Alice Gray, la Dama Bicho, la entomóloga que dedicó su vida a aprender y enseñar sobre los insectos

Vidas científicas

The Alice, diseño de mariposa de origami que lleva el
nombre de Alice Gray. Imagen: Wikimedia Commons.

El Museo de Historia Natural de Nueva York es uno de esos museos de ciencias que aún tienen como uno de sus principales atractivos una enorme colección de animales disecados. Pero todos los años por Navidad, estas figuras se ven acompañadas de otra colección, ésta formada por criaturas hechas de papel. Los animales de origami son una de las tradiciones navideñas del museo. Fue Alice Gray, la Dama Bicho, quien la inició.

Gray fue entomóloga e ilustradora científica, además de una hábil aficionada al origami. Durante años fue la encargada de la colección de insectos del Museo de Ciencias Naturales que no solo conservó y amplió sino que utilizó en actividades escolares fuera del museo para interesar a los niños y niñas de Nueva York por estos fascinantes animales.

Entomóloga autodidacta por un pacto entre madre e hija

Alice Gray nació el 7 de junio de 1914. Su padre era un ingeniero que arreglaba radios y su madre era hija de granjeros. Desde muy pequeña, Gray desarrolló un agudo interés por los insectos, y solía recoger especímenes que encontraba en el jardín. Su madre le dejaba quedárselos si cumplía con una condición: tenía que averiguar qué comían sus pequeñas mascotas antes de la hora de la cena. Gracias a este pacto entre madre e hija, Gray aprendió a investigar y estudiar sobre insectos desde muy pequeña, convirtiéndose desde niña en entomóloga autodidacta.

A los 16 años, cuando tenía que empezar a decidir qué querría hacer con su vida, sabía que su futuro estaría ligado a alguna rama científica, pero no sabía a cuál. Las matemáticas eran su principal elección, y sabía que prefería la biología antes que la química o la física. En aquel momento, los controles de insectos y plagas empezaban a convertirse en un problema y, al final, Gray consideró que eso entroncaba con su afición infantil y que la entomología era una buena elección para ella. Envió una carta al Departamento de Insectos y Arañas del Museo de Historia Natural de Nueva York, preguntando qué debía hacer para conseguir un trabajo allí.

Siguiendo el consejo que le dio Frank Lutz, entomólogo y director del departamento, no solo estudió biología y entomología en la Universidad de Cornell, sino también ilustración científica, oratoria en público y cursos de escritura creativa. Todo esto le sería de gran ayuda en su carrera como divulgadora científica.

Una vida dedicada al Museo de Historia Natural y sus insectos

Alice Gray. © AMNH.

Su determinación terminó dando efecto: el 1 de octubre de 1937 entró en el Museo como entomóloga. Allí trabajó el resto de su vida profesional. Al principio se encargó de tareas menores, como la limpieza y mantenimiento de las vitrinas de exposición de los insectos, pero después se encargó de la ilustración y el modelado de réplicas de insectos, para lo que tenía un talento natural cultivado con años de estudio y formación. Finalmente fue destinada al departamento de relaciones públicas del museo, donde sus dibujos y reproducciones eran una parte esencial del trabajo para comunicar al público las maravillas de la colección de insectos que poseía el museo.

Cuenta David Lister en esta detallada biografía que la timidez de Gray al principio fue un problema para ella. Hasta que un día se dio cuenta de que el público del museo no estaba intentando pillarla en un error cuando hablaba, sino más bien lo contrario: eran ellos los que buscaban impresionarla con sus conocimientos. Desde ese momento la comunicación al público fue siempre su principal ocupación por encima de la investigación. Aunque recibió el permiso del museo para ir a hacer su doctorado en la Universidad de Berkeley, en California, le pidieron que volviese antes de tiempo para preparar las exposiciones de insectos del nuevo Hall de Invertebrados que se estaba preparando para abrir donde los bichos serían mostrados rodeados por los entornos donde normalmente viven.

Gray mantenía en su despacho un terrario de insectos que llevaba consigo a las escuelas donde iba a mostrar y enseñar sobre estos animales, pero además coleccionaba todo tipo de objetos relacionados con los insectos: juguetes, postales, recortes… Fue así como entró en contacto con el origami, que sería otra de las pasiones de su vida. Dio por casualidad con un libro sobre papiroflexia cuya cubierta mostraba un insecto de papel.

El origami como arte y herramienta educativa

Árbol de Navidad de origami en el Museo de Historia Natural,
tradición iniciada por Alice Gray. Imagen: Wikimedia Commons.
Tras algunos modelos sencillos, Gray tuvo que esforzarse durante varios días para elaborar una libélula de papel, pero una vez conseguida, percibió el potencial no solo artístico de esta práctica, sino también educativo. Podía crear tantos insectos de papel como quisiera y llevarlos consigo o emplearlos en las exposiciones. Seguir las instrucciones de los libros pronto se le quedó pequeño, así que dedicó horas a experimentar y diseñar nuevos modelos de insectos de origami.

Las figuras de origami se convirtieron también en una tradición navideña del museo cuando, tras decorar un árbol navideño en su propia casa, Gray decidió que podían contribuir también a dar un ambiente festivo y científico al museo. De un árbol en su casa pasó a uno en su despacho y después a uno más grande para el departamento de Entomología. El director del museo, ante la atención que el árbol recibía de los visitantes, pidió a Gray que decorase un gran árbol navideño que se colocaría bajo la gran cúpula de cristal que da entrada al museo. Al ver el tamaño del árbol, más de 7 metros y medio, la entomóloga casi renuncia considerándolo una tarea inabarcable. Sin embargo, pronto reclutó a otros trabajadores del museo y también a amigos y familiares a los que enseñó distintos modelos para que le ayudasen, así como a cualquier voluntario que quisiera echar una mano. El árbol quedó decorado y gustó tanto al personal y los visitantes que se convirtió en una tradición anual.

Gray se jubiló en 1980 pero siguió vinculada al museo como voluntaria durante años desarrollando actividades de educación y comunicación pública y elaborando modelos de origami para cada árbol navideño. Al año siguiente, en 1981, recibió el título de asistente científica emérita. Falleció en 1994 a los 79 años.

Referencias

Sobre la autora

Rocío P. Benavente (@galatea128) es periodista.

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