Leila Alice Denmark, la pediatra supercentenaria que cosía manteles con paracaídas de guerra

Vidas científicas

Leila Alice Denmark tenía sobre la mesa de su comedor un mantel de patchwork (una técnica de labores que consiste en confeccionar prendas u objetos cosiendo parches de distintas telas) hecho de cuadrados que antes habían sido pequeños paracaídas utilizados durante la Segunda Guerra Mundial para liberar bombas sobre Estados Unidos. Denmark se sentía muy orgullosa de que esos parches de tela, creados para matar y herir a sus compatriotas, hubiesen terminado decorando una casa en la que se promovía la salud y la vida.

Leila Alice Denmark. Gerontology Wiki.

Porque Leila Alice Denmark dedicó su vida a la pediatría, y fue una vida muy, muy larga: vivió hasta los 114 años, y ejerció hasta los 103, lo que supuso en total una carrera de más de 70 años.

De sombrerera a pediatra

Denmark nació con el nombre Leila Alice Daughtry nació en Portal, en el estado de Georgia, el 1 de febrero de 1898. Fue la tercera de doce hermanas y hermanos y, cuando era pequeña, terminar siendo pediatra no estaba entre sus planes. Aunque se graduó en el Tift College para ser profesora, ella quería ser sombrerera e hizo varios cursos para aprender a confeccionar sombreros.

Sin embargo, el transcurso de la Primera Guerra Mundial y el destino de su marido en la isla de Java por parte del Departamento de Estado terminó convenciéndola de cambiar de rumbo y optó por la ciencia para ayudar a salvar vidas: estudió química y física en la Mercer University y en 1928 se convirtió en la tercera mujer en graduarse en Medicina en el Medical College de Georgia. Tras graduarse comenzó su año como interna en el área para personas negras del Hospital Grady de Atlanta (la segregación racial era parte de la vida cotidiana en Georgia en aquella época), y poco después se incorporó al Hospital Infantil Henrietta Egleston, donde fue la primera interna.

Contra las guarderías y la incorporación de las madres al mundo laboral

En 1931 abrió una clínica en su propia casa, tras haber tenido a su hija, ya que no quería dejarla al cuidado de otra persona. De hecho, gran parte de su práctica pediátrica se basaba en la idea de que debían ser las madres quienes cuidasen a sus hijos. Defendía su oposición a que se incorporasen al mundo laboral y dejasen a sus hijos en guarderías bajo el argumento de que los niños criados por terceras personas, precisamente por ser especialistas en cuidados, resultarían al crecer personas con poca capacidad de autodisciplina y problemas de confianza en los demás.

En un artículo publicado en un periódico local en 1998, Denmark dejaba clara su opinión al respecto: “Los niños no están siendo guiados por sus padres, y eso está descarrilando este país. La crianza ha pasado de moda. Los padres persiguen objetivos materiales, coches nuevos, casos más grandes… y el resultado es el descuido de sus hijos”. Y añadía también que en las guarderías los niños se veían privados de atención y se enfermaban: “las guarderías mantienen a los pediatras de este país, sin ellas nos moriríamos de hambre”.

Según los recuerdos de sus pacientes, que en muchos casos pertenecían a varias generaciones distintas de la misma familia a los que había ido tratando de pequeños, Denmark no tenía en su clínica ni enfermeras, ni recepcionista, ni asistentes de ningún tipo, y ella misma se encargaba de coger el teléfono cuando sonaba. Para ser atendido no hacía falta cita previa, solo asistir cuando se necesitaba, apuntarse en el libro de visita y esperar el turno, lo que a veces suponía varias horas dependiendo de la temporada.

Opiniones y consejos con y sin evidencia científica

Además de su clínica personal, Denmark trabajaba como voluntaria en la clínica que tenía en Atlanta la Iglesia Central Presbiteriana en la que se atendía a bebés de familias sin recursos como acto de caridad. Como parte de su actividad, entre 1933 y 1944 dedicó tiempo y esfuerzo a investigar sobre el diagnóstico, el tratamiento y las posibilidades de inmunización ante la tos ferina de los niños pequeños, que a menudo resultaba mortal para los menores de estas familias. Como resultado de estas investigaciones y con la colaboración de la empresa Eli Lilly and Company y la Universidad de Emory, se desarrolló una vacuna contra la tos ferina que aún hoy se sigue utilizando.

Leila Denmark tratando a un paciente. Imagen: drleiladenmark.com.

Pero también daba consejos y aplicaba remedios que a día de hoy se consideran faltos de evidencia o incluso contraproducentes, como evitar el consumo de leche de vaca por estar pasteurizada y considerarla dañina para la salud, introducir la alimentación complementaria a los tres meses o hacer que los bebés duerman tumbados boca abajo, entre otros. Su opinión sobre el efecto perjudicial de dejar a los niños pequeños al cuidado de profesionales en una guardería, más allá de la opinión personal y la elección de cada familia, tampoco está basada en evidencias. En cambio, su insistencia en que los niños comiesen fruta y no bebiesen zumos, sí está alineada con las recomendaciones nutricionales actuales, igual que su rechazo al azúcar por sus efectos perjudiciales sobre la salud tanto en niños como en adultos.

Denmark siguió ejerciendo la pediatría hasta que tuvo que retirarse a los 103 años debido a una degeneración macular irreversible que deterioró su vista hasta el punto de ser considerada legalmente ciega. Aún entonces, seguía hablando por teléfono con padres y madres de algunos antiguos pacientes para asegurarse de que estaban bien y darles consejos sobre cómo cuidarles. Murió en 2012 a los 114 años.

Referencias

Sobre la autora

Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.

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