Cuando nos detenemos a pensar sobre nuestra lejana prehistoria, solemos remitirnos al gran naturalista inglés Charles Darwin y a su poderosa teoría de la evolución. Casi de inmediato, la imaginación nos traslada a África, a sus extensas y soleadas sabanas o a los frondosos bosques que habitan nuestros parientes vivos más próximos: los grandes simios, el chimpancé y el gorila.
Ciertamente, el modelo aceptado por la mayoría de la comunidad científica apunta que hace alrededor de 7.000.000 de años aparecieron en el continente africano los primeros simios bípedos: los homininos, a partir de una población ancestral que incluía a los antepasados de los chimpancés actuales y a los nuestros. También se asume que hace unos 2.800.000 años surgieron en Etiopía los representantes más tempranos del género Homo, o sea, del género humano.
Mucho más tarde, alrededor de 300.000 años atrás, evolucionó nuestra especie, Homo sapiens, y los datos disponibles hasta el momento señalan que salió de África hace unos 60.000 años. Esta migración, sin embargo, no fue la primera ni tampoco la única vez en que los homininos emprendieron viaje. De hecho, en la larga historia evolutiva de la humanidad se han producido varias salidas del continente natal.
Los diversos hallazgos de herramientas de piedra y de fósiles realizados en múltiples yacimientos, han sugerido que el primer grupo de homininos salió de África hace aproximadamente 1.850.000 años. Algunos de ellos se dirigieron hacia el Cáucaso, otros se abrieron camino por una ruta que los llevaría hasta China e Indonesia, y no faltaron los que se encaminaron hacia occidente llegando a la Península Ibérica.
Desde hace tiempo, la comunidad científica ha sabido que en Asia se desarrolló una larga prehistoria. En 1891, el médico holandés Eugene Dubois descubrió en la isla de Java, Indonesia, un cráneo humano que resultó tener alrededor de medio millón de años. Posteriormente se le dio el nombre de Homo erectus, especie que se ha encontrado también en muchos otros yacimientos asiáticos.
Hasta muy recientemente, la evidencia más antigua de antepasados humanos fuera de África se encontraba en el yacimiento de Dmanisi, Georgia. Los fósiles aquí descubiertos revelan que eran homininos de baja estatura, en torno a 1,50 m, que disponían de herramientas muy simples y que sus cerebros alcanzaban solo a un tercio del cerebro de los humanos modernos. La comunidad científica los considera pertenecientes a una variedad temprana de Homo erectus, y con una edad aproximada de 1,8 m.a. (millones de años).
Resumiendo, lo expuesto corresponde al modelo clásico admitido por la mayor parte de las y los especialistas; los homininos se originaron en África hace 7 m.a.; el género Homo surgió en Etiopía hace 2,8 m.a.; la salida del continente se produjo alrededor de 1,85 m.a., alcanzando el Cáucaso y con posteridad el este del continente asiático y Europa occidental.
Hecho este breve recordatorio, nos parece de interés señalar que los hallazgos y estudios realizados durante los últimos años en yacimientos chinos, están cuestionando con fuerza esa visión de las primeras migraciones humanas tradicionalmente admitida. Una nota cada vez más frecuente en estas investigaciones: formando parte de los equipos de trabajo de vanguardia se encuentran destacadas científicas.
Shixia Yang, experta en antiguas herramientas de piedra
La doctora Shixia Yang es una valorada arqueóloga actualmente integrante de la Academia China de la Ciencia (Chinese Academy of Sciences, CAS). Graduada en historia, especialidad de arqueología, en el año 2010 leyó su tesis doctoral en el Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología (IVPP) de Beijing, con un trabajo de investigación enfocado en el Paleolítico del este de Asia.
La prestigiosa Fundación Alexander von Humboldt, cuyo objetivo es promover la cooperación académica internacional entre científicos y científicas de excelencia, concedió en julio de 2017 una beca a la joven doctora china. Consistía en una estancia de dos años como investigadora postdoctoral en el Departamento de Arqueología del Instituto Max Planck de Jena (Max Planck Institute for the Science of Human History), donde trabajaría en estrecha colaboración con el acreditado arqueólogo Michael Petraglia.
En relación a su estancia como becaria en Alemania, la joven científica ha manifestado sentirse «extraordinariamente feliz por haber recibido la prestigiosa beca Humboldt, que está muy bien valorada en China». Manifestaba estar muy satisfecha por asociarse al Instituto Max Planck, ya que la investigación arqueológica sobre Asia realizada en este Instituto sería el soporte esencial de su propio trabajo.
Por su parte, Michael Petraglia ha declarado que era «fantástico tener a Shixia Yang con nosotros en el Max Planck; estamos entusiasmados por poder colaborar con ella y sus colegas de la Academia China de la Ciencia. Es igualmente muy emocionante para nosotros, añade el experto, participar en la investigación arqueológica de aquel país y de sus futuras posibilidades de trabajo de campo».
El proyecto de investigación de Shixia Yang como becaria Humboldt tenía por objetivo primordial estudiar el comportamiento de los primeros humanos en el este de Asia. Sus indagaciones, junto a Michael Petraglia y los demás miembros del equipo, empezaron muy pronto a dar frutos. En septiembre de 2017 publicaban un interesante estudio sobre las nuevas perspectivas que estaban surgiendo acerca del comportamiento adaptativo y la capacidad de supervivencia de las poblaciones de primeros homininos en Asia oriental.
El equipo de investigación encontró en un rico yacimiento del norte de China una excelente oportunidad para intentar corregir algunos de los vacíos relacionados con la llegada de los primeros homininos a la región. En concreto, estudiaron una extensa secuencia de restos arqueológicos cuya antigüedad oscila entre 1.600.000 y 1.000.000 de años, en la llamada cuenca de Nihewan.
Los datos obtenidos les permitieron detectar que los primeros humanos del este asiático presentaban un desarrollo tecnológico paralelo al observado en el yacimiento africano de la Garganta de Olduvai (norte de Tanzania). Recordemos que en esta región la célebre arqueóloga Mary Leakey desenterró y describió las herramientas de piedra más antiguas que se conocen (pertenecientes al llamado Olduvayense o industria de Modo 1).
Contrastando lo que ya se sabía sobre los homininos africanos con lo descubierto acerca de los homininos asiáticos, la joven Yang y sus colegas sugirieron que las innovaciones en las primeras industrias líticas podrían ser circunstanciales; es decir, en correspondencia con las adaptaciones experimentadas en función de los cambios ambientales y de las condiciones locales.
En otras palabras, las semejanzas entre el olduvayense africano y el asiático podrían ser resultado de la importancia del entorno en la elaboración de herramientas. De esta manera, el equipo del Max Planck lograba mejorar considerablemente el modelo sobre las adaptaciones de los homininos a su ambiente.
El impacto evolutivo de los hallazgos en un yacimiento al sur de Pekín
Shixia Yang también ha colaborado activamente en un trabajo publicado en 2018 por la revista Nature. Se trata de un rompedor artículo realizado por un equipo de investigación internacional dirigido por el geólogo Zhaoyu Zhu del Instituto de Geoquímica de Guangzhou (Guangzhou Institute of Geochemistry), en el que participaron profesionales de China y de Gran Bretaña.
Las excavaciones se realizaron en el yacimiento de Shangchen, situado a 1.200 kilómetros al sudoeste de Beijing (Pekín), en el marco de las escarpadas laderas de la Meseta de Loess. Los descubrimientos conseguidos en este lugar han alcanzado gran notoriedad porque brindaron numerosos artefactos, esto es, piedras aparentemente talladas por manos humanas, con una antigüedad en torno a 2.120.000 años.
Dado que hasta ese momento, como hemos visto, las herramientas de piedra más antiguas halladas fuera de África tenían 1,8 m.a. y procedían de Dmanisi, las de Schangchen representaron un descubrimiento muy relevante: significaban que los homininos habrían dejado África más temprano de lo supuesto, en torno a unos 300.000 años antes (Zhu et al. 2018).
«Las implicaciones de todo esto son grandes», ha subrayado Michael Petraglia en una conversación mantenida con el escritor y editor Carl Zimmer. El científico explicaba el impacto del hallazgo porque «deberemos reevaluar nuestra interpretación de la prehistoria humana en Eurasia» (recordemos que Eurasia es el súper-continente que abarca desde Lisboa a Vladivostok).
Ciertamente, si los homininos salieron de África cientos de miles de años antes de lo supuesto, la comunidad de especialistas debe enfrentarse a un cambio de paradigma no menor, con las consiguientes batallas de reinterpretación que tal cosa acarrea. El debate se presenta aún más complicado porque de momento en el yacimiento chino no se han logrado encontrar fósiles de los homininos que habrían elaborado los utensilios descubiertos.
Shixia Yang ha retornado a su país y continúa indagando por la senda abierta gracias a los sorprendentes hallazgos en el yacimiento de Schangchen. La comunidad de especialistas china considera muy probable que en los próximos años el citado yacimiento seguirá rindiendo resultados de notable valor, pues aún queda mucho por excavar. No cabe duda que sus futuras excavaciones serán de suma utilidad para el mejor conocimiento de la conquista del mundo por los primeros homininos.
Nos interesa destacar ahora que en el novedoso artículo publicado por Nature también figura la firma de otra destacada investigadora china, la doctora Yamei Hou, experta en arqueología del Pleistoceno Medio (periodo que abarca entre 780.000-120.000 años antes del presente). Forma parte del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de Beijing.
En las últimas décadas, esta estudiosa ha dedicado gran parte de su investigación al estudio de unos yacimientos situados al sur de su país, altamente valiosos porque contienen herramientas asiáticas talladas en piedra muy antiguas, y con un marcado filo cortante. Se consideran pertenecientes al llamado Achelense o industria de Modo 2.
El estudio de estas herramientas ha revelado que los avances técnicos propios del Modo 2 se manifestaron en el este de Asia de forma contemporánea a la tecnología de hachas de mano halladas en África. Esto demuestra que, al igual que existe un paralelismo entre las herramientas modo 1 (Olduvayense) de África y Asia, esa concordancia también se detecta entre las del modo 2 (Achelense) de ambos continentes. Nuevamente, la importancia de la adaptación del comportamiento de los homininos a su entorno, pese a la distancia, parece cobrar fuerzas.
La buena formación científica de Yamei Hou le ha permitido colaborar con equipos de investigación muy alejados de su país. Por ejemplo, ha trabajado con el grupo de Atapuerca, en Burgos, participando en diferentes actividades. Así, en septiembre de 2014, cuando se celebró en esta ciudad la XVII Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas, UISPP (la protohistoria hace referencia al periodo de transición entre la prehistoria y la historia), Yamei Hou se desplazó a España para tomar parte del importante acontecimiento. En aquellas fechas ella era la vicepresidenta de la UISPP, cargo de notable importancia porque la mayor parte de los miembros de esta Unión son hombres.
Las migraciones desde África han incendiado el debate
Los últimos resultados obtenidos en el este de Asia por acreditados equipos compuestos por expertas y expertos internacionales, parecen indicar que nuestros antepasados eran probablemente viajeros mundiales hace más de dos millones de años. Si esta tesis fuera cierta, significaría que los homininos llegaron al lejano oriente al menos un cuarto de millón de años antes de lo asumido. Tal cambio de paradigma, como era de esperar, está alentando un bullente debate en la comunidad científica internacional.
Hay quienes defienden que las herramientas encontradas en el sudoeste de Pekín, en el yacimiento de Schangchen, son indiscutiblemente genuinos utensilios. No obstante, otras expertas y expertos dudan de que esas piedras hayan sido talladas por manos humanas, sugiriendo que podrían ser simplemente el resultado de causas naturales.
El respetado arqueólogo de la Universidad de Exeter, Reino Unido, Robin Dennell, que ha codirigido el equipo de investigación que estudió el yacimiento, en una entrevista con el escritor científico y editor Colin Barras publicada en la revista Nature, afirmaba que, según su criterio, las piedras talladas de Schangchen son realmente herramientas.
R. Dennell sostiene que ya se ha descartado cualquier proceso natural en la generación de estos utensilios; por ejemplo, que la corriente de un río pudiera haberlas erosionado hasta que pareciesen utensilios. Esta posibilidad se ha eliminado, insiste el científico, porque no se conoce ningún río antiguo en el yacimiento de Schangchen, y además, esas herramientas son las únicas piedras grandes y con modificaciones halladas en el lugar.
La ausencia de explicaciones alternativas para las fracturas que se ven en dichas piedras, también resultan un argumento suficiente para persuadir a Michael Petraglia de que se trata de verdaderas herramientas. Aunque sean relativamente simples, explica este científico al citado escritor y divulgador Carl Zimmer, «se trata de una característica común a todos los utensilios procedentes de un registro arqueológico tan antiguo».
En el mismo sentido, diversas arqueólogas y arqueólogos defienden la importancia de las herramientas de piedra, porque muy bien podrían haber posibilitado el que los homininos fueran capaces de viajar lejos de África. Al respecto, Robin Dennell argumenta convencido que «esta simple tecnología pudo ser suficiente para permitirles salir de África y llegar hasta Asia». Aunque estuviesen toscamente afiladas, serían útiles para un mayor y mejor aprovechamiento de los recursos alimenticios, ya fuera para obtener carne de cadáveres, romper huesos y extraer su médula, machacar frutos, excavar raíces alimenticias, y un largo etcétera.
Ese desplazamiento, sin embargo, se mantiene abierto ya que no solo requeriría numerosas generaciones, sino que además debe tenerse presente que la «caminata» no era corta: entre el este de África y el este de Asia hay en torno a 14.000 kilómetros. ¿Podrían unos homininos con un cerebro poco mayor que el de un chimpancé actual recorrer distancias tan enormes?
El arqueólogo y paleoantropólogo de la Universidad de Stony Brook, Nueva York, John J. Shea, afirma que todavía no está convencido de que alguien tallara las piedras del yacimiento de Schangchen. En primer lugar, objeta ante Carl Zimmer, «Dennell y sus colegas deberían hacer una comparación estadística entre esas supuestas herramientas y otras piedras modificadas de manera natural».
Uno de los argumentos de más peso esgrimido por Shea, se basa en que no se han hallado fósiles de homininos junto a los supuestos utensilios. El científico justifica su cautela razonando que mientras no aparezcan restos humanos, solo la presencia de esas piedras no puede considerarse una evidencia de que los homininos estuvieron en Asia hace más de 2 millones de años. A esto, Dennell responde que es probable que algún día se encuentren restos fósiles antiguos junto a las herramientas. «Tengamos en cuenta que esto llevará tiempo», dice, «pero merecerá esperar».
Hay pocas dudas de que en el futuro se producirán hallazgos con capacidad para arrojar luz sobre tan apasionante tema. Al respecto, nos parecen esclarecedoras las reflexiones que el paleoantropólogo de la Universidad de Wollongong, Australia, Gerrit van den Bergh, comentaba a National Geographic : «Siempre he dicho que una vez que los investigadores chinos empezaran a buscar evidencias a una escala similar a la del dinero y el tiempo invertidos en África, las cosas darían un gran vuelco»; y termina añadiendo, «una vez más, se nos muestra lo poco que de verdad sabemos».
Por su parte, María Martinón-Torres, directora del Centro Nacional de Estudios sobre la Evolución Humana (CENIEH), y considerada una autoridad mundial en homininos fósiles de Asia, ha recordado que «durante largo tiempo la comunidad científica ha dado un papel secundario a Asia ante África para explicar los episodios relevantes de nuestra evolución». Pero, añade convencida, «con más trabajo de campo en Asia estoy segura que nos llegarán más sorpresas».
Y también con toda probabilidad, las científicas estarán ahí, participando en las excavaciones y en la interpretación de los testimonios sobre la prehistoria humana que vayan saliendo a la luz. Autoras como Shixia Yang y Yamei Hou serían adelantados ejemplos de esa trayectoria esclarecedora de la que se esperan evidencias irrefutables.
Referencias
- Barras, Colin (2018). Tools from China are oldest hint of human lineage outside Africa. Nature, 11 julio
- Gibbons, Ann (2018). Our ancestors may have left Africa hundreds of thousands of years earlier than thought. Science, 11 julio
- Greshko, Michael & Alejandra Borunda (2018). Oldest Tools Outside Africa Found, Rewriting Human Story. National Geographic, 11 julio
- Hou, Yamei et al. (2000). Mid-Pleistocene Acheulean-like Stone Technology of the Bose Basin, South China. Science 287, issue 5458, 1622-1626
- Yang, Shixia, Michael D. Petraglia, Yamei Hou, et al. (2017). The lithic assemblages of Donggutuo, Nihewan basin: Knapping skills of Early Pleistocene hominins in North China. Plos One 12 (12)
- Zhaoyu Zhu, Shixia Yang, Yamei Hou, et al. (2018). Hominin occupation of the Chinese Loess Plateau since about 2.1 million years ago. Nature 559, 608-612
- Zimmer, Carl (2018). Archaeologists in China Discover the Oldest Stone Tools Outside Africa. The New York Times, 11 julio
Sobre la autora
Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.
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