En Argentina vive uno de los animales más encantadores del planeta. En el desierto de la provincia de Mendoza, Mariella Superina espera durante horas a que una criatura fantástica salga de su guarida bajo la arena.
¿Existe de verdad el hada rosa?
Algunas personas dudan de que este animal sea real. «Son un enigma total… Ni siquiera sabemos si son comunes o raros», dice Superina.
El armadillo hada rosa (en realidad su nombre en español es pichiciego menor, «pichi» es chiquito en mapuche y «ciego» porque sólo distingue algo de claridad), Chlamyphorus truncatus, podría haber salido directamente de las páginas de un bestiario medieval. El caparazón, las patas y la cola de este mamífero son de un color rosa chicle que contrasta con su sedoso pelaje blanco luminoso y sus ojos negros. Mide aproximadamente diez centímetros de la cabeza a la cola, como un hámster, y pesa sólo unos 100 gramos. Es la especie de armadillo más pequeña de todas. Se encuentra sólo en Argentina, en una franja de matorral quemado por el sol que se extiende desde las estribaciones de los Andes hasta la provincia costera de Buenos Aires.
El biólogo evolutivo Simon Watts, autor de The Ugly Animals: We Can’t All Be Pandas (Ugly Animal Preservation Society) dice que este ser es una búsqueda habitual en Google. “Pink fairy armadillo“ suena a cuento, a fantasía, un peluche de algodón de azúcar. Watts, cuyos podcasts y programas de televisión muestran de forma respetuosa a los miembros menos carismáticos del mundo animal, no incluye al hada rosa como uno de sus feos anónimos: entre sus colores de caramelo y su nombre la gente se enamora inmediatamente de él.
La investigación de una doctora en medicina veterinaria
Superina quedó fascinada la primera vez que vio a uno de estos pequeños mamíferos. Al verlo, tuvo claro que quería aprender todo lo que pudiera sobre él. Se convirtió en una obsesión para ella y sus investigaciones tienen el enfoque que la medicina veterinaria conservacionista aporta para el cuidado y mantenimiento de especies animales.
Superina nació en Suiza pero desde muy joven vivió en el oeste de Argentina. Allí, durante su carrera científica empezó a observar armadillos hace casi 25 años. En la actualidad, lidera un equipo internacional que estudia las poblaciones globales de osos hormigueros, perezosos y armadillos, pero, gracias a su pasión por el armadillo hada rosa, se ha convertido en la principal experta en el diminuto y enigmático animal.
Es muy difícil estudiar este mamífero tan escurridizo en su hábitat natural. Durante siglos, ha eludido a los científicos más decididos; ni siquiera Charles Darwin logró atrapar alguno durante su visita a Argentina. El hada sigue siendo misteriosa debido a sus hábitos subterráneos. Este estilo de vida es el resultado de la adaptación a un paisaje que se ha ido modificando desde hace millones de años. Los patrones climáticos globales han ido cambiando y transformando las estribaciones andinas de pastizales en desiertos semiáridos. A medida que su entorno se volvió menos hospitalario, el antepasado del hada rosa se retiró de la superficie y evolucionó hasta convertirse en un animal excavador o fosorial. «Las costumbres de excavación tienden a aparecer cuando los hábitats se abren, pasando de la cubierta de árboles a los pastizales o desiertos, o cuando hace demasiado calor», dice Samantha Hopkins, de la Universidad de Oregón, que estudia la evolución de pequeños mamíferos.
Bajo tierra, en ausencia de depredadores, la mayor parte del caparazón del hada rosa se ablandó y perdió su función defensiva. En cambio, le sirve como un sistema de aire acondicionado: cuando sube mucho la temperatura del ambiente, el armadillo llena de sangre su caparazón, irradia calor y baja la temperatura de su cuerpo. Usando sus musculosas garras delanteras, el animal excava en el suelo arenoso en busca de gusanos e insectos. A medida que hace sus galerías, utiliza la parte trasera de su coraza para compactar la tierra suelta a su paso, apuntalando túneles para evitar derrumbes.
El armadillo aparece sobre la tierra cuando la lluvia, poco usual en esta región desértica, inunda sus madrigueras. Pero ver un hada rosa es tan raro que «los octogenarios que han vivido toda su vida en esta zona quizá no lo hayan visto nunca», dice Guillermo Ferraris, un guardabosques que trabaja principalmente en incendios forestales del desierto de Mendoza.
Cuando el armadillo hada rosa abandona su refugio subterráneo, se encuentra con un mundo desconcertante y peligroso. Construcciones y viñedos van reemplazando poco a poco lo que antes era un extenso matorral. Los rebaños de cabras salvajes sobrepastorean la vegetación y compactan el suelo con sus pezuñas; esto dificulta la capacidad del armadillo para cavar sus madrigueras. Los pozos petrolíferos de la zona son otro factor para incomodarle y las carreteras dividen el paisaje desértico y aíslan a unos armadillos de otros.
Fuera de su entorno, estos mamíferos están expuestos a las ruedas de los coches y a los depredadores, incluidos perros y gatos. A veces, Superina recibe una llamada con el mensaje de alguien que ha visto un armadillo todavía vivo y corre al lugar para intentar atenderle, recopilar datos y comprender mejor a esta especie. «Siempre es una experiencia mágica ver un armadillo hada rosa de cerca, pero dejo mi asombro a un lado porque tenemos que trabajar rápido para evitar causar estrés innecesario y liberar al animal de inmediato», dice.
Ponga un hada rosa en su vida
En una ocasión, hace varios años, Mariella Superina se llevó a casa a uno de los animales rescatados. El departamento provincial de recursos naturales había solicitado su ayuda: la idea era que, al estudiar las necesidades básicas de un animal bajo su cuidado, Superina podría mejorar las posibilidades de rehabilitar con éxito a los armadillos heridos, para que pudieran volver nuevamente a su entorno. A pesar de estar obsesionada con el armadillo, no fue una empresa fácil para ella. Al principio se negó porque estos animales son muy sensibles y suelen morir a los pocos días cuando están fuera de su hábitat. Sin embargo, cayó en la cuenta de que para su conservación es necesario entender cómo hacer para mantenerlos vivos en cautividad. Incluso ahora, mientras recuerda el evento, enfatiza que no solo es ilegal sino también poco ético tener a los animales como mascotas. Asumir su papel de cuidadora de armadillos requirió un permiso especial y una renovación a fondo de la casa. Fue necesario construir un enorme terrario lleno de arena para el armadillo en su sala de estar, crear escondites naturales y colocar cámaras de infrarrojos para registrar su comportamiento. Fue toda una experiencia. «Mi vida giraba en torno a esta hada rosa. No podía ir a ningún lado porque tenía que estar en la casa de día y de noche para cuidarlo y estudiar su comportamiento». El armadillo se escabullía dando un grito espeluznante y agudo en cuanto se acercaba ella; era bastante exigente. Superina le llevaba una variedad de insectos y gusanos, pero el hada rosa levantaba su pálida nariz ante todo lo que se le ponía delante. Sin desistir en su empeño, la científica intentó una idea tras otra. Finalmente, después de 36 recetas meticulosamente preparadas, el armadillo probó una comida que aparentemente satisfizo sus gustos de sibarita: una marca premium de comida para gatos mezclada con puré de plátano finamente triturado y rociada abundantemente con pienso para insectívoros. El hada saldría de su madriguera para comer este plato puntualmente a las 9:00 de la noche.
En caso de que un detalle minúsculo se moviera en el terrario, el armadillo comenzaba a correr de un lado a otro emitiendo su grito agudo hasta que todo volvía a colocarse exactamente en el mismo lugar. Su quisquilloso invitado, por desgracia, vivió solo ocho meses, pero el experimento proporcionó información muy valiosa sobre cómo cuidar a los armadillos heridos.
Técnicas para observar un armadillo
Aprender sobre el animal en la naturaleza es difícil. El hada rosa es particularmente problemática porque las técnicas estándar de observación de campo son de uso limitado. Los transmisores de radio que se utilizan para rastrear mamíferos, por ejemplo, se conectan colocando collares alrededor del cuello; la forma del cuerpo del armadillo hace que esto sea casi imposible. Superina decidió usar un pegamento especial para sujetar un pequeño transmisor de radio a la parte trasera blindada del pequeño mamífero. Luego los devolvía al desierto y se marchaban corriendo como coches de choque sin control con las antenas detrás. A los pocos días encontraban las huellas en la arena y seguían la señal para buscar al animal. Descubrieron que el primer transmisor que probaron se había caído mientras el armadillo volvía a excavar bajo tierra. La investigadora sigue recopilando ideas y probando otras opciones para rastrear a los armadillos; Superina está trabajando con una organización que ha entrenado con éxito perros detectores de olores en África para rastrear otro insectívoro acorazado y escurridizo, el pangolín. Superina espera que se pueda entrenar a perros para localizar hadas rosas y equiparlas con transmisores de radio mejorados.
Es necesario conocer para poder actuar
Para Mariella, la búsqueda del hada rosa ha adquirido un sentido de urgencia adicional. Se sabe tan poco sobre la especie que los científicos no pueden decir si está en peligro o de qué manera le afecta el cambio climático. Por ahora, espera, con un diminuto transmisor listo, la próxima aparición de su obsesión. Rastrear al animal bajo tierra será un hito científico, pero, lo más importante, dice, será «un pequeño logro para comprender mejor a esta especie, sus necesidades y lo que requiere de nosotros para su conservación». Como en muchas ocasiones, la ciencia avanza por la pasión de sus científicos y es un hecho que las científicas aportan perspectivas diferentes; la diversidad en investigación enriquece siempre.
Anexo al que no puede resistirse la autora de esta entrada y colaboradora habitual, también diversa, de este maravilloso blog: el pichiciego es conocido como “El rey de los Quirnquinchos” en la localidad de La Guardia del departamento La Paz. Los cazadores de quirquinchos (armadillo en quechua) dicen que cuando ya han cogido muchos de estos animalitos y se les aparece un pichiciego, es señal de que deben dejar de cazarlos si no quieren perder la conciencia, desorientarse o incluso morir. En este caso, el pichiciego sería una suerte de protector de su familia de armadillos. Enamora el mundo del hada rosa, ¿verdad?
Referencias
- BBC News Mundo (2014) El extraordinario pichiciego, un armadillo peludo y rosado
- Hall J (2023). How the Enchanting, Elusive Pink Fairy Armadillo Became One Scientist’s Obsession. Atlas Obscura
Sobre la autora
Marta Bueno Saz es licenciada en Física y Graduada en Pedagogía por la Universidad de Salamanca. Actualmente investiga en el ámbito de las neurociencias.