Lillian Moller Gilbreth, pionera en la psicología del trabajo

Vidas científicas

Lillian Moller Gilbreth (1878-1972) fue una ingeniera y psicóloga estadounidense cuyos trabajos se desarrollaron principalmente en el área de la organización industrial. Fue una de las primeras ingenieras industriales en obtener un doctorado. Sus conocimientos sobre psicología se convirtieron en la base de la gestión industrial moderna, y algunas de sus ideas para optimizar la organización del tiempo y del movimiento aún perduran en nuestros centros de trabajo y nuestros hogares.

Lillian Moller Gilbreth.

Lillie Moller nació en Oakland (California, EE. UU.) el 24 de mayo de 1878, en el seno de una familia acomodada. Era la segunda hija de Annie Delger y William Moller, y la mayor de los nueve que sobrevivieron. Fue educada en casa hasta que tuvo nueve años. Posteriormente, la inscribieron en una escuela primaria pública de la zona, y completó la secundaria en el Oakland High School. Dado que su padre no había previsto que sus hijas fueran a la universidad, Lillie no cursó todas las asignaturas preparatorias necesarias para poder realizar estudios superiores.

Una joven poco normativa

La norma de la época dictaba que las mujeres debían dedicarse a cuidar del hogar y la familia. A base de mucho insistir, Lillie consiguió que su padre le permitiera matricularse en la Universidad de California, para lo cual tuvo que compaginar materias de primero con las preparatorias faltantes. Se graduó en 1900 siendo la primera mujer en dar un discurso en una ceremonia de graduación de citada universidad.

La joven Lillian quiso seguir estudiando y se mudó a Nueva York con la intención de realizar estudios de posgrado en la Universidad de Columbia, aunque pronto enfermaría de pleuritis y regresaría a casa. De vuelta en la Universidad de California, obtuvo un máster en Literatura en 1902. Posteriormente, inició estudios de doctorado en la misma universidad, actividad que interrumpió en la primavera de 1903 para viajar por Europa.

De camino a Europa, en Boston, conoció al ingeniero Frank Bunker Gilbreth, quien se convertiría en su marido un año después. Juntos tuvieron doce descendientes, de los cuales once sobrevivieron. Frank moriría repentinamente de un ataque al corazón en 1924, tras lo cual Lillian no volvió a casarse y sacó adelante a su familia numerosa en solitario, trabajando desde casa, algo atípico en la época.

Aportaciones en el ámbito de la gestión industrial

En los primeros años de su carrera profesional, Lillian y Frank dirigieron una empresa de construcción, sector del que él provenía y donde ya había realizado estudios de movimiento de los obreros para implementar métodos que incrementaran su productividad. Analizando detalladamente las formas de hacer de sus trabajadores, se dieron cuenta de que cada uno procedía de manera diferente, utilizando sus propios métodos y técnicas. Concluyeron que, para abordar bien el trabajo, sería imprescindible atender a las necesidades individuales y tener en cuenta factores que afectaran de manera positiva a la psicología de los trabajadores, una disciplina por la que Lillian sentía un creciente interés. De hecho, en 1911, había completado un manuscrito sobre el tema, con la intención de obtener un doctorado en la Universidad de California, aunque no recibió el título debido a que incumplía los requisitos de estancias que se exigían a los doctorandos. Finalmente, el trabajo fue publicado en forma de libro en 1914.

Portada de The psychology of management.

Los Gilbreth abandonaron el sector de la construcción y Nueva York para convertirse en consultores de gestión que trabajaban desde su casa en Rhode Island. Lillian se inscribió en un programa de doctorado en la Universidad Brown, cercana al domicilio y una de las primeras en reconocer la organización científica del trabajo como una profesión legítima. En su segunda tesis, titulada The elimination of waste (La eliminación de residuos), aplicó la psicología y la gestión científica al trabajo de los profesores de aula. Recibió su doctorado en psicología en 1915, tres días antes de dar a luz a su séptimo hijo, y fue la primera de los pioneros de la gestión industrial en obtener dicho título.

Su trabajo e investigaciones de más de cuarenta años como consultora de grandes empresas y organizaciones gubernamentales –llegó a asesorar a seis presidentes de los EE. UU.– convirtió a Lillian Gilbreth en una reconocida experta en producción, ergonomía y fatiga laboral. A ella le debemos, entre otras cosas, la existencia de buzones de sugerencias para empleados, los períodos de descanso y los diagramas de procesos.

Trabajadora incansable, Gilbreth también impartió clases en el Bryn Mawr College, el Newark College of Engineering y la Rutgers University. En 1935 fue nombrada profesora de gestión en la Universidad de Purdue, convirtiéndose en la primera mujer en conseguirlo. Desde allí abogó por compensar la omisión de los factores humanos en la organización científica del trabajo. A pesar de que se retiró de su trabajo en la universidad en 1948, fue profesora visitante en el MIT en 1964, a los 86 años.

En busca de mejoras en la administración del hogar

A la ingeniera le preocupaba el bienestar de las personas en su trabajo, remunerado o no. Más allá de sus contribuciones al entorno laboral, Gilbreth aplicó los principios de la organización científica a las labores domésticas y buscó formas más cortas, sencillas y fáciles de realizarlas. A menudo, sus hijos participaban en sus experimentos. Firme en su propósito de encontrar la “mejor manera” de llevar a cabo las tareas, colaboró con empresas fabricantes de electrodomésticos y otros aparatos de cocina. Dos de sus inventos más notables fueron las baldas del interior de las puertas del frigorífico y el pedal de pie de los cubos de basura.

Sello de Lillian Gilbreth (24/2/1984).

Los logros de Gilbreth la hicieron merecedora de numerosas distinciones y reconocimientos a lo largo de toda su vida. Entre ellos destacan haber sido la primera mujer en formar parte de la Society of Industrial Engineering en 1921; la primera miembro de la National Academy of Engineering en 1964; y la primera mujer en recibir la medalla Hoover en 1966. En 1984, el Servicio Postal de los EE. UU. emitió un sello conmemorativo en su honor; es la única psicóloga que lo ha conseguido hasta la fecha.

Lillian Moller Gilbreth se mantuvo activa hasta que cumplió nueve décadas. Murió de un derrame cerebral el 2 de enero de 1972, en Phoenix (Arizona, EE.UU.). Tenía 93 años.

Referencias

Sobre la autora

Edurne Gaston Estanga es doctora en ciencia y tecnología de los alimentos. Actualmente se dedica a la gestión de proyectos en organizaciones que fomentan la difusión del conocimiento de la ciencia y la tecnología.

1 comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *.

Este sitio está protegido por reCaptcha y se aplican la Política de privacidad y los Términos de servicio de Google