Hannah Wilkinson Slater, la inventora que elaboró un hilo suave y resistente a partir de algodón

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Algunas personas consideran a Hannah Wilkinson Slater como la primera mujer en recibir una patente estadounidense: fue en 1793, por un nuevo método de producción de hilo de coser de algodón. Aparecía en esa patente como «Mrs. Samuel Slater», es decir, aunque su marido no se atribuía el invento, el nombre de Hannah quedaba invisibilizado. Por ello, algunos historiadores prefieren atribuir esa primera patente femenina a Hazel Irwin por el invento de una prensa de queso en 1808 o a Mary Dixon Kies por su nueva técnica para tejer paja para sombreros con seda e hilo en 1809.

Hannah Wilkinson nació en 1774 en Pawtucket (Rhode Island, Estados Unidos). Su numerosa familia (su madre, su padre y sus siete hermanas y hermanos) era cuáquera. Su padre era un experimentado hombre de negocios, socio del abolicionista e industrial Moses Brown, quien a su vez tenía negocios con Samuel Slater, conocido popularmente como el «padre de la revolución industrial estadounidense».

Samuel Slater, el traidor

En 1788, Brown decidió invertir en la industria manufacturera estadounidense. Deseaba gestionar una fábrica en la que máquinas impulsadas por agua pudieran hilar fibra de algodón. Eligió para ubicarla la ciudad de Pawtucket que disponía de una fuente de energía hidráulica, una comunidad de fabricantes de herramientas y máquinas, y la capacidad de acercar barcos para transportar algodón y piezas textiles confeccionadas.

Pero sus máquinas no funcionaban. Su suerte cambió en 1789 cuando Samuel Slater llegó desde Inglaterra. Slater había trabajado durante siete años en una fábrica textil de su país y Brown lo contrató. El joven inglés pasó enseguida a supervisar la maquinaria de la fábrica de Brown, utilizando todo lo que conocía sobre las máquinas hilanderas inglesas. A finales de 1790 se produjo por primera vez en Estados Unidos hilo de algodón con máquinas impulsadas por agua con el sistema Arkwright de hilado de algodón desarrollado por Richard Arkwright.

Slater Mill, complejo de fábricas textiles impulsadas por agua a orillas del río Blackstone en Pawtucket.

Aunque Andrew Jackson bautizó a Slater como el «padre de la revolución industrial estadounidense«, en Inglaterra era conocido como «Slater el traidor», por revelar los secretos de la tecnología textil británica a los Estados Unidos. En ese momento, la ley británica prohibía la exportación de diseños, así que Slater memorizó lo que aprendió trabajando en la fábrica de algodón del hilandero Jedediah Strutt y «traicionó» a la ciudad de Belper (Derbyshire, Inglaterra) donde muchas personas se ganaban la vida en las fábricas de Strutt.

Hannah Wilkinson Slater, la inventora

Cuando Brown contrató a Slater, recomendó la casa de los Wilkinson como lugar adecuado para que el joven se alojara.

La madre y el padre de Hannah se opusieron en un principio a que su hija contrajera matrimonio con alguien que no fuera cuáquero. Finalmente, Hannah y Samuel se casaron en 1971. Samuel abrió su propio molino en la zona. Pero, en realidad, él no inventó nada; solo reprodujo lo que sabía sobre el funcionamiento de las máquinas con las que había trabajado en Inglaterra.

La inventora de la familia fue Hannah. En 1793 Samuel Slater mostró a su esposa un hilo muy suave que había hilado con algodón de Surinam de fibra larga. Deseaba utilizarlo para fabricar telas. Pero Hannah y su hermana experimentaron con su rueca manual, hilando dos hebras de algodón para convertirlo en un hilo de coser de dos capas, que resultó ser más fuerte y más suave que el hilo de lino, el único que se utilizaba en esa época para coser, y que era poco resistente.

Y ese mismo año presentó su solicitud de patente de invento a la Oficina de Patentes de EE. UU., que se expidió a nombre de «Mrs. Samuel Slater», la «Señora de Samuel Slater».

Además de este invento, Hannah participó activamente en organizaciones religiosas y asistenciales de la comunidad de Pawtucket. El matrimonio tuvo diez hijos, cuatro de los cuales no llegaron a la edad adulta.

Hannah falleció con tan solo 37 años, pocos días después del nacimiento de su último hijo, por complicaciones durante el parto.

Referencias

Sobre la autora

Marta Macho Stadler es doctora en matemáticas, profesora del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaboradora en ::ZTFNews y la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.

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