Hay aves feas. El marabú argala es una de ellas. Puede llegar a medir 1,5 metros de altura y tiene una envergadura de 2,4 metros. No es una cigüeña adorable, más bien es una cosa zancuda, que camina con marcha militar, con la cabeza calva y una especie de capa de plumas grises. A mitad del cuello le cuelga una peculiar bolsa de color naranja rojizo con un brillo intenso. Pero su valiosa función en el ecosistema le ha merecido el apoyo de un ejército de mujeres.

Más sobre este animalito tan poco atractivo
El nombre científico del ave que nos ocupa es Leptoptilos dubius y su denominación en español, por recomendación de la Sociedad Española de Ornitología (SEO) es marabú argala. Se le conoce también como hargila que significa tragahuesos en asamés. Por si la apariencia del argala no fuera bastante repulsiva, esta cigüeña tan peculiar tiene un olor desagradable y sus graznidos no son muy armoniosos. Con sus excrementos fétidos y acuosos tampoco se gana la simpatía de los aldeanos. Lo que le hace interesante es que se alimenta de restos orgánicos y limpia el entorno de carroña.
Hace años había muchos ejemplares en el sudeste asiático, pero en la actualidad está entre las especies de aves más raras del mundo. Se las puede ver buscando alimento en humedales, recorriendo pastizales o vadeando vertederos para sobrevivir. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza las sitúa en la categoría de «casi amenazadas», ya que se cree que sólo quedan entre 1300 y 1500 parejas repartidas entre Camboya y Assam, al este de la India.
Para hacernos una idea de la importancia que tuvo señalaremos que el marabú argala aparece en el escudo de armas de Calcuta. En esta ciudad vivían muchísimas de estas aves y eran muy apreciadas porque mantenían el lugar limpio y libre de serpientes. En la actualidad se cree que ya no queda ninguna allí.
El deterioro de su imagen ha sido tan severo que en muchos lugares, las personas que convivían con ellos no los quería cerca; en muchas zonas les tiraban piedras, les envenenaban e incluso quemaban sus nidos. El futuro del marabú argala no parecía nada halagüeño hasta que una bióloga hindú se cruzó en su camino.
Purnima Barman
Todo empezó con un árbol. Hace unos 17 años, en Dadara, una aldea de Assam, un lugareño derribó un kadam, un árbol muy alto en el que había nueve nidos de marabú argala. Una bióloga observó cómo el árbol se derrumbaba y los nidos se estrellaban contra el suelo. Entre los montones de plumas y ramitas, se encontraban polluelos heridos, algunos de los cuales finalmente murieron. Como madre de gemelas, Purnima Devi Barman, nuestra científica, estaba desconsolada. «Verlos luchar me dolió profundamente. Estos pobres pajaritos no podían hablar ni defenderse. Sentí como si mis propias hijas estuvieran siendo perseguidas». Cuando Barman habló con el hombre, tuvo que aguantar su enfado y sus gritos. Otros vecinos le apoyaron, rodearon a Purnima, se burlaron de ella y le dijeron que las hargilas eran un mal presagio y que traían suciedad. En ese momento, se propuso proteger a estas aves y crear conciencia.
Al día siguiente, decidió volver; le ofreció al hombre limpiarle la casa, los excrementos, las plumas y otros desechos aviares que estuvieran en su jardín. Decidió llevar a sus hijas para que la ayudaran e inculcarles el respeto a esta ave.
Después de esta acción, el hombre que tenía completamente denostado al argala, estaba más receptivo a la causa de Barman. «Me di cuenta de que se puede cambiar la percepción de la gente mediante las propias obras. Antes yo le decía al hombre qué hacer. Pero me di cuenta de que tenía que demostrarle que era posible hacerlo». Este episodio del hombre enfadado le dio a Purnima el impulso que necesitaba. Habló con otros propietarios de árboles y visitó escuelas. Organizó reuniones públicas y pensó que era necesario que más mujeres se unieran para formar parte de la solución, ya que son las educadoras de sus hijos en la familia.
Al principio, no se interesaron demasiadas. Las reuniones apenas tenían inscripciones. Entonces se le ocurrió organizar concursos de elaboración de pitha-laru (dulces tradicionales) y, poco a poco, se unieron cinco, diez o doce mujeres. Purnima usó esta estrategia para charlar con ellas sobre la naturaleza. Las animó a proteger el medio ambiente y a las hargilas. Durante los años siguientes, el movimiento ecofeminista cobró impulso. «El grupo empezó con entre diez y trece mujeres y ahora somos miles trabajando por la causa», afirma.
El Ejército Hargila
Las diez mil mujeres que Purnima ha conseguido convocar forman una comunidad que promueve un movimiento de conservación masivo a través de canciones, danzas, confección de saris y señalización con GPS de las zonas de anidamiento. Hacen todo lo posible para proteger a los marabúes argala de la extinción. Se autodenominan el Ejército Hargila (Hargila’s Army) y se las puede ver en las praderas de Assam; grupos de mujeres indígenas, ataviadas con saris multicolores y con tocados de papel maché que simulan la cabeza de una hargila. Bailan en círculos mientras cantan canciones tradicionales asamesas. Es una imagen impactante. Danzan sonriendo, son portadoras de sabiduría y se las respeta cuando hablan a los aldeanos sobre la importancia de estas aves gigantes.

El objetivo de las «Hermanas cigüeña» o «Guerreras verdes» es proteger los hábitats de anidación de las aves, rescatar crías caídas, participar en campañas de limpieza y plantar árboles kadam y shimul, los preferidos por estas cigüeñas para anidar. La mayoría de estas mujeres no trabaja fuera de casa. Reciben cursos sobre conservación de especies que las capacita para rastrear los patrones de comportamiento de las hargilas, que están cambiando drásticamente debido al cambio climático, para censar y hacer seguimientos de su población y para mapear las colonias de anidación.
Pertenecer a este movimiento es un símbolo de honor. Purnima espera aumentar el número de mujeres a veinte mil miembros en breve. Su contribución va más allá de la simple protección del ave ya que empodera a miles de mujeres, mejora sus medios de vida y cataliza el cambio social en las aldeas a medida que ellas lideran el rescate y el seguimiento de las aves.
Como dato, el gobierno de Assam celebró el 7 de octubre de 2022 el «Día del hargila». Con esto, el marabú argala ha asegurado su lugar prioritario en la agenda gubernamental de conservación.
Premio Whitley de Oro
Cada año, se selecciona a un antiguo ganador o a una antigua ganadora del Premio Whitley para optar al Premio Whitley de Oro, dotado con 100 000 libras esterlinas para financiar proyectos. Es un premio muy importante en temas de conservación. Purnima Devi Barman ganó un Whitley en 2017 por su labor de conservación del marabú argala y de los humedales en los que vive. En Aaranyak, la población era de unas 450 aves y consiguió cuadruplicarla hasta superar los 1800 ejemplares.
En 2024 Purnima recibió el Whitley de Oro. Como objetivo, ella y su equipo aspiran a duplicar el número de ejemplares hasta alcanzar los cinco mil en 2030 en India y Camboya.
Los argalas son un pilar ecológico esencial en los humedales de Assam, que ocupan más de un 15 % del estado. Los humedales están en grave declive debido al cambio climático y desaparecen tres veces más rápido que los bosques, según las Naciones Unidas. Son puntos estratégicos para aves migratorias y especies silvestres. También protegen de las inundaciones monzónicas, que son más impredecibles en el contexto del actual cambio del clima.
Purnima y su Hargila’s Army han conseguido que la población de estas aves en Assam haya aumentado de 750 a más de 1800 ejemplares, lo que convierte al lugar en el hogar actual de la colonia de anidación de marabúes argala más grande del mundo. En 2007, había veintisiete nidos en una zona ubicada en el distrito de Kamrup en el noreste de Assam, y en 2021 ya eran 250. Toda esta área ha sido protegida por la ley de Biodiversidad de la India.
Los fondos destinados al proyecto de Barman siguen dando fruto y el argala ya no está al límite para su desaparición.
Entretejer la solidaridad para recuperar el planeta
Como parte de las iniciativas de conservación, las mujeres del Ejército Hargila tejen motivos del marabú argala en los saris confeccionados con la tradicional gamosa roja y blanca de Assam y en los chadores mekhela. Estos saris se venden, lo que permite a las mujeres ser económicamente independientes. «El sari se ha convertido en una herramienta fundamental para la comunicación, la educación ambiental y el empoderamiento femenino», dice Barman. «Dondequiera que van, nuestras mujeres se visten con saris que tienen motivos de su querida cigüeña. La gente siempre pregunta por ellos; por lo tanto, los saris son una buena manera de iniciar un diálogo en torno a las cigüeñas».
Estas iniciativas han cambiado las vidas de las mujeres. Viajan a pueblos vecinos para educar a muchas familias sobre las argalas. Por ejemplo, Karabi Das, de 35 años, residente en la aldea de Dadara, ha participado en el grupo durante los últimos cinco años. «Antes me quedaba en casa con las tareas domésticas, cuidando de mi esposo e hijos», comparte en asamés. «Pero cuando me uní al Ejército Hargila, aprendí que las mujeres no sólo estamos hechas para las tareas del hogar. Podemos hacer algo por nuestra sociedad y la naturaleza. También podemos ser económicamente independientes como los hombres. Ahora puedo pararme frente a una multitud y decir algunas palabras con confianza».
A Barman le apasiona transformar la identidad de la cigüeña, de un monstruo a un gran pájaro valioso y familiar. Y ese cambio comenzó con las mujeres que se unieron a la organización. Pranita Medhi, de 35 años y madre de tres hijos, se unió al Ejército Hargila hace siete años. «Antes, solo sabía que la hargila era un ave grande con un olor fuerte», dice en asamés. «Después de unirme al movimiento, aprendí que sirve como limpiador natural. Estas aves son muy necesarias para la gestión de residuos al alimentarse de materia orgánica en descomposición, lo que ayuda a prevenir la propagación de enfermedades. Ahora las veo como guardianas de nuestro medio ambiente».
Las mujeres locales lo han conseguido. No sólo los científicos y las científicas pueden llevar a cabo actividades de rescate y conservación, sino que es necesario el esfuerzo comunitario. Las personas que viven con aves amenazadas, como el marabú argala, tienen una sabiduría sobre el entorno que pueden poner al servicio de la naturaleza y del planeta. A veces sólo necesitan un detonante, una figura sensible, capaz y resolutiva como Purnima. Ella cree en el valor de lo colectivo, en la fuerza del tejido frente a la del hilo aislado, la hebra suelta.
Referencias
- Iyengar, Radhika (2024). Meet the eco-feminist army saving giant storks in Assam. The Nod Magazine
- Lal, Neeta (2020). The army of women saving India’s storks. Al Jazeera Media Network
- Whitley Fund for Nature (2024). International scale-up: Doubling the numbers of Greater Adjutant Storks across their global range
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.