Adele Goldstine, la matemática que escribió el manual para entender y utilizar la ENIAC

Vidas científicas

Al poder destructivo de la guerra ha ido siempre unida otra faceta de creatividad y progreso técnico, especialmente durante los grandes conflictos del siglo XX. Si el desarrollo de la bomba atómica que terminó brutalmente con la Segunda Guerra Mundial fue un hito técnico de capacidad asesina nunca antes conocida, es innegable que su desarrollo trajo otros avances tecnológicos que seguimos usando décadas después. La informática moderna es un ejemplo. Nacido durante el Proyecto Manhattan, entre 1942 y 1955 se dio el predesarrollo, el desarrollo y los años de uso de la ENIAC (siglas de Computador e Integrador Electrónico Numérico en inglés), el primer ordenador digital electrónico de uso general diseñado, construido y utilizado con éxito.

Adele Goldstine.

En su desarrollo y operatividad participaron un gran número de mujeres, consideradas durante décadas mucho más aptas para las tareas de programación y cálculo que los hombres, en gran medida, de nuevo, a causa de la guerra: era una de las formas a su alcance de participar en el esfuerzo bélico. Una de esas mujeres, que tuvo un papel fundamental en la creación y utilidad de la ENIAC fue Adele Goldstine, matemática y programadora, que escribió su manual de cero.

Profesora de calculadoras

Goldstine nació como Adele Katz el 21 de diciembre de 1920 en la ciudad de Nueva York, en una familia de inmigrantes judíos de la actual Lituania, entonces Rusia. Su padre era un exitoso empresario comercial. Estudió en un instituto y universidad locales, donde obtuvo un título en Matemáticas, y después un máster en Matemáticas en la Universidad de Michigan. Allí conoció a Herman Goldstine, matemático y científico de la computación, que por entonces era profesor en la universidad antes de convertirse en enlace con el ejército y que sería uno de los desarrolladores de la ENIAC. Se casaron en 1941.

En 1942 ella se unió a la Escuela Moore, una institución dentro de la Universidad de Pensilvania fundada por el ejército estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Allí es donde su marido había sido designado director del proyecto de la ENIAC. Unas ochenta mujeres, llamadas calculadoras, trabajaban en la escuela calculando a mano trayectorias balísticas, algo que incluye complejos cálculos diferenciales. Ella fue su profesora de Matemáticas.

Hacer la ENIAC comprensible, práctica y útil

Fue la época en la que nació la ENIAC, la primera computadora completamente electrónica. Se trataba de una enorme máquina de enorme complejidad para la que no había todavía manual de instrucciones ni programas diseñados. Era un desafío trabajar con ella: había que accionar y desconectar miles de interruptores y enchufar y desenchufar cables para conducir los pulsos y corrientes a través de la máquina y así conseguir los cálculos buscados.

Goldstine fue la primera programadora de la ENIAC y la que escribió el manual para realizar operaciones lógicas en la máquina en 1945. Fue también quien reclutó y entrenó a las otras seis calculadoras que empezaron a trabajar con ella. A través de una serie de mejoras y actualizaciones que ella implementó, en 1946 ya no era necesario conectar y reconectar a mano los cables de la máquina ni reprogramarla de cero cada vez que debía realizar una operación, sino que era capaz de llevar a cabo una serie de cincuenta instrucciones previamente almacenadas en el sistema. Ese año, la ENIAC fue presentada ante el público y la prensa por primera vez, ya que hasta ese momento había sido un proyecto clasificado.

Un trabajo que forma parte de la historia de la informática

Al final de la guerra, Goldstine y su marido se incorporaron a trabajar en la Universidad de Princeton, donde ella participó en el proyecto de desarrollo de programas que pudiesen ser almacenados y ejecutados por la ENIAC.

Tuvo dos hijos, a los que enseñaba en casa matemáticas y música. “Tocaba muy bien el violín y me enseñó. Siempre había música en casa”, contaba Madlen Goldstine Simon, su hija, años después. A pesar del calibre y la importancia de sus aportaciones técnicas, estas fueron llevadas a cabo en un tiempo relativamente breve, ya que su vida también lo fue. Goldstine falleció en 1964, a los 43 años, dos años después de que le fuese diagnosticado un cáncer.

Cuando descubrió su enfermedad, comenzó a escribir diarios y cuadernos sobre su vida y sus ideas para sus hijos, que eran aún pequeños. En uno de ellos resumía su trabajo durante la Segunda Guerra Mundial y sobre la ENIAC y el manual que escribió, decía esto: “Empecé a entender la máquina y tenía tal cantidad de datos en mi cabeza que no sabía por dónde empezar a escribir. Pero esto al final también conseguí superarlo. Estoy muy orgullosa de haber terminado ese trabajo”; un trabajo que terminó ocupando 300 páginas y que forma parte de la historia de la informática.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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