Cuando el mundo aún no había oído hablar del SIDA, escribió sobre parejas del mismo sexo y paternidad soltera. Fundó y presidió la Asociación Nacional de Enfermeras Hispanas (NAHN). Jerarquizó la profesión valiéndose de la relación terapéutica interpersonal y del tensiómetro del liderazgo comunitario, académico y gubernamental. Aunque el Alcalde de Nueva York la nombró, fue honrada “Leyenda Viviente” por la Academia Estadounidense de Enfermería y “Doctora hispana pionera” de la Universidad de Nueva York, nunca dejó de mirar hacia atrás para ver dónde estaba su gente. En el inicio del “Mes Nacional de la Herencia Hispana” su legado cobra vigor gracias a un doodle.
El arte de búsqueda transmedia
¿Cuán finita puede ser la “matemática de la intención” en la vida de una Dra. diversa? ¿Cuál sería su velocidad de escape y el grado de latencia? Si nadie escapa del agujero negro de su intencionalidad y herencia.
Vi que era la única enfermera hispana que iba a Washington para trabajar con el gobierno federal, revisar las becas de investigación y educación, etc. No había nadie más. Miré hacia atrás y pensé: ¿Dónde está mi gente?”, arengó silenciosamente Ildaura Murillo-Rohde (PhD, RN, FAAN).
Aunque hay ovejas esquiladas que tiemblan de frío y hombres que antes de derrumbarse ya viven entre escombros, el “deseo Murillo de representación” fue edificante. En el Mes Nacional de la Herencia Hispana, no sólo la Academia de Medicina de Nueva York (NYAM) aseguró “celebrar los logros y las contribuciones de los hispanoamericanos a la medicina y la salud pública en los Estados Unidos”; también Google Doodle festejó el hispanismo mediante la creatividad de Loris Lora, quien –con su “atención al detalle, ojo para el color y el diseño”– ilustró a la difunta pionera panameña en un entorno hospitalario diverso y florido mientras muestra un cuaderno enfundada en su chaqueta. “Los colores de este Doodle se inspiraron en los textiles latinoamericanos y las flores de orquídeas”, en voz del artista latino multidisciplinario residente en Riverside, California. “Mi hermana se convirtió recientemente en enfermera y me pareció interesante aprender sobre la Dra. Murillo-Rohde y las cosas que defendió y logró durante su vida”, interiorizó al respecto.
El registro vocal de la sanidad
Para quien mantuvo un fuerte compromiso con el crecimiento de las filas de enfermeras hispanas; e informada por su experiencia como revisora de becas federales de investigación y educación buscó aumentar el número de expertos en políticas para asesorar a los legisladores sobre las preocupaciones de salud de las comunidades hispanas, no resulta un dato menor –aunque post mortem Ildaura– que en el año 2018 más del 10 % de las enfermeras registradas en los Estados Unidos se identificaron como hispanas, latinas o españolas –según compiló el Centro Nacional de Análisis de la Fuerza Laboral de la Salud (NCHWA)–. La mayoría de las enfermeras hispanas que hablan español de forma nativa o son descendientes de inmigrantes que hablan español con fluidez se encuentran en los estados de Alaska, Arizona, Arkansas, California, Colorado, Hawái, Idaho, Luisiana, Montana, Nevada, Nuevo México, Oklahoma, Oregón, Texas, Utah, Washington y Wyoming.
En la década del 70, no había una voz unificada que hablara en defensa de las preocupaciones culturales únicas de las enfermeras hispanas y las comunidades a las que servían. “Empecé a darme cuenta de que había que hacer algo al respecto”, rememoró Murillo-Rohde cuando era Decano y Profesor Emérito de SUNY Brooklyn.
En 1974 Murillo-Rohde quien ya era un miembro activo de la Asociación Estadounidense de Enfermeras (ANA) se reunió junto al resto de los integrantes del grupo de hispanos –durante la Convención de ANA en la Ciudad de Atlanta– con la intención de establecer un Caucus de Enfermeras Hispanas de ANA, ya que la entidad no respondía a las necesidades de las enfermeras hispanas. El equipo incluía a Esther Coto-Walloch (California), Héctor Hugo González (Texas), Mimi González (Nueva York), Carmen Janosov (Puerto Rico), Berta Mejía (Connecticut), Janie Menchaca Wilson (Texas), Ildaura Murillo-Rohde (Washington), Herlinda Quintero (California), Sally Roybal (Nuevo México), Mary Lou de leon Siantz (California), Henrietta Villaescusa (California) y Eloisa Tamez (Texas); quienes liderados por Rohde acordaron pensar en el concepto y discutirlo en la próxima convención de ANA.
En 1976, cuando el grupo se reunió durante la Convención de la ANA en San Francisco, ¡hubo cambio de planes!, conviniendo el surgimiento de la Asociación Nacional de Enfermeras de Habla Hispana de Apellido (NASSSN). Ildaura se ofreció como voluntaria y fue acusada de incorporar NASSSN. Aunque los intentos por lograr el reconocimiento formal del caucus no se ahogaron por tal embestida acusatoria, sí desmoralizaron. “Sentimos que realmente no teníamos un lugar dentro de ANA”, explicitó Henrietta Villaescusa. “Era una época en la que ‘minoría’ no era una palabra de moda y el aislamiento era muy agudo», acentuó Mary Lou de Leon Siantz.
Y ante mano de hierro, Ildaura se enfundó en guante de seda e incorporó a NASSSN en el estado de Washington en 1977 –momento en el que oficiaba de Decana Asociada de la Escuela de Enfermería de la Universidad de Washington en Seattle–.
En un intento de establecer con exactitud la totalidad de los involucrados en la gestación organizativa, Héctor Hugo González –PhD, VR-RN (jubilado), uno de los miembros fundadores y expresidente de NAHN– sostuvo: “Puede que haya otros que asistieron a estas reuniones embrionarias, pero no recuerdo sus nombres con claridad”. Y con esfuerzo mental agregó: “Vagamente, recuerdo que también pudieron haber asistido los siguientes: Eloisa Tamez (Texas), un enfermero (nombre Fernando; apellido desconocido) que trabajaba en el Hospital VA en Oklahoma y, por último, una enfermera llamada Josephine Baca (Nuevo México)”.
En 1976, la organización se convirtió en la Asociación Nacional de Enfermeras de Habla Hispana / de Apellido en Español. Tres años después pasaría a llamarse Asociación Nacional de Enfermeras Hispanas (NAHN). ¡Y sí que fue un parto! La Dra. Ildaura –cuya visión era ayudar a las latinas a asegurar su educación para brindar servicio a su comunidad y ayudarse a sí mismas– continuó siendo la fuerza impulsora detrás de NAHN, incluso usando su propio dinero para financiar el crecimiento de la organización. “Eso fue porque no había dinero para hacer nada”, supuró la herida. “Durante los primeros cuatro años, fui el jefe de cocina y lavador de botellas de NAHN. Promocioné la asociación, publiqué el boletín, hice de todo”, acarició el relieve de la cicatriz.
En la apertura de la 25ª Conferencia Anual de la asociación, Carmen Portillo –expresidente– remarcó el contexto histórico fundante ante los miembros de NAHN. “En 1975, el mundo era un lugar muy diferente. La guerra de Vietnam finalmente terminó; la Conferencia del Año Internacional de la Mujer adoptó un plan decenal para mejorar la condición de la mujer. El Congreso derogó la Ley Taft-Hartley, otorgando a las enfermeras el derecho a la negociación colectiva. En 1975, el mundo tenía 4 mil millones de personas, pero no había computadoras personales ni teléfonos celulares. El mundo aún no había oído hablar del SIDA”.
¿A dónde está tu manicomio?
Apodada “el torbellino ‘hispana’” por ser una fuente inagotable de trabajo defendiendo las necesidades –de atención médica– únicas de las poblaciones hispanas como enfermera, terapeuta, educadora y administradora organizacional, nació el 6 de septiembre de 1920 en Panamá dentro de una familia de profesionales de la salud. En 1945 –con apenas 25 años– llegó a Estados Unidos. Imbuida por ese acervo genealógico, primero decide seguir una carrera en medicina; y con el estallido de la Segunda Guerra Mundial termina optando por la enfermería para “unirse al ejército y ayudar”.
En 1948 inició su carrera profesional tras obtener su diploma en la Escuela de Enfermería del Hospital Médico y Quirúrgico ubicado en San Antonio, Texas –de población mayoritariamente hispana–.
La década del 50 –más precisamente en el año 1953– la vería nuevamente entre las filas de graduados. Ésta vez como Licenciada en enseñanza y supervisión de enfermería psiquiátrica del Teachers College por la Universidad de Columbia. Tras licenciarse fue en busca de dos maestrías obtenidas en 1969: una en enseñanza y desarrollo curricular; otra en educación y administración, obteniendo ambas en Columbia –integrante del Ivy League–.
Al recibirse, la enfermera se unió al Bellevue Psychiatric Hospital (reconocido históricamente como el hospital que se conmueve y trata a personas desfavorecidas y sin hogar, a dignatarios y presidentes de EE. UU.) donde puso su vocación al servicio de pacientes diagnosticados con el «síndrome puertorriqueño”–nombre utilizado por primera vez para describir una condición atribuida a los soldados puertorriqueños traumatizados en la Guerra de Corea–. Luego, la División Psiquiátrica del Hospital General del Condado de Wayne –estado de Michigan– posó sus ojos en ella y la reclutó antes de que regresara a Nueva York para abrir la primera división psiquiátrica del Hospital General de Elmhurst en Queens.
El deber de con(ciencia) transcultural
1971 le significaría otro hito al ser la primera enfermera hispana en doctorarse en la Universidad de Nueva York en Educación Superior en Enfermería Psiquiátrica y Sociología; y obtener una beca de la Academia Estadounidense de Enfermería, uno de los más altos honores de enfermería. Tal como puede apreciarse en la segunda edición de la “Nursing Leadership: A Concise Encyclopedia”, Murillo-Rohde marcaba el compás del liderazgo consciente. Preocupada por la población hispana –la invisible–, centró su labor y práctica de enfermería en la conciencia cultural. “Podría haber una ‘cultura dentro de una cultura’. Una enfermera debe conocer bien cada cultura para brindar la mejor atención”, contrastó en su artículo titulado “La vida familiar entre los puertorriqueños continentales en los barrios marginales de la ciudad de Nueva York” –uno de los tantos temas sobre los que escribió a lo largo de su carrera (desde la paternidad soltera hasta las parejas del mismo sexo)–.
Cuando el periódico Al Día le preguntó a Steven Cabrera –enfermero latinoamericano– si ser latino había sido una ventaja para él profesionalmente, compartió: «Tenía un paciente que estaba muy nervioso por hablar inglés, pero cuando se enteró que lo estaba cuidando y que hablaba español, eso me abrió muchas puertas y al final resultó una mejor atención»; y especificó: “los pacientes latinos de edad avanzada se sienten cómodos con el inglés, pero aún tienen el valor nostálgico del español, y cuando se les brinda atención en español, significa mucho para ellos”.
Ese elevado grado de consciencia y entendimiento para con los pacientes se trataba de casuística e influencia. De acuerdo al “Inventory: Ildaura Murillo-Rohde Papers 1930’s-2005 MC 172” de la Universidad de Pennsylvania, cuando realizó su trabajo de maestría y licenciatura en Columbia “fue influenciada por la Teoría interpersonal de enfermería desarrollada por la Dra. Hildegard Peplau” –considerada una de las enfermeras más importantes del mundo y conocida por muchos como la “enfermera del siglo” y como la “madre de la Enfermería psiquiátrica”–. Murillo sintió que “esa teoría combinaba bien con sus propias ideas: los conceptos de comunidad, respeto, optimismo y creencia en el cliente son inherentes a la enfermería transcultural”. La teorización de Peplau se sustenta en la idea de que cuando los seres humanos no pueden identificar y satisfacer sus necesidades humanas, el profesional de Enfermería interviene ayudándoles a identificar sus problemas de salud y a movilizar los recursos para resolver y a reconocer lo que esperan de la atención sanitaria. Por tanto, la satisfacción en el cuidado de la salud sólo es posible cuando el profesional de Enfermería y el paciente se comunican en la relación interpersonal terapéutica.
La agenda doméstica en su sano juicio
Dadas sus implicancias para que las comunidades latinas en Estados Unidos tuvieran una mejor educación y atención médica, desempeñó varios cargos en la administración académica. Se convirtió en la primera Decana Asociada hispana en la Universidad de Washington y la primera Decana hispana en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Nueva York. Como profesional implacable, devota y resolutiva, se enquistó en la promoción de más oportunidades. Genuino agente de cambio –en ese intento de lograr equidad respetando la diversidad–, fundó y presidió –en forma primera desde 1977 a 1980– la Asociación Nacional de Enfermeras de Apellidos Hispanos (NASSSN), conocida como la Asociación Nacional de Enfermeras Hispanas (NAHN) en 1979.
Consultada sobre el éxito de dicha institución –que al igual que la Asociación Nacional de Enfermeras Negras (NBNA), comenzó como un comité de enfermeras minoritarias ad hoc dentro de la Asociación Estadounidense de Enfermeras que finalmente se separó para ir en solitario–, la fundadora emérita Murillo-Rohde se apoyó sobre la firmeza del cimiento motivacional: “alentar a las enfermeras hispanas a ir más allá de la educación de nivel asociado y obtener títulos avanzados”; puesto que “los consejeros de la escuela secundaria intentarían llevar a los estudiantes hispanos a los programas de enfermería de AD”. Sobre los créditos del liderazgo también reveló: “han sido los capítulos –desde la formación del primer capítulo local del grupo en Nueva York en 1983–, trabajando con las comunidades y las enfermeras, los que han dado forma al crecimiento de NAHN”. En “Contemporary Minority Leaders in Nursing: Afro American, Hispanic, Native American Perspectives” ANA, 1983 se manifiesta su filosofía: “Creo que la enfermería es el cuidado compasivo, eficaz y humano que brinda una persona educada y capacitada en el arte y la ciencia de la enfermería a quien necesita ayuda por problemas de salud o en las actividades de su vida diaria”.
Fiel a su expertise, se instó a concientizar a los políticos sobre las necesidades de los latinoamericanos. Fue así que su influencia taladró la geopolítica a través de su nombramiento como Consultora Psiquiátrica de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Gobierno de Guatemala. En dicho puesto –la experta en psicoterapia, matrimonio y terapia familiar–, estableció un programa piloto para capacitar al personal en atención psiquiátrica. Ildaura –la dama gánica que nunca acababa–, en el año 1987 también fungió como Representante Permanente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ante UNICEF para la Federación Internacional de Mujeres Empresarias y Profesionales (Londres), admitido en el Instituto Internacional de Servicio Comunitario (Inglaterra), y en la Junta Directiva de la Sociedad Internacional de Enfermeras en el Cuidado del Cáncer.
La virtud de no tener necrológicas
La década del 90 la volvería a sumergir en un océano de reconocimiento. Durante una comisión encargada de examinar la calidad de atención en los hospitales de la ciudad de Nueva York en el año 1991, el primer afroamericano en ocupar el puesto de Alcalde de Nueva York –David Norman Dinkins– la nombró. Tres años después –personificando la ejemplaridad como enfermera– fue honrada con el título de “Leyenda Viviente” por la Academia Estadounidense de Enfermería; compartiendo ese primer nombramiento con sus colegas: Faye Glenn Abdellah, Myrtle Aydelotte, Mary Elizabeth Carnegie, Hildegard Elizabeth Peplau, Jessie Scott y Harriet Werley.
Hasta que la mala salud se lo impidió, la Dra. premiada con el “Hildegard Peplau Lifetime Achievement Award” siempre estuvo presente en medio de las conferencias de NAHN y como símbolo distintivo usó una orquídea que le proporcionaron sus miembros. Como la vida a la muerte no resiste, se apagó el 5 de septiembre de 2010 en su natal Panamá, un día antes de cumplir 90 años. “La Dra. Rohde siempre inspiró a todos los que la conocieron”, reconoció la NAHN. Y cruzando ese tributo textual, –en gratitud por sus logros y dedicación– dicha institución otorga el “Premio Ildaura Murillo-Rohde a la excelencia educativa”. Las calificaciones para este premio incluyen contribuciones destacadas en educación, investigación y práctica de enfermería; compromiso reconocido con la excelencia en enfermería; y experiencia clínica distinguida. A la vez, en su nombre ofrece la beca para estudiantes hispanos inscritos en un programa de enfermería que conduce a la obtención de la licencia.
Con la revista bilingüe “Hispanic Health Care International” (HHCI) –publicada cuatro veces al año y lanzada profesionalmente en la 27ª Conferencia Anual celebrada en julio de 2002 en Miami, Florida– y más de 30 sucursales locales en los Estados Unidos y en Puerto Rico, NAHN representa actualmente los intereses de más de 40 000 enfermeras hispanas de costa a costa.
“A través de nuestras redes, las enfermeras hispanas tienen en sus manos el pulso de la comunidad hispana. Esto nos permite darles a los líderes nacionales, regionales y comunitarios el mensaje de que necesitan trabajar con nosotros, porque conocemos las necesidades de salud de los hispanos más que nadie”, evidencia Mary Lou de Leon Siantz (quien realizó trabajos investigativos innovadores con familias mexicanas migrantes). En la misma línea agrega: “Ahora tenemos los medios para ayudar a las enfermeras hispanas a desarrollar sus carreras en la dirección que deseen”; y amplía: “Una de nuestras fortalezas clave es la capacidad de ser mentor, en entornos gubernamentales, académicos y comunitarios. Quiero que NAHN continúe con esa tutoría con los nuevos estudiantes que están ingresando”.
Según proyecciones para el año 2050, los hispanos se convertirán en el grupo minoritario más grande del país, que comprende casi una cuarta parte de la población de Estados Unidos. Es que para alguien –Ildaura– que viajó extensivamente dentro y fuera del territorio estadounidense –en requerimiento de las diversas organizaciones que representó y en su campo de acción múltiple–, la logística de última milla y la capacidad de respuesta eran de carácter obligatorio. “Hemos hecho mucho, pero tenemos que hacer más”, despuntaba con firmeza. “Queremos seguir aumentando nuestra membresía. Mientras viajo, todavía escucho a las enfermeras hispanas decir: ‘No sabía que teníamos una organización como NAHN’”, se interpelaba.
“¡Gracias por animar a la próxima generación de profesionales de la salud hispanos, Dra. Ildaura Murillo-Rohde!” le dedicó Google el 15 de septiembre de 2021. Sucede que los griegos no escribían necrológicas. Cuando moría una persona sólo hacían una pregunta: “¿era apasionada?”. Por serendipia o fatum, la vida de la panameña legendaria responde por sí sola.
Referencias
- Dra. Ildaura Murillo-Rohde, PhD, RN, FAAN Bio. NAHN Asociación Nacional de Enfermeras Hispanas
- INVENTORY. En: Ildaura Murillo-Rohde Papers, 1930’s-2005 – MC 172. Barbara Bates Center for the Study of the History of Nursing, School of Nursing, University of Pennsylvania
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- Heiman, Logan. Celebrando el Mes Nacional de la Herencia Hispana: Dra. Ildaura Murillo-Rohde, PhD, RN, FAAN. 13 de septiembre de 2021. NYAM History of Medicine & Public Health
- Lora, Loris. Ildaura Murillo Rohde Doodles. En: Celebrando a la Dra. Ildaura Murillo-Rohde. Google (15 de septiembre de 2021).
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- American Traveler Staff (2021). Hispanic Nurses: Inspiration for the Future. Travel Nursing Blog (September 22, 2021).
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- Brush, Barbara L. Villarruel, Antonia M. (2014). Enfermería: liderazgo en el cambio. En: Heeding the Past, Leading the Future Vol. 12, No. 4, 2014. Hispanic Health Care International. Springer Publishing Company (December 2014).
Sobre la autora
Jessica Brahin. Periodista, Internacionalista y escritora.