Antes de que estallara la II Guerra Mundial y de que los nazis sembraran el horror, tres mujeres tuvieron que huir de Alemania, empujadas por los prejuicios que imperaban en aquella época: el antisemitismo y el rechazo hacia ellas, que no anhelaban otra cosa que adentrarse en el mundo de la ciencia, a priori, “un mundo de hombres”. De esta manera, a las físicas Lise Meitner, Hertha Sponer y Hedwig Kohn no les quedó otra opción que exiliarse a Estados Unidos, una tarea que no fue fácil las obligó a dejar atrás todo lo que habían conseguido en su país. Antes de su partida, fueron las únicas mujeres que lograron la habilitación, un título que les permitía impartir clases en la universidad alemana. Asimismo, dedicaron su tiempo a la investigación. Kohn, por su parte, fue una de las pioneras en este ámbito y su trabajo versó en determinar cuantitativamente la intensidad luminosa. De esta forma, contribuyó a la espectroscopia atómica y molecular.
Hedwig Kohn nació en 1887, en Breslavia (una ciudad de Polonia que fue una de las ciudades del Imperio Alemán más importantes). Entró en la universidad en 1907, un año antes de que las mujeres pudieran matricularse en estudios universitarios, y obtuvo el doctorado en física en 1913. Más tarde, ella recordó en una entrevista que al principio no le permitieron matricularse oficialmente, tuvo que acudir como “estudiante invitada”. De todas formas ella sabía que esta situación iba a cambiar.
Otto Lummer (1860-1925) fue su mentor, un hombre “de gran intuición para la física”, según describió Kohn, y famoso por la precisión de sus medidas de radiación; su ayuda, por ejemplo, fue esencial en la formulación de la Ley de Planck. Lummer se dio cuenta de su talento así que decidió nombrarla su ayudante en 1914. Durante la Primera Guerra Mundial trabajó como profesora y tutora de varios estudiantes de doctorado. A pesar de su juventud, recibió una medalla por su servicio. Tras muchos años impartiendo clases y desarrollando sus investigaciones, le concedieron la habilitación en 1930. Sin embargo, ella intentó conseguir ese estatus mucho antes, en 1919, pero una vez más se tuvo que enfrentar a otro obstáculo. Tras una conversación con el decano, este le explicó que las reglas especificaban claramente que esta calificación era solamente “para hombres jóvenes”. Las reglas empezaron a cambiar.
El despido que desencadenó la fuga
En 1933, la echaron de su puesto de trabajo por ser judía. En 1935, se le ofreció una estancia en Arosa (Suiza) de tres meses en el Licht–Klimatisches Observatorium, para medir la intensidad de la luz ultravioleta del sol. Sin embargo, no le dio tiempo a desarrollar su investigación. Después de la fatídica Noche de los Cristales Rotos en 1938, supo que tenía que huir cuanto antes; pero no contaba con ninguna oferta de trabajo en el extranjero y eso dificultaba su salida sobremanera. Volvía a enfrentarse a los prejuicios: no era conocida en otros países, rondaba los 50 y era mujer. En este punto, Rudolf Landerburg (1882-1952), quien dirigió el doctorado de Kohn, la ayudó con la búsqueda de trabajo. La Federación Internacional de Mujeres Universitarias (IFUW en inglés) y el Consejo para Académicos en Riesgo mediaron para que Kohn pudiera conseguir un trabajo en la Universidad de Aberdeen.
Pero la alegría le duró poco; la guerra había estallado e Inglaterra canceló inmediatamente todas las visas que había concedido. En este tiempo, se intercambiaron muchas cartas de Kohn, Ladenburg, Meitner y Sponer con los representantes de la Federación Internacional de Mujeres Universitarias y varias universidades del mundo. Se consiguieron tres vacantes para ellas con una duración de un año en Estados Unidos: una en la Escuela de Mujeres de la Universidad de Carolina del Norte, otra en el Sweet Briar College, en Virginia y otra en el Wellesley College, ubicado en Massachusetts. La estancia de Kohn dio pie a otra que tenía como destino Suecia. No se lo pensó dos veces y se marchó. Su único hermano, Kurt, no corrió la misma suerte ya que fue deportado a Kaunas en 1941 y, posteriormente, asesinado.
Lo verdaderamente difícil para Kohn, fue viajar de Estocolmo a Carolina del Norte en medio de la guerra; en ese momento el Atlántico era un campo de batalla. Dejó la capital sueca en 1940; viajó en el tren Transiberiano hasta Vladivostok y llegó a Estados Unidos dos meses después, muy enferma. Tras una larga recuperación en Chicago con James Franck (1882-1964) y luego con Sponer en Durham (Carolina del Norte), estaba preparada para entrar a trabajar en la Escuela de Mujeres de Greensboro. Allí volvió a ser instructora.
Nunca dejó de enseñar
En Wellesley, Kohn fue docente entre 1942 y 1945, profesora asociada durante los dos años siguientes, y profesora hasta que se retiró en 1952. Asimismo, preparó un laboratorio modesto para investigar junto con sus estudiantes, donde utilizó la técnica de la espectroscopia de llama. En 1952, obtuvo el título de profesora emérita de la mano del Gobierno de la República Federal de Alemania.
Después de su jubilación, trabajó como investigadora en la Universidad de Duke hasta su fallecimiento, en 1964. En ese tiempo, dirigió el trabajo de dos estudiantes de doctorado y eligió a otros dos de postdoctorado para que estudiaran con ella la espectroscopia de llamas, midiendo las características de absorción y las concentraciones de la mayoría de las especies atómicas en llamas. Este trabajo fue básicamente una continuación de lo que hizo entre 1912 y 1933.
Durante su carrera, Kohn se centró en la medición cuantitativa de la intensidad de la radiación, principalmente se dedicó a la luminosidad y la temperatura. Escribió varios capítulos de un libro de texto de física que se titula Mueller-Pouillets Lehrbuch der Physik (1929). No cabe duda de que sus contribuciones e investigaciones asentaron algunas bases de la física.
Referencias
- Ruth Lewin Sime, Lise Meitner: A Life in Physics, University of California Press, 1997
- Brenda P. Winnewisser, Hedwig Kohn (1887-1964), Jewish Women’s Archive
- Hedwig Kohn, American Institute of Physics
Sobre la autora
Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.