Deborah Doniach (1912-2004): La búsqueda de la autodestrucción

Vidas científicas

Nunca nada me ha parecido más misterioso que la autodestrucción de nuestro cuerpo. Por ello, ávida de conocimiento, hace unas semanas pregunté a una amiga médica por las enfermedades autoinmunes, como el lector que acerca su libro a la luz para poder continuar con la historia. En su explicación, supongo que simplificada para que lo entendiese, me habló de “fuego amigo”, cuando en una batalla los disparos provienen del mismo bando. Son errores que se producen por que no se identifica bien el objetivo. “El cuerpo se ataca a sí mismo, te destruye”, sentenció como si tal cosa. En ese momento, pensé en un campo de batalla e intenté trasladar y visualizar esa guerra dentro de mí.

El sistema inmunitario nos protege contra las enfermedades e infecciones pero si uno padece una de estas dolencias, su sistema reacciona y se vuelve contra sus órganos y tejidos, por error. Esta explicación tan metafórica me llevó a Las defensas, un libro que leí hace dos años del escritor Gabi Martínez donde se narra la historia real de un neurólogo que enloqueció por una enfermedad autoinmune que durante años había investigado. Esta autodestrucción tan inquietante y devastadora me ha llevado a los orígenes, a Deborah Doniach, una inmunóloga clínica y pionera en el campo de las enfermedades autoinmunes.

La glándula tiroides y un médico llamado Hashimoto

Deborah Doniach. Imagen: Wikimedia Commons.

Doniach se crio en París y estudió medicina en la Sorbona aunque interrumpió sus estudios para casarse con Sonny Doniach, en 1934. Se mudó a Londres y allí volvió a iniciar su carrera, concretamente en el Royal Free Medical School. Durante tres años trabajó como médica a domicilio, como cirujana y oficial médico subalterno en el servicio del Consejo del Condado de Londres. Después, estuvo cuatro años como profesora adjunta de patología química en el Middlesex Hospital. En 1951, volvió al Royal Free y dos años después, regresó al Middlesex como endocrinóloga y pasó el resto de su carrera allí. En la década de los 60, se unió al departamento de inmunología que se había formado recientemente en dicho hospital; allí, consiguió ser una de los primeras inmunopatólogas y se convirtió en profesora en 1974.

Su investigación siempre giró en torno a las enfermedades autoinmunes. Su trabajo incansable la llevó a encontrar la clave de estas en la tiroiditis de Hashimoto, una enfermedad que se caracteriza por la destrucción de la glándula tiroides y que causa hipotiroidismo y bocio. Este nombre se debe al médico japonés Hakaru Hashimoto, quien identificó y describió por primera vez aquella patología. Esta afección es causada por el propio sistema inmunitario que ataca la glándula tiroides e impide que produzca hormonas importantes para el correcto funcionamiento de nuestro organismo, esto es, el propio sistema inmune produce anticuerpos que la destruyen.

De esta manera, Doniach descubrió que a aquellos pacientes que tenían altos niveles de proteínas inmunitarias en la sangre, si se les extraía quirúrgicamente la tiroides, esos niveles volvían a la normalidad. Del mismo modo, fue consciente de que esta glándula contenía una gran cantidad de células plasmáticas, que normalmente producían anticuerpos para luchar contra las infecciones, pero que en estos pacientes respondían a un estímulo dentro de la tiroides. La conclusión a la que llegó fue que el exceso de anticuerpos era una reacción autoinmune contra la glándula tiroides en sí, en lugar de contra una infección externa.

Asimismo, ella no fue la única científica que se adentró en este campo, Ivan Roitt y Peter Campbell también trabajaron en ello. Los tres, siguiendo su intuición, pensaron que los anticuerpos no estaban dirigidos contra agentes externos. Esta hipótesis fue confirmada cuando se demostró que el suero de pacientes con enfermedad de Hashimoto reaccionaba con extractos de la glándula tiroides normal. Fue en 1956 cuando se empezó a hablar de la autoinmunidad.

Es preciso decir que la colaboración entre estos científicos fue muy productiva ya que determinó cuál de los componentes de la tiroides estimulaba la respuesta inmune que conducía a la enfermedad. Pero Doniach no se detuvo ahí sino que investigó más enfermedades autoinmunes como la anemia perniciosa, la cirrosis biliar primaria y la diabetes tipo 1. Su trabajo fue fundamental para establecer la metodología de diagnóstico clínico de inmunología que tenemos hoy en día.

Deborah Donaich e Ivan Roitt (1995). Imagen: Queen Mary University of London.

A lo largo de su carrera, Doniach fue galardonada con el Premio Van Meter de la American Goitre Association (1957), recibió también el Premio Gairdner (1964), le otorgaron el galardón de la Federación Británica de Posgrado (1967) y el de la Mujer Científica del Año (1984), de la mano de la Asociación de Mujeres Científicas Americanas. A pesar de jubilarse en la década de los 70, siguió trabajando en su área y escribió su último artículo sobre inmunología en el año 2000. Su inagotable curiosidad le llevó a conocer algo más de este tipo de enfermedad que aún hoy se considera un enigma.

Referencias

Sobre la autora

Uxue Razkin es periodista y colaboradora del blog de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU Zientzia Kaiera.

1 comentario

  • La infatigable lucha por la vida, de estas grandes cientificas.contra el machismo de su tiempos, y contra el aislamiento o silenciamiento de sus grandes aportes a la ciencia.

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