La mujer, la niña y la ciencia

Ciencia y más

Extraído del video Ese lugar.

El pasado 11 de febrero fue el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia (International Day of Women and Girls in Science), según decidió la Asamblea General de Naciones Unidas en su sesión de 2015. Lo celebraremos con algunos datos, mucha reivindicación y varias propuestas.

En la documentación que manejó la ONU se mencionaba un estudio en catorce países que había encontrado que la probabilidad de que una estudiante, una chica, terminara una licenciatura, un máster o un doctorado en una materia relacionada con la ciencia era del 18%, el 8% y el 2%, respectivamente. Pero para un estudiante, para un chico, la probabilidad era del 37%, el 18% y el 6%, o sea y en general, más del doble.

Esta diferencia en los porcentajes, que refleja la discriminación para las chicas que quieren estudiar ciencia, es quizá inconsciente para muchos y, seguramente, se basa en la educación y la cultura de cada sociedad. Incluso la diferencia se acepta por igual entre los hombres y entre las mujeres. En un estudio de Sarah Banchefsky y sus colegas, de la Universidad de Colorado en Boulder, encontraron que observadores voluntarios, cuando puntúan, en fotografías del rostro de hombres y mujeres, si son científicos o maestros de escuela, si en la imagen aparece una mujer, esta obtiene peor puntuación para ser científica cuanto más femenina les parece a los voluntarios. Y lo curioso es que los 40 hombres y 40 mujeres que aparecen en las fotografías son científicos que ocupan puestos en facultades de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas de universidades de elite de Estados Unidos.

En las gráficas que se publican en el estudio se observa que, en los hombres, a más femenino menos científico les parece a los que puntúan, y en las mujeres, la tendencia es igual pero mucho más exagerada, es decir, a más femenina menos científica. Por el contrario, cuanto más femenina parece una mujer más maestra de escuela se supone que es. En los hombres, para ser maestros de escuela, da igual que parezcan femeninos o masculinos.

En resumen, lo femenino y la ciencia no coinciden para los observadores voluntarios.

Todo esto comienza con la educación. Así, Anne Kerkhoven y su grupo, de la Universidad de Leiden, en Holanda, estudian la actividad profesional de las personas que aparecen en los libros de texto online para niños de cuatro a once años y que tratan de biología, astronomía, química, geología, matemáticas, física y tecnología.

Aparecen 1161 imágenes y, entre las dedicadas a estas áreas científicas, los hombres son el 75% y las mujeres el 25%. Entre los no científicos, los porcentajes casi se invierten, con el 62% para las mujeres y el 38% para los hombres. Pero casi el 50% de las mujeres que aparecen no tienen ninguna relación con la ciencia. Cuando las imágenes son de niños y niñas, también son más los niños aunque los porcentajes casi se igualan, con el 53% para los niños y el 47% para las niñas.

Sin embargo, las influencias culturales sobre la diferencia entre hombres y mujeres respecto a la ciencia llegan mucho antes, en la infancia, según el estudio de Lin Bian y su equipo, de la Universidad de Illinois en Champaign. Trabajan con 96 niños de 5, 6 y 7 años, y la mitad son niñas. Les preguntan a quien consideran listo y brillante, si es un chico o una chica, cuando cuentan una historia con un protagonista que hace bien sus tareas pero de quien no se dice el género. En otro estudio, deben elegir quien es más listo y brillante cuando se les enseñan fotografías de niños y de niñas, agrupadas de dos en dos, para que deban elegir entre un niño y una niña. Y, finalmente, deben elegir quien lo hace bien cuando deben completar un rompecabezas.

A los 5 años puntúan por igual a niños y niñas pero, a partir de los 6 años, las niñas obtienen menos puntuación que los niños. En general, tanto unos como otras puntúan mejor a su propio sexo hasta los 5 años pero, con los 6 años, incluso las niñas puntúan menos a las niñas.

En conclusión, para los 6 años y para niñas y niños, inteligencia y niños aparecen unidos.

Quizá y teniendo en cuenta lo dicho hasta ahora, cuando el grupo de Rosa Valls, de la Universidad de Barcelona, publica el primer estudio detallado sobre violencia de género en seis universidades españolas, incluyendo la UPV/EHU, encuentran que el 62% de los 1083 universitarios encuestados, con el 67% de mujeres, conocen o han experimentado situaciones de violencia de género. Hay que destacar que solo el 13% la identifican como tal en una pregunta directa y lo deducen las autoras a partir de otras preguntas de la encuesta. Como consecuencia, si pocos identifican la violencia de género, todavía menos la denuncian. No parece un entorno adecuado para terminar con la discriminación de la mujer en la ciencia.

Y, para terminar, un ejemplo concreto de diferencias en la ciencia entre hombres y mujeres en un campo de las Ciencias Naturales, la limnología o estudio de la biología de las aguas dulces. Lo han publicado María Mar Sánchez Montoya, del Instituto Leibniz de Berlín, y otros diez investigadores, entre los que está Ibon Aristi, de la UPV/EHU de Leioa. Toman los datos de los socios de la Asociación Ibérica de Limnología, que eran 470 en 2012, con el 45% de mujeres.

En primer lugar, hay más mujeres que hombres en las primeras etapas de la carrera profesional de estos investigadores, pero hay más hombres que mujeres en los puestos más altos cuando transcurren unos años de carrera. Por otra parte, en los congresos periódicos de la Asociación, los actos más esperados son las conferencias plenarias impartidas por conferenciantes invitados de prestigio. En 2012 las mujeres son algo más del 20% y en 2014 casi llegan al 50%.

Cuando, en un segundo estudio, se entrevistó a 115 socios, con el 55% de mujeres, las tres barreras principales para la carrera profesional son la falta de fondos para la investigación, la escasez de empleo y, para las mujeres, el equilibrio entre la vida personal y la profesional, sobre todo en relación con la maternidad, y, además, otras desigualdades relacionadas con el género.

Para solucionar la escasa o nula presencia de mujeres conferenciantes en los congresos que patrocina, la Sociedad Americana de Microbiología, nos cuentan Arturo Casadevall y Jo Hendelsman, del Colegio de Medicina Albert Einstein del Bronx, en Nueva York, y de la Universidad de Yale, respectivamente, decidió incluir por lo menos a una mujer en las comisiones encargadas de buscar conferenciantes para estos actos. Encuentran que, después de analizar 460 congresos, el porcentaje de mujeres prácticamente se dobla con este cambio.

En conclusión, hay que empezar con la cultura social del entorno, con la educación, incluso hasta la universidad, y, además, iniciativas puntuales en la universidad, centros de investigación y sociedades científicas.

Referencias

  1. Banchefsky, S. et al. 2016. But you don’t look like a scientist!: Women scientists with feminine appearance are deemed less likely to be scientist. Sex Roles. Vol. 75 (3). 95-109. DOI: 10.1007/s11199-016-0586-1
  2. Bian, L. et al. 2017. Gender stereotypes about intellectual ability emerge early and influence children’s interests. Science 355: 389-391
  3. Casadevall, A. & J. Handelsman. 2014. The presence of female conveners correlate with a higher proportion of female speakers at scientific symposia. mBio 5: e00846-13
  4. Kerkhoven, A.H. et al. 2016. Gender stereotypes in science education resources: A visual content analysis. PLOS ONE DOI: 10.1371/journal.pone.0165037
  5. Sánchez Montoya, M.M. et al. 2016. Women in Limnology in the Iberian Peninsula: biases, barriers and recommendations. Limnetica 35(1): 61-72
  6. Valls, R. et al. 2016. Breaking the silence at Spanish universities: Findings from the first study of violence againts women on campuses on Spain. Violence Againts Women 22 (13): 1519-1539

Sobre el autor

Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.

2 comentarios

  • Buenas tardes,
    Buscando documentación acerca del papel de la mujer en la ciencia he encontrado su artículo que he leído con gran interés y que me será de utilidad en un seminario que tengo que impartir.
    Lo que sucede es que verá, yo soy científica. Tengo un doctorado en Biología, de hecho. Pero he cambiado mi orientación y ahora estoy estudiando magisterio porque quiero ser maestra, ya que me he dado cuenta de la importancia de la educación de los niños. Y al leer su artículo me ha sentado mal la alusión a los maestros en sentido despectivo, que me parece totalmente inmerecida. Por este motivo he decidido dejar este comentario en su blog, ya que considero que lo importante es el trabajo y no la profesión.
    Saludos
    Rebeca

    • No planteó ningún comentario despectivo hacia los maestros, ni mucho menos. Su labor, que conozco de cerca, es extraordinaria, con mucho sacrificio y dedicación. Sin embargo, lo que aparece en el texto es el resultado de encuestas publicadas y esos datos muestran lo que la sociedad siente hacia maestros y científicos o, mejor, hacia maestras y científicas. Son estos datos los que nos tienen que empujar a cambiar los hechos que aquí aparecen. Cultura y educación deben cambiar el futuro de las mujeres en la ciencia y, para conseguirlo, hay que partir de lo que tenemos ahora. Y, poco a poco, seguir adelante, con mucho ánimo.

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