La vida de ciertas personas no termina con una fecha y un epitafio grabados en una lápida; algunas trascienden su tiempo y hoy siguen influenciando a la sociedad. Mientras Europa se sumía en la Gran Guerra, el 9 de septiembre de 1914, nacía en Memphis (Tennessee), Marjorie Lee Browne.
Su madre, Mary Taylor Lee, murió cuando Marjorie tenía dos años, así que fue educada por su madrastra y por su padre, Lawrence Johnson Lee, un empleado de correos, que había asistido durante un par de años a clases en la universidad y era un amante de las matemáticas y el cálculo mental, una pasión que trasladó a sus hijos.
Con el empleo estable de su padre, varios préstamos y el trabajo propio, Marjorie consiguió el dinero suficiente para pagar sus estudios en una escuela secundaria privada, desde donde pasó, tras graduarse en 1931, al pregrado en la Universidad de Howard, en Washington (DC).
Terminó la universidad con una calificación de cum laude en 1935, aunque estudiar no fue su única faceta destacada. Podría haber sido tenista, porque fue campeona individual de la ciudad de Memphis siendo adolescente, y algunas personas que hablaron con ella, como la profesora emérita de Matemáticas en la Universidad Estatal de Montclair Patricia Clark Kenschaft, aseguran que su voz impresionaba por su sonoridad y sus tonos amables pero firmes, incluso por teléfono. “Podría haber hecho una carrera en el escenario con esa voz”, afirma con rotundidad “y estoy segura de que era un activo en el aula”.
Tras una corta estancia en la Academia Gilbert en Nueva Orleans, entró en la escuela de posgrado en la Universidad de Michigan. Allí logró su Máster en 1939. Diez años más tarde, poco después de que Evelyn Boyd Granville, otra mujer afroamericana, recibiera el suyo por la Universidad de Yale en New Haven (Connecticut), Marjorie Lee Browne se doctoraba en matemáticas.
Ese mismo año, Browne viajó hasta Carolina del Norte. Allí desarrolló su carrera docente e investigadora a lo largo de los siguientes treinta años, tras unirse a la facultad de matemáticas, y dirigir, durante casi dos décadas, su propio departamento.
Profesora, matemática-investigadora y mentora
SIAM News dedica un artículo al legado de Marjorie Lee Browne en Michigan. La crónica comienza con un paralelismo entre Isaac Newton y Marjorie Lee Browne. Newton dijo una vez que había logrado ver más lejos porque se había subido a Hombros de Gigantes. Hoy en día, cuando Trachette Jackson pasea por Ann Arbor, sigue los caminos trazados seis décadas antes por Marjorie Lee Browne.
Como Lee Browne en 1949 al obtener su doctorado, Trachette Jackson también ha hecho historia en la Universidad de Michigan: se unió al departamento de matemáticas como profesora asistente en el año 2000 y fue la primera mujer afroamericana en convertirse allí en catedrática en 2009, treinta años después del doctorado de Marjorie.
El campo de investigación de Jackson es la biología computacional y matemática. Mediante modelización matemática y simulación numérica y gracias a experimentos de vascularización tumoral in vivo, Trachette Jackson y sus colaboradores están trabajando para proporcionar una comprensión más profunda del crecimiento de un tumor y de la estructura vascular a nivel molecular, celular y del tejido.
Marjorie Lee Browne tuvo una brillante carrera en un tiempo en el que las oportunidades para las mujeres, especialmente las afroamericanas, eran extremadamente raras. Hoy, Jackson, al igual que Marjorie, es un referente por su carrera investigadora y por sus esfuerzos en nombre de las minorías subrepresentadas en las ciencias matemáticas.
Marjorie Lee Browne, su legado
Entre las obras que Browne dejó a la posteridad se encuentra un breve artículo sobre grupos clásicos, pero sobre todo, cuatro libros que reflejan otra de sus inquietudes acrecentada tras los años de educación segregada en un estado sureño norteamericano: mejorar la educación matemática de la escuela secundaria.
Para ello estableció una serie de cursos de verano para profesorado que lograron el reconocimiento y la subvención, por primera vez para una universidad mayoritariamente negra, de la Fundación Nacional para la Ciencia de Estados Unidos (NSF).
Browne dirigió muchos de estos seminarios y escribió cuatro libros destinados a la docencia en ellos: Conjuntos, lógica, y Pensamiento Matemático (1957), Introducción al Álgebra Lineal (1959), Algebra Matricial Elemental (1969), y Estructuras Algebraicas (1974).
Cinco años antes de jubilarse, en 1974, fue la primera persona en recibir el Premio a la Excelencia en la Educación Matemática a propuesta del Consejo de Profesores de Matemáticas de Carolina del Norte.
La Dra. Browne tenía, al parecer, algunos ambiciosos planes para su retiro, pero apenas pudo llevarlos a cabo. Cuenta Patricia Clark Kenschaft, que habló con Marjorie Lee Browne, por teléfono, una única vez. Marjorie recibió la llamada con cierta aprensión, porque no dejaba tratarse de una desconocida que le preguntaba por su vida, pero Clark se excusa argumentando que Marjorie no le había respondido a su petición, por escrito, para recoger información para su próxima charla titulada “Mujeres negras en matemáticas”.
Su introspección, corroborada también por su sobrino, le llevó a preguntar a Clark por qué estaba planeando ese discurso ahora. Clark afirma que, en aquel momento, no fue capaz de articular sus sentimientos más allá de la conferencia que estaba preparando: “No pude decirle que era una pionera, que ya no era tan joven y que mi intención era conseguir los datos de su vida de una fuente primaria, mientras estaba viva y podía comprobarlo”.
Asegura Clark que Marjorie le confesó en aquella conversación telefónica que tenía muchos amigos y que hablaba con ellos durante horas, pero que también le contó repetidamente cuánto le gustaba trabajar sola: “También me gusta estar sola, y las matemáticas son algo que puedo hacer completamente sola”.
Marjorie se ofreció a enviar a Clark su currículo completo. Murió una semana más tarde, el 19 de octubre de 1979, en Durham, Carolina del Norte, al parecer, de un ataque al corazón. Tenía 65 años.
Su currículum dice que estaba divorciada y sin hijos, pero ese mismo año, algunos de sus estudiantes crearon un fondo de becas en su memoria, en conmemoración de su espíritu humanitario, su generosidad y su compromiso con la educación. Tan sólo dos semanas antes de morir confesó:
Sobre los autores
Este artículo, realizado por Javier San Martín (@SanMartinFJ) e Izaskun Lekuona (@IzaskunLekuona) es una colaboración de Activa Tu Neurona (@ACTIVATUNEURONA) con el blog Mujeres con Ciencia.
1 comentario
Muchss gracias, por socializar mujeres afrodescendientes, que contra el racismo han demostrado que tenemos mucha capacidad de producion propia, para el servicio de la humanidad.