La magnitud que tomó la Primera Guerra Mundial movilizó a millones de soldados pero también a un número ingente de personal de apoyo logístico y sanitario. Entre ellos, enfermeras que se trasladaron a zonas cercanas a las trincheras para curar las heridas de los soldados. Su historia ha quedado velada durante mucho tiempo pero es gracias a testimonios como el de Edith Appleton que podemos acercarnos al duro día a día de estas mujeres que convivieron con la tragedia de la guerra.
Edith Elizabeth Appleton nació el 9 de junio de 1877 en la localidad inglesa de Deal, en el condado de Kent. Edith era la octava de una extensa familia de once hermanos. Su padre, Edward Appleton, era miembro de la marina inglesa que se ahogó en Dungeness cuando Edith tenía veinte años y dejó a Eliza, su madre, sola con su amplia prole.
Tres años después, Edith se trasladó a Londres para estudiar enfermería en el Hospital de San Bartolomé donde permaneció hasta 1904 cuando continuó su formación en una escuela de enfermería privada. Así que, cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Edith estaba preparada para formar parte de uno de los operativos sanitarios que se trasladaría al continente. Edith se unió al Queen Alexandra’s Imperial Military Nursing Service Reserve y llegó a Ostende en octubre de 1914. Desde entonces y hasta el final de la guerra, Edith Appleton trabajó en el frente de manera incansable en los distintos lugares a los que fue destinada. Su experiencia como enfermera de guerra la plasmó en un diario que mantuvo vivo durante cuatro años en el que plasmó su rutina diaria, explicando sus sentimientos y relatando los momentos duros y los que encontró para intentar evadirse de la dura realidad del frente.
Su labor le valió la conmemoración en 1917 de la Royal Red Cross por su «devoción y competencia excepcionales».
Al finalizar la guerra aún permaneció un tiempo en la zona de conflicto curando a los muchos soldados heridos que empezaban a regresar a sus casas. Finalmente, fue desmovilizada a finales de 1919. De vuelta a Inglaterra, Edith continuó con su labor como enfermera en el Bedford College de Londres hasta que en 1923 compró una casa con una de sus hermanas en la Isla de Wight que terminó convirtiéndose en el punto de encuentro de la familia Appleton. Tres años después se casó con John Bonsor Ledger, con quien no tuvo hijos y falleció una década después.
Eddie Appleton falleció el 6 de febrero de 1958 en su hogar, a los ochenta años de edad. Sus diarios permanecieron custodiados por la familia Appleton durante décadas hasta que algunos de sus sobrinos nietos empezaron a compartir con el mundo las memorias de su tía abuela.
Para leer más sobre ella
- Edith Appleton, A nurse at the front. The First World War Diaries of Sister Edith Appleton, Simon & Schuster, 2013
- Edith Elizabeth Appleton O.B.E. R.R.C.
Sobre el artículo original
El artículo Una enfermera en el frente, Edith Appleton (1877-1958) se publicó en el blog Mujeres en la Historia de Sandra Ferrer Valero el 12 de septiembre de 2018.
Sobre la autora
Sandra Ferrer Valero, periodista y apasionada de la historia, escribe en su blog sobre Mujeres en la Historia.