Carmen Pujals, encuentro entre ciencia y aventura en el sur del mundo

Vidas científicas

Carmen Pujals. Fuente: Gobierno Argentino.

En la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 13 de enero de 1916 nació Carmen Pujals hija de padres catalanes. Cinco años después, la familia optaba por trasladarse a Barcelona, donde Carmen realizó sus estudios primarios y cursó el bachillerato.

Durante su infancia y adolescencia, la joven pasaba las vacaciones de verano en una casa situada en la bella costa del mar Mediterráneo. Sus paseos por la playa y las incursiones nadando y sumergiéndose en el mar, despertaron su interés por las diversas algas marinas que iba descubriendo; admirada, contemplaba los colores, formas y tamaños de estos originales organismos.

Recordemos brevemente que en su mayor parte las algas son acuáticas y presentan una morfología muy variada, ya que pueden ser microscópicas o alcanzar hasta más de 50 metros de longitud. Según su pigmentación, se dividen en algas verdes (clorofitas), pardas (feofitas) o rojas (rodofitas). Son autótrofas, esto es, fotosintéticas, ya que generan materia orgánica a partir de materia inorgánica utilizando la energía de la luz. En la actualidad se han descrito más de 30 000 especies de algas.

La curiosidad e interés de Carmen Pujals, como apunta la bióloga argentina Liliana Quartino, fue aumentando con el tiempo, terminando por convertirse en una decidida vocación: estudiaría Ciencias Naturales.

En 1935, cumpliendo su deseo, la joven se matriculaba en la Universidad de Barcelona para estudiar biología. No obstante, aquellas eran unas fechas plagadas de inquietudes en la sociedad española, pues en el horizonte empezaba a vislumbrarse la posibilidad de que estallase una guerra civil. Ante tal amenaza, la familia optó por regresar a la Argentina.

Una vez en su país de nacimiento, Carmen Pujals ingresó en la Universidad de Buenos Aires (UBA), reiniciando sus estudios de Ciencias Naturales. Poco después empezó a colaborar con el acreditado botánico Alberto Castellanos (1896-1968), quien sería su maestro y guía en el estudio de algas marinas. El 30 de julio de 1945, tras una destacada carrera, obtenía el título de Licenciada en Ciencias Naturales (orientación Botánica).

Una productiva carrera profesional

Una vez graduada, Carmen Pujals decidió especializarse en ficología, la rama de la botánica dedicada al estudio de las algas. En 1947, comenzó sus actividades en el Laboratorio de Ficología Marina del Museo Argentino de Ciencias Naturales (MACN); este museo representa la institución científica más antigua del país, pues su origen se remonta al 27 de junio de 1812. Como ha apuntado Daiana Paola Ferraro, bióloga del MACN, ahí desarrolló su labor científica durante 43 años ininterrumpidos, hasta el 30 de septiembre de 1990.

Una expedición a la Antártida, extraordinaria combinación de ciencia y aventura

Antes de continuar, señalemos que la Antártida, situada a 60 grados de latitud sur y con más del 99 % de sus tierras emergidas cubiertas de hielo, es el continente más frío y seco del planeta. Con temperaturas invernales que llegan a -60°C y donde los vientos alcanzan hasta 200 km/h, es terriblemente inhóspita. Pese a todo, en 1904 empezó la exploración científica de este continente; una actividad que se intensificó en 1959 con la firma del Tratado Antártico, cuyo fin era establecer aquel lejano lugar como una «reserva natural, consagrada a la paz y a la ciencia».

El Museo Argentino de Ciencias Naturales no se mantuvo ajeno a la exploración del Atlántico Sur y, desde el año 1923, había comenzado a enviar expediciones a la Antártida. Entre sus objetivos figuraba el investigar los distintos aspectos de la biodiversidad en tan exótico continente. Hasta finales de 1960, todos los viajes habían sido liderados por hombres; unas pocas mujeres, como han descrito diversas investigadoras, habían llegado al «continente blanco» acompañando a sus maridos. Sin embargo, a fines de 1960 hubo un hito que modificó la historia de la ciencia en la Antártida.

Durante varios años, Carmen Pujals, junto a otras tres destacadas investigadoras del MACN habían estado planeando un proyecto de investigación cuyo objetivo era viajar hasta la Antártida con el fin de recolectar la mayor cantidad posible de muestras de los organismos que habitan en ambientes tan extremos. Como han descrito Daiana Ferraro y sus colegas, basándose en la información proveniente de diversas publicaciones históricas y de un análisis exhaustivo de los legajos particulares conservados en el Museo, además de Pujals, que por entonces tenía 52 años, las otras tres científicas firmantes del proyecto eran las biólogas Irene María Bernasconi (1896-1989), destacada especialista en equinodermos (invertebrados entre los que se encuentran, por ejemplo, las estrellas y los erizos de mar), siendo la mayor del grupo pues contaba con 72 años; María Adela Caría, experta bacterióloga y jefa de microbiología del MACN, de 56 años de edad; y Elena Dolores Martínez Fontes (1915-1989), jefa de la Sección Invertebrados Marinos del MACN, con 53 años de edad.

Entre las cuatro, presentaron a la dirección del museo un amplio proyecto de investigación cuya finalidad era estudiar con el mayor detalle posible los distintos aspectos de la biodiversidad antártica. Tras diversos debates y titubeos, en el año 1968 finalmente se acordó subvencionar el creativo y audaz propósito de las investigadoras. Tal como han apuntado Daiana Ferraro et al. «El equipo científico estaba acompañado por once hombres del Servicio de Hidrografía Naval (entre ellos buzos). La organización del viaje incluyó armar cinco laboratorios móviles que trasladaron en más de 30 bultos, los cuales fueron cuidadosamente preparados durante varios meses, así como también el diseño de herramientas confeccionadas exclusivamente para esta campaña.».

Las cuatro científicas la víspera de su viaje. Fuente: Gobierno Argentino.

La expedición se desarrolló entre el 7 de noviembre de 1968 y el 2 de febrero de 1969. El equipo científico viajó a bordo del buque carguero Bahía Aguirre de la Marina de Guerra que zarpó desde la ciudad de Buenos Aires (Ferraro et al., 2020). Justo antes de partir, en una entrevista concedida al periódico La Nación, las cuatro pioneras confesaban estar concretando un sueño largamente compartido, «lo hemos deseado toda la vida». Y lo lograron; merecidamente se convirtieron en las primeras mujeres en dirigir una expedición científica en aquellas lejanas tierras.

Al llegar a su destino, las intrépidas precursoras se instalaron en la base científica Melchior, la primera establecida en la Antártida, inaugurada en 1947. Por ello se las conoce popularmente como «las cuatro de Melchior». Cuando llegaron, la base llevaba cerrada más de cinco años y estaba literalmente cubierta de nieve, en consecuencia, todo el equipo, sin excepciones, tuvo que trabajar en la reparación de las instalaciones. Superando todas las dificultades de logística y las propias del adverso entorno en que se encontraban, la expedición resultó un éxito.

Ciertamente, el trabajo realizado durante todo el verano austral fue memorable. Durante dos meses y medio las científicas recorrieron casi 1000 km en bote, trabajando sin pausa con el fin de aprovechar al máximo aquella excepcional oportunidad. Diversas autoras han descrito que dirigieron con notable acierto la instalación de numerosas redes en profundidades de hasta 180 metros, así como rastreos de fondo a 150 metros de profundidad para recolectar organismos bentónicos (aquellos que habitan el fondo de los ecosistemas acuáticos). Consiguieron tomar más de 100 muestras de agua y sedimentos, y numerosos especímenes de diversas especies de flora y fauna marinas; además, realizaron recuentos de bacterias y cultivos de estos microorganismos. También reunieron un elevado número de ejemplares para analizar a su vuelta, en los laboratorios de Buenos Aires.

La gran cantidad de muestras de organismos antárticos, producto del extraordinario trabajo de estas científicas, alcanzó un valor incalculable. Actualmente se encuentran formando parte de las apreciadas colecciones con que cuenta el Museo Argentino de Ciencias Naturales.

Las meritorias contribuciones de Carmen Pujals

Durante el fructífero viaje a la Antártida, Pujals consiguió enriquecer el herbario del MACN con cientos de ejemplares de algas marinas pardas, verdes y rojas. Uno de sus logros más destacados fue identificar un alga parda, Cystosphaera jacquinotii, que otras expediciones habían intentado localizar infructuosamente durante años.

Cystosphaera jacquinotii. Fuente: whale_nerd. CC BY-NC 4.0.

La carrera profesional de Carmen Pujals, sin embargo, no se limitó a la descripción y clasificación de los ejemplares conseguidos durante el famoso proyecto; con posterioridad, logró ampliar y profundizar sus estudios sobre algas y llegó a convertirse en una apreciada especialista en su país y a nivel internacional.

Una de sus antiguas alumnas, la citada Liliana Quartino, ha apuntado que «en 1971, tras solicitar la autorización de la Embajada Británica, efectuó un importante viaje a las Islas Malvinas. Permaneció en este lugar durante más de un mes recorriendo minuciosamente sus costas y coleccionando diversos ejemplares de algas marinas.»

Quartino continúa recordando que «en el mes de noviembre de 1992 algunos de sus colegas y amigos tuvimos la satisfacción de recrear un viaje de estudio a la ciudad de Puerto Deseado, en la Patagonia, y allí con sus jóvenes 76 años, Carmen se mostró entusiasta y activa, disfrutando al coleccionar ejemplares de algas marinas en diferentes sitios de la costa. Para ella, fue también un reencuentro con la ciudad patagónica en la que, cuando era una joven ficóloga, había realizado numerosos viajes de campaña.».

Entre sus múltiples recuerdos de la científica, Liliana Quartino ha precisado que «Carmen tenía un temperamento muy exigente en lo referido a la calidad y detalle del trabajo, lo que determinó que la lista de sus publicaciones fuera corta, pero, subraya, quienes las utilizamos sabemos que comprende artículos sumamente valiosos, cuidadosamente redactados, siendo algunos de ellos ampliamente reconocidos actualmente a nivel internacional.»

Además, indica Quartino, «su sencillo laboratorio siempre estaba abierto para quienes se acercaban a hacerle alguna consulta. Allí recibía con suma amabilidad, haciendo a un lado sus trabajos habituales para dedicarse con esmero y exclusividad a aquello que necesitaran, tanto fuera orientar en una búsqueda bibliográfica como observar algas al microscopio.».

Tampoco debe olvidarse, subraya Quartino, que la infatigable Carmen Pujals dedicó gran parte de su tiempo a organizar, enriquecer y documentar los ficheros del MACN. Gracias a esta cuidada actividad, tales archivos siguen siendo de gran utilidad y consulta permanente tanto para estudiantes como para especialistas.

Finalmente, esta antigua alumna, luego colega, concluye que «Carmen Pujals ha sido una notable investigadora que ha contribuido considerablemente al conocimiento de la taxonomía de algas marinas, y que ha sido también una gran maestra para los ficólogos de nuestro país a quienes supo brindarnos desinteresadamente todas sus enseñanzas, entre las cuales se destacan los valores éticos y la excelencia en el trabajo […]. Su imborrable recuerdo estará siempre presente entre todos aquellos que hemos tenido la satisfacción de conocerla.».

Por su parte, Daiana Ferraro y sus colegas también han hecho hincapié en la extensa tarea docente realizada por Carmen Pujals en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Asimismo, estas investigadoras han puesto el acento en las múltiples colaboraciones de Pujals con diversas instituciones locales y extranjeras, y su reconocida producción científica, especialmente en taxonomía de Rhodophyta (algas rojas) del litoral marítimo argentino. Todo ello ha convertido a esta investigadora en una acreditada especialista en Ficología. A lo expuesto cabe añadir que Carmen Pujals tuvo el honor de ser una de las cofundadoras de la Asociación Argentina de Ficología.

Reconocimientos

En su estudio sobre el viaje científico al «continente blanco», Daiana Ferraro y sus colegas sostienen «este hecho histórico, que refleja cómo cuatro mujeres investigadoras participaron en una expedición antártica por primera vez, no ha pasado desapercibido, habiéndose conmemorado en diversas ocasiones». Unos meses después de finalizado el viaje, en octubre de 1969, apuntan, «la “Embajada de Mujeres de América” les rindió homenaje, y entregó una medalla recordatoria a cada integrante de la expedición por convertirse en “el primer grupo femenino que participó en una Campaña Antártica con el fin de desarrollar tareas científicas”». Décadas más tarde, en 2018, al cumplirse los 50 años de esta expedición, el Correo Argentino emitió un sello conmemorativo, que mostraba en su parte frontal el contorno del continente antártico y la fotografía de las cuatro científicas.

Entero postal homenaje a “las cuatro de Melchior”. Fuente: Correo Argentino.

Ese mismo año de 2018, el Instituto Antártico Argentino informó de la incorporación de cuatro nuevos topónimos antárticos al listado oficial del país en memoria de aquellas pioneras de la ciencia; se trata de la Ensenada Pujals, Cabo Caría, Cabo Fontes y Ensenada Bernasconi. Se subrayaba así que las mujeres pueden adaptarse a la Antártida igual que los hombres.

Como han recordado Ferraro y sus colegas, «los topónimos en la Antártida históricamente han sido dedicados a hombres. En las escasas oportunidades que se ha dedicado un topónimo a una mujer, se ha homenajeado a esposas de reyes, mandatarios, expedicionarios o científicos. En consecuencia, el nombramiento de topónimos en homenaje a “Las Cuatro de Melchior” es doblemente significativo, ya que destaca la presencia de la mujer en la Antártida y su labor como profesional dedicada a la ciencia». Además, es importante tener presente que estas pioneras en llegar al «continente blanco», abrieron el camino a muchas otras, que en la actualidad forman parte de las dotaciones científicas en el lejano continente.

El 8 de marzo de 2022, el Honorable Consejo Deliberante de Almirante Brown, en un emotivo homenaje declaraba a Carmen Pujals «personalidad destacada post mortem en ciencias».

Comentario final

Nos ha parecido de interés terminar con una apostilla realizada por Daiana Ferraro y sus colegas sobre el contexto actual de las mujeres científicas en la Antártida. Pese a que se trata de unas reflexiones sobre un acontecimiento muy concreto, claramente pueden extrapolarse a la situación general de las mujeres en la ciencia.

Las autoras empiezan señalando, «A finales de los ’80, habiendo transcurrido casi 20 años del icónico viaje de las Pioneras a la Antártida, las dotaciones de las diferentes bases continuaban siendo integradas mayoritariamente por hombres, quedando la presencia de mujeres reducida a dos o tres. Durante aquellas campañas antárticas se han tenido que seguir derribando barreras y luchar contra el estereotipo de género que asume que existen tareas exclusivamente masculinas. Es así que la inserción de las investigadoras y técnicas (biólogas, geólogas, paleontólogas, oceanógrafas, entre otras) se ha incrementado principalmente a lo largo de los últimos 20 años.».

También en sus reflexiones, Ferraro et al. hacen referencia a que la citada frase «lo hemos deseado toda la vida» pronunciada por las investigadoras antes de emprender el viaje al continente blanco, «resume las dificultades con las que se enfrentaban para poder alcanzar sus objetivos de excelencia científica». Y con notable acierto concluyen, «las dificultades, aunque hoy están más visibilizadas, persisten en todos los ámbitos académicos. En consecuencia, son necesarias políticas que permitan garantizar la participación equitativa de géneros, modificando la percepción que se tiene de las científicas a través de la valoración objetiva de los logros y capacidades de las mujeres».

Referencias

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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