Annette Braun, la reina de las mariposas

Vidas científicas

Cuando a las niñas de su edad les daba por aprender a coser, tocar algo al piano con mayor o menor fortuna o buscar “un buen partido”, la joven Annette Braun encontró su destino en los ‘bichos’, más concretamente en esas polillas que en verano revolotean en torno a la luz y que, no conviene olvidar, están desapareciendo al mismo tiempo que su función polinizadora. Pero en tiempos de Annette aún eran muchas, y también eran unas desconocidas. Hoy, gracias a su trabajo, se conocen al menos 340 especies. Fue esta científica quien, gracias a décadas de trabajo, nos abrió los ojos a su biodiversidad.

Annette Braun.

Tanto Annette como su hermana Lucy Braun, una gran botánica de la que ya se ha escrito en este blog, nacieron en Cincinnati (Ohio, Estados Unidos) en una familia con cierto nivel cultural. Su padre, George Frederich, fue director de escuela y su madre, Emma María Wright, una maestra. Ambas hijas vivirían con ellos, sin casarse, hasta su muerte. No hay pruebas de ello, pero todo indica que prefirieron dedicarse a la ciencia antes que a crear sus propias familias. De hecho, cuando fallecieron sus progenitores siguieron viviendo juntas, una dedicada a la investigación de insectos y la otra a las plantas, convirtiendo su hogar en un auténtico centro de investigación.

Annette había nacido el 28 de agosto de 1884, cuatro años antes que Lucy. Poco se sabe de su infancia y adolescencia, más allá de que quiso seguir estudiando y de que esto ya era algo muy excepcional en su época. También se sabe que le encantaba dibujar. Contaba 24 años cuando logró su máster en Artes en la Universidad de Cincinnati y 27 años cuando obtuvo el doctorado, siendo la primera mujer de Estados Unidos en conseguirlo. Abrió así el camino para las que vendrían después, la primera, a su hermana, que fue la segunda en ser doctora.

Una investigadora en casa

Comenzó su carrera como asistente de enseñanza de zoología en la misma Universidad donde estudió, un cargo que ocupó entre 1911 y 1919. Para entonces, ya era conocida como entomóloga, pues se había despertado su fascinación por polillas, mariposas y otros comedores de hojas. Aunque durante esos años ejerció de profesora, lo que le atraía realmente era la investigación, así que en un momento dado dejó el campus para trabajar en su propia casa, a falta de un centro científico en el que poder ir y desarrollar su carrera.

Ya desde 1910, junto Lucy, había formado un equipo de campo que daría muchos frutos. Juntas recorrían cientos de kilómetros por los bosques del este de Norteamérica (especialmente Ohio, Kentucky y Tennessee), siempre en busca de especímenes, tanto de polillas y mariposas, para ella, como de flores, semillas o hierbas para la botánica. También viajaban en tren por otras zonas de Estados Unidos y Canadá, desde los Apalaches al Gran Cañón de Colorado. A veces, se recuerda, tenían que convencer al maquinista de turno para que las dejara en paradas que no eran oficiales pero que les resultaban de interés para sus investigaciones. En otras ocasiones, como les ocurrió en los Apalaches en tiempos de la “ley seca”, cuando se prohibió el alcohol en todo el país, tuvieron que hacer algunas sorprendentes amistades para no tener problemas y hacer fotos de los ejemplares que buscaban sin levantar suspicacias.

Después de décadas de viajar en ferrocarril, autocar, a caballo o a pie, finalmente en 1930 Lucy, que si seguía ligada a la universidad y, por lo tanto, con un sueldo, compró un automóvil. Entonces Annette pudo explorar como antes no lo había hecho a lo largo de más de los más 60 000 kilómetros que hicieron, recolectando muestras y perfeccionando los dibujos de sus especímenes casi microscópicos.

El trabajo de las hermanas Braun cambió el curso de mis estudios y la dirección de mi vida”, declararía mucho tiempo después la bióloga Brittney Conover, cuando recibió su doctorado en 2017.

De hecho, los estudios y la experiencia de Annette con las polillas la convirtieron en una autoridad internacional en entomología y por ello sido conocida como de las lepidopteristas más exitosas del siglo XX. En su haber, como se ha mencionado, está la descripción y nombramiento de más de 340 especies, así como la publicación de cuatro monografías y varias docenas de artículos, en concreto 64 según algunas fuentes. Ente las que llevan su nombre destacan Argyresthia annettella y Glyphipterix brauni.

Lo más sorprendente es que todo lo hizo desde su hogar, donde llegó a criar ejemplares para analizar su comportamiento. En realidad, su jardín se convirtió durante décadas en campo de pruebas entomológico y botánico al aire libre, y la planta superior de la vivienda funcionaba como un laboratorio. Se calcula que Annette llegó a tener más de 30 000 microlepidópteros, llegando a ser considerada la segunda colección de polillas más grande del mundo. Hoy, el Smithsonian Institute mantiene un archivo con todos sus artículos (incluidas unas 5000 diapositivas), mientras que la Academia de Ciencias Naturales de Filadelfia es la que alberga esa colección única. En su afán por divulgar, incluso escribió un cuento infantil en el que explicaba historias de estos insectos.

Annette y Lucy Braun. Fuente: SciOto Historical.

A fuerza de recorrer bosques y espacios naturales, Annette, al igual que Lucy, se percató de los cambios que tenían lugar a su alrededor y estaban ocasionando graves daños en los ecosistemas. Aquello la impulsó a participar y promover activamente la preservación de áreas que veía peligrar, muchas en el condado de Adams, de Ohio. Junto a su hermana luchó durante años para salvar el bosque Leatherwood, en el este de Kentucky, un lugar donde enormes árboles de tulipanes crecían hasta alturas de más de 38 metros y que una compañía maderera amenazaba de tala en 1938. Actualmente, existe la «Annette’s Rock», un hito al lado de un sendero que lleva su nombre en la reserva natural Lynx Prairie. Es un reconocimiento por esa labor conservacionista.

Para entonces, Annette ya era vicepresidenta de la Sociedad Entomológica de los Estados Unidos, un nombramiento que tuvo lugar en 1926. También fue fideicomisaria del Museo de Historia Natural de Cincinnati.

Como no se jubiló de ningún puesto oficial, continuó trabajando y publicando hasta los 80 años de edad. Periódicamente, a lo largo de varias décadas, ayudó a expertos del Departamento de Agricultura de EE. UU. y a investigadores de toda Europa, Canadá y África, que acudían a ella en busca de asesoramiento.

Murió el 27 de noviembre de 1978, a los 94 años. Junto con su hermana, que falleció antes, está enterrada en el histórico cementerio y arboreto de Spring Grove ubicado en Cincinnati. Siempre hay algún lepidóptero revoloteando por allí.

Referencias

Sobre la autora

Rosa M. Tristán es periodista especializada en la divulgación científica y ambiental desde hace más de 20 años. Colabora de forma habitual en diferentes medios de prensa y radio de difusión nacional.

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