En 1955, Edward O. Wilson, sociobiólogo, divulgador científico y entomólogo experto en hormigas, ascendió a la cordillera Sarunaged, en Papúa Nueva Guinea, en busca de ejemplares para sus estudios sobre la taxonomía de insectos y para completar las muestras depositadas en los archivos de la Universidad de Harvard. Años después, en 2018, en su muy recomendable libro Los orígenes de la creatividad humana, cuenta esta aventura típica de un explorador:
Conozcamos mejor a Mary Strong Clemens. Nació en Liberty, Nueva York, en 1873, de soltera apellidada Knapp, y murió en Brisbane, Australia, en 1968, a los 95 años. En 1896 se casó con Joseph Clemens, sacerdote de la Iglesia Metodista Episcopaliana. El marido se alistó, en 1902, en el ejército como capellán con el rango de capitán. Le destinaron a varios estados de la Unión y así, su mujer, Mary Strong Clemens, pudo muestrear plantas en California, Utah, Oklahoma y Texas.
En 1905 fue destinado a Filipinas y allí el matrimonio coincidió con Elmer Merrill, reputado botánico, más tarde en la Universidad de Harvard y que, en 1930, fue nombrado director del Jardín Botánico de Nueva York. En aquellos años Merrill recolectaba plantas en las Filipinas. Con su consejo y amistad, Mary Strong Clemens recorrió Mindanao y Luzón, por las más recónditas selvas y en montañas de hasta 3000 metros de altura. Merrill cuenta que Mary Strong Clemens hizo varias campañas de recogida de plantas que, después, enviaba a Manila, donde estaba el botánico en el Laboratorio de Biología de la Oficina de Ciencia. Le llegaron unos 1200 ejemplares.
Unos años más tarde, en 1915, el matrimonio hizo su primera recolección botánica en el monte Kinabalu, en el norte de Borneo, y en solo seis semanas descubren 101 especies nuevas de plantas. Allí volvieron en 1929.
En 1918, cuando estaba destinado en Francia durante la Primera Guerra Mundial, y por una lesión no identificada, Joseph Clemens dejó el ejército. Después de su retiro, la pareja viajó a los mares del sur y a las costas asiáticas del Pacífico para continuar con las recogidas botánicas de Mary Strong Clemens. Joseph se convirtió en su ayudante para clasificar, archivar, empaquetar y enviar las muestras a diferentes museos y universidades de todo el mundo. Con la venta de muestras duplicadas financiaban sus gastos. A partir del retiro del capitán y con su ayuda, comenzó la mayor actividad de recogida de muestras de Mary Strong Clemens.
Viajaron por las montañas de Filipinas, Borneo, las provincias de Chihli y Shantung en China, Indochina y Nueva Guinea. Allí le esperaba la cordillera Sarunaged que, décadas después, visitaría Edward Wilson.
En 1929 exploraron el norte de Borneo, volvieron al monte Kinabalu y, también, visitaron Sarawak durante seis meses. En total, recogieron unas 3000 muestras y las enviaron al Jardín Botánico de Nueva York. Entonces, Clemens, que tenía 68 años, enfermó de dengue y se recuperó.
Para 1930, el botánico Elmer Merrill calculó que la colección de Mary Strong Clemens tenía más de 20000 ejemplares recogidos en las campañas anteriores a ese año. En 1931, viajaron a Borneo en una expedición que encargó el Museo Británico.
Llegaron a Nueva Guinea en 1935 y, meses después, Joseph Clemens murió, en 1936, en Wareo, Nueva Guinea, por la ingestión de carne contaminada de jabalí salvaje. Mary Strong Clemens recordó su muerte en la etiqueta de un ejemplar que recolectó:
La muestra se clasificó como Myristica lancifolia var. clemensii, ahora clasificada como Myristica clemensii, en honor de Joseph. Es uno de los árboles productores de nuez moscada.
En Nueva Guinea, Mary Strong Clemens trabajó en la provincia de Morobe y, sobre todo, en la península Huon donde recolectó unas 14000 plantas y numeró las muestras que archivó del número 1 al 41949.
Después de la muerte de su marido, Mary Strong Clemens siguió con sus muestreos en Nueva Guinea hasta la Segunda Guerra Mundial cuando la invasión japonesa la obligó a la evacuación desde Lae hasta Port Darwin, en Australia, en diciembre de 1941. Parte de sus recogidas, muestras y cuadernos de campo quedaron en Nueva Guinea cuando fue evacuada y, quizá, se perdieron, aunque parte, algo se conservó y ahora sabemos que está depositado en la Universidad y en el Museo Nacional de Tokio.
Hasta 1939, Mary Strong Clemens enviaba sus muestras a Berlín pero, por el comienzo de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1941, las entregó a la Universidad de Michigan, a H.H. Bartlett, que distribuía las muestras y vendía los duplicados. Así, los ejemplares de Mary Strong Clemens acabaron en Berlín, Leiden, Singapur, Zurich, Munich, las Academias de Ciencias de Bélgica y California, Harvard y los jardines botánicos de Nueva York y de Estados Unidos.
En Australia, en el Herbario de Queensland, le dieron un local en un cobertizo para que pudiera trabajar. Pronto fue conocida por su interés en sus muestreos y, a menudo, dormía en el cobertizo y se lavaba y bañaba en una fuente del jardín. Pronto buscó un nuevo alojamiento en una residencia a unos cinco kilómetros del Herbario. Todos los días iba y volvía del trabajo con un largo paseo. También recolectó muestras en Queensland y solía viajar por la región por las vías del ferrocarril en un pequeño vagón que se movía a mano.
La lectura de sus notas sobre las recogidas en Queensland revela sus profundas convicciones religiosas, la devoción fanática por la recogida de plantas, su compromiso con el bienestar de los aborígenes, la falta de interés en su propio confort y su gran fortaleza física.
En 1950, Mary Strong Clemens sufrió una caída y se rompió la cadera lo que le obligó a terminar con sus viajes de muestreo. Años más tarde, en 1963 se trasladó a una residencia para personas mayores en Brisbane, donde murió en 1968.
Para terminar hay que indicar que, a pesar de la fortaleza que le supone Edward Wilson décadas más tarde, las fotografías que conocemos de Mary Strong Clemens nos muestran a una mujer delgada y no muy alta que, como mucho, le llega a los hombros a su marido. Su fortaleza estaba más bien en su carácter y, quizá, en ser consciente de que tenía que cumplir con la misión que se había marcado, querida y aceptada: recolectar plantas para la botánica.
En 1929 y desde Singapur, Joseph Clemens escribió una carta a Elmer Merrill relatando la exploración de Borneo que había disfrutado la pareja. Al año siguiente, Merrill publicó la carta en el Journal of the New York Botanical Garden. En el último párrafo, Joseph Clemens escribió que
Y, por ello, viajaban por “lugares salvajes” para disfrutar de ellos y conocer sus plantas.
Referencias
- Hanners, A. & G. Webb. 1999. Joseph Clemens: soldier, scientist, and missionary. Engaging the World. Dickinson College
- Howe, M.A. 1936. Chaplain Joseph Clemens. Journal of the New York Botanical Garden 37: 117-118
- Merrill, E.D. 1908. New Philippines plants from the collections of Mary Strong Clemens. Philippine Journal of Science C Botany 3: 129-165
- Merrill, E.D. 1930. Botanical exploration of Borneo. Journal of the New York Botanical Garden 31: 185-191
- Merrill, E.D. & L.M. Perry. 1948. Notes on some Papuan collections of Mary Strong Clemens. Journal of the Arnold Arboretum 29: 152-168
- van Steems, C.G.G.J. (Ed.). 1950. Clemens, Joseph & Mary (Knapp) Strong. Flora Malesiana 1: 108-110
- Wilson, E.O. 2018. Los orígenes de la creatividad humana. Crítica. Barcelona
Sobre el autor
Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.