Susana Eva Martínez (Barcelona 1971) defiende su idea de que hay que cambiar los enfoques tradicionales en la ciencia con la vehemencia de quien ha pasado por una de crisis de fe y sale de ella habiendo encontrado un camino nuevo no andado. Aunque no se arrepiente de su doctorado y sus años de docencia e investigación en bioquímica y biología molecular, “porque todo suma”, el rumbo de sus pasos le ha llevado a fundar y dirigir el Instituto de Ciencia y Teatro (InCiTe), que como ella misma define es “una alianza entre las ciencias y las artes creativas”.
Conversamos con Susana en una conocida cafetería de Bilbao, minutos antes de la segunda conferencia que imparte en la capital vizcaína en las últimas 48 horas, después de haber pasado la mañana ensayando a solas cómo cautivar al público que le espera en la biblioteca de Bidebarrieta, para escucharla hablar de “olores y hedores”; y de la premio Nobel de Medicina 2004, Linda D.B. Buck.
Asegura que el olfato tiene una importancia todavía vital en nuestra sociedad, “incluso maneja nuestras conductas sin darnos cuenta, porque no podemos dejar de oler. Además, el capitalismo sabe usar esto muy bien y utiliza estas experiencias olfativas en las tiendas para manipularnos de alguna manera, porque nuestras conductas están condicionadas por los olores”.
Javier San Martín (J): ¿Hasta qué punto?
Susana Eva Martínez (SE): En la elección de una pareja, por ejemplo, el olor es una parte muy importante. Nos da información muy valiosa para discernir si el candidato es idóneo o no para formar una pareja. Además, los recuerdos están asociados a olores. Si va a un centro comercial, puede fijarse en como huelen las tiendas. Hay olores que favorecen el estar más tiempo en la tienda; otros, las compras compulsivas. Hoy la colonia está sustituyendo nuestro olor corporal que es con el que nos comunicábamos antes y nos decía, por ejemplo, si un individuo era o no de nuestra tribu.
J: ¿Cuándo despierta su vocación científica?
SE: Lo de los grandes científicos que en un momento descubren que quieren dedicarse a la ciencia es un estereotipo. A mí no me pasó. Cuando hice selectividad escogí materias desde letras a ciencias. Yo no dije quiero ser científica, o estudiar biología, sino quiero ser exploradora. Podía haber hecho otra cosa y también me habría apasionado. Saber como funcionan las cosas es mi motor de vida.
J: Realizó su postdoctorado en el Boston College…
SE: El postdoctorado en Estados Unidos fue un momento muy especial porque ves otras maneras de funcionar, y para mí fue una época muy creativa donde te consolidas profesionalmente, tomas tus decisiones y afianzas tu proyecto.
J: Y tras quince años de investigación y docencia, deja la ciencia, ¿Qué le impulsó a tomar esa decisión?
SE: Me gustaba lo que hacía, pero no me apasionaba, y necesito que lo que hago me haga vibrar. Lo dejé porque no era yo.
J: Pero tal como están las cosas…
SE: Vi en los ojos de mis compañeros esa mirada que te dice: “bueno, si tu quieres hacerlo”. Me había costado mucho conseguir una plaza de investigadora. La ciencia tiene un prestigio social y dejar un contrato estable en la universidad cuesta mucho, pero también encontré mucha gente que me decía: “a mí también me gustaría cambiar o dedicarme a otra cosa o hacer un cambio en mi vida profesional”. No nos damos cuenta, pero hay mucha gente que no está en el lugar dónde quiere estar, aunque crea que quiere estar ahí. Salté al vacío para seguir formándome porque necesitaba utilizar mi creatividad de otra manera.
J: ¿Cómo?
SE: Me di cuenta que desde dónde comunicaba no llegaba adonde quería llegar. Cuando hablaba con mis amigos de lo que hacía, ellos no lo entendían… y además había olvidado mi parte artística e interpretativa, la danza, el teatro, que también me habían gustado desde siempre. Me apetecía volver, y pensé que el teatro era una buena manera de fusionar las dos cosas, así que me lancé. No sé si fui valiente o una loca.
INCITE
Los escasos momentos en los que la absurdamente alta música deja de sonar son un alivio para la conversación, que gira en torno al Instituto de Ciencia y Teatro. Como ella lo define, una alianza entre las ciencias y las artes creativas, un puente entre la naturaleza y la sociedad.
J: Tras dejar la ciencia se diplomó en arte dramático mediada la treintena, se formó en teatro terapéutico, y entonces decidió fundar el Instituto de Ciencia y Teatro (INCITE) ¿A qué hay que incitar?
SE: A la curiosidad, al deseo de saber más. INCITE nace con ese objetivo, con el de incitar a la curiosidad y a adquirir conocimientos, porque el conocimiento nos hace libres. Vivimos en una sociedad de información, pero la información no nos hace libres. Sólo lo seremos si esa información la usamos para cambiar y lo que hay que plantearse es: ¿cuánta de esa información es conocimiento y cuánta sólo opinión? Por eso, en las actividades que hacemos estamos obsesionados en que los espectadores se lleven conocimiento científico.
J: El editor de Stephen Hawking le dijo cuando le envió “Breve historia del tiempo” que por cada fórmula que pusiera en el libro tendría un 50% menos de lectores… Voy a arriesgarme con una fórmula. Cc + Et = I, ¿qué es esto?
SE: (Sonrisas) Es una fórmula que me inventé para expresar que el conocimiento científico, más la experiencia teatral es lo que genera las acciones que incitan a saber más. El lenguaje narrativo de contar cuentos alrededor de una hoguera, mezclado con la experiencia teatral, es lo más antiguo que hay, y eso se convierte en algo que te mueve a saber más.
J: ¿Qué tienen en común la ciencia y el teatro?
SE: Para mí mucho. Cuando yo empecé a hacer teatro para formarme profesionalmente me di cuenta de que el método científico me servía muchísimo. Los conflictos, los obstáculos, también están en la ciencia. La ciencia se plantea una hipótesis, un objetivo, y a partir de ahí empieza a trabajar, surgen los conflictos y hay que ser creativo para superarlos, y a mí esto me ayudó mucho en el teatro. La gran diferencia es que la ciencia está abordando temas universales y la gente no los entiende, y el actor o el teatro también abordan temas universales y llegan a todo el mundo porque tienen un lenguaje universal. La gracia es unir los dos, el lenguaje emocional y el más racional de la ciencia.
J: ¿Es importante la formación en comunicación?
SE: Para mi es importante la formación. A mí me ayuda a entender el marco en el que estoy trabajando. Yo creo que cuando hacemos algo en la vida, ha de ser riguroso, sobrio, honesto y humilde, y eso tiene que ver con la formación y el conocimiento, y cuando salgo a escena o hago una conferencia lo hago a partir de ahí.
J: ¿Qué prefiere, hacer reír o emocionar?
SE: Emocionar, porque la risa es una respuesta a una emoción. Siempre emocionar: sea llorar, reír o enfadarse, o irse de entre el público porque no te gusta, pero es una reacción, una emoción. Siempre emoción.
Ciencia en crisis
Susana Eva Martínez ha pasado suficiente tiempo dentro del exigente mundo de la ciencia, incluida su formación en el Boston College, como para tener unas cuantas cicatrices en su memoria. Afirma que un cambio de perspectiva es necesario, antes de que la situación degenere, para dar prioridad a valores femeninos como la creatividad o la cooperación.
J: “Sentimos que aún cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y esta es precisamente la respuesta”. ¿Recuerda dónde están escritas estas palabras?
SE: (Sonrisas). Sí. Es Ludwig Wittgenstein. Es la cita que utilicé en mi tesis. (Risas). ¡Claro!, es que eso es para mí. La ciencia explica cosas, pero de momento, no da respuesta a las preguntas vitales. La ciencia es una manera de explicar las cosas, pero en el fondo, hay algo más. No se puede ser determinista. La ciencia no lo explica todo.
J: ¿Está la ciencia en crisis?
SE: Se está haciendo ciencia muy puntera y muy interesante; y trabajos impresionantes, pero también es verdad que hay unas tendencias, y es muy lento cambiar modelos. Creo que falta creatividad y riesgo en la ciencia, porque a veces estamos muy acotados por publicar en grandes revistas, tener índice de impacto, hacer currículum suficiente para conseguir plazas… y eso limita nuestra capacidad de atrevernos a hacer ciencia más creativa; de seguir intuiciones, como hacía antes la ciencia; y de mezclar disciplinas científicas con humanistas, las ciencias con las letras o con el arte y el teatro, ¿por qué no? A mí me gustaría pensar que está en crisis y que este sería un posible cambio.
J: ¿Y otro cambio tendría que ver con la introducción de nuevos valores en la ciencia?
SE: Claro, ¿por qué no empezar a plantearnos las cosas desde un punto de vista diferente? Habría que definir esos valores entre todos, pero yo creo que a la ciencia le sobra esa competencia feroz por demostrar que eres el mejor para poder optar a un puesto de trabajo o para acceder a una plaza de docencia o de investigador, le sobra competitividad, y le falta cooperación e intuición. La intuición sería también una cualidad femenina, y la capacidad de mezclar el pensamiento analítico e intuitivo, y de trabajar de igual a igual. El trabajo bien hecho en el que todos hacemos un buen trabajo es el premio.
J: ¿Cómo se puede ser mujer, hacer ciencia y no morir en el intento?
SE: La lucha por la igualdad ha sido y es necesaria. Aún tenemos una sociedad impregnada de estereotipos culturales, pero en algunas sociedades como la nuestra, la mujer ya empieza a estar en lugares de la educación y puestos que antes no ocupaba, y ahora es el momento del cambio. Podemos seguir trabajando aquello, pero no hace falta que sigamos con el mismo discurso, ahora ya tenemos las herramientas para ir un paso más allá. No tenemos que dejar de reivindicar, pero ahora, aquí, el camino de la lucha, no es ese.
J: ¿Que nos jugamos si la ciencia no cambia o no cambiamos la ciencia?
SE: Nos jugamos seguir como estamos. En una crisis científica y social, hasta que la situación caiga por su propio peso.
Como ella misma sostiene, las conferencias teatralizadas generan un espacio de confianza que provoca el intercambio con el público. A pesar de que no tuvo la componente del teatro, las numerosas preguntas de los asistentes a su charla refrendan a la oradora. Su conferencia fue la última, por este año, del ciclo “Ellas hacen ciencia”, organizadas por Marta Macho y María Jesús Irabien, que durante 4 semanas han reunido en la biblioteca de Bidebarrieta, gracias al apoyo de área de cultura del ayuntamiento de Bilbao a cuatro mujeres de la ciencia.
Sobre los autores
Esta entrevista ha sido realizada por Javier San Martín @SanMartinFJ. Las fotografías son obra de Izaskun Lekuona @izaskunlekuona y es una colaboración de Activa Tu Neurona @ACTIVATUNEURONA con el blog Mujeres con Ciencia.
5 comentarios
Creo que todos los que hemos estados vinculados al mundo de la investigación, en menor o mayor medida, podemos concluir la frase “A la ciencia le sobra competitividad y le falta cooperación, creatividad y riesgo” destacada en el titular. Me gustaría saber, desde el punto de vista de la entrevistada, Susana Eva Martínez, como poder reducir la competitividad y dar rienda suelta a la creatividad. Cual es su propuesta en la evaluación de la «productividad científica» y sobretodo en la calidad de los resultados publicados.
[…] La primera de estas contribuciones es una entrevista a Susana Eva Martínez, doctora en bioquímica y biología molecular y fundadora y directora del Instituto de Ciencia y Teatro (InCiTe), que podéis leer completa en este enlace. […]
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