Susan Delano McKelvey, una vida fascinada por la ciencia de las plantas

Vidas científicas

Susan Delano McKelvey. Fuente: Arnoldia.

En una prominente familia de Massachusetts, nació el 13 de marzo de 1883 Susan Delano, quien se convertiría en una de las botánicas más destacadas de su tiempo. Era la quinta hija de Susan Magoun Delano (1848-1904) y del acaudalado banquero Eugene Delano (1844-1920), primo del 32 Presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt.

La futura científica estudió en un colegio, el Bryn Mawr College, que forma parte de un grupo de élite de colegios universitarios de los Estados Unidos. Allí recibió una esmerada educación que, entre otros temas, incluía clases de ciencias y el estudio de idiomas. Se graduó en 1907, y ese mismo año contrajo matrimonio con un conocido abogado de nueva York, Charles Wylie McKelvey (1878-1957), con quien tuvo dos hijos.

Durante unos años llevó una confortable vida como esposa, madre y miembro de la clase alta de la sociedad de Nueva York. Sin embargo, en 1916 la tragedia golpeó duramente a la familia al fallecer uno de sus hijos, lo que provocó una profunda crisis en la que el matrimonio acabó rompiéndose. Según describía en 1987 su principal biógrafo, Edmund Schofield, Susan Delano era una mujer con marcada personalidad y notablemente determinada que, ante la dura situación que estaba atravesando, optó por empezar una vida totalmente nueva. Con 36 años de edad, en 1919, abandonó Nueva York y se desplazó a Boston.

Tras llegar a Boston, se puso en contacto con el prestigioso profesor de botánica Charles Sprague Sargent (1841-1927), fundador y director del Arnold Arboretum, un enorme parque público perteneciente de la Universidad de Harvard dedicado a la investigación botánica. Hoy día, sostiene la escritora Ida Hay, es «uno de los espacios al aire libre más hermosos de Boston; un museo vivo de árboles, arbustos y otras plantas».

Susan Delano McKelvey propuso al profesor la posibilidad de incorporarse como voluntaria al Arboretum. Inicialmente, Sargent la envió a trabajar en el invernadero lavando macetas, según Schofield, para comprobar su resolución. Asimismo, el profesor le propuso que estudiara las plantas del invernadero bajo la tutela del botánico William H. Judd, tarea que la joven emprendió con notable dedicación.

Comienzos de una vida dedicada a la botánica

Tras el impulso inicial de Charles Sprague Sargent, Susan Delano McKelvey empezó a estudiar con gran entusiasmo para formase en varios aspectos de la botánica; sus lecturas fueron despertando en ella gran curiosidad e interés, de tal modo que el mundo vegetal terminaría por convertirse en una vocación que mantuvo el resto de su vida. Comenzó su carrera de la manera clásica, participando en una laboriosa expedición botánica al Glacier National Park, un viaje que requirió tres días de desplazamiento y duró cinco semanas entre agosto y septiembre de 1921. El equipo recolector estaba compuesto por varios expertos, y también participó el hijo de Susan Delano que contaba con 13 años. Realizaron el viaje en autobús, luego a pie y finalmente a caballo.

Por aquellos años, en el gigantesco Glacier National Park, establecido como tal en 1910, se habían llevado a cabo muy pocos trabajos sobre su flora. Por esta razón, ofrecía la oportunidad de realizar importantes y novedosas contribuciones. De hecho, en el Newsletter of CSSA (Connecticut Science Supervisors Association), se relata que el equipo recolectó más de 400 plantas herbáceas y leñosas. Susan Delano McKelvey, aprovechó esta coyuntura para desempeñar múltiples actividades; por ejemplo, aprendió a seleccionar y secar especímenes vegetales, o a empaquetar y embarcar plantas vivas para enviarlas al Arnold Arboretum donde serían estudiadas.

De vuelta a Boston, trabajó cuidadosamente con los especímenes recolectados y, por sugerencia de Sargent, en marzo de 1923 envió doscientos de ellos a la acreditada botánica Alice Eastwood (1859-1953), entonces conservadora de la Academia de la Ciencia de California, quien en 1914 había realizado recolecciones para el Arnold Arboretum. El intercambio dio lugar a que entre ambas botánicas se iniciase una larga amistad. Según ha relatado Schofiel, Delano escribió a Eastwood: «He oído a menudo su nombre en el Arboretum, lo que ha estimulado mi deseo ser tan buena recolectora de plantas como usted».

No obstante, pese a este periodo temprano de trabajo de campo, el interés de la científica había empezado a enfocarse en otra dirección, concretamente en la colección de lilas que desde 1908 había empezado a cultivarse en el Arboretum. Estos bellos arbustos, pertenecientes al género Syringa, son considerados parte de la historia de los Estados Unidos, y entre sus caracteres destaca que a comienzos de la primavera producen flores de hermosos colores y un delicioso perfume que dura en torno a cinco semanas. En el Arboretum, las lilas se empezaron a seleccionar en base a ciertos atributos hortícolas como el tamaño de las flores y su color; y cabe apuntar que en la actualidad la colección de lilas de este centro constituye una de las más antiguas y mayores de Norteamérica.

Fuente: Internet Archive.

A comienzos de la década de 1920, Susan Delano McKelvey centró su trabajo en estas bellas plantas, dedicándose con notable intensidad y rigor a su estudio. Como ha descrito Schofield, desplegó una gran actividad en torno al tema. A lo largo de varios años visitó y examinó especímenes cultivados en viveros de los Estados Unidos y Canadá. Además, viajó a Gran Bretaña y a Francia, reuniendo infatigable toda la información que estaba a su alcance. Asimismo, mantuvo correspondencia con diversos especialistas europeos y de su país, al tiempo que leía atentamente literatura botánica, monografías, revistas de horticultura de más de diez países, y catálogos de los viveros más conocidos del mundo.

Su entusiasta dedicación rindió excelentes frutos. De hecho, en 1925 consiguió describir una nueva especie, Syringa rugulosa; y escribió su primera contribución significativa a la botánica: una monografía sobre el género Syringa, titulada The Lilac: A Monograph, que se publicó en 1928. El libro fue muy bien recibido, y al respecto Schofield ha apuntado que el Journal of the Royal Horticultural Society lo definió como «un volumen extraordinario sobre el género Syringa; una monografía única que durante muchos años constituirá un excelente monumento a la buena investigación y la excelente contribución de una dama botánica americana». Otras revistas profesionales y The Times de Londres también vertieron numerosos elogios sobre el libro.

Susan Delano fue premiada con prestigiosos galardones y empezó a ser vista como una autoridad entre los y las botánicas de su tiempo. En gratitud por el generoso apoyo que había brindado Charles S. Sargent al proyecto sobre las lilas, la científica le dedicó el libro, aunque él no pudo saberlo porque murió en marzo de 1827 a los 86 años de edad.

En 1929, Susan Delano McKelvey recibió por su libro la Centennial Gold Medal de Massachusetts Horticultural Society, y la Schaffer Medal de Pennsylvania Horticultural Society, siendo la primera vez que esta última medalla se entregaba por un libro. Además, el Garden Club of America le otorgó la Emily Renwick Achievement Medal.

Un nuevo camino en la investigación botánica

En 1927 falleció su tutor y amigo, el profesor Sargent; tras ese luctuoso hecho y la publicación de su libro, la científica decidió dar un giro en su carrera investigadora. Optó por centrar el interés en un grupo de vegetales que llamaba notablemente su atención: las plantas del suroeste de los Estados Unidos.

Según describe Schofield, en agosto de 1928 escribió a Alice Eastwood preguntándole si estaría interesada en un viaje botánico de un mes de duración por Nuevo México y Arizona. «Yo llevaría un coche y correría con los gastos» ofrecía Susan Delano (recordemos que procedía de una familia de considerable fortuna). Al mismo tiempo, confesaba estar «ansiosa por estudiar los juníperos y cipreses, aunque, por supuesto, tu podrás coleccionar aquello que desees; me gustaría tu ayuda y consejo sobre esas dos plantas especialmente». Alice Eastwood respondió afirmativamente a esta carta, y el prometedor viaje quedó emplazado.

Susan Delano McKelvey, sigue relatando Schofield, viajó en tren hasta Nuevo México donde llegó el 11 de octubre. Allí la esperaba su fiel chofer y guardaespaldas, Hamilton, que había venido conduciendo desde Boston la limusina de la científica. Media hora después, llegaba por tren Alice Eastwood desde California.

Susan Delano McKelvey y su chofer Oscar Edward Hamilton (1932). Fuente: Arnold Arboretum.

Al día siguiente, las dos investigadoras junto al chofer, comenzaron en su confortable coche el viaje de recolección de plantas. Muy pronto, Susan Delano comprendió que Syringa había quedado atrás en su carrera profesional. Las plantas del árido suroeste atraparon su atención y los paisajes de aquellos lugares cálidos, secos y brillantes, literalmente la deslumbraron. Cuando acabaron el viaje, el 11 de noviembre, la científica había logrado coleccionar 410 especímenes, y tomado la decisión de dedicar su próximo proyecto de trabajo a la vegetación de estos fascinantes entornos.

En los años siguientes, entre 1928 a 1936, Susan Delano realizó ocho viajes al suroeste norteamericano, en unos casos acompañada por Alice Eastwood y en otros solo en compañía de su chofer. Logró recolectar numerosos ejemplares, entre ellos diversos cactus y miembros del género Yucca. De este último recolectó miles de especímenes, tantos que acabó siendo el principal objetivo de su trabajo.

Valga recordar que Yucca es un género de plantas suculentas compuesto por 55 especies​ nativas de Norte y Centroamérica, caracterizadas por sus rosetas de hojas con forma de espada y por sus racimos de flores blancas. Su atractivo aspecto y rusticidad, al ser nativas de regiones áridas y aptas para la conservación del agua, requieren poco riego. Eso hace que las yuccas se cultiven ampliamente como ornamentales. (Como podemos leer en Wikipedia, no se debe confundir con la yuca o mandioca que se cultiva en zonas por el alto valor alimenticio de sus tubérculos).

Durante los diversos viajes de Susan Delano por el suroeste, Hamilton, su chofer, tomó un gran número de fotos de los ejemplares y del paisaje del que provenían; por su alta calidad, estas fotos constituyen actualmente una valiosa colección mantenida a buen resguardo en los Archivos del Arnold Arboretum. Según ha narrado Schofield, Hamilton también colaboró en las recolecciones de plantas, sobre todo cuando el trabajo era muy pesado y de difícil acceso.

A lo largo de la mayor parte de 1937, esta tenaz botánica trabajó intensamente en el primer volumen de un libro dedicado a las Yuccas, que saldría la luz hacia la mitad de 1938 bajo el título Yuccas of the Southwestern United States Part One, impreso por el Arboretum. La científica confesó sentirse «muy feliz» cuando Alice Eastwood, entonces con ochenta años, le dio su aprobación. Seguidamente, se dedicó con entusiasmo a escribir una segunda parte, al tiempo que revelaba en una carta a Eastwood, «me siento realmente afortunada por conservar mi interés».

Fuente inagotable de nuevos proyectos

Hacia la primavera de 1943, Susan Delano McKelvey tenía ya listo para publicar el manuscrito de la segunda parte del libro sobre las Yuccas, pero el Arboretum carecía de fondos; la Segunda Guerra Mundial había hecho mella en su economía. Al respecto, la científica escribía a su amiga Eastwood, «no tengo idea de cuándo saldrá publicado mi segundo libro sobre Yucca […]. Aunque, para decir la verdad, excepto porque me gusta completar lo que he empezado, estoy disfrutando mucho con mi proyecto presente».

Susan Delano McKelvey delante de un agave en flor
(hacia 1930). Fuente: Arnold Arboretum.

Ciertamente, como explica Schofield, «Susan había empezado en 1944 a trabajar en el que sería su tercer y último libro». Se trataba de un minucioso recuento sobre la exploración botánica de la región de los Estados Unidos que se extiende al oeste del río Mississippi. Acerca de este proyecto, en su correspondencia con Alice Eastwood revelaba, «ahora que he comenzado algo nuevo estoy muy entusiasmada […]. De hecho, es tan interesante que desearía haberlo empezado hace años».

El tercer libro de Susan Delano McKelvey, titulado Botanical Exploration of the Trans-Mississippi West 1790-1850, se publicó en 1956. Consiste en un extraordinario trabajo de 1144 páginas sobre los arriesgados esfuerzos y aventuras de diversos recolectores de plantas a lo largo de más de seis décadas. Además de estar muy bien escrito, el libro contiene ilustraciones y mapas de considerable valor histórico. Por esta última obra, la científica recibió la medalla de oro de la Massachusetts Horticultural Society, asimismo, se le otorgó otra valorada recompensa, el Sara Gildersleeve Fife Memorial Award, concedida por el New York Botanical Garden.

En una reseña bibliográfica publicada en 1958 por Philip Munz, el autor afirma que, pese a algunos premios, el libro de Susan Delano no había recibido la atención merecida. «Abarca un periodo de sesenta años y una región que se extiende desde la frontera norte a la del sur de los Estados Unidos y desde el río Mississippi hasta el océano Pacífico». En tan amplio entorno, continúa Munz, «la autora describe las actividades de recolectores de plantas cuyos hallazgos constituyeron los cimientos en los que se basaron los primeros estudios sobre las plantas del oeste norteamericano». La investigadora «dedica sus páginas principalmente al trabajo botánico de estos recolectores y cita largos pasajes de sus diarios […], logrando establecer los lugares de donde procede un elevado número de especies de nuestro país».

Seguidamente, Munz subraya que «este volumen tiene un inestimable valor y por muchos años será muy útil para los estudiantes de las plantas del oeste de Norteamérica. Pero ¡el libro es mucho más que eso! Dispone de gran información general sobre los botánicos [y sus experiencias personales]. Está muy bien impreso y, además, contiene 11 mapas cuidadosamente presentados». Y el crítico concluye declarando que «Susan Delano McKelvey se ha ganado la gratitud de sus lectores reuniendo tan bien y con tanto rigor una información de sumo interés».

Con la publicación de este último libro Susan Delano, que por entonces tenía 73 años, decidió redactar su testamento. Con fecha 5 de julio de 1960, estableció que todos sus «libros, notas, registros, fotografías, films y diversos artículos sobre el campo de la botánica debían ser entregados al Arnold Arboretum tras su muerte.»

En 1964, Susan Delano McKelvey fallecía en Boston a los 81 años de edad. Dejaba tras ella un brillante legado, ya que, como han reconocido diversos autores y autoras, pocas personas habían trabajado tanto como ella y durante tanto tiempo por el Arnold Arboretun de Boston. Durante los 45 años en que formó parte de esta institución se convirtió en una respetada botánica, realizó muchísimas incursiones por el oeste de los Estados Unidos y escribió tres eruditos libros, además de diversos trabajos botánicos hoy considerados clásicos en la materia.

Referencias

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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