Leer sobre la vida de Rita Levi-Montalcini (Turín, 22 de abril de 1909-Roma, 30 de diciembre de 2012) es tan apasionante que bien podía ser un guión cinematográfico. No le falta de nada; lo tiene todo: lucha, lucha y lucha. Primero en casa contra las costumbres tradicionales de su padre por querer estudiar y entrar en la universidad; segundo, contra el régimen fascista y nazi, por ser judía; y tercero por investigar sin descanso en el campo de la neurociencia (descubrió la hormona que hace crecer las células nerviosas) y reivindicar el papel de las mujeres científicas porque, como decía esta científica italiana, “mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental”. Fue su pasión por el sistema neuronal nervioso lo que la mantuvo activa durante más de un siglo.
Y es que esta mujer que llegó a cumplir 103 años, además de ser una científica inagotable y reconocida con el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1986, sobrevivió al nazismo siendo judía al mismo tiempo que montaba laboratorios de manera clandestina para poder seguir con sus investigaciones. No en vano, fue una de las siete mujeres de un grupo de trescientos estudiantes que en 1930 entró en la Facultad de Medicina de Turín. Su labor profesional fue tan larga como su vida. Publicó su autobiografía en 1988 bajo el título “Elogio de la imperfección” obra a la que siguió, entre otras, “Tu futuro” (1994), dirigida a los jóvenes, a quienes decía que no había que “vivir en función de lo que los otros piensan de ti, sino en vencer tus propios miedos” (ver 7.). Y precisamente para impulsar el estudio entre los jóvenes creó la Fundación Rita Levi-Montalcini (1994), desde la que se siguen impulsando proyectos educativos dirigidos a mujeres jóvenes africanas y a la lucha contra la opresión social y religiosa. Y es que Levi-Montalcini reivindicó el derecho de las mujeres a estudiar, investigar y gobernar durante toda su vida. En más de una ocasión recordó que le había dicho a su padre que no quería ser “ni madre ni esposa”, que quería ser científica y dedicarse a los otros, utilizar las poquísimas capacidades que tenía para ayudar a los que la necesitaban. Que quería ser médica y ayudar a los que sufrían. “Él me dijo: No lo apruebo pero no puedo impedírtelo” (ver 5.).
Así que se graduó en Medicina y Cirugía (1936) y se especializó en Neurología y Psiquiatría. Probablemente hubiera seguido en su ciudad natal más allá del año 1943, pero su condición de judía la obligó a la clandestinidad: huyó a Bélgica con su familia, tuvieron que volver a Turín cuando los alemanes tomaron ese país; se escondieron en Piamonte y, tras la dimisión de Mussolini, tuvieron que hacerlo bajo tierra en Florencia, hasta que finalizó la guerra y pudieron volver, por fín, a su ciudad natal: Turín.
Investigadora inagotable
Durante todo ese periplo, esta mujer incansable montó varios laboratorios clandestinos en los que siguió investigando sobre el factor del crecimiento nervioso, trabajo que la llevó a EE. UU. para colaborar con el profesor Viktor Hamburger (científico especializado en el desarrollo embrionario) durante más de 15 años. En 1952 viajó a Brasil, donde trabajaba su ex-compañera de estudios Herta Meyer; allí lograron identificar lo que denominaron “factor de crecimiento nervioso” (NGF), paso previo para que en 1953, y de vuelta en los EE. UU., consiguiera aislarlo en colaboración con el bioquímico Stanley Cohen. Y así fue como varias décadas después, en 1986, llegó el Nobel.
El NGF es la proteína que estimula el crecimiento y la renovación de las células nerviosas y, por tanto, su supervivencia; de hecho desempeña un papel esencial en la formación del sistema nervioso. De ahí que el descubrimiento de tantos años de investigación con embriones de pollo y tumores de ratones siga suscitando nuevas líneas de investigación sobre otros tantos factores de crecimiento, por su poder regenerador de neuronas dañadas, sea por el Alzheimer u otras enfermedades degenerativas. Tal y como describió la propia investigadora “las células embrionarias ofrecen enormes posibilidades a los investigadores que buscan cura para las peores enfermedades. Hace 70 años yo ya trabajaba con cerebros embrionarios y percibía todo lo que podíamos aprender gracias a ellos” (ver 6., página 37).
No olvidemos que el sistema nervioso se compone de una red de millones de neuronas capaces de recibir, almacenar y transmitir información, y para facilitar esa comunicación cuentan con axones o extensiones de neuronas (ver 3.), pero para establecer esa comunicación no se requiere de contacto directo, tal y como descubrió Levi-Montalcini. De hecho su experimento demostró que, al trasplantar el tumor de un ratón al embrión de pollo, se producía un crecimiento de las fibras nerviosas relacionadas con la transmisión de los impulsos sensoriales, por lo que “supuso que algún factor liberado estimulaba el desarrollo de algunos nervios” (ver 9.); factor al que posteriormente denominó NGF. En resumen, las neuronas en vías de desarrollo dependen para su supervivencia de la presencia de una familia de proteínas llamadas factor de crecimiento neuronal (ver 2.); y es que las neuronas sólo se reproducen cuando reciben la orden de hacerlo, orden transmitida precisamente a través de la sustancia denominada factor de crecimiento.
Trabajo por la igualdad
Consciente de que los factores de crecimiento pueden estropearse, Levi-Montalcini no dejó de trabajar su cerebro a lo largo de toda su vida. No dejó de investigar hasta el mismo día de su muerte, y mantenerse activa mentalmente fue clave para poder enfrentarse a la vejez: “En el juego de la vida, la carta más alta es la capacidad de valerse, en todas las fases vitales pero especialmente en la senil, de las actividades mentales y psíquicas propias”.
Su motivación y tesón le llevaron a crear el European Brain Research Institute, en Roma, donde mujeres jóvenes siguen investigando precisamente el NGF, sobre lo que decía: “son todas féminas, sí, y eso demuestra que el talento no tiene sexo. Mujeres y hombres tenemos idéntica capacidad mental» (ver 5.). De hecho decía que “el futuro del planeta depende de la posibilidad de dar a todas las mujeres el acceso a la instrucción y al liderazgo” (ver 1.). Su pensamiento feminista le llevó a contestar cada vez que era preguntada, que nunca se casó porque ella era su propio marido.
Límites éticos
Rita Levi-Montalcini fue nombrada Embajadora Plenipotenciaria de la FAO en la ONU (1999), además de senadora vitalicia de su querida Italia, país de creencias católicas muy arraigadas, donde su postura favorable al testamento vital y la eutanasia dieron mucho que hablar a finales de los 90, cuando en una entrevista declaró que, llegado el momento, deseaba encontrar un médico que la ayudara a morir.
Escribía Federico Mayor Zaragoza el 30 de diciembre de 2012: “Levi-Montalcini deja una obra científica extraordinaria, pero es más importante todavía lo que su vida representa como ejemplo, como persona comprometida, valiente y serena, actuando a favor siempre de la equidad de género, de la igual dignidad de todos los seres humanos” (ver 4.). De hecho Levi-Montalcini siempre mostró su “respeto por las personas que viven en armonía con sus principios éticos”. Y es que a pesar de que toda su carrera profesional está basada en la investigación de las células nerviosas, sin embargo fue muy crítica con la manipulación de las células madre y se mostró en contra de la manipulación genética, afirmando que “no tenemos derecho a fabricar niños con los cabellos rubios, los ojos verdes (…). Eso va más allá de los límites de la moral” (ver 6., página 37). Y añadía: “hay cientos de niños en el mundo que esperan ayuda y es injusto que se dediquen enormes sumas de dinero a estos experimentos tan egoístas” (ver 7.).
Referencias
- Asier Arias. “Rita Levi-Montalcini, el tesón de la “dama de la neurona””. Pikara Magazine, 2014
- Ernesto Bustamante Zuleta. El sistema nervioso: desde las neuronas hasta el cerebro humano. Universidad de Antioquía, 2007
- Rita Levi-Montalcini, Pietro Calissano. “El factor de crecimiento nervioso”. Investigación y Ciencia no. 35, 1979
- Federico Mayor Zaragoza. Obituario: Fallece Rita Levi-Montalcini, neuróloga comprometida y perseverante, El País, 30 diciembre 2012
- Miguel Moral. Entrevista a Rita Levi-Montalcini: «Cuando ya no pueda pensar, quiero que me ayuden a morir con dignidad», El País, 18 abril 2009
- Pol Morales, “Doce mujeres en la biomedicina del siglo XX”. Cuadernos de la Fundación Dr. Antonio Esteve. Roser González-Duarte (ed.), no. 13 (2007) 33-38.
- Entrevista a Rita Levi-Montalcini. Programa de televisión ‘Utopía’, RTVE, 1991
- Rosa Rivas. Creo más en las mujeres. El País, 12 diciembre 1993
- Javier Sampedro. El lenguaje de las células. El País, 15 mayo 2005
Más información
- Fondazione Rita Levi-Montalcini
- Premio Nobel en Fisiología o Medicina 1986
- Entrevista a Rita Levi-Montalcini: «Lo importante es el optimismo». BBC Mundo, 21 abril 2009
- Rita Levi-Montalcini. Atrévete a saber. Ed. Crítica, 2013
Sobre la autora
Marijo Deogracias Horrillo es periodista e investigadora predoctoral en NOR Taldea, Departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la UPV/EHU.
3 comentarios
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