Inventora y visionaria, Frances Gabe no solo realizó el prototipo y patentó la primera casa autolimpiable, sino que la construyó y vivió en ella durante décadas.
Mermelada de higo. Esa fue la chispa inspiradora para diseñar y construir una casa autolimpiable. Una mancha de mermelada de higo en la pared de su casa desencadenó el arranque por el que Frances Gabe cogió la manguera del jardín para limpiar la mancha de la pared.
De ahí surgió la idea de la casa autolimpiable. De la mermelada de higo y de un odio visceral a las tareas del hogar: “Las tareas del hogar son un trabajo desagradecido e interminable”, según decía.
De manera que se puso manos a la obra y en 1984 consiguió la patente para la primera y, hasta el momento, única casa autolimpiable, construida con su dinero y sus propias manos. Tras una década y 15.000 dólares de esfuerzo, la casa autolimpiable estaba construida y era funcional.
La casa donde las tareas del hogar no son una carga está situada al final de un camino polvoriento en Newberg, Oregon.
El hogar autolimpiable consta de sesenta y ocho aparatos patentados por ella misma para que la casa se limpie y seque por sí misma. La limpieza no se limita únicamente a la casa propiamente dicha, sino que el invento también limpia la ropa, la vajilla e, incluso, la caseta del perro.
Mediante un botón, una serie de aspersores instalados en el techo de cada habitación entran en funcionamiento, rociando la habitación con agua jabonosa para seguidamente aclararla con agua y, finalmente secarla con aire caliente.
Las habitaciones tienen el suelo ligeramente inclinado hacia fuera, de manera que el agua sobrante sale en dirección a la caseta del perro, limpiándola de manera efectiva. Debido al diseño y funcionamiento, el periódico The Weekend Australian la describió como un “lavavajillas gigante”.
Precisamente para limpiar la vajilla, la casa cuenta con un armario con baldas donde se limpia. Para limpiar la ropa, se cuelga en perchas dentro de un armario sellado donde se limpia y seca, para después ser colocado automáticamente en el armario gracias a un mecanismo de cadenas.
Para que el sistema funcione, sin embargo, la casa tiene una serie de características diferenciales: no hay alfombras o cortinas de tejidos clásicos como algodón, sino que están fabricados de un material, también invento de Frances Gabe. Además de eso, todos los objetos están cubiertos por plásticos o resinas y los enchufes están cubiertos para evitar accidentes.
Gracias a su invento, Frances Gabe logró la fama: sus diseños fueron expuestos en museos, su casa era visitada por turistas, y llegaron a hacerle reportajes en medios como el New York Times o People.
Pese a ello, su fama fue efímera. Su invento fue apreciado tanto por inventores como por arquitectos, sin embargo, la falta de dinero para mantener la patente de su invento y el carácter peculiar de Frances Gabe fueron algunas de las causas de que su invento no se mercantilizase.
Inventora, hasta el apellido
Hija del arquitecto y constructor Frederik Arholz y su mujer Ernestine, Frances Grace Arnholz nació el 23 de junio de 1915 en Boise, Idaho (EE. UU.). Por causa del trabajo de su padre, la familia se mudaba constantemente, lo que provocó que Frances Gabe pasase por dieciocho colegios.
A los 16 años se graduó por el Portland Polytechnic School y un año más tarde se casó con Herbert Grant Bateson, con quien tuvo dos hijos y regentó una tienda de reparaciones en Portland.
Frances Gabe era conocida por su particular carácter. Era una persona difícil y no tenía buena relación con sus vecinos, a pesar de vivir en un rancho con casi 30.000 m2 de terreno.
Varios pueden ser los motivos de la mala relación con sus vecinos, desde el carácter poco amigable de Frances Gabe, pasando por la hormigonera que tenía residencia fija en su jardín, hasta la costumbre de hacer tareas desnuda.
Cuando la pareja se divorció en la década de los 70, Herbert pasó a vivir en una caravana en el jardín de la casa. Fue entonces cuando Frances creó el apellido con el que sería conocida. Para ello combinó las iniciales de su segundo nombre (Grace) apellido de soltera (Arnholz) y de casada (Bateson) y añadió una e final para evitar la carga de la palabra común gab (charla).
Auge y caída
Con el paso de los años y los embates de la naturaleza, incluidos terremotos e inundaciones, y pese a cobrar a los turistas por visita, el mantenimiento económico de la casa se hizo insostenible.
Frances Gabe se mantuvo en la casa todo lo que pudo, pero el coste y la edad pasaron factura y allá por 2009 su familia la trasladó a una residencia, con su firme oposición, y la propiedad fue vendida.
La primera y única casa autolimpiable, nacida de la mermelada de higo y un manguerazo, sigue en pie, pero ya no es autolimpiable. La propia Frances Gabe, tras un breve paso por la fama, murió en el anonimato el 26 de diciembre de 2016 a los 101 años.
Referencias
- Margalit Fox, Frances Gabe, Creator of The Only Self-Cleaning Home Dies, at 101, New York Times, 18 julio 2017 (consultado el 02/08/2017)
- Anna Hopkins, Feminist inventor created the world’s first ‘self-cleaning house’ because she was sick of housework: Centenarian built a ‘giant dishwasher’ home that washed and dried itself using 68 devices – but lost the patent and passed away in anonymity, Daily Mail, 25 julio 2017 (consultado el 02/08/2017)
- Matthew Korfhage, Oregon’s Famed, Brilliant Frances Gabe, Inventor of the Self-Cleaning House, Is Dead at 101, Willamette Week, 18 julio 2017 (consultado el 03/08/2017)
Sobre la autora
Ziortza Guezuraga, periodista y colaboradora de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
1 comentario
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