El 19 de abril de 1889, nacía en Cincinnati (USA) Emma Lucy Braun, la hija más joven de George Frederick Braun, director de instituto, y Emma Wrigth Braun, una maestra retirada aficionada a la botánica que tenía un pequeño herbario en casa. Desde sus primeros años, se despertó en la niña una notable curiosidad por el mundo natural, alimentada por frecuentes excursiones a los bosques cercanos. Todo ello propició que con el tiempo se convirtiera en una destacada botánica y ecóloga vegetal, muy respetada por sus trabajos sobre bosques; además, fue una activa defensora de la conservación del medio ambiente y de los espacios naturales, mucho antes de que este tema se popularizara.
Ya en su época en el colegio, Lucy Braun, como es conocida, comenzó a coleccionar plantas por sí misma y a elaborar su propio herbario. Nunca abandonaría esta actividad, y su colección de plantas crecería hasta alcanzar cerca de 12 000 especímenes. Cuando murió en 1971, ese herbario fue adquirido por el Smithsonian National Museum de Washington D.C.
Lucy Braun estudió botánica y geología en la Universidad de Cincinnati, donde se graduó en 1910; en 1912, terminó un brillante master en geología. Durante el verano de ese mismo año, se desplazó a la Universidad de Chicago para trabajar con el destacado botánico Henry Chandler Cowles (1869-1939), profesor de geobotánica y ecólogo pionero, que estimuló en ella el interés por las plantas y el entorno en el que habitan. De vuelta a la Universidad de Cincinnati, Lucy Braun obtuvo el doctorado en botánica en 1914. Fue la sexta mujer en defender su tesis doctoral en esta institución; su hermana, Annette Braun, fue la primera.
A partir de 1914, Lucy Braun permaneció en la Universidad de Cincinnati como docente e investigadora durante toda su vida profesional. Impartiendo clases de botánica, fue ascendiendo por diversos cargos académicos; no obstante, pese a su excelente trabajo, no alcanzó la categoría más elevada, la de profesora con dedicación a tiempo completo, hasta 1946, dos años antes de jubilarse. Como en tantas ocasiones, esta lentitud en los ascensos fue debida a su condición de mujer y a los diversos obstáculos que se anteponían en su camino. Tras su jubilación fue nombrada profesora emérita, título que mantuvo hasta su muerte.
Lucy Braun tenía una gran vocación tanto por sus clases como por la investigación, lo que la llevó a desarrollar un considerable dinamismo profesional. A los tres años de doctorarse, en 1917, fundó una sociedad con el fin de proteger la flora silvestre (Wildflower Preservation Society of North America), que ha mantenido su pujanza hasta la actualidad. Desde 1928 a 1933, la joven científica fue editora y colaboradora de la revista Wild Flower, editada por la citada sociedad.
Como profesora e investigadora, Lucy Braun supo combinar muy bien el trabajo de campo, en el que era especialmente activa, con sus interesantes y originales clases teóricas. Muchas de las facetas de su singular personalidad han quedado reflejadas en una breve biografía escrita por su antigua alumna, Lucille Durell. Esta autora, de la que hemos extraído algunos párrafos, ha relatado que, «mediada la década de 1930, seguí tres cursos de botánica impartidos por una profesora maravillosa, Lucy Braun. El primero, sobre botánica general, nos transportó por todo el mundo desde los polos al ecuador. El siguiente trataba de geografía botánica, y en él estudiamos los diversos tipos de comunidades vegetales de los Estados Unidos. Finalmente, en el tercer curso nos concentramos en las plantas de la región de Cincinnati».
Lucille Durell hace referencia a las excelentes diapositivas con que la profesora ilustraba muchas de sus clases; se trataba de fotos que ella misma había tomado y que contenían información tan abundante como bella. De hecho, Lucy Braun realizó numerosos viajes durante más de 25 años de investigación, la mayor parte conduciendo su propio coche. Normalmente, iba acompañada por su hermana Annette, entomóloga, que la ayudaba en su trabajo.
Durante esos desplazamientos, la experta botánica tomó cientos de diapositivas y numerosas fotografías en color de la flora que encontraba; las marcaba con cuantiosos datos incluyendo la fecha, el lugar, el clima, etc.; luego, las exhibía en sus populares clases y conferencias, tanto en la universidad como ante el público en general.
«En algunas ocasiones, continua su antigua estudiante, Lucy llevaba consigo algunos alumnos y alumnas a expediciones que duraban en torno a una semana. Su conocimiento sobre las plantas nativas era enciclopédico. Mantenía un registro de todos sus viajes, las fechas en que había visto plantas, nombre, lugar, condiciones… Cuando se le solicitaba, podía dar con gran detalle la dirección exacta de la especie requerida».
Lucille Durell ha recordado que «los cursos [de Lucy Braun] aumentaron enormemente nuestra apreciación del medio ambiente; después de sus enseñanzas tuvimos mucha más consciencia de la vegetación […]. Pese a que en aquellos tiempos se hablaba muy poco sobre conservación, Lucy, con su interés y sabiduría, sembró las semillas que estimularon nuestro compromiso para amar y preservar la naturaleza».
Otras personas que conocieron a esta singular científica han expresado que «estar con ella en el campo era extraordinario; pues hacía que todo fuera muy estimulante […]. Le encantaba estar al aire libre en el campo y ni la lluvia la detenía. Podía caminar incansablemente». Su pensamiento más frecuente ha quedado contenido en la frase «solo a través de un estrecho y respetuoso examen de la naturaleza los humanos podremos comprender y proteger sus bellezas y sus maravillas».
Lucy Braun nunca se casó; tras la muerte de sus padres vivió con su hermana en una original casa próxima al bosque; aquí montaron un laboratorio y un jardín experimental al que la científica aportó diversos vegetales. Según relata Lucille Durell, la única actividad relajante en casa eran sus plantas y sus libros de misterio; cuando un amigo expresó su sorpresa ante tales lecturas, ella respondió que «todos los científicos leen misterios».
La personalidad de la investigadora, según ha expresado su antigua alumna, era la de una persona dominante y de fuerte carácter, con una férrea voluntad y poca condescendencia, añadiendo que gran parte de sus amistades admitían preferir «mantener su boca cerrada» antes que contradecirla.
Valga incluir un corto relato expuesto por Lucille Durell. Recordemos que entre los y las especialistas en botánica ha habido excelentes dibujantes que han ilustrado su propia obra. Sin embargo, este no fue el caso de Lucy Braun, ya que ella no pintaba, y por ello contrató a una excelente dibujante llamada Bettina Dalvé. Las confesiones de ésta son de interés porque reflejan una faceta de la idiosincrasia de la científica. Narraba que «la Dra. Braun acostumbraba a entregarme plantas frescas y un bosquejo con las instrucciones escritas relacionadas con los detalles esenciales […]. Me maravillaba la claridad de sus palabras, particularmente por la eficacia con que se comunicaba conmigo, que no era botánica […]. Sin embargo, era una mujer muy difícil con la que trabajar». Al respecto, Durell explicita que «a pesar de que Lucy hablaba elogiosamente a los demás de los excelentes dibujos de Bettina, la ilustradora tuvo que esperar ocho años y medio por un mero signo de apreciación».
Lucy Braun no fue una mujer que viviese aislada; por el contrario, tuvo un amplio círculo de amigos compuesto por destacados científicos y sus estudiantes, además de personas no profesionales que la conocían y admiraban por su gran erudición. Asimismo, mantenía una activa correspondencia con los botánicos de su especialidad, discutiendo a menudo enérgicamente con ellos si se mostraban opuestos a sus ideas. Pese a que era bastante exigente con el alumnado, por ejemplo, requería la presentación de un cuidado informe cada vez que retornaban de un viaje; lo que inspiraba un considerable respeto entre los y las jóvenes estudiantes. De hecho, un número no menor de ellos desarrollaría, gracias a la intensa influencia de su lúcida profesora, muy buenas carreras en botánica.
Como docente, Lucy Braun tuvo trece estudiantes de master y uno de doctorado, nueve de los cuales fueron mujeres. Entre los diversos obstáculos con que se enfrentaban las científicas universitarias en aquellos tiempos estaban los distintos impedimentos, más o menos sutiles, que encontraban para ser mentoras de estudiantes graduados, lo que convertía en algo muy infrecuente una tutoría ejercida por una mujer.
La brillante biografía de Lucy Braun muestra que no se desalentaba fácilmente, ya que continuó sus valiosas enseñanzas hasta mucho después de su retiro. Científicos y científicas profesionales venían a ella en busca de ayuda y consejos. Y también lo hacían personas aficionadas, que deseaban conocer detalles sobre el tema. Así, una de éstas confesaba a Lucille Durell que «Lucy me dio a conocer las plantas. Me mostró cómo usar lupas de mano […]; abrió para mí un mundo completamente nuevo. De ella aprendí tantas cosas sobre la naturaleza que nunca podré olvidarla».
El interés de Lucy Baun por transmitir conocimientos, recuerda Durell, nunca decayó. Por ejemplo, en 1969, a la edad de 80 años, impartió en el Comité de Mujeres del Museo de Historia Natural de su ciudad (Women’s Committee of the Cincinnati Museum of Natural History) una serie de clases para adultos. Lo hizo al aire libre y fue capaz de mantener la atención de las más de ochenta personas que acudieron a escucharla.
Una fructífera carrera investigadora
Lucy Braun pasó gran parte de su carrera estudiando la adaptación de las plantas a su entorno. La ecología la deslumbró muy pronto y enfocó su investigación en los bosques, siendo su particular interés comparar la estructura de las comunidades vegetales actuales con las del pasado. No solo dedicó su vida profesional a escribir sobre sus observaciones y hallazgos, sino que simultáneamente, se esforzó por impulsar diversas campañas para proteger y conservar las áreas naturales.
Como ha expresado John P. Rafferty en la página web de Britannica, examinó evidencias históricas de las migraciones de las plantas en respuesta al avance y a la retirada de los glaciares, siguiendo una técnica comparativa que ha sido muy elogiada por sus colegas en la disciplina. Sus estudios fueron sumamente innovadores; en realidad, los primeros de esta clase en los Estados Unidos, proporcionando un modelo hasta hoy vigente para analizar los cambios en las comunidades vegetales a lo largo del tiempo. Además, sus novedosas técnicas mostraban un apreciable potencial para supervisar las comunidades alteradas por las actividades humanas, y proteger su biodiversidad.
Como ha señalado el profesor de biología de la Universidad de Florida, Frank S. Gilliam, con su experiencia investigadora tanto en geología como en botánica, Lucy Braun fue una de las primeras investigadoras que «no solo abrazó la naturaleza multidisciplinar de la ecología, sino que también usó sus conocimientos para lograr significativos avances en este campo».
El éxito profesional más recordado y duradero de esta notable investigadora fue un libro titulado Deciduous Forests of Eastern North America, que salió a la luz por primera vez en 1950; estaba dedicado a los bosques de árboles con hoja caduca (esto es, cuyas hojas se pierden por completo durante el invierno) del noreste de su país. Esta obra se convirtió con gran rapidez en un referente esencial dentro de su especialidad. Representó la culminación de un amplio conjunto de estudios que Lucy Braun había emprendido desde los comienzos de su vida profesional.
El acreditado botánico estadounidense Francis Raymond «Ray» Fosberg (1908-1993), en una celebrada reseña sobre el libro de Lucy Braun, escribía que «solo puedo decir que es un trabajo definitivo, y que ha alcanzado un nivel de excelencia rara vez o nunca logrado en la ecología americana o en la ciencia de las plantas; al menos ningún trabajo de importancia es comparable» (Stuckey, 1997).
En la misma línea, la responsable de la biblioteca y de la organización de los archivos de la Universidad de Cincinnati, Suzanne Reller, experta en la historia de las mujeres americanas del siglo XX, y de su colaborador Iman Said, han destacado en el blog de dicha universidad, que el libro de Lucy Braun acerca de la condición actual del bioma (unidad ecológica en que se divide la biosfera) del noreste de Estados Unidos y su desarrollo después del final de la Edad del Hielo, ha sido altamente valorado por los y las especialistas, sobre todo por su clasificación de las regiones boscosas y por los mapas que presenta describiendo el modelo forestal «original».
Aunque este libro, como han recordado diversos especialistas, ha tendido a ensombrecer los demás logros de Lucy Braun, es importante recordar que sus aportaciones al ámbito de la ecología vegetal y de la taxonomía o clasificación de las plantas, fueron muy notables y valiosas. Por ejemplo, según ha registrado el biólogo doctorado en botánica por la Universidad de Michigan, Ronald L. Stuckey, en un libro editado por Louise Grinstein y colaboradoras, Braun describió como nuevas para la ciencia cuatro especies y cuatro variedades de plantas vasculares, así como un helecho híbrido. Igualmente, sus esfuerzos estuvieron en la vanguardia de la lucha por la conservación de la diversidad biológica y en el diseño de distintos medios útiles para evitar su pérdida.
A lo largo de su carrera, Lucy Braun escribió un total de cuatro libros y 180 artículos publicados en más de veinte revistas. Gran parte de sus artículos salieron a la luz en revistas de impacto, como Ecology, Ecological Monographs, y en Botanical Review.
La lista de premios y reconocimientos que recibió Lucy Braun es enorme, por lo que solo incluiremos algunos de los muchos que podemos leer en Wikipedia. Por ejemplo, fue la presidenta de la Academia de la Ciencia de Ohio entre 1933 y 1934. En 1950 fue la primera mujer elegida Presidenta de la Sociedad Ecológica de América (President of the Ecological Society of America), y, como recalca Stuckey, la única figura femenina que ocupó un puesto de esa categoría hasta 1986. En 1961, fue declarada una de las 69 botánicas (mujeres y hombres) distinguidas por Sociedad Americana de Botánica (Botanical Society of America).
La antigua alumna, Lucille Durell, apuntaba que «Lucy mantuvo su mente clara hasta el final». Murió de un fallo cardíaco en marzo de 1971 a los 82 años de edad. En esos momentos era una de los tres mejores ecólogos y ecólogas de los Estados Unidos.
Valga terminar recordando las palabras de uno de los expertos que más ha estudiado a la científica, el citado botánico Ronald Stuckey, «en su totalidad, Lucy Braun es considerada como una de las pensadoras más originales de la ecología vegetal de Norteamérica durante la primera mitad del siglo veinte».
Referencias
- Braun, E. Lucy (1950). Deciduous Forests of Eastern North America. Philadelphia, PA: Blakiston.
- Durell, Lucille(1981). Memories of E. Lucy Braun. Stuckey & Reese, Ohio Biol. Surveys Notes no. 15: 37-39
- Gilliam, Frank S. E. Lucy Braun. Oxford Bibliographies. Last reviewed: 08 february 2021
- Rafferty, John P. Emma Lucy Braun. American botanist and ecologist. Britannica
- Reller, Suzanne and Iman Said. Emma Lucy Braun: Pioneer Plant Ecologist. ARB Intern, 2014-2015
- Stuckey, Ronald L. (1997). Emma Lucy Braun (1889–1971). In Grinstein, Louise S.; Biermann, Carol A.; Rose, Rose K. (eds.). Women in the Biological Sciences: A Biobibliographic Sourcebook. Westport, CT: Greenwood Press.
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.