Para las científicas a lo largo de la historia, unir su nombre al de otra persona, casi siempre un hombre, a menudo su marido, era la manera de, si no recibir el reconocimiento que merecían, al menos de poder llevar adelante su actividad investigadora. Son contados los casos en los que la dupla fue con otra mujer. Edith Stoney lo hizo: ella y su hermana Florence, médica radióloga, llevaron a cabo una importante labor para implementar el uso de la radiología, concretamente rayos X, en la física médica. Fueron pioneras en su uso en el frente para la atención a los heridos durante la Primera Guerra Mundial.
Hijas de una reputada familia de físicos e ingenieros
Stoney nació el 6 de enero de 1869 en Dublín, en una familia angloirlandesa de reconocida trayectoria científica: su padre era un prestigioso físico que predijo y bautizó al electrón, varios años antes de que la existencia de esta partícula elemental fuera confirmada; uno de sus hermanos fue ingeniero, como también lo fueron su primo y su tío, que diseñó y construyó varios de los principales puentes de Dublín y que llegó a ser el Presidente de la Institución Civil de Ingenieros de Irlanda.
Ella y su hermana Florence recibieron una educación a la altura de la de sus familiares varones, primero en casa con tutores y luego en el Royal College for Science de Irlanda. Stoney obtuvo una beca para asistir al Newnham College, en Cambridge, donde obtuvo el primer puesto en calificaciones matemáticas en su promoción en 1893. Cuando el Trinity College de Dublín comenzó a aceptar a mujeres en 1904, obtuvo allí su siguiente título.
Su aportación al desarrollo de la turbina de vapor
Tras su graduación, colaboró con Sir Charles Parson, ingeniero inglés reconocido por ser el inventor de la turbina de vapor que revolucionó la generación eléctrica y el transporte mundial. En una carta enviada a su padre, Parson alababa el talento matemático de Stoney y lo reconocía incluso superior al suyo propio:
Tras esto, aceptó un puesto de profesora de matemáticas en una institución de educación para mujeres. Para entonces, su hermana Florence había comenzado a formarse en la Escuela de Medicina para Mujeres de Londres, donde obtuvo su título en 1898. Al año siguiente Stoney volvió a Londres, donde fue contratada como profesora de física en la misma escuela.
Florence trabajaba como asistente de anatomía en la escuela y como asistente de clínica en el Royal Free Hospital. En 1901 fue contratada para el puesto de electricista médica. Ambas hermanas se propusieron seleccionar, comprar e instalar equipos de rayos X en el centro, y al año siguiente el hospital abrió su servicio de rayos X. Tras varios años poniendo en marcha el servicio y dirigiendo su práctica médica, Florence viajó a Estados Unidos, donde visitó sus modernos hospitales para aprender más sobre esta especialidad. Volvió con tecnología nueva que ella y Edith ayudaron a implementar y poner en práctica en Reino Unido.
Feminismo en ayuda del avance y la atención médica durante la guerra
Por esa misma época, tanto Edith como su hermana estaban involucradas en el movimiento sufragista inglés. Fue la primera tesorera de la Federación de Mujeres graduadas y como tal luchó porque las mujeres pudiesen practicar la abogacía, ocupar posiciones de responsabilidad en el sistema penitenciario y, más adelante, recibir formación para ocupar los puestos de trabajo que los hombres habían dejado vacantes al acudir al frente durante la Primera Guerra Mundial.
Gran Bretaña había declarado la guerra a Alemania en 1914, y el mismo día Edith y Florence habían ofrecido sus servicios como radiólogas a la Cruz Roja inglesa para atender a las tropas desplegadas en Europa. La oferta fue rechazada porque eran mujeres. Esto no las arredró en absoluto. Florence terminó liderando una unidad médica enteramente femenina fundada por la Liga de Servicio Imperial de Mujeres. Establecieron un hospital en Amberes, Bélgica, aunque tuvieron que replegarse poco tiempo después debido al avance alemán hacia su posición. Volvieron a establecerse en Cherburgo, Francia, donde trataban a heridos y bajas que llegaban por mar. Edith organizaba y enviaba provisiones y materiales desde Londres. En marzo de 1915, Florence volvió a Londres y Edith dimitió de su puesto en la Escuela de Medicina para Mujeres de esa ciudad.
En ese momento Florence fue designada jefa de radiología del Hospital Militar de Fulham, convirtiéndose así en una de las primeras mujeres aceptadas por la Oficina de Guerra inglesa. Tras la guerra sería condecorada por sus servicios. Edith por su parte se puso en contacto con los Hospitales de Mujeres Escocesas, una organización creada unos años antes para dar asistencia médica sobre el campo de batalla y financiado por el movimiento sufragista. En junio de 1915 se fue a Europa y allí permanecería los siguientes cuatro años casi por completo.
De Francia a Serbia, luego a Grecia y de vuelta a Francia
Hospitales de Mujeres Escocesas había llegado a un acuerdo para implementar un hospital con capacidad para 250 camas en Troyes, Francia, y el trabajo de Edith sería planear y dirigir el departamento de rayos X. Su único asistente para ello era el único hombre del equipo, un ingeniero que había sido entrenado por Florence. Siguiendo el ejemplo de su hermana desarrolló métodos para determinar la posición de una bala o de metralla dentro del cuerpo y también aprendió a usar rayos X para detectar la presencia dentro del cuerpo de los soldados de gases producidos por un inicio de gangrena, algo que en la época requería de amputación inmediata como única forma de dar al paciente la oportunidad de sobrevivir.
Los meses de verano que Edith pasó en el norte de Francia la fueron acostumbrando a la situación extrema de practicar la radiología médica en el frente de guerra, viendo soldados con terribles heridas y trabajando en condiciones extremadamente difíciles. En septiembre fue asignada al cuerpo de expedición de Oriente y marchó hacia Serbia. Preocupada por la posibilidad de que no hubiese una red eléctrica que hiciese funcionar los equipos radiológicos, Edith solicitó la compra de un generador, y cuando su petición fue rechazada, compró uno con sus propios fondos en una visita rápida que hizo a París.
Pocas semanas después estaban en Serbia, instalados como buenamente pudieron en una fábrica textil. Las condiciones eran duras y pasaron mucho frío, aunque las vistas eran bellas, según ella misma describió. Sin embargo, la batalla por Serbia frente a las tropas búlgaras estaba perdida.
En diciembre de ese año Edith estaba ya de vuelta en Salónica, Grecia, tras haber evacuado la fábrica y con la vía de tren volada tras ellos por el ejército para frenar el avance del enemigo. Allí pasó la mayor parte del año 1916, operando el servicio de rayos X del campamento militar de Salónica. Seguían en una zona de batalla, con aviones militares sobrevolando sus instalaciones una o dos veces a la semana.
Tras asegurar el suministro eléctrico, Edith puso en marcha un departamento de electroterapia que incluía lámparas de calor y equipos de radiografía, aunque no sin incidentes: el trasiego y las vibraciones de las furgonetas que habían llevado los equipos hasta allí los habían dañado y las radiografías no serían nunca del todo nítidas.
Los meses del verano de 1917 fueron duros, con temperaturas muy altas y gran parte del personal enfermo de malaria y disentería. En octubre de 1917 Edith volvió a Francia a operar los departamentos de rayos X de los hospitales de Royaumont y Villers-Cotterêts, un emplazamiento que en 1918 de nuevo tuvo que cerrar y abandonar por el avance de las tropas enemigas. Los meses finales de la guerra fueron de intensos combates, lo que supuso un aumento de los heridos y una sobrecarga de trabajo para ella y para su equipo, que en varias ocasiones sufrió quemaduras durante el manejo de los equipos.
La vida tras la guerra: sin derecho a pensión
A pesar de su esfuerzo y su aportación durante la guerra, ni Edith ni Florence tenían derecho a una pensión como sí la tenían los soldados que habían servido en el frente. Edith trató de sacar partido a todo lo que había hecho y aprendido durante los meses en el frente manejando unidades de rayos X para tratar a hombres heridos, pero le fue muy difícil porque no tenía una formación académica como tal y también, en parte, porque era una mujer. Terminó volviendo a ser profesora de física, algo que enseñó en el King’s College for Women hasta su jubilación en 1925. En ese momento se reunió con su hermana y viajaron juntas por el mundo hasta la muerte prematura de Florence en 1932 por un cáncer de columna. Entonces Edith siguió viajando sola. Murió el 25 de junio de 1938.
Referencias
- Francis Duck, Edith and Florence Stoney, X-ray pioneers, The West of England Medical Journal 115 (2014)
- Edith Anne Stoney, Wikipedia
- Edith Stoney – Unsung hero of the Turbinia story…, Heaton History Group, Newcastle University, 2 agosto 2018
Sobre la autora
Rocío Benavente (@galatea128) es periodista.
2 comentarios
Kaixo. Junto a mi mejor enhorabuena-zorionak por el día a día de vuestro trabajo con mi admiración…Sólamente esta cosita que se ha colado…: Coloca a Florence Stoney viniendo a Europa en junio de 2015 (ojalá !!). Besterik ez. Esana. Mila esker ( desde mi castellano ).
Ay, gracias por avisar, Karlos, lo corregimos.
Un saludo,
Marta (editora)