Recuerdo el herbario que, de adolescente, tuve que hacer en el colegio. La compra de las hojas especiales, la recolección, las páginas de periódicos en las que había que poner a secar los ejemplares recogidos, las enciclopedias haciendo presión para secarlas, la identificación de las plantas y la frustración infinita cuando, a pesar del cuidado y el mimo, las flores se rompían, los pétalos se perdían y los estambres se desintegraban. ¿Dónde estará mi herbario? Lo poco que sé de plantas lo aprendí haciendo / sufriendo aquel herbario.
La biblioteca de la Universidad de Harvard ha colgado en la red el herbario completo que la poetisa Emily Dickinson realizó entre los años 1839-1846. Gracias a la digitalización de este precioso cuaderno de tapas verdes, este documento es accesible a todo el público. Hasta hace poco ni siquiera los investigadores podían consultarlo porque la integridad de los materiales y del mismo cuaderno estaba gravemente amenazada.
Dickinson es una de las poetas más importantes e influyentes del siglo XX. Su vida ha sido objeto de biografías, estudios, libros y hasta de películas como la estrenada el año pasado Historia de una pasión.
Emily Dickinson pasó toda su vida en Amherst, en la casa familiar, y la mayor parte de sus amistades fueron por correspondencia. No le gustaba salir de casa, no era amiga de fiestas ni compromisos sociales y al final de su vida ni siquiera salía de su habitación. Escribió poemas durante toda su vida que no se publicaron hasta después de su muerte. Su fama y prestigio le llegó mucho después y, en la actualidad, está considerada una de las escritoras más influyentes de su época.
Cuando tenía nueve años comenzó a estudiar botánica y con doce ayudaba a su madre en el jardín, pero no fue hasta que ya de adolescente asistió al seminario femenino Mount Holyoke cuando empezó a interesarse por la botánica como una ciencia.
La fundadora de la escuela, Mary Lyon, era una gran botánica y animaba a todas las niñas a recoger, estudiar y coleccionar flores y plantas locales preservándolas en un herbario. Dickinson recogió 424 flores de la región de Amherst y las fue colocando en su herbario con gran sensibilidad, mostrando un delicado sentido de la composición, cada una de ellas con una etiqueta con su nombre.
El herbario de Dickinson es frágil, delicado, precioso y emocionante. Conmueve poder contemplar el trabajo meticuloso de una niña, de una joven, hace casi doscientos años. La botánica es ciencia, es conocimiento de la naturaleza y, a la vez, es delicadeza y belleza, dos cualidades que la poesía de Dickinson posee.
Más información
- Maria Popova, Emily Dickinson’s Herbarium: A Forgotten Treasure at the Intersection of Science and Poetry, Brain Pickings, 23 mayo 2017
- Dickinson, Emily, 1830-1886. Herbarium, circa 1839-1846, Harvard University Library
Sobre la autora
Ana Ribera (Molinos), historiadora con 16 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan y Pisando Charcos.
5 comentarios
Mila esker!!
Vuestros artículos me abren los ojos sobre estas mujeres que luchan y lucharon por un objetivo.
Enriquecedora esta sección
Un saludo.
Muchas gracias Esperanza, nos alegra muchísimo que te guste.
[…] https://mujeresconciencia.com/2017/06/02/poesia-botanica-herbario-emily-dickinson/ […]
Que belleza de trabajo el que hiciste y que alma tan delicada la de Dickinson. Gracias
Estoy publicando un libro de mi relación con las plantas. Inserte leyendas de ellas que seleccione. El próximo que edite tendrá mis relatos o poemas. Un placer será leer los de Emily Dickinson.historiadearstrong