El trabajo del médico e histólogo Pío del Río Hortega, uno de los científicos más prolíficos de la Escuela de Cajal, no habría sido igual sin Asunción Amo del Río, Dorothy S. Russell y Amanda Pellegrino de Iraldi. Sin embargo, sus nombres gozan de menos popularidad. Con ellas tres, un grupo de investigación del que forma parte Elena Giné, del Departamento de Biología Celular de la Universidad Complutense de Madrid, completa un trabajo iniciado en 2019 sobre mujeres cuya aportación a la neurología en el siglo XX había quedado silenciada en el XXI.
Si tuviésemos que destacar un reducido grupo de discípulos de Santiago Ramón y Cajal que pudiéramos contar con los dedos de una mano, sin duda estaría Pío del Río-Hortega (1882-1945). Propuesto en dos ocasiones para el Premio Nobel de Medicina, al neurohistólogo le debemos dos células del sistema central: las microglías –llamadas incluso “células de Hortega”– y los oligodendrocitos. Además, realizó una exhaustiva descripción de tumores en el sistema nervioso que hoy en día se sigue aplicando.
A raíz de unas jornadas sobre la figura de Ramón y Cajal y su escuela –entre los que se encuentra Del Río-Hortega– para alumnos de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), surge una línea de investigación novedosa y necesaria: visibilizar a las mujeres que pusieron su granito de arena en el desarrollo de la neurociencia en la primera mitad del siglo XX.
En un primer trabajo aparecieron los nombres de Laura Foster y Manuela Serra ligados a Ramón y Cajal; Soledad Ruiz Capillas a Gonzalo Lafora y María Luisa Herreros a Fernando de Castro.
“Si ya sabíamos de la existencia de estas mujeres, ¿por qué no iba a haber más que hubiesen trabajado con uno de los discípulos más importantes de Cajal, Pío del Río-Hortega?”, se preguntó entonces Elena Giné, investigadora del departamento de Biología Celular de la UCM y una de las artífices de la investigación publicada en Frontiers in Neuroanatomy.
Cual inspectora de unidad de desapariciones, junto a Cristina Nombela, y otros investigadores de las universidades Autónoma de Madrid, Cambridge y Sorbona, así como con la ayuda de descendientes –también científicos– de los propios Pío del Río-Hortega y Fernando de Castro, salieron a la luz tres nombres: Asunción Amo del Río, Dorothy S. Russell y Amanda Pellegrino de Iraldi.
De su mano derecha a su sucesora en Oxford
Asunción Amo del Río (1906-1995), como se puede suponer, era familiar directa de Río-Hortega: su sobrina. Muy joven, con 16 años, emprendió la aventura de convertirse en técnico de laboratorio de su tío, pero llegó a ser mucho más: su mano derecha en el momento en el que el neurocientífico comienza a clasificar los tumores cerebrales. Por eso, en 1936 no duda en arriesgar su vida cuando ayuda a Río-Hortega y a Nicolás Gómez del Moral a salvar sus preparaciones histológicas en los primeros bombardeos de la Guerra Civil al Instituto Nacional del Cáncer, donde trabajaban.
Tras unos meses en Valencia acompañando al Gobierno de la II República, Río-Hortega pone rumbo a París un tiempo y finalmente se establece en Oxford. En ambas localizaciones, Asunción no se separa de él y sigue ejerciendo sus labores de técnica en el laboratorio que construyen para su tío en Oxford, una réplica al que tenía en la residencia de estudiantes, para que pueda seguir investigando sobre las células del sistema nervioso.
Cuando termina la Guerra Civil, Asunción decide volver a España, donde contrae matrimonio, mientras su tío se queda en Oxford. Es en ese momento en el que entra en escena Dorothy Russell (1895-1983), “una de las figuras más importantes de la neuropatología en Europa”, señala Giné.
Las mujeres tenían prohibido estudiar medicina, pero la necesidad de personal médico, tras las pérdidas humanas de la Primera Guerra Mundial, levantaron la restricción y Dorothy pudo cursar la carrera. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, la neuropatóloga se incorpora al Departamento de cirugía de Oxford y trabaja mano a mano con Río-Hortega, de quien aprende técnicas histológicas.
Su última discípula
En 1940, Río-Hortega hace las maletas a su último destino, Argentina, y Russell le sucede como directora de la sección de Neuropatología llegando a ser la primera catedrática y jefa de patología en Europa. En el país americano, la Institución Cultural Española de Buenos Aires vuelve a replicar, como ya sucediera en Oxford, el laboratorio de la Residencia de Estudiantes de Don Pío en Madrid.
Así, pasa sus últimos cinco años de vida y entra en contacto con nuevos colaboradores, entre ellos Amanda Pellegrino de Iraldi (1917-2007), históloga. Cuando Pío fallece de cáncer en 1945, Pellegrino empezaba a despuntar en el campo de la neurociencia. Publicó más de 60 artículos y sucedió a Eduardo De Robertis –su mentor tras Pío– en la Dirección del Instituto de Biología Celular.
«Esa idea de que las mujeres estaban ajenas a la investigación se desmonta con estos ejemplos. Existían mujeres en los laboratorios y eran tratadas como los hombres, reconociendo sus trabajos y recibiendo remuneración por ellos”, señala Giné. Que no hayan salido a la luz hasta ahora es fruto de una mirada histórica sesgada.
Con estas tres mujeres, Giné y sus colaboradores cierran una primera aproximación a mujeres ligadas a la Escuela de Cajal. Aunque no descartan continuar la búsqueda en ese entorno, también contemplan abrir la investigación de mujeres en neurociencia del siglo XX en otros escenarios. “Queremos comparar la España de esa época con otros países. Por ejemplo, con Rusia y otros países del este, y ver como trataron a sus mujeres científicas”, concluye mirando al futuro.
Referencias
Nombela C, Fernández-Egea E, Giné E, Worbe Y, del Río-Hortega Bereciartu J and de Castro F (2021). Women Neuroscientist Disciples of Pío del Río-Hortega: the Cajal School Spreads in Europe and South America. Front. Neuroanat. 15: 666938
Sobre el artículo original
El artículo Mujer y científica, un cóctel para no pasar a la historia II se publicó en la página de la Unidad de Información Científica y Divulgación de la OTRI-UCM el 9 de julio de 2021.
Un especial agradecimiento a la autora del artículo por permitir su reproducción en Mujeres con ciencia.
Sobre la autora
María Milán es periodista en la Unidad de Cultura Científica de la Universidad Complutense de Madrid.