Carmen Mijangos: “Antes que la ciencia está la educación”

Protagonista

foto_1Carmen Mijangos es una de esas personas con las que sabes que llevas mucho tiempo conversando cuando se hace de noche. Si no fuera por eso, se podría estar charlando con ella delante de un café con leche y una bebida de cacao hasta el agotamiento. Aunque estamos en un lugar público se siente como en su casa porque vive cerca y porque cuando puede nada unos cuantos largos en la piscina de la Alhóndiga, que ahora, cuando se cumple el primer aniversario de su muerte, lleva el nombre del alcalde (Iñaki Azkuna) que apostó por transformar desde los cimientos un viejo almacén de vinos en un centro cultural. “Nado mil metros, algo de deporte hay que hacer”, dice.

Es profesora de investigación en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), miembro de su comité de ética y jefa del Departamento de Nanomateriales Poliméricos y Biomateriales del Instituto de Ciencia y Tecnología de Polímeros (ICTP), es decir, que trabaja en Madrid, aunque Carmen Mijangos Ugarte nació en la capital de Bizkaia en 1949. Precisamente el pasado diciembre fue reconocida como ciudadana Ilustre de Bilbao, aunque cuando le notificaron la concesión del premio pensó que era una broma: “En Madrid me dijeron: Te ha llamado Iñaki Azkuna y te quiere dar un premio”. Supuso que era una especie de inocentada porque el día anterior le habían puesto una multa de aparcamiento en Bilbao y porque, “desgraciadamente”, Azkuna había muerto en marzo. Una segunda llamada le confirmó que el actual alcalde, Ibon Areso, quería hablar con ella. “Me dijo que me habían propuesto para el premio a Ilustre de Bilbao y yo le respondí que le enviaría el currículum, aunque era evidente que a esas alturas ya no hacía falta».

Javier San Martín (JSM) ¿Cómo fue ese momento?

Carmen Mijangos (CM) Yo nunca había estado en el salón árabe del ayuntamiento. Vinieron al acto 50 personas de mi familia. ¡Menos mal que me dejaron invitar a mucha gente porque tengo una familia enorme! En el discurso, agradecí que me hubieran concedido el premio y que se lo hubieran dado a un científico. Les dije que era bueno poner rostro femenino a la ciencia.

(JSM) Su historia de amor con la ciencia empezó muy joven…

(CM) Con quince años, en quinto de bachiller. Fue por la lección 25 del libro de química, a la que no llegamos. Se llamaba “La era de los plásticos”, y el libro decía que el siglo XX iba a ser el siglo de los plásticos, pero entonces de plástico sólo existían las medias y los cubos. Sin embargo, hoy en día, en los países desarrollados consumimos alrededor de 100 kilos de plástico por habitante y año.

(JSM) ¿El consumo de plástico es un indicador del desarrollo?

(CM) Sí. Cuando me invitan a países suramericanos a dar conferencias o cursos, donde el mundo de los plásticos no está muy desarrollado, siempre les pregunto lo que consumen. Si consumen 20 ó 30 kilos, les digo que tendrán que llegar a consumir 80 ó 100 kilos por habitante y año. Si no se llega a esas cifras es que todavía queda mucho recorrido y les animo a seguir invirtiendo.

(JSM) Pero recientemente se han publicado varias investigaciones que describen como el plástico ha llegado a cualquier lugar del océano.

(CM) (Su voz adquiere un ligero tono de pesimismo antes de contestar, aunque inmediatamente retoma su vigor habitual) Sí, es el mar de plástico… Sí, sí… Los humanos no somos del todo civilizados y tiramos los plásticos en lugar de recogerlos bien y reciclarlos, aunque desde que hay contenedores se recicla más. El 80% de los componentes del automóvil se reciclan: plásticos, metales, cables,…

(JSM) ¿Pero no le da la impresión de que la ciencia avanza más rápido que nuestra capacidad ética o moral para adaptarnos a ese avance?

(CM) Todo es cuestión de educación, en todos los órdenes de la vida. Hay bastante fraude todavía, no hay más crímenes porque se nos persigue,… sin leyes estaríamos como en la edad media. Tecnológicamente nos desarrollamos muchísimo pero moralmente no tanto, aunque la mayoría se comporta civilizadamente. Para mí, antes que la ciencia está la educación. La educación es lo primero que hay que implantar en cualquier país. Una buena formación, una buena educación. Yo siempre he defendido que al maestro hay que pagarle más que al científico, porque de ahí es de donde sale todo, donde se generan vocaciones, afición al trabajo, a la ciencia, a la historia, (…) creo que nunca les estaremos suficientemente agradecidos.

(JSM) Sin embargo hay un alto porcentaje de profesores que han acabado ejerciendo como tales porque llegaron a las letras huyendo de la ciencia…

(CM) El problema (o la ventaja) es que la ciencia avanza una enormidad y por ello se está reciclando a muchos de ellos en cursos y talleres. Ahora también hay jornadas de puertas abiertas en las universidades donde se hacen prácticas para los alumnos que siempre se quedan con alguna idea vistosa. Llevamos muchos años de retraso en la ciencia y eso se nota, pero también se nota el adelanto que estamos haciendo, si no se lo cargan con estas paradas que hay…

(JSM) ¿Se ha notado en su grupo de investigación?

(CM) ¡Uf, ya lo creo! De ser 10 ó 12 hemos pasado a 6 u 8, pero lo importante no es el número sino las colaboraciones. Estamos continuamente moviéndonos y trabajando con otros científicos internacionales. Yo hace 3 años estuve en Canadá reciclándome. Siempre les digo a mis alumnos que podemos hacer la media, pero que si hacemos más esfuerzo nos destacamos de la media y ya somos un poco mejores.

(JSM) ¿La crisis tiene algún aspecto positivo?

(CM) Creo que nos está viendo bien para reflexionar. En las crisis hay que aprovechar para hacer limpieza, para concentrarse en lo bueno. Hay cosas muy superficiales que consumen mucho tiempo y reportan poco, así que estoy concentrando esfuerzos en aquellos que a lo largo del tiempo me ha demostrado credibilidad. En ciencia es muy importante la credibilidad.

Ciencia y sociedad

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Carmen Mijangos se ríe recordando anécdotas
de su juventud. Foto: © Izaskun Lekuona

(JSM) Bernardo Herradón, que también es investigador del CSIC, y organiza unos cursos cada año bajo el nombre “Los avances de la química y su impacto en la sociedad”, dice que los jóvenes que piensan iniciar una carrera en químicas le preguntan mucho si van a poder vivir de ello. ¿El interés de la juventud ha pasado de ser la ciencia a ser el bolsillo?

(CM) Te voy a contar una anécdota. Hace 10 días he estado en Lyon evaluando un centro donde yo hice mi postdoc, y era una evaluación estupenda porque se valoraba a los directores, a los científicos, a los técnicos y a los becarios, y no he visto a nadie más orgulloso de su centro que a los becarios. Y ¿por qué? Pues porque es un centro que está directamente relacionado con la industria y si van allí es porque encuentran una salida. En el mundo de los polímeros tenemos cantidad de salidas. Ayer mismo me pedían personas recién doctoradas, pero no he podido enviar a nadie porque se ha reducido el número de investigadores y no tendremos otro doctor hasta dentro de año y medio. Nuestros jóvenes están muy bien formados y hacen unas tesis muy buenas, pero tienen que saber que se tienen que mover. No conozco a nadie que estudiando polímeros esté en paro, salvo que quiera trabajar en su casa.

(JSM) En esto de moverse usted no ha parado, ya de pequeña se iba los veranos fuera a aprender idiomas…

(CM) ¡Desde el colegio!… Mis padres tuvieron el acierto de mandarnos a Dax a aprender francés a mi hermano, que tenía dos años más que yo, y a mí. Mis padres siempre decían que la herencia que nos iban a dejar era la educación.

(JSM) ¿Era muy diferente la sociedad de aquella época en Francia?

(CM) ¡Terriblemente! (sonríe y baja la voz, casi cuchichea). Esta anécdota nunca la he contado pero bueno… Yo salí con 14 años y con esa edad aquí a un chico tú no le podías dar un beso, pero en Francia había cuadrillas de chicos,… y una vez, como yo era la extranjerita, me cogieron un grupo de chicos, hicieron un círculo y me pusieron en medio, y para salir tenía que dar la bise (dos besos de cortesía cuando conoces a alguien). No pude. ¡Fue terrible! Hasta que alguien llegó y dijo, “no, no que en España no se hace eso”… pero incluso cuando hice la tesis doctoral yo me llevaba los productos a analizar a Francia porque aquí no teníamos los equipos y hoy es al revés, nuestros jóvenes se vienen con los productos aquí, porque estamos muy bien dotados a nivel de laboratorio. Lo que me da rabia es que perdamos esos laboratorios porque no los podemos mantener.

(JSM) Usted terminó su carrera siendo una de las licenciadas en la primera promoción de químicas de la Universidad de Lejona (hoy Leioa)… hablamos de mediados de los 70… una época en la que la universidad estaba literalmente en medio del monte y con una única carretera de acceso para tener a los estudiantes controlados… ¿Cómo era la ciencia en aquella época?

(CM) ¡Uf! Dura,… dura. Era una universidad que se estaba creando. Empezamos a ver laboratorios en tercero o cuarto. A mí me cogieron nada más acabar la carrera por mi expediente para dar clases y hacer la tesis, pero yo vi que iba a tardar en hacerla y me fui a Madrid donde había un centro de plásticos que era lo que yo quería hacer. Vino gente muy buena pero había muy pocos medios. Durante años se trabajó de manera muy amateur.

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Carmen Mijangos en un momento de la entrevista en la
Alhóndiga de Bilbao. Foto: © Izaskun Lekuona

(JSM) ¿Y la política estaba tan metida en la universidad como nos cuentan en los documentales?

(CM) Era muy divertida la política porque entonces se hacía una huelga lo mismo porque no había transporte público que por Vietnam que por cualquier cosa, pero cuando iba terminando la carrera ya pensaba que guerras iba a haber toda la vida y el transporte no se iba a arreglar… así que decía: “como sigamos así, no vamos a terminar la carrera nunca”. Al principio votábamos todos juntos todos los cursos y los de los primeros años nos arrastraban, pero cuando pasamos de Botica Vieja a Lejona, empezamos a votar por cursos separados porque los de cuarto y quinto lo que queríamos era acabar. Pero siempre digo que aprendí muchísimo de aquella política porque veníamos de un régimen de represión y querías combatir, pero con el tiempo, no es que fueses una reaccionaria, pero lo parecía porque te enfrentabas a cosas que eran más lógicas… En Madrid ya viví la transición a tope.

(JSM) ¿La detuvieron en alguna ocasión?

(CM) A mí no me metieron nunca a la cárcel, pero a un hermano mío sí. Por hacer una manifestación dentro de la Universidad de Deusto (…) Yo me metí al baño, porque si a mi padre le detienen a otro hijo se muere.

(JSM) ¿Dónde se ha quedado la combatividad de los jóvenes de hoy?

(CM) (Su mirada se eleva como buscando algo antes de contestar) Ya me gustaría saberlo… porque nosotros éramos un colectivo, todos luchábamos por un contrato laboral, por aspiraciones… No veo a los jóvenes unidos. Una de mis jóvenes acaba de perder una beca y yo les digo que esto pasa por ir por libre, porque cada uno cree que tiene lo suyo resuelto, pero no pasaría si fueran todos juntos. Yo ya no tengo edad de luchar, pero sigo mandando cartas. Terminaba diciendo que esta situación me recordaba a mi época de becaria, en plena época franquista, cuando te quitaban una beca de la noche a la mañana y te quedabas en la calle.

(JSM) Quizá falte un objetivo común…

(CM) Los jóvenes no son sólo como he dicho antes. También hay jóvenes que son solidarios y están preocupados, pero les falta colectivo. Creo que es un reflejo de la sociedad. No nos preocupamos hasta que no tenemos un problema. Alguna vez he dicho que hay una generación de jóvenes que han estado muy protegidos. Nosotros íbamos abriendo más camino y ellos lo han tenido más abierto y han combatido un poco menos,… pero también los hay tremendamente solidarios.

(JSM) Ya que estamos hablando de la sociedad, me preocupa que no esté preparada para valorar la ciencia y que un partido político proponga en el futuro que los presupuestos generales del estado los decidamos entre todos…

(CM) Es curioso, porque no se valora la ciencia, pero en las encuestas el científico y el médico sí son de los más valorados. Espero que no llegue ese momento, porque sería un fracaso total. La vida nos enseña que hay que tomar decisiones y afrontar las consecuencias.

Polímeros

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El polietileno es uno de los componentes
del plástico de las botellas de agua.

(JSM) Ha salido en esta entrevista la palabra polímero, ¿Cómo podemos definir qué es?

(CM) Es cualquier compuesto orgánico unido muchas veces.

(JSM) El ADN por ejemplo.

(CM) Sería un polímero de origen natural. Lo que pasa es que los polímeros sintéticos no son tan perfectos. Todos los polímeros provienen del petróleo: cuando hablamos de metano, propano, etileno,… de ahí es de donde sale el polietileno, etc., pero estas rutas sintéticas son muchos más imperfectas que las del propio organismo. Ahora estamos investigando como conseguir que se parezcan más a la naturaleza.

(JSM) Y además de trabajar con polímeros, trabaja en nano, es decir, con cosas muy pequeñitas…

(CM) Siempre decimos que lo nano es 10-9, pero hay una analogía que dice que es como ver a un ser humano desde el universo entero. No sé si es tanto… pero los polímeros, lo nano, son la base de lo macro, de lo que vemos. Si corto esta mesa, cada una de las tablas va a seguir siendo madera, pero llega un momento en que lo hago tan pequeño que ya no tiene las características de lo grande. Eso introduce la incertidumbre del mundo desconocido de lo nano. En esas circunstancias no sabemos el comportamiento que va tener en relación al mundo de lo macro. Hoy en día los polímeros nos han creado una necesidad.

(JSM) ¿En qué usamos polímeros a diario?

(CM) Una de las aplicaciones más bonitas está en el mundo de la medicina. Hoy se está trabajando para hacer injertos de piel con polímeros sintéticos. Las lentillas que usamos son plásticos que se descubrieron en los años 50. Las prótesis son plásticos. Las pinturas acrílicas son polímeros. La ropa y las tablas de surf, plástico; los patines, plásticos; las botas, plástico; las cosas impermeables son plástico; los yates, antes eran de madera, pero ahora… plástico. El barniz es un plástico. Estamos rodeados, no lo conocemos pero hay muchísimo… En los coches hay cantidad de piezas de plástico. Cuando le quitamos 100 kilos de peso a un coche porque le añadimos plástico, que es menos denso que el metal, ahorramos un litro de gasolina cada cien kilómetros; el Airbus-380 vuela porque tiene plástico y reducimos muchísimo el peso. Reto a los jóvenes a que encuentren un deporte donde no haya plástico (quitando a los aizkolaris y la pelota, aunque en esta última el corazón también es de látex).

(JSM) Y teniendo en cuenta que todo esto sale del petróleo, si se cumplen esas provisiones que llevan décadas diciendo que en 40 años se acaba el petróleo… ¿Se nos acabará la química?

(CM) No. Se acabará la gasolina, pero la química no porque los plásticos apenas consumen un 4%. Además hoy en día se está trabajando muchísimo en biopolímeros, polímeros del caparazón de los camarones, de las algas, de productos naturales,… El problema es que cuesta mucho transformarlo, y ahí hay filón para los jóvenes.

Sobre los autores

Esta entrevista ha sido realizada por Javier San Martín @SanMartinFJ. Las fotografías son obra de Izaskun Lekuona @IzaskunLekuona y es una colaboración de Activa Tu Neurona @ACTIVATUNEURONA con el blog Mujeres con Ciencia.

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