Manuela Antonia Barreiro Pico

Ciencia y más

Primera mujer matriculada en la Universidade de Santiago de Compostela (1896) y primera Licenciada en Galicia.

Primera Licenciada en Farmacia (1900) y séptima en España.

Primera mujer que consigue el titulo de Bachillerato en Galicia en el Instituto de Segunda Enseñanza de Lugo (1896).

Edificio en el que Manuela Barreiro Pico tenía su farmacia y la placa conmemorativa en su homenaje.
La composición está realizada con imágenes de Vicente M Leis Dosil y Agremon (Ribadeando).

Manuela Antonia nació en Viveiro (Lugo) el 5 de julio de 1877 y murió en Madrid el 29 de enero de 1953. Nació en el edificio del antiguo convento de San Francisco, donde vivía su abuelo materno D. Justo Pico de Coaña y Vijander, maestro de instrucción primaria en Viveiro durante más de tres décadas y eminente pedagogo gallego del siglo XIX. Su padre D. Facundo Manuel Barreiro Arias, nació en el año 1851 en Santiago de Piugos en Lugo, vivió en el barrio del Puente de Lugo, fue maestro auxiliar de Viveiro (1872-1875) y maestro por oposición de primera enseñanza de Becerreá y por traslado de Ribadeo, posteriormente fue también maestro de Normales. Su madre Doña María del Carmén Inés Pico Arias, natural de Villanueva de Lorenzana, fue ama de casa.

Tuvo tres hermanos, Justo (Viveiro, 1875, abogado), Inés (Ribadeo, 1878, murió en 1901) y Emilia (1881, ama de casa).

Su vida trancurrió en Ribadeo donde su padre fue maestro. Estudió la enseñanza primaria en Ribadeo. En este tiempo estaba de maestra en la Escuela de niñas de dicha ciudad Dña Enriqueta Sánchez Conde; es muy posible que Manuela fuese a dicha escuela. Ribadeo tenía un colegio privado de enseñanza secundaria en 1858, el Colegio de San Luis, por lo que es posible que se preparase en dicho centro, para después examinarse del Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Casariego de Tapia (Asturias) los cursos de 1890 a 1893. Después trasladó su expediente al Instituto de Segunda Enseñanza de Lugo, y se examinó en los cursos de 1893 a 1895, por enseñanza no oficial, no colegiada.

Su expediente académico es muy brillante, con una media de Notable alto. Hizo los examenes de grado de Bachiller en Lugo el día 3 de julio de 1895, con la calificacion en el primer y en el segundo ejercicio de Sobresaliente, obteniendo el título de bachiller el año 1895. Hasta estas fechas no consta que ninguna mujer gallega lo hubiese hecho, por lo que sería la primera en conseguir el título de Bachillerato.

De acuerdo con las leyes vigentes en ese momento, en el curso 1896, Manuela Barreiro tuvo que solicitar permiso al Ministro de Instrucción Pública para hacer los estudios universitarios y poderse matricular en la Universidad, ya que no era posible hacerlo por enseñanza oficial hasta 1910. Los hombres se matriculaban sin ningún problema.

En la súplica hecha por la estudiante y su padre lo planteaban en términos para que “se dignara resolver la petición relativa a autorización para obtener el título y ejercer la profesión terminados sus estudios”; a esta súplica se le respondió solamente que “se le autoriza la matrícula en cuanto que los catedráticos respondan del orden de las clases”. La alumna, con este permiso, se matriculó en régimen de enseñanza libre. Parece deducirse de la autorización que con la posibilidad de asistencia a clase. Los trámites pasaron por diligencia (9 de noviembre de 1896) al Sr. Rector y este envío una minuta al Sr. Decano de Farmacia y a Dña. Manuela. También su padre recibió (25 de mayo de 1897) otra comunicación de la autorización y del permiso para poder matricularse por enseñanza libre.

Los estudios de Farmacia los hizo en la Facultad de Farmacia de Santiago de Compostela, excepto los estudios previos que todos los estudiantes tenían que hacer en la Facultade de Ciencias, entre los años de 1896-1900. La Facultad de Farmacia tenía su sede en el Colexio de Fonseca, un pazo del siglo XVI.

Los comienzos de su carrera no fueron fáciles, en una sociedad que rechazaba la presencia de la Mujer en la Universidad. Como muestra, añadimos la reseña o comentario de editorial en la revista española La Farmacia Moderna (5 de febrero de 1897, Tomo VIII, pág. 58), en el primer curso de sus estudios universitarios. Deja patente la opinión que tenía la sociedad sobre los estudios de las mujeres y, más en concreto, el acceso a la universidad para dedicarse a las ciencias naturales:

Pierden el tiempo, el dinero y algo más, que siempre constituyó la mejor aureola de las damas, las familias que tienen el mal gusto de dedicar a sus hijas al manejo del bisturí o a los trabajos de laboratorio,

indicando también el interés y el permiso de los padres para hacer esos estudios.

En aquellos tiempos, la carrera de Farmacia (RD16/01/1886) constaba de tres cursos para obtener el grado de bachillerato en Farmacia; los primeros años tenían unos estudios previos de materias comunes en la Facultad de Ciencias, para continuar después con materias específicas de su carrera; para aspirar al título de licenciado era preciso hacer dos años de prácticas en una Oficina de Farmacia y estudiar Práctica de Operaciones Farmacéuticas. Los alumnos asistían a clase hasta el 1 de junio en que comenzaban los exámenes. El profesor presentaba en la secretaría una lista con los alumnos que, por su asistencia a clase y preparación, juzgaba aptos para hacer el examen final. Este examen final era público y oral, duraba alrededor de diez minutos y versaba sobre tres temas elegidos al azar. Tenía lugar delante de un tribunal, formado por el profesor de la asignatura y otros dos profesores de materias afines.

En el expediente académico de Manuela Antonia figuran las instancias de solicitud de admisión a los exámenes de las materias correspondientes que cada curso tenía que hacer, al igual que todos los estudiantes. Estas solicitudes también implicaban el pago de unas tasas. En alguna de esas solicitudes indicaba la presencia de testigos. Esa utilización de testigos nos induce a intuir algún problema, como la necesidad de dejar constancia de la calidad del examen o del trato que se le da en el mismo por ser mujer. Hizo sus estudios con una media de Notable.

Obtuvo el grado de “licenciado” haciendo los exámenes correspondientes el 25 de junio del año 1900. Solicitó, mediante instancias varias, que se le expediera el correspondiente título y, una vez concedido, hizo depósito del título y lo obtuvo con fecha de 1901 (Título de Licenciado, 16 de diciembre de 1901). El título original se ha perdido, lo que tenemos es el documento de depósito del título.

Imagen extraída de Manuela Barreiro Pico. Ribadense destacada.

Este hecho es recogido en los periódicos de Santiago de Compostela la “Gaceta de Galicia” de 28 de junio de 1900 (Año XXX, núm. 141), y también en el diario “El Eco de Santiago” (diario independiente Año VI, núm. 1840 de 30 de abril de 1901). En este último, en el texto, se la felicita por su buen expediente, y también por el triunfo del feminismo, lo cual es llamativo por la época en el que se escribe.

Tras una busca intensa de datos y de fotos –no se disponía de ninguna para poder visibilizarla– sobre la vida de Manuela, después de localizar a su sobrina nieta María Teresa Barreiro –que vive en Madrid–, esta me prometió que buscaría en las vacaciones en su casa en Ribadeo en el Pazo de Guimaráns. En agosto de 2016, junto con el amigo de la familia y estudioso de la historia de Ribadeo Antonio Martínez –que conoció a Manuela cuando era un niño– encontraron esta maravillosa foto que ilustra la importancia de su graduación. Fue un muy feliz hallazgo para tantos días de indagaciones.

Cuando acabó la carrera y consiguió el Título de Licenciado en Farmacia (1901) volvió a insistir mediante una solicitud, en la que ella ya se nombra como licenciada –palabra aun no reconocida– que se le concediera el derecho a ejercer la profesión en la que alcanzó la licenciatura. La dirigió al Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes (ya cambiara el Ministerio), con un escrito convincente que figura en su expediente académico y que reflejo a continuación:

En años académicos y en públicos exámenes acreditó su suficiencia en los estudios realizados lo que debe habilitarle para el ejercicio de una profesión que siempre creyó propia a su sexo y en la que pretende hallar ocupación útil para sí y para la sociedad.

En este escrito dejaba constancia de cómo los exámenes pasados fueron públicos, de que la elección de su carrera era adecuada a su condición femenina y de cómo el ejercicio de la misma iba a ser de utilidad para ella y para la sociedad. Consiguió así que le fuera concedida “La autorización para ejercer la profesión de farmacéutico”. Para abrir la oficina de Farmacia en Ribadeo (Lugo) solicitó también permiso municipal; estamos hablando de 1901. La Farmacia se abrió con el nombre de “Farmacia Moderna”. El nombre parece la réplica o contrapunto al escrito hecho por la revista del dicho nombre con motivo de su matriculación en la carrera de farmacia, como ya mencionábamos anteriormente. También es bien cierto que era un nombre de moda en aquellos días ya que hemos encontrado más farmacias con ese nombre. En el padrón del Ayuntamiento de Ribadeo, el 5 de septiembre de 1919, la familia figura en la calle Jesús Rodríguez Murías 12 –hasta 1912 rúa San Roque– además de la vivienda del piso superior y la Farmacia estaba en el bajo, local que hoy ocupa el Bar Cabás.

La apertura de la farmacia en Ribadeo fue publicada a nivel regional y reflejada en una nota de prensa de El Noroeste (La Coruña, Año VIII, núm. 5145, sábado 25 de julio de 1903, foto 26), en un pequeño recuadro dentro de la página, sin destacar lo novedoso del hecho. La apertura de la farmacia también fue recogida por el diario “El grano de arena” de Mahón (núm. 632, Año XV del 12 de agosto de 1903) con una clara defensa del ejercicio de dicha profesión por las mujeres, encontrándola muy adecuada, a la par que destacaba que fuera un pueblo pequeño el que presentaba un ejemplo de una mujer bien preparada. También aparecía el tipo de servicios que ofrecía, como análisis químicos, en una nota de prensa posterior, en el diario El Adelanto (diario de Salamanca, Año XIX, núm. 5778, miércoles 19 de agosto de 1908). En su botica, Manuela preparó un buen número de formulaciones originales –debido a la escasez de específicos– y también formulaciones recetadas por los médicos, así como análisis de sangre, aguas y alimentos. Participó en todas las campañas de ayuda a los más necesitados, y en programas de vacunas en colaboración con el Ayuntamiento.

Solicitó al Ayuntamiento de Ribadeo (12 de septiembre de 1919) la dotación de Farmacéutico Titular, cargo que la solicitante aceptaría si se le dotase con una remuneración equitativa. No nos consta que llegase a ser Farmacéutica titular. El periódico de Ribadeo “Las Riberas del Eo” (núm. 2953, 9 de enero de 1932) informa del traspaso de la Farmacia; en esa fecha Manuela tenía 54 años, aunque figura con 44 años, probablemente por la cédula que podía estar caducada. El documento de compra-venta de la farmacia es de fecha 19 de septiembre de 1931.

Su vida transcurrió en Ribadeo, como ya mencionamos vivió en el piso sobre la Farmacia. Más adelante vivió en el segundo piso de la Torre de los Moreno (construida en 1915). Su hermana Emilia se casó con Pedro Martínez Moreno –abogado y exdiputado provincial– de la familia de los Moreno (este murió el 1 de octubre de 1932). Es posible que su jubilación se debiera a la situación familiar del momento: su hermana Emilia –a la que estaba muy unida– se quedó viuda, con un niño muy pequeño, y le ayudó en su crianza y educación. También es posible que las grandes dificultades encontradas –tanto cuando estudiaba la carrera en Santiago y más tarde en el desarrollo de su profesión, por su condición de mujer, siempre rechazada por la sociedad– influyeran en esa decisión. Recordamos, a este respecto, el hecho de que pusiese de nuevo el anuncio de que hacía análisis, casi diez años después de abrir la botica (1909, 1919), o el hecho de haber solicitado al Ayuntamiento de Ribadeo ser Farmacéutico Titular en el 1919, y que este le respondiese que dicha plaza se “provee mediante concurso y con los requisitos que en él se determinen”.

Después de su jubilación viajó con frecuencia a Coruña con su hermana Emilia y su sobrino Pedro; se alojaban en una pensión, hecho muy frecuente en aquella época. También viajó a Argentina con ellos, para visitar las propiedades de su cuñado en aquellas tierras. Continuó viviendo entre Ribadeo y Mondoñedo, con su hermana y su sobrino, donde Pedro estudió primero en el Seminario y después se dedicó a los negocios. Estos fracasaron y terminó totalmente hipotecado, por lo que vendieron lo que les quedaba y se marcharon a Madrid. En la venta del piso, en la torre de los Moreno, se perdieron todos los documentos y fotos de Manuela, su posible diario, su título de Licenciada, los cuadernos de las preparaciones de farmacia, etcétera; de ahí que prácticamente no se sepa de ella. Marcharon a Madrid y vivieron en una pensión, con lo que su nueva vida, lejos de su Ribadeo, fue dura y dolorosa. Manuela murió en Madrid el 29 de enero de 1953, al año de llegar allí, y fue enterrada en el Cementerio Sacramental de San Lorenzo y San José de Madrid.

Fue consciente de ser la primera universitaria de la Universidad de Santiago y la primera en licenciarse en Farmacia. Comentaba las grandes dificultades y discriminaciones sufridas a lo largo de sus estudios, así como después, en el ejercicio de su profesión. En las clases se sentaría aparte, tal como era frecuente en aquellos tiempos, la mayoría de las veces en la mesa del profesor, separada de sus compañeros. La Farmacia era conocida como “A das Piconas”, porque su hermana Emilia estaba frecuentemente con ella y por su apellido Pico. Fue una mujer muy bondadosa, humana y moderna; con los niños siempre tenía atenciones cuando iban a la farmacia con sus padres. Participaba y donaba vacunas y medicinas a los más necesitados; una parte de ese desembolso lo reingresaba a través del ayuntamiento. Era una mujer emprendedora e hizo numerosas inversiones inmobiliarias, tanto de fincas como en viviendas. Asimismo fue una precursora en la degustación de mariscos; en aquellos tiempos eran despreciados por la sociedad y solo los comían los pescadores; ella les pedía que se los trajeran cuando hablaba con ellos o iban por la farmacia.

Uno de los homenajes a Manuela Barreiro Pico.

Su itinerario profesional pasó desapercibido durante años, hasta el comienzo del estudio y reconocimiento de la importante labor llevada a cabo por muchas mujeres.

Bibliografía

María Isabel Fernández García, Manuela Barreiro Pico. Ribadense destacada, Deputación Provincial de Lugo, 2017

Sobre la autora

María Isabel Fernández García es doctora en química, profesora del Departamento de Química Inorgánica de la Facultad de Ciencias de Lugo (USC) y colaboradora en el grupo de investigación y el blog Ciencianosa.

1 comentario

  • Agradecemos mucho a la Dra. M. Isabel Fernández esta biografía. No conocía a pesar de ser paisana a esta farmacéutica. Es para mí muy importante conocer y poner en valor aquellas mujeres que hicieron posible que yo, mis hijas y mis alumnas, estudien, sean la mujer que quieran ser y como dice; aporten su saber y hacer a la sociedad.

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