Ana M. González Ramos: «En las ciencias sociales aceptamos que la investigación es el camino, no una solución finalista»

Yo investigo

Ana M. González Ramos es Científica Titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) en Córdoba. Su investigación se centra en la Dimensión Social de Género en la Salud desde una perspectiva feminista interdisciplinar, y en cómo el androcentrismo (la centralidad del sujeto masculino como universal unidad de observación) en la medicina ha el sesgado el conocimiento e ignorado la salud de las mujeres. En su libro Espejo Internet. Ensayo sobre los trastornos de la conducta de la alimentación en la era de la información publicado por la editorial Icaria en 2021, se aproximaba a los trastornos de la alimentación desde las redes sociales y los valores reputacionales de la sociedad contemporánea. A través del proyecto «La dimensión social y de género en la salud y la medicina. El caso de las guías de salud como instrumento de atención biomédica» analiza la manera en que los instrumentos de referencia de la medicina reflejan esa ceguera de género. En la actualidad es codirectora de la Revista Internacional de Sociología del CSIC, y subdirectora de la Revista Sociología y Tecnociencia de la Universidad de Valladolid.

Ana M. González Ramos. Imagen proporcionada por la investigadora.

1. ¿Cuál es tu área de investigación?

Mi campo del conocimiento es la sociología. Dentro de la sociología he transitado por distintas líneas y preguntas de investigación, siempre orientadas a partir de una perspectiva de género (o, como se diría ahora, incorporando una perspectiva de género a cualquiera de los temas de investigación abordados). Es decir, que si he analizado el modo en que la fuga de cerebros o la movilidad internacional mejoraba el sistema español de ciencia y tecnología, lo he abordado desde las dificultades que las mujeres y los hombres enfrentaban al desarrollar sus carreras profesionales de excelencia, y qué pasa si los países o programas de investigación favorecen la movilidad de las parejas científicas y qué impacto tiene en las carreras de ellas, si son sus parejas los que deciden todos los momentos decisivos de sus vidas, sus cambios de domicilio. Cuando mi investigación se ha centrado en los estudios sobre internet, he distinguido impactos positivos y negativos que tiene en la vida de las mujeres, qué estereotipos siguen reproduciéndose en las redes sociales (tipos de belleza, nutrición, reputación) y si estamos transformando y deshaciendo los códigos de género tradicionales.

En la actualidad, he podido volver al campo de la salud, un área que siempre me apasionó desde que comencé como becaria a mitad de los 90 en la Escuela Andaluza de Salud Pública de Granada. En el CSIC, más específicamente, en el Instituto de Estudios Sociales Avanzados, investigo sobre la Dimensión Social y de Género de la Salud. La salud es analizada desde un enfoque biomédico que, a menudo, ignora la necesidad de analizar sus interferencias con los factores sociales: ¿basta con conocer el principio activo que controlará la diabetes? ¿no sería más responsable conocer el comportamiento de las niñas y niños para prevenir el desarrollo de la enfermedad?

Como otros aspectos de la organización social y del conocimiento científico, la salud y la medicina han adoptado una mirada androcéntrica. El conocimiento objetivo está construido parcialmente, desde lo masculino: el investigador, el animal con el que se experimenta, el médico…, muy al contrario, la realidad es compleja y generizada. Si, por ejemplo, se experimenta un nuevo fármaco con un grupo de hombres, conoceremos la dosis exacta en otros hombres con similares características, pero se desconocerá qué impacto tiene en mujeres adultas, personas mayores o jóvenes y menores. Este principio básico de la ciencia ha sido a menudo pasado por alto, por lo que decimos, la medicina tiene lagunas de conocimiento respecto a las mujeres, entre otras poblaciones. Subrayo la comparación entre hombres y mujeres, pero también la mirada interseccional, pues no es lo mismo conocer los riesgos de salud durante el embarazo de una mujer negra en un barrio pobre, que el de una mujer blanca que dispone de recursos sanitarios.

Elementos históricos, culturales, ambientales y nutricionales están envolviendo las variables controladas en biomedicina, con una fuerza explicativa que suele ignorarse. Lo demuestra la evolución de las enfermedades: el tabaquismo ahora mayor entre las mujeres que entre los hombres, así como el riesgo cardiovascular relacionados con los cambios de rol desempañados. El cambio social nos impregna de nuevos códigos y roles sociales que nos exponen en mayor medida a los riesgos o nos protege, por ejemplo, en relación a la capacidad de decidir conscientemente sobre la salud sexual y reproductiva.

Las ciencias sociales, el estudio de la dimensión social y de género en la salud propone a la biomedicina que vaya más allá de los parámetros acotados del laboratorio o los parámetros estandarizados del cuerpo humano.

2 . ¿Por qué te dedicas a ella?

Una de las razones es porque me fascina la complejidad y por qué las personas actuamos como lo hacemos, conscientemente, pero reflejando un conjunto de roles y prácticas inconscientes que nos guían.

Los ejemplos históricos nos permiten ser menos críticos con el resultado porque no nos cuestionan, así que utilizaré uno: porqué en la época de Rubens la belleza femenina era una mujer gruesa y, sin embargo, la gordura es rechazada como canon de belleza en la actualidad. Ambos modelos de belleza en las mujeres significan salud en cada época histórica y se oponen entre sí. Además, está el tema de la agencia: la modelo rubeniana se mira al espejo con placer y convencida de su capacidad para sobrevivir al mundo y sus adversidades; del mismo modo que la gimnasta delgada y entrenada en una actividad deportiva exigente en la época contemporánea. Ambas pensando que actúan conforme a su gusto, ambas influidas por los roles y valores vigentes en su sociedad.

Estudiar la complejidad social es más “frustrante”, no solo por su dificultad sino porque está sujeta a cambio. En las ciencias sociales estudiamos el cambio y tratamos de gestionar un cambio, por ejemplo, sugiriendo medidas de mejora, informando a las políticas públicas. Volviendo al inicio, en general, sus resultados están más sujetos a la discusión. Todo el mundo tiene una opinión sobre cualquier tema que estudiemos y quiere hacerla valer. Pero, aún confío en que los textos de Asimov sean una inspiración para el futuro y, como en Fundación, una ciencia que combina la sociología, la historia y las matemáticas sean capaces de predecir hacia dónde dirigirnos (a ser posible sin dictadores de por medio, ¡uf!).

3 . ¿Has tenido alguna figura de referencia en tu trayectoria?

No he tenido ninguna figura de referencia al modelo tradicional, una persona que te acompaña en el camino. Sin embargo, he tenido muchos ejemplos donde mirarme y aprender. Quiero señalar que he tenido tanto buenos referentes como malos. Más exactamente, personas que a veces actuaron como buenos o malos referentes. Al final, aprendes tanto de aspectos positivos como negativos que afectan tu camino, e integras estrategias que te gustaría repetir o que tratas de evitar para alejarlas de tu vida.

Valoro positivamente que, en la actualidad, es más fácil encontrar libros, autobiografías donde las mujeres cuentan sus estrategias y aprendizajes del camino. Precisamente estoy leyendo un libro inspirador, de Soledad Murillo, Supervivencia de las políticas de igualdad de la editorial Comares, que representan muy bien este tipo de documentos valiosísimos. Las mujeres de nuestra generación y anteriores hemos estado mucho más solas. Seguramente, a muchas no las conocemos porque abandonaron.

Volviendo a la pregunta: me he sentido apoyada por compañeras a lo largo del camino a quienes agradezco haber estado juntas en “las duras y las maduras”.

4 . ¿Qué te gustaría descubrir o solucionar en tu campo?

En las ciencias sociales es difícil identificar la “eureka”: ¿establecer una teoría general que explique la pobreza en el mundo, abordar buenas políticas públicas que acaben con la discriminación y la desigualdad…? Todo es un poco imposible y, a diferencia de otras ciencias, aceptamos que la investigación es el camino, no una solución finalista.

Así que lo que me gustaría de verdad es que en el futuro más lejano se leyera algunas de las cuestiones escritas por mí, trabajadas por mí, y se emocionaran con la respuesta o la explicación, quizá, se haya vuelto inservible porque el mundo cambió tanto que se volvió innecesaria, pero se desvela un acierto bello en su interior. Cuando, adolescente, leí el Discurso sobre la Felicidad de Madame de Châtelet me emocioné, cuando de mayor he leído a Perkins Gilman tratar de convencer a otras mujeres de su época que hacer ejercicio era recomendable, me emocioné. Para ella, es justo ahí donde se encuentra la diferencia entre los hombres saludables y las mujeres enfermizas, estas últimas con ropas que la oprimen, sin permiso para salir al campo, jugar al tenis y montar en bicicleta. Aunque ahora afortunadamente, la mayoría de las mujeres no lleven ropas incómodas y puedan ejercitarse en cualquier deporte, aunque su respuesta es inservible, hay una bella verdad en su interior que seguimos apreciando.

5 . ¿Qué consejo darías a quien quiera adentrarse en el mundo de la investigación?

El mejor consejo es que sea persistente, que siga su instinto, y que se acompañe de las personas adecuadas (compañeras en el trabajo y en la vida personal-amorosa, esto último me lo enseñó Madame de Châtelet).

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