonces ya sería viudo. Ahora bien, todo lo que tenía de avezado astrónomo, también lo tenía de retrógrado hombre de su tiempo: cuando Angeline reclamó un salario por la ayuda que le brindaba con los cálculos en sus investigaciones, Ashap se negó en redondo, lo que hizo que al final ella abandonara lo que podría haber sido también su profesión para dedicarse a la familia. Más tarde, el propio Hall reconoció la contribución que hizo su esposa a su éxito: «Las posibilidades de encontrar un satélite parecían muy escasas, por lo que podría haber abandonado la búsqueda si no hubiera sido por el apoyo de mi esposa».
Como reconocimiento, sí que el mayor y más profundo cráter de Fobos se llama Stickney, vulnerando la norma de que todos los accidentes geográficos de ese astro se bautizan con nombres que aparecen en Los viajes de Gulliver. Ese cráter de más de nueve kilómetros de diámetro, casi la mitad del diámetro de Fobos, es tan grande que el impacto que lo provocó casi destroza toda la luna. Una de sus mejores imágenes la captó una cámara de la sonda Mars Reconnaissance Orbiter, que pasó a 6 000 kilómetros de Fobos en marzo de 2008. En ella se observaban unos misteriosos surcos en su superficie de los que aún no se conoce su origen.
Otra huella importante la dejó en sus hijos. El mayor, Asaph Hall Jr. , nacido en 1859, siguió los pasos de su padre y llegó a ser director del Observatorio de Detroit entre 1892 a 1905; otro presidió una universidad y un tercero fue el escritor.
Angeline Stickney Hall falleció en Massachusetts, cuando tenía 61 años de edad, por una aplopejía. Su quebradizo estado de salud acabó venciendo a su tesón.
Referencias
- Angelo Hall, An astronomer’s wife; the biography of Angeline Hall, Baltimore : Nunn & Company, 1908 (accesible en Proyecto Gutenberg)
- Angeline Stickney, Wikipedia
Sobre la autora
Rosa M. Tristán es periodista especializada en la divulgación científica y ambiental desde hace más de 20 años. Colabora de forma habitual en diferentes medios de prensa y radio de difusión nacional.
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