Es difícil luchar contra aquello que desconocemos. Esa lucha se hace más complicada cuando se trata de una epidemia que está perjudicando gravemente la salud de la humanidad. En el siglo XX, un virus del que apenas nada se sabía o había ideas vagas acerca del modo de transmisión, estaba causando estragos. La enfermedad empezaba a escucharse cada vez más en las familias; el miedo hacía que el rumor fuera solo a media voz. Se conocía que la poliomielitis, o también llamada polio, causaba parálisis temporal o permanente en los niños y a veces incluso la muerte. Ese virus entraba en el cuerpo y a través del flujo sanguíneo accedía al sistema nervioso. Pero, ¿de dónde venía aquello? ¿Y quién podía detenerlo?
A nadie le cuesta imaginarse la situación con novelas como Diario del año de la peste de Daniel Defoe, donde los rumores y el desconocimiento imperan en el ambiente y crean confusión y pánico. Cuenta el narrador del libro que en una ocasión, una mujer, en la iglesia, en un banco lleno de gente, imaginó haber percibido un mal olor. Supuso al instante que la peste estaba allí mismo, en el banco, y se lo dijo al oído a la persona que tenía al lado. Después se levantó y se marchó. Como es lógico, el rumor fue pasando de boca en boca. Todos salieron de la iglesia sin que ninguno de ellos supiera qué los dañaba.
En el caso de la poliomielitis, para acallar esos rumores y en pos de conocer el origen y desarrollo, y erradicar esta epidemia, hubo muchos grupos de investigadores que trabajaron muy duro para encontrar la vacuna antipoliomielítica. En concreto, destacó la Universidad Johns Hopkins, donde se encontraba la viróloga Isabel Morgan, junto a los científicos David Bodian y Howard Howe. Ella fue la que logró crear la vacuna experimental que protegió a los monos contra la poliomielitis. Este trabajo fue clave para que posteriormente Jonas Salk encontrara la vacuna para uso general en 1955 (en España no se comercializó hasta 1964).
La poliomielitis fue una de las enfermedades que más terror causó en el siglo XX. En España, la polio sacudió a la población infantil entre 1956 y 1963; provocó graves discapacidades físicas en 12.000 niños y causó alrededor de 2.000 muertos. Sin embargo, el pico de esta epidemia ocurrió en Estados Unidos, en 1952, donde hubo 60.000 casos y más de 3.000 muertes. El resto del mundo tampoco fue inmune a esta enfermedad; hubo casos en los países nórdicos, en Centroeuropa y Gran Bretaña, entre otros.
Primeras investigaciones
Isabel Morgan, hija del genetista y ganador del Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1933, Thomas Hunt Morgan, se graduó en la Universidad de Stanford. Hizo el doctorado en bacteriología en la Universidad de Pennsylvania y después recaló en el Instituto Rockefeller. Aquí, trabajó como investigadora; su sueldo era más bajo que el de sus compañeros solo por el hecho de ser mujer. La discriminación era tan persistente como la epidemia que quería erradicar.
Algunos de sus maestros decían que cuando investigaba siempre buscaba caminos nuevos, y su talento para la ciencia era más que conocido. Cuando entró a trabajar en Johns Hopkins, en 1944, comenzó haciendo una serie de experimentos que la llevó directamente a conocer más sobre este virus tan temible. Su equipo fue capaz de determinar que la entrada del poliovirus era la digestiva pese a que la idea más aceptada en ese momento contemplaba la vía respiratoria. Asimismo, estableció que había tres tipos serológicos de virus, y demostró que en el desarrollo de la enfermedad había una fase llamada “virémica”, cuando el virus se expande por la sangre hasta el sistema nervioso central. Este avance fue gracias al trabajo conjunto con Dorothy Horstmann.
Esta investigación llevó al grupo a conseguir una vacuna experimental que probaron en los monos. Lograron inmunizarlos con el virus de la polio muerto en tejido nervioso e inactivado con formaldehído. Los resultados no pudieron ser más esperanzadores: los simios resistieron las inyecciones con altas concentraciones del poliovirus vivo. Jonas Salk se llevó más tarde el éxito por haber conseguido la primera vacuna contra la poliomielitis. Se olvidaron de que los primeros ensayos fueron hechos por Isabel Morgan. Los pequeños pasos que se dan antes son tan importantes como el salto final.
Una carrera esperanzadora que se interrumpió
No es fácil retirarse cuando alcanzas cierta fama e Isabel dejó la investigación cuando alcanzó su mayor éxito. En 1949, se casó con Joseph Mountain, un coronel de la Air Force que trabajaba en Nueva York. La pareja se mudó a Westchester y ella decidió dedicarse enteramente a su familia. Después de su marcha, nadie más siguió con sus investigaciones. No se supo mucho más de ella, salvo que llegó a cursar un máster en bioestadística en la Universidad de Columbia, y fue asesora científica en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center (MSK), en Manhattan. Su legado está representado en el Roosevelt Warm Spring Institute for Rehabilitation, en Georgia, con un busto esculpido junto al de sus compañeros que investigaron la poliomielitis, en “The Polio Hall of Fame”.
Referencias
- Isabel Morgan, Wikipedia
- Isabel Merrick Morgan, PhD, Polio Place
- Isabel Morgan, viróloga, Mujeres con ciencia, Efemérides, 20 agosto 2017
- Rosa Ballester Añón, Isabel Morgan y el grupo de investigación sobre vacunas de la Universidad Johns Hopkins (1940-1960): un modelo de análisis de la trayectoria de una mujer en el mundo de la ciencia, Feminismo/s 10 (2007) 133-144
- Diego Barcala, La polio de los cincuenta, una negligencia del franquismo, Diario Público, 19 octubre 2009
- La poliomielitis y el síndrome postpolio en España, Batec Mobility S.L.
Sobre la autora
Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.
2 comentarios
La vacuna Salk se utilizó en España antes de 1964, pero con caracter restrictivo. Más información en la web de la Asociación Afectados de Polio y Síndrome Post-Polio.
http://www.postpolioinfor.org/vacunas/
Gracias por la información.
Marta (editora)