Mary Kenner, la inventora que buscaba soluciones a los problemas cotidianos

Vidas científicas

Toda persona nace con una mente creativa. Todos tienen esa habilidad.

Mary Kenner.

Mary Kenner heredó de su familia el «oficio» de inventar. Ideó numerosos objetos que intentaban dar solución a problemas cotidianos. Registró cinco patentes, aunque tuvo dificultades para que fueran aceptadas… por el color de su piel.

Mary Davidson Kenner.

Mary Beatrice Davidson nació el 17 de mayo de 1912 en Monroe (Carolina del Norte). Su gusto por los inventos procedía de su familia. Su madre, Nellie Phroneberger, era costurera. Su padre y su principal inspiración, Sidney Nathaniel Davidson, patentó, entre otros, un limpiador de ventanas para trenes y una camilla con ruedas para ambulancias. Su abuelo materno, Robert Phromeberger, inventó una señal luminosa tricolor para trenes. Su hermana, Mildred Davidson Austin Smith (1916-1993) también fue inventora: patentó en 1980 un juego de mesa y lo comercializó bajo el nombre de Family Treeditions.

Desde pequeña, Mary Beatrice buscaba y descubría soluciones ingeniosas a diferentes problemas. Con solo seis años, intentó crear una bisagra de puerta autolubricante para acabar con el sonido chirriante de una puerta batiente de su casa. Un poco más tarde se le ocurrió incorporar una punta de esponja a la contera de un paraguas para evitar que el agua de lluvia mojase el suelo de su casa. También pensó en la posibilidad de fabricar un cenicero portátil para adjuntar a los paquetes de cigarrillos. Desde luego, creatividad e iniciativa no le faltaban.

En 1931, se graduó en el instituto y comenzó a asistir a la Universidad de Howard, aunque no pudo terminar sus estudios debido a problemas económicos. No obtuvo, por lo tanto, ningún título universitario.​

Los inventos de Mary

En una entrevista, Mary comentaba que había tenido ideas para un centenar de inventos, aunque solo llevó a cabo una treintena y patentó cinco.

Cinturón sanitario. Fuente: Google Patents.

El más conocido de sus inventos fue un cinturón sanitario ajustable con un bolsillo impermeable para compresas que intentaba evitar que la sangre menstrual manchara la ropa.​ Solicitó la patente en 1954​ y en 1956 fue aprobada. La primera empresa que mostró interés por el cinturón de Mary fue la Sonn-Nap-Pack Company aunque, al descubrir que la inventora era afroamericana, cambió de opinión. Kenner nunca ganó dinero con su cinturón sanitario ya que la patente expiró y pasó a ser de dominio público, con lo que algunas empresas comenzaron a fabricarlo libremente. En la década de los años 1970 empezaron a usarse las compresas higiénicas desechables con tiras adhesivas; fue el final del cinturón sanitario.

En 1982, Kenner patentó un soporte para papel higiénico que permitía que el extremo suelto del rollo de papel estuviera siempre al alcance de la mano.

Y, en 1987, la última patente de Mary fue un lavador y masajeador de espalda que podía unirse a la pared de la ducha o la bañera y pretendía ayudar a personas mayores o con poca movilidad en su higiene personal.

Imágenes de las patentes del soporte para papel higiénico (1982) y del lavador de espalda (1987).
Fuente: Google Patents.

Su hermana Mildred fue diagnosticada de una esclerosis múltiple y debía desplazarse con ayuda de un andador. Pensando en su comodidad y su dignidad, Mary Kenner patentó en 1976 una bandeja de superficie dura y un bolsillo blando para transportar objetos y que se podía sujetar al andador.

Imágenes de la patente del accesorio para personas con discapacidad (1976). Fuente: Google Patents.

No pudo vivir de sus inventos

Mary no ganó dinero con sus patentes. Trabajó en lo que pudo cuando era joven. Durante la Segunda Guerra Mundial fue contratada por la Oficina del Censo y la Oficina de Contabilidad General. Acompañaba a mujeres más jóvenes a los bailes de las bases militares en Washington, DC. En esa época conoció a un soldado, con el que se casó en 1945; el matrimonio duró cinco años.

En 1951, se casó con el boxeador de pesos pesados James «Jabbo» Kenner (1915-1983); fueron padres adoptivos de cinco niños. Mary acabó trabajando como arreglista floral profesional, llevando su negocio durante 23 años. Falleció el 13 de enero de 2006, a los 93 años.

A Mary Kenner le sobraban las ideas; todas ellas intentaban solucionar los problemas que surgían en el día a día. Ella solo quería ayudar y vivir, como es lógico, de sus inventos. Pero tuvo la mala suerte de nacer en un momento en el que el racismo truncó las espectativas de numerosas personas.

Referencias

Sobre la autora

Marta Macho Stadler es doctora en matemáticas, profesora del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaboradora en ::ZTFNews y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

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