El azar ha inspirado y ha propiciado algunos de los hallazgos científicos más conocidos de nuestra historia. Los hay graciosos, bonitos, alucinantes: Arquímedes remojándose en su bañera y sus posteriores gritos de “eureka, eureka” al dar con el principio que lleva su nombre, la penicilina de un Fleming un poco olvidadizo y desordenado, una barra de chocolate que se derritió y que favoreció la invención del horno de microondas, el descubrimiento de los rayos X, que siguieron siendo X después de que Wilhelm Conrad Röntgen descubriera su origen… La matemática Grace Hopper protagonizó una de estas célebres anécdotas en el terreno de la informática cuando acuñó el término “bug” refiriéndose a un problema en el sistema de software. La causante de ese nombre, que lo tiene todo de azaroso, pero nada de retórico, fue una polilla.
Hopper y su equipo de ingenieros se encontraban trabajando en la Universidad de Harvard con el ordenador Mark II. Una polilla voló a través de una ventana abierta, entró en uno de los relés y se quedó enganchada apagando temporalmente el sistema. La polilla fue retirada y pegaron sus restos en un libro de registro junto a la frase First actual case of bug being found. Ese “bicho” pasó a la historia como la forma de denominar a un fallo del sistema –de hecho, a los programas que ayudan a la detección y eliminación de errores de programación de software se llaman debuggers–.
Pero en la ciencia no todo es azar. También es trabajo y constancia, dos de las palabras que podrían encontrarse en la naturaleza de Grace. De pequeña le fascinaban las máquinas; era tan grande su ensimismamiento que a los siete años desmontó un despertador solo para saber cómo funcionaba. Fue una persona muy curiosa, característica que heredó de su madre, y que le ayudó en su camino que para ese entonces ya estaba bastante definido. En 1923, aplicó para entrar en la universidad neoyorquina Vassar College, pero suspendió latín y tuvo que esperar un año para poder acceder de nuevo. Finalmente, estudió matemáticas y física y se graduó en 1928. Dos años después, terminó su máster en matemáticas en la Universidad de Yale. Ese año albergó otro acontecimiento, su boda con Vincent Foster Hopper.
De la enseñanza a la marina
Tras sus estudios, empezó a enseñar matemáticas en la Universidad de Vassar desde 1931 hasta 1943, por 800 dólares al año. Durante ese tiempo, terminó su doctorado y tras depositar su tesis, fue ascendida a profesora asociada. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial marcó el camino profesional de Hopper, como el de muchos otros científicos. De esta manera, decidió servir en el ejército naval pero no contó con todas las facilidades para ingresar en él: tenía 34 años y la consideraban demasiado mayor para alistarse, pero como sus conocimientos matemáticos eran demasiado valiosos para la guerra, consiguió un puesto.
Su espacio de trabajo fue el laboratorio Cruft de la Universidad de Harvard, donde se convirtió en la primera programadora en utilizar el Mark I, el primer ordenador digital secuenciado a gran escala del mundo. Se utilizó para calcular los ángulos de puntería de las armas navales en diferentes condiciones climáticas. El conocimiento de Hopper era tan elevado que en ocasiones le pidieron que supervisara el sistema las veinticuatro horas del día. Pasaron innumerables horas transcribiendo e ingresando códigos también para los ordenadores que lo sucedieron (Mark II y III). Por todo este trabajo pionero recibió el Premio de Desarrollo de la Artillería Naval en 1946.
Unos años más tarde, cuanto tenía cuarenta años, le notificaron que era demasiado mayor para seguir en activo. Ante esta realidad, decidió permanecer en Harvard como investigadora en Ciencias de la Ingeniería y Física Aplicada hasta 1949. Después, cambió de rumbo y se unió a Eckert-Mauchly Computer Corporation como matemática senior. Fue un gran momento para ella porque la compañía presentó el BINAC, Binary Automatic Computer, que fue programado usando un código específico en lugar de las tarjetas perforadas utilizadas en la serie Mark. Esto allanó el camino para la producción de los primeros ordenadores comerciales UNIVAC I y II.
Durante este tiempo, Hopper desarrolló el primer compilador, y sentó las bases para los lenguajes de programación. En los años venideros, logró desarrollar el FLOW-MATIC, el primer compilador de procesamiento de datos en inglés que sirvió de base para crear un lenguaje informático universal llamado COBOL (COmmon Business-Oriented Language). Asimismo, se dedicó a crear manuales y herramientas para entenderlo.
Nunca dejó del todo La Armada, de hecho, tuvo que volver en una ocasión para ayudar a sus antiguos compañeros. En 1983, fue ascendida al rango de comodoro. Dos años más tarde, se convirtió en una de las primeras mujeres en conseguir el cargo de Contralmirante. En 1986, a sus 80 años, y después de cuarenta y tres años de servicio, se retiró. El resto de su vida trabajó como consultora de Digital Equipment Corporation.
Grace Hopper fue galardonada a lo largo de toda su carrera por su trabajo en el campo de la informática. En 1969, la Asociación de Gestión de Procesamiento de Datos le otorgó el Premio “al Hombre del Año” en Informática. Se convirtió en la primera persona de Estados Unidos y la primera mujer en ser distinguida como miembro de la British Computer Society (1973). También recibió múltiples doctorados honorarios de universidades de Estados Unidos. Incluso La Armada bautizó un barco en su honor. En 1991, fue galardonada con la Medalla Nacional de Tecnología. Además de todos los premios conseguidos, ella siempre recordó con mucha gratitud su etapa de profesora; ya que, según ella, fue su logro más importante.
Referencias
- Grace Murray Hopper, informática, Mujeres con ciencia, Efemérides, 9 diciembre 2014
- Larry Riddle, Grace Murray Hopper, Biographies of Women Mathematicians, Agnes Scott College
- Grace Murray Hopper, The MacTutor History of Mathematics archive, St Andrews University
Sobre la autora
Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.
2 comentarios
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[…] poema de Eavan Boland, dedicado a Grace Murray Hopper (1906 – 1992), pionera de la programación informática y miembro del equipo que desarrolló […]