La revista International Journal of Developmental Biology, editada en la UPV/EHU y dirigida por el profesor Juan Aréchaga, publicó en 1998 una revisión firmada por Anne McLaren sobre uno de los temas centrales de sus investigaciones, las células germinales y su trasplante. En 2001, la revista editó un número monográfico en homenaje a Anne McLaren, con textos sobre sus trabajos y sobre la dirección y trato a sus alumnos y colegas de laboratorio. Y, en 2008, unos meses después de su muerte, la revista incluyó un sentido obituario en su recuerdo. Es, por tanto, una científica muy relacionada con la UPV/EHU, sobre todo a través del International Journal of Developmental Biology. Y merece la pena contar la historia de Anne McLaren.
El 7 de julio de 2007, por la tarde, en un accidente en la autopista M11, al norte de Londres, murieron dos prestigiosos científicos ingleses, el profesor Donald Michie, de 83 años, y experto en inteligencia artificial, y Anne McLaren, de 80 años, reconocida investigadora en genética y desarrollo embrionario. Aquella noche viajaban de Cambridge a Londres. Se habían conocido casi seis décadas antes, como estudiantes en Oxford. Se casaron en 1952, tuvieron tres hijos y se divorciaron en 1959, aunque siempre conservaron una gran amistad.
Donald Michie trabajó durante la Segunda Guerra Mundial en Bletchley Park y ayudó a descifrar los códigos secretos alemanes. Después de la guerra, en Oxford, se dedicó a la investigación en genética y conoció a nuestra protagonista.
Anne McLaren había nacido en Londres en 1927, hija de Sir Henry McLaren, Barón de Aberconway, conocido industrial y parlamentario liberal, y de Christabel MacNaughten. Durante la Segunda Guerra Mundial la familia se trasladó a su residencia de Bodnant, en Gales. A los siete años se presentó al casting de la película Things to come (La vida futura), rodada en 1936, dirigida por William Cameron Menzies y basada en un conocido libro de H.G. Wells. Actúo en la película como La Niña, una niña del futuro, sonriente y muy interesada en el pasado y el futuro de la Humanidad, y ahora aparece en el reparto de la película en las bases de datos de cine. Por cierto, en IMDb hay una breve biografía de Anne McLaren y solo la mencionan como actriz y no se dice nada de su carrera científica.
Estudió Zoología en Oxford y se graduó con estudios sobre los ácaros de la mosca Drosophila, bajo la dirección de J.B.S. Haldane.
Marchó al Colegio Universitario de Londres para su postgrado en el grupo de Peter Medawar, futuro Premio Nobel. En 1952 terminó su doctorado.
Siguió en Londres con estudios del desarrollo embrionario en ratones y en 1958 publicó un breve artículo en Nature, firmado con John Biggers, de solo dos páginas, que supuso el inicio de una línea de investigación que, veinte años más tarde, llevaría a la fertilización in vitro y al nacimiento de Louise Brown.
Ahora, en 2018, hemos celebrado el 40 cumpleaños de esta mujer, la primera niña in vitro. Había nacido el 25 de julio de 1978 en el Hospital General de Oldham, en Inglaterra, y tiene dos hijos, nacidos en 2006 y 2013, y concebidos de manera natural.
Más adelante y con las consecuencias de futuro que tuvo, el artículo de McLaren y Biggers fue calificado como “uno de los más significativos en la historia de la biología reproductora y de la medicina”.
En su investigación, Anne McLaren y John Biggers ensayaron en ratones la fertilización in vitro y el trasplante de embriones de veintiuna horas a hembras. Una semana después de la implantación de los embriones, continuaban su desarrollo normal en el útero de las madres de adopción.
Años después, Biggers contaba que, después de la publicación del artículo, Anthony Smith, corresponsal científico del London Daily Telegraph, lo comentó en su periódico con un texto titulado “Brave New Mice”, en explícita referencia al Un mundo feliz, o Brave New World en inglés, la famosa novela de Aldous Huxley en la que describe nacimientos in vitro. Poco después, Biggers recibió una nota de un prominente científico de la Universidad de Cambridge reprochándole que permitiera que su trabajo llegara a la prensa popular. Añade Biggers en su relato que, es evidente, los tiempos han cambiado.
Después de su divorcio en 1959, Anne McLaren se trasladó al Instituto de Genética Animal de Edimburgo. Viajó con sus tres hijos, Susan, Jonathan y Caroline, nacidos en 1955, 1957 y 1959, y los crió a la vez que seguía con sus investigaciones. Conocían el laboratorio de su madre casi tanto como su propio hogar. Por ello se convirtió en una pionera de las peticiones de fondos a la administración para el cuidado de los hijos de las madres trabajadoras.
En 1974 dejó el centro de Edimburgo y se trasladó a Londres a dirigir la recién creada Unidad de Desarrollo de Mamíferos del Consejo Médico de Investigación. Tanto en Edimburgo como en Londres fue admirada por su trato, su capacidad investigadora y, también, por su relación con los estudiantes y, años más tarde, muchos de ellos serían líderes de sus propios grupos de investigación en todo el mundo. Les enseñó que un verdadero científico debía ser una combinación de visión y precaución, de entusiasmo y de estricta búsqueda de la evidencia.
Cuando se jubiló de la Unidad de Desarrollo de Mamíferos de Londres, en 1991, Anne McLaren marchó a Cambridge al Instituto Wellcome/CRC.
Desde 1975 pertenecía a la Royal Society pero, de 1992 a 1996, ocupó el cargo de Vicepresidenta y fue la primera mujer elegida para la directiva en los más de trescientos años de historia de la sociedad.
Durante toda su vida profesional, Anne McLaren participó en comisiones relacionadas con la reproducción humana, la genética y la bioética. Por ejemplo, participó en la Comisión Warnock, denominada oficialmente como de Investigación sobre Fertilización Humana y Embriología. Asesoró al gobierno y al parlamento británicos, en la década de los ochenta, sobre la legislación para la fertilización in vitro. Esta Comisión se estableció a los pocos años del nacimiento de Louise Brown, la primera niña in vitro, y de la polémica que suscitó.
Durante las décadas de los ochenta y los noventa, aumentó su presencia pública para explicar sus investigaciones en biología del desarrollo y su interés social. Siempre presentó una ciencia cuya práctica, y lo sentía de una manera muy intensa, era, ante todo, “divertida”. Y debía ser explicada al público con sencillez y rigor.
Siempre apoyó la discusión honesta sobre temas científicos y su relación con la sociedad. Defendía que las cuestiones de importancia social y científica debían llegar a la ciudadanía para darlas a conocer y, además, conseguir que el público confiase en la ciencia. Trasmitió, siempre que tuvo ocasión, su profundo compromiso con la ciencia como base de la sociedad. La ciencia no podía progresar contra la opinión pública, y los científicos deben comprometerse y responder a las sensibilidades culturales que activan, en último término, sus propias investigaciones.
Defendió el estatus moral del embrión y la conducta ética que debe basar su manipulación. Con su inventiva y actitud, hizo crecer la dimensión ética de la investigación científica y pronto se convirtió en una figura familiar y respetada en la bioética como disciplina en expansión. Aunque, es curioso, se describía a si misma como una ignorante en ética. Pronto fue consciente de que la aplicación de la ética en la ciencia necesitaba soporte legal y una autoridad que asegurara la confianza pública en el empleo de sus conclusiones. Promocionó y apoyó las políticas, que son esenciales para los investigadores, que orientan sus objetivos y apoyan la práctica de la ciencia.
En resumen, Anne McLaren hizo contribuciones pioneras en dos de los aspectos más importantes de la genética de la reproducción: la fertilización y el desarrollo embrionario en mamíferos y las implicaciones éticas de la investigación con embriones.
Profundamente liberal y progresista, fue miembro del Partido Comunista de Gran Bretaña y fue secretaria de la sección de Oxford. Tuvo problemas para conseguir el visado para viajar a Estados Unidos en plena guerra fría. También fue una activista de los grupos Pugwash formados por científicos preocupados por asuntos de ciencia de interés internacional y, sobre todo, por las armas nucleares.
Para terminar, mencionar que en homenaje y en honor de su recuerdo, ha quedado, en la Universidad de Cambridge, el Fondo en Memoria de Anne McLaren para las mujeres científicas.
Referencias
- Biggers, J.D. 2001. Research in the Canine Block. International Journal of Developmental Biology 48: 469-476
- Biggers, J. 2007. Dame Anne McLaren. The Guardian. 10 julio
- Clarke, A.G. 2001. Anne McLaren – a tribute from her research students. International Journal of Developmental Biology 45: 491-495
- Franklin, S. 2007. Obituary: Dame Dr. Anne McLaren. Future Medicine – Regenerative Medicine 2: 853-859
- Hogan, B. 2001. From embryo to ethics: a career in science and social responsability. International Journal of Developmental Biology 45: 477-482
- McLaren, A. 1998. Germ cells and germ cell transplantation. International Journal of Developmental Biology 42: 855-860
- McLaren, A. & J.D. Biggers. 1958. Successful development and birth of mice cultivated in vitro as early embryos. Nature 182: 877-878
- Pedersen, R.A. & B. Salter. 2007. Obituary: Anne McLaren. Cell Stem Cell 1: 137-139
- Renfree, M. & R. Short. 2008. In memorian: Anne McLaren. International Journal of Developmental Biology 52: 1-2
- Warnock, M. 2001. Anne McLaren as teacher. International Journal of Developmental Biology 45: 487-490
- Wikipedia. 2018. Anne McLaren. 7 agosto
- Wikipedia, 2018. Louise Brown. 28 agosto
Sobre el autor
Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.
3 comentarios
Desconocía de la niña in vitro Louise Brown, sabía de la oveja dodley. Ya habrán nacido sirenas, minotauros, pegados, etc.
Excelente artículo sobre una magnífica mujer.
Gracias Eduardo.
Es interesante el texto