Inger Christensen (1935-2009) fue una escritora y poeta, considerada como la de mayor relevancia de su generación en Dinamarca.
Una de sus obras más conocidas es Alfabet (1981), un poemario traducido a castellano por Francisco J. Uriz en Alfabeto (Ed. Sexto Piso, 2014). La editorial presenta el libro del siguiente modo:
‘Alfabeto’ es uno de los libros esenciales de la poesía europea del siglo XX. Hasta hoy era, de forma incomprensible, inédito en nuestra lengua. Es un largo poema cuya forma sigue dos principios de composición. El primero es la secuencia de Fibonacci. Es decir, cada verso es la suma de los dos precedentes: 0, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13… El segundo es el alfabeto. Cada poema, y las palabras que utiliza, sigue el orden de las letras: a, b, c, d, e. Sin embargo, bajo esta forma aparentemente estricta, hay lugar para el azar.
En efecto, el poemario está basado en el alfabeto –cada una de sus catorce series comienza y está dominada por una letra, de la A [albaricoquero] a la N [noche]– y la sucesión de Fibonacci –cada poema posee tantos versos como el término correspondiente de esta sucesión, prescindiendo de los dos primeros–. Además, la división de las estrofas muestra también algunos de los términos de la sucesión de Fibonacci (ver [2]).
Recordemos que un término de la sucesión de Fibonacci es la suma de los dos términos anteriores; como Christensen elimina los dos primeros términos de la sucesión, utilizará para construir su poemario los siguientes números: 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, 89, 144, 233, 377 y 610, que corresponden a la cantidad de versos asociados a cada letra. Es decir, el primer poema de la serie, basado en la letra A, tiene un verso; el segundo, basado en la letra B, posee dos; el tercero, basado en la letra C, consta de tres; el cuarto, basado en la letra D, tiene cinco versos; y así sucesivamente hasta el poema basado en la letra N que debería constar –aunque no lo hace, ver [2]– de 610 versos.
1-A (1 verso)
los albaricoqueros existen, los albaricoqueros existen2-B (2 versos)
los helechos existen; y zarzamoras, zarzamoras
y bromo existen; y el hidrógeno, el hidrógeno3-C (3 versos)
las cigarras existen; chicoria, cromo
y limoneros existen; las cigarras existen;
cigarras, cedros, cipreses, cerebelo
Domina en toda la composición el concepto de existencia y de destrucción. Christensen enumera, confronta, describe y analiza. Las continuas iteraciones, como si de un eco se tratara, ayudan a expresar tanto la belleza de la naturaleza como la devastación producida sobre ella por la acción del ser humano.
Más información
[1] Cecilia Dreymüller, Matamos más de lo que creemos, Babelia, 2014
[2] Marta Macho Stadler, Alfabeto de Inger Christensen, DivulgaMAT, Literatura y Matemáticas, marzo 2015
Sobre la autora
Marta Macho Stadler es doctora en matemáticas, profesora del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaboradora en ::ZTFNews y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
3 comentarios
La literatura y la matemática son dos saberes quebse unen y se complementan absolutamente, un maridaje excepcional. Bellísimo artículo y bienvenida la versión en español.
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