Nancy Roman, la madre del Hubble

Vidas científicas

Cuando Nancy Roman tenía 11 años vivía con su familia en Reno. Era 1936. Su casa se encontraba en una zona todavía no muy iluminada de las afueras de la ciudad y las estrellas que podía ver desde ella le resultaban fascinantes. A esa edad formó un pequeño club de astronomía con algunas amigas de su barrio, con las que se reunía para aprender sobre las constelaciones y el universo.

Nancy Roman con un modelo del Observatorio solar en órbita. Imagen: Wikipedia.

Pocos años después, en el instituto, comentó con su consejero escolar la posibilidad de estudiar un segundo curso de álgebra en vez de continuar con los estudios de latín. “Me miró desde arriba y me dijo ‘¿Por qué iba una señorita a elegir matemáticas en vez de latín?’”, contaba la propia Roman años después.

Por suerte Roman no dejó que el comentario de su profesor, ni los que asegura que se fue topando durante toda su vida, con más o menos sutileza, hiciesen mella en aquel interés infantil por lo que ocurría fuera de nuestro planeta. Se convirtió en una de las primeras mujeres ejecutivas de la NASA y tuvo un papel fundamental en el programa Hubble que construyó, puso en órbita y operó durante años el famoso telescopio que nos ha dado algunas de las imágenes más populares del espacio.

En la NASA desde su formación

Fue al instituto en Baltimore, se graduó en astronomía en el Swarthmore College en 1946 y se doctoró en la misma especialidad en la Universidad de Chicago en 1949. Trabajó varios años en el Observatorio Yerkes y en el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos hasta que en 1959, un año después de su fundación, pasó a formar parte de la NASA.

Nancy Roman en el control de mandos (1970). Imagen: Wikipedia.

“Pocos meses después de que se crease la NASA me preguntaron si conocía a alguien que quisiese poner en marcha un programa de astronomía espacial. Sabía que asumir esa responsabilidad supondría que ya no podría hacer investigación, pero el desafío de crear un programa de cero que tendría influencia sobre la astronomía durante décadas era demasiado importante como para resistirme”, explicaba Roman en una entrevista publicada por la NASA.

Como parte de su trabajo, Roman viajó por todo el país hablando con astrónomos para saber qué era lo que querían y necesitaban para sus investigaciones. “Querían hacer observaciones por encima de la atmósfera. Mirar a través de la atmósfera es como mirar a través de un trozo de cristal viejo y manchado. El cristal tiene defectos, así que las imágenes se ven borrosas”, explicaba en 2011.

Convirtiendo el Hubble en realidad

Así que uno de sus principales logros fue la planificación desde cero de la misión relativa al telescopio Hubble, el primer gran telescopio óptico puesto en órbita. La idea de un dispositivo de este tipo y calibre se comentaba dentro del ámbito científico desde que el astrónomo Lyman Spitzer Jr. lo había planteado en 1946, pero se topó con el escepticismo sobre sus posibilidades reales y su coste. Roman tenía por delante un largo recorrido antes de colocar al Hubble en el cielo.

El telescopio espacial Hubble visto desde el transbordador espacial Atlantis
durante la misión STS-125 en 2009. Imagen: Wikipedia.

“Fue Nancy la que, en los viejos tiempos, antes de internet, de Google, de los emails y de todas esas cosas que ayudaron a vender el Hubble y a organizar a los astrónomos la que consiguió convencer al Congreso de que lo financiase”, explicaba en 2011 su sucesor en el cargo de científico jefe del Hubble, Edward Weiler.

Roman formó un comité con astrónomos de todo el país y algunos ingenieros de la NASA para decidir entre todos qué era lo que querían y, sobre todo, lo que podían hacer. Fue un esfuerzo de varios años hasta obtener un diseño detallado de un telescopio, el Hubble, que podría orbitar la Tierra sobre la atmósfera para obtener y enviar las imágenes más claras hasta del espacio hasta el momento.

Comunicación, perseverancia y suerte

En 2016, dos años antes de su muerte, Roman publicaba un artículo autobiográfico en la revista Science, y en ella repasaba lo que consideraba que había sido la clave del éxito de su carrera: “La habilidad de hablar y escribir bien y con fluidez”, aseguraba, porque gran parte de las actividades en las que tuvo que participar durante sus 21 años dirigiendo el programa de astronomía de la NASA, justificando proyectos, reuniéndose con investigadores y con el gran público y despertando su interés, habían dependido de que ella fuese capaz de defender sus argumentos de forma clara y concisa. “Aun creo que la comunicación es importante”, aseguraba, pero ponía en valor también la perseverancia, o cabezonería, y cierta cantidad de suerte.

Nancy Roman (Mujeres en la NASA). Imagen: Lego.

Esa cabezonería fue necesaria porque, además de su trabajo en la NASA, Roman es reconocida por romper las barreras de género en un momento en el que la ciencia y la ingeniería eran casi exclusivamente campos masculinos. Tras su experiencia en el instituto, encontró más de eso en la universidad. “Mi primer apoyo lo recibí en mi tercer año de universidad, cuando el director del departamento de Física me dijo: ‘Normalmente intento disuadir a las mujeres de que se gradúen en física, pero quizá tú sí puedas hacerlo’. Era obvio que el profesorado prefería no educar a mujeres”. Ella, sin embargo, siempre desoyó esos comentarios y se alegró de haberlo hecho: “He tenido una carrera fantástica en un campo que me encanta”.

Para evitar que otras mujeres se topasen con lo mismo, una serie continua de comentarios desmoralizantes desde el momento en que decidiesen optar por una carrera científica, Roman dedicó parte de su energía, especialmente en sus últimos años de actividad en los años 90 a enseñar y a animar a niñas y chicas a descubrir y disfrutar de la ciencia. Dio clases en una escuela primaria de Washington. “Una de las razones por las que me gusta trabajar en colegios es para tratar de convencer a más mujeres de que pueden convertirse en científicas y de que la ciencia puede ser muy divertida”.

Como divertida quedó la versión de LEGO de la propia Roman. En 2017 la marca de juguetes puso a la venta un conjunto de cuatro figuras que representaban a mujeres de la NASA y ella era una de las figuras.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Pérez Benavente (@galatea128) es periodista.

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