Las trementinaires fueron un grupo de mujeres conocedoras de los recursos naturales y sus usos medicinales, que habitaban el Pirineo Catalán, particularmente el valle de La Vansa y Tuixent. Su nombre deriva de la trementina, ya que fueron particularmente reconocidas por su especialización en la elaboración de este aceite esencial. Su historia está ligada al valle en el que vivieron y el desafío de los roles de género tradicionales, a través de una situación social en la que las mujeres lideraban el sustento económico de la familia. La forma en la que trabajaban se basaba en la identificación, recolección y conservación de plantas, que les servían para desarrollar diversos remedios naturales que las propias trementinaires elaboraban y se encargaban de vender de forma ambulante, durante largos viajes a pie por la montaña.
Las trementinaires se convirtieron en un fenómeno conocido popularmente en la zona, por su amplio conocimiento de las hierbas locales y sus propiedades medicinales. Sus saberes se transmitían de forma oral, entre abuelas, madres e hijas, y se guardaban como verdaderos secretos de familia. Su conocimiento especializado incluía la identificación de multitud de especies, dónde encontrarlas, cómo conservarlas y cuándo recolectarlas. Su sabiduría acerca del mundo natural no solo era una cuestión de conocimiento, sino una forma de supervivencia para abastecer a sus familias de recursos económicos. Se trataba de un oficio itinerante en el que se recogían las especies durante los meses cálidos, mientras que, con la llegada del frío, abandonaban el núcleo familiar, dejando a los hombres en el hogar, para emprender largos viajes con el fin de comercializar sus productos y abastecer a sus clientes de los remedios que iban a necesitar durante el invierno. Solían ser mujeres de clase social baja, sin una educación formal, pero que desarrollaron sus propios métodos de recolección, conservación y uso de plantas. Los materiales e instrumentos que empleaban también eran, muchas veces, elaboraciones hechas por ellas mismas. Por ejemplo, las bolsas que empleaban para transportar y secar las hierbas solían ser confeccionadas a partir de la ropa de cama, tejidas con viejas fundas de cojines. Las bolsas se cosían en varios tamaños para que, cuando estuvieran vacías, todas pudieran caber en la más grande. Dentro de la bolsa hecha a mano, podían clasificar las hierbas separándolas en diferentes sacos. Entre las plantas más habituales estaban el té, el comino, el orégano, la achicoria, la valeriana, la menta, la lavanda y la manzanilla. También sabían identificar y recolectar setas y hongos. Para su mantenimiento, también desarrollaron un método particular, secándolos y enhebrándolos como collares a través de hilos que les facilitaban su transporte. El aceite de trementina se solía transportar en pesadas latas metálicas, que llevaban atadas al cuerpo durante las extensas travesías a pie.
Las trementinaires siempre solían viajar en parejas. Se trataba de una estrategia de autocuidado y cooperación. Una trementinaire experta solía ser acompañada de una aprendiz más joven que podía estar practicando el oficio. A su paso por los pueblos vecinos, cargadas con utensilios y plantas, su aspecto probablemente desaliñado tras los extensos viajes a pie a través de la montaña generaba, en ocasiones, desconfianza. Algunos vecinos las tildaban de brujas al observarlas deambular solas por las frías calles, ofreciendo sus remedios. Sin embargo, se convirtieron en referentes de confianza en el mantenimiento de la salud para una amplia clientela que seguía utilizando sus fórmulas año tras año. La desaparición de este oficio, que había comenzado en el siglo XIX, se produjo a partir de la industrialización progresiva de la zona. La última trementinaire fue Sofia Montaner i Arnau, que falleció en el año 1996 y es considerada la última persona que ejerció este oficio.
La historia de las trementinaires ha sido otra de las grandes historias olvidadas del conocimiento científico. Desde la perspectiva del “conocimiento situado”, que acuñara Donna Haraway en 1988, podemos realizar una revisión, en clave feminista, de lo que las experiencias individuales de estas mujeres con el mundo natural aportaron a las aplicaciones medicinales de las plantas y su desarrollo económico, la agencia femenina, e incluso al mantenimiento del ecosistema en el que vivían. Partiendo de la hipótesis de que todos los saberes son situados, podemos desafiar la hegemonía del conocimiento científico, entendido únicamente dentro del discurso científico oficial y tradicionalmente masculinizado, y ofrecer una reflexión sobre las trementinaires como un estudio de caso para comprender el papel de los saberes en el medio natural de las mujeres rurales, cuyas voces han sido subrepresentadas en la construcción de conocimiento sobre la naturaleza y sus recursos.
Para conocer mejor la historia de las trementinaires, no hay que olvidar visitar El Museu de les Trementinaires que, desde 1998, conserva la memoria de estas mujeres y difunde su legado.
Nota y enlace al artículo
El artículo “Trementinaires: Gender, Collecting, and Subsistence in the Pyrenees» publicado en Journal for the History of Knowledge es parte de un número especial titulado «Situated Nature», editado por Déborah Dubald y Catarina Madruga. El artículo reflexiona sobre la importancia de las tremeninaires para el desarrollo de la historia natural vinculada los cuidados y la agencia femenina, y demuestra cómo estas mujeres desafiaron los roles familiares tradicionales basados en su conocimiento sobre el medio natural.
- Garrido Moreno, Elisa. Trementinaires: Gender, Collecting, and Subsistence in the Pyrenees, Journal for the History of Knowledge 3, no. 1 (2022): 8, pp. 1-13. DOI https://doi.org/10.55283/jhk.11901
Sobre la autora
Elisa Garrido (@cienciaconarte) es Doctora en Historia y Teoría del Arte. Realizó su tesis en el Departamento de Historia de la Ciencia del CSIC, sobre los vínculos entre arte y ciencia a través de los viajes de Alexander von Humboldt. Ha sido investigadora postdoctoral en el Museo Smithsonian de Historia Natural y en la Universidad de Oxford. Actualmente, es docente en el Departamento de Historia del Arte de la UAM.