Al suroeste de Irlanda, en el condado de West Cork, se encuentra una remota y bella bahía llamada Bantry Bay; un lugar rodeado de montañas cuya vegetación permaneció inexplorada durante largo tiempo. Allí nació el 17 de marzo de 1785 Ellen Hutchins, hoy recordada como la primera botánica irlandesa.

En una época en que las mujeres tenían muy limitado el acceso a la educación y ni siquiera podían entrar en las bibliotecas, Hutchins fue una científica autodidacta e innovadora que se especializó en una rama difícil de la botánica: las plantas sin flores, técnicamente llamadas criptógamas, que incluyen algas, musgos, hepáticas, líquenes y hongos.
A lo largo de un corto periodo de tiempo, suspendido por su temprana muerte a los 29 años, Ellen Hutchins descubrió, estudió y dibujó numerosas especies nuevas que contribuyeron significativamente a los conocimientos básicos sobre la biodiversidad de Irlanda. No obstante, como ha relatado Madeline Hutchins, una de sus descendientes, «permaneció tantos años olvidada que fue una seria aspirante a ser el secreto mejor guardado de West Cork».
La vida en la bahía de Bantry
Ellen Hutchins tuvo una vida más bien trágica. Su padre Thomas murió cuando ella tenía dos años, y su madre Elinor era una mujer prematuramente envejecida a la edad de 55 años, después de haber dado a luz a 21 criaturas, de las que 15 murieron jóvenes. De niña, Ellen fue enviada a una escuela próxima a Dublín donde vivió durante un tiempo. Sin embargo, su salud sufrió un importante deterioro y tuvo que regresar a Bantry. Aquí logró recuperarse, pero, ha detallado Madeline Hutchins, estaba a cargo del cuidado de su madre enferma y de un hermano discapacitado.
Cuando tenía 21 años, mostró gran interés y aptitud por la historia natural, y su mentor y maestro durante su estancia en Dublín le sugirió que, para superar su debilidad física, podría dedicase a recolectar plantas de la región; la joven aceptó gustosa, y lo que se inició como un pasatiempo saludable muy pronto se convirtió en la pasión de toda su corta vida.
Debe tenerse en cuenta, explica John Parnel, profesor emérito de botánica del Trinity College de Dublín, que en aquel tiempo Bantry «era un lugar muy aislado, los caminos estaban en un estado tan terrible, sobre todo en los pasos de montaña, que resultaba más fácil llegar por barco […]. Los conocimientos sobre la vegetación que crecía en aquellos remotos lugares eran realmente escasos o inexistentes». Por su parte, Madeline Hutchins apunta que Bantry es «una región muy rica para el estudio de su vegetación […], de modo que Ellen estaba literalmente situada sobre una mina de oro de tesoros botánicos».
La perspicaz Ellen Hutchins, que fue una mujer infatigable con gran energía y determinación, rápidamente apreció que analizar, identificar y describir el material de su tierra representaba un hermoso regalo; y a ello se dedicó con ahínco. No solo recolectó numerosos especímenes, sobre todo algas, ha anotado Louise Marsh, miembra de la Botanical Society of Britain & Ireland (BSBI), sino que también «realizó dibujos y acuarelas con sumo detalle y de una extraordinaria calidad, a partir de especímenes meticulosamente preparados». Ciertamente, quienes han estudiado su vida coinciden en que además de ser una sobresaliente científica, también fue una artista botánica con gran talento. Si bien Ellen Hutchins había aprendido a usar acuarelas en el colegio, en la ilustración botánica fue autodidacta.
La citada botánica Louise Marsh menciona que también recolectó y dibujó con esmero diversas conchas procedentes de moluscos.

Desde muy joven demostró ser una apasionada escritora de cartas, y siendo adulta no tuvo reparos en compartir sus especímenes, dibujos y descripciones a través de una extensa correspondencia con el conservador del Jardín Botánico del Trinity College, James Townsend Mackay (1775-1862), reconocido por su valiosa contribución al estudio de la botánica irlandesa incluida en su obra Flora Hibernica (Dublín, 1836). Este distinguido botánico, advirtiendo el talento de Hutchins, le prestó notable ayuda en la clasificación de las plantas que recogía durante sus múltiples exploraciones. Entusiasmado por la calidad del trabajo que ella le enviaba, en 1807 Mackay decidió remitir el material al experto botánico en la vegetación de las costas de Inglaterra Dawson Turner (1775-1858), miembro de la Royal Society.
Estrechando los lazos con especialistas
La calidad del material recibido por Dawson Turner llevó a que el científico respondiera a la joven Hutchins con una sincera nota de agradecimiento, que marcaría el comienzo de una larga correspondencia. La relación epistolar duró siete años e impulsó el intercambio de especímenes, dibujos y textos entre ambos. Además, la fascinación de Hutchins por las plantas sin flores la llevaría a mantener un activo contacto postal con otros botánicos destacados de su tiempo. Profundamente decidida a aprender todo lo que pudiese la correspondencia con colegas representó para ella una senda muy apreciada para aumentar conocimientos. De hecho, su colección epistolar cuidadosamente conservada ha sido una de las fuentes más valiosas para conocer su vida y sus contribuciones botánicas.
Valga comentar que las capacidades científicas de Hutchins para identificar, preservar y describir los especímenes que recolectaba, sumadas a su extraordinaria habilidad para dibujarlos, llevó a que respetados especialistas de su tiempo recibieran su material con gran satisfacción. Incluso expertos como el botánico ilustrador inglés William Hooker (1785-1865), quien fue el primer director del célebre Real Jardín Botánico de Londres (The Royal Botanic Gardens, Kew), elogiaron su trabajo. Como reconocimiento, le concedieron uno de los honores más destacados para una naturalista: que se diera su nombre a algunas de las especies por ella recolectadas, se explicita en la página web biográfica.
A partir de las cartas, se ha sabido que la joven botánica no se acobardaba en la búsqueda de especímenes por muy alejados que estuvieran. Cuando la salud se lo permitía, escalaba las montañas de su entorno o remaba en su pequeño bote. Con admirable determinación recolectó plantas al borde del mar, en los bosques, en turberas, montañas, islas, riveras de ríos y en su propio jardín. Una vez en casa los comparaba con aquellos ya conocidos para la ciencia y enviaba los que consideraba nuevos a sus colegas botánicos para que lo confirmaran y publicaran. Encontró al menos siete especies nuevas para la ciencia.
Una ilustradora extraordinaria
Las láminas dibujadas por Ellen Hutchins y sus descripciones aparecieron en destacadas publicaciones botánicas de principios del siglo XIX. Aunque inicialmente ella rechazaba que su nombre se asociara con sus hallazgos, terminó por convencerse de que tal cosa era justa, pues no fueron pocos los que se interesaron por el trabajo de la encomiable irlandesa. Por ejemplo, el botánico James Sowerby (1757-1822), uno de los más grandes ilustradores ingleses, incluyó descripciones de los descubrimientos de Hutchins en los volúmenes más tardíos de su obra English Botany (1790–1814). Igualmente, el médico inglés y destacado conocedor de la historia natural, James Edward Smith (1759-1828), la citó en varias de sus publicaciones.
Cabe señalar que entre los hallazgos de Ellen Hutchins destacan diversos líquenes entonces muy poco conocidos o incluso nuevos para la ciencia. En Wikipedia puede leerse que el respetado ilustrador William Hooker, en su monografía British Jungermanniae (1816) dedicada a esos vegetales, mencionaba el nombre de Hutchins en relación con casi todas las especies raras que citaba.
Es interesante tener presente que durante el corto periodo de solo ocho años comprendido entre 1805 y 1813, Ellen Hutchins logró realizar significativas contribuciones a la botánica de la época. En esas fechas, las algas apenas se conocían; ella fue la primera botánica en encontrar evidencias de que la especie Fucus tomentosus era en un alga marina, cuando los especialistas en historia natural pensaban que estos organismos no eran plantas sino esponjas, que son animales.
Tan importante descubrimiento, han destacado sus biógrafas y biógrafos, ayudó a establecer las credenciales como científica de Ellen Hutchins, y además la convirtió en una artista botánica consolidada. Los cuidados dibujos, «maravillosamente detallados y muy precisos», que mostraban claramente que Fucus tomentosus era sin duda un alga, constituyen la primera lámina incluida por Dawson Turner en el volumen 3 de su gran libro sobre algas marinas, Historia Fucorum (1811).

Según revela la página web dedicada a su biografía, aunque el principal interés de Hutchins estaba en la ciencia, también sentía gran aprecio por la belleza de las plantas y el paisaje; escribía con gran entusiasmo sobre las preciosas plantas que encontraba, refiriéndose a ellas como «tesoros» o «pequeñas bellezas exquisitas». En ese contexto entre ciencia y arte, al concederle gran valor a los dibujos precisos, la joven realizó centenares de hermosas ilustraciones de las algas marinas de la Bahía de Bantry que compartió con sus colegas botánicos. Asimismo, era consciente de que un libro de botánica tenía muy poco valor a menos que cada especie estuviera cuidadosamente ilustrada, según se relata en la página web dedicada a su biografía.
Hacia 1813, Hutchins estaba demasiado enferma para continuar recolectando o dibujando. Sufrió una afección hepática, y el médico la trató con mercurio; la medicina en aquel tiempo era muy elemental y se desconocía que el mercurio era tóxico, según se apunta en la página web. No se recuperó y murió el 9 de febrero de 1815, un mes antes de cumplir 30 años. Fue enterrada en una tumba sin lápida en terrenos de la iglesia, y su recuerdo se perdió con el tiempo.
Solo recientemente, en 2002 se colocó en la pared del templo, junto a la puerta, una placa en su recuerdo con la inscripción: Natural History Pioneer. Ellen Hutchins (1785-1815). Cryptogamic Botany. Coastal Flora & Fauna.
Una posición eminente en la historia de la botánica irlandesa
Hoy no cabe duda que los extraordinarios logros de Ellen Hutchins, con una vida tan corta y lastrada por la enfermedad, con dificultades familiares y con las limitaciones sociales que sufrían las mujeres en aquel tiempo, revelan una inquebrantable vocación por las ciencias naturales. A ello hay que sumar que su capacidad para encontrar plantas nuevas, junto a la calidad de sus ilustraciones, no solo causaron admiración entre los botánicos principales de su tiempo sino que tienen también un valor añadido, pues permiten realizar comparaciones con la vegetación actual y relacionar la disminución de algunas especies con los cambios en las prácticas agrícolas, la llegada de especies invasoras de otras partes del mundo o incluso con el cambio climático, ha apuntado Clare Heardman, investigadora del National Parks & Wildlife Service, Irlanda.
Los especímenes recolectados por Ellen Hutchins, según la Royal Irish Academy, se hallan en las colecciones más significativas del Reino Unido, Irlanda y EE. UU. Se conservan doscientos de sus dibujos de algas en los archivos del Real Jardín Botánico de Kew. Otras partes de su colección están en el Trinity College de Dublín, en la Sociedad Linneana de Londres; y en el Jardín Botánico de Nueva York.
Para terminar, nos parece de interés traer a colación las palabras de la respetada botánica y ecóloga irlandesa Fionnuala O’Neill:
Ellen Hutchins fue totalmente autodidacta, pero averiguó hechos sobre estas plantas [sin flores] que los expertos de su tiempo, con todos sus caros microscopios y equipos científicos, no habían descubierto. Fue una joven mujer en lo que entonces era (y aún lo es) una parte muy remota de West Cork en Irlanda. Y vivió en una época en la que las opiniones de los hombres, especialmente de los hombres educados, eran más valoradas que las de las mujeres. Ella, sin embargo, supo establecer amistades y relaciones de trabajo con botánicos altamente respetados de aquel tiempo en el Reino Unido y en Irlanda, y mantuvo correspondencia con ellos como una igual. Incluso hoy esto sería un buen logro. Hace dos siglos, debió haber sido algo inaudito.
Referencias
- Butler, Patricia (1999). Irish botanical illustrators and flower painters. ACC Art Books. p. 160.
- Ellen Hutchins. Her Scientific Achievements. Página web dedicada a su biografía
- Heardman, Clare (abril de 2015). «Ellen Hutchins – Ireland’s ‘first woman botanist’». BSBI News129: 48-51
- Marsh, Louise (23 July 2015). Ellen Hutchins, Ireland’s first female botanist. BSBI News and Views. Botanical Society of British Isles
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.