El desempeño de chicas y chicos en entornos competitivos

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En el trabajo “Competitive Pressure Widens the Gender Gap in Performance: Evidence from a Two-Stage Competition in Mathematics”, que aparecerá en breve en The Economic Journal (uno de las mejores revistas académicas del área de Economía), los investigadores Nagore Iriberri (Universidad del País Vasco ) y Pedro Rey-Biel (ESADE, Barcelona) se preguntan sobre la brecha de género.

Imagen: Pixabay.

El artículo utiliza datos de la edición de 2014 del Concurso de Primavera de Matemáticas, un concurso cuyo objetivo es promover el interés por las matemáticas entre los jóvenes de la Comunidad de Madrid. Participa alumnado de 10 a 16 años y hay cuatro categorías según la edad de los participantes.

El Concurso de Primavera de Matemáticas

El concurso tiene dos etapas. Cada etapa consiste en una prueba de matemáticas de veinticinco preguntas de opción múltiple para la que los participantes disponen de noventa minutos, y en la que las preguntas no contestadas tienen una puntuación diferente de las preguntas contestadas incorrectamente. La primera etapa se realiza en la escuela de los estudiantes, donde hay pocos participantes, y donde el grupo es familiar para ellos. La segunda etapa tiene lugar a nivel regional, se realiza en una universidad pública, y el grupo de participantes (los que obtuvieron los mejores resultados en la etapa anterior) es más grande, con lo que el entorno es menos familiar para los estudiantes. Estas características hacen que la presión competitiva sea más alta en la segunda etapa que en la primera. Al mismo tiempo, las dos fases consisten en pruebas iguales para todos los participantes y son de opción múltiple, por lo que las calificaciones son anónimas y no dependen de dónde se realiza la prueba.

Además de los resultados de las dos fases del concurso, Nagore y Pedro utilizan las calificaciones en la asignatura de matemáticas de los estudiantes en sus respectivas escuelas en el semestre previo al concurso como control de la habilidad individual de cada estudiante. También tienen en cuenta las características de la escuela, como el tamaño, la calidad escolar general y la calidad escolar en matemáticas, lo que les permite controlar por las características del entorno educativo de los participantes. Disponen además de entrevistas con las chicas y chicos sobre su percepción durante dichas pruebas.

El concurso de 2014

En 2014, el concurso de matemáticas de la Comunidad de Madrid contó con 40.000 participantes en la primera fase, de los cuales 2.800 llegaron a la segunda y 146 fueron premiados. Las chicas partían con una calificación de matemáticas un poquito más alta que los chicos (8,42 sobre 10 para ellas y 8,33 sobre 10 para ellos). En la primera ronda, la participación de chicas y chicos fue bastante equilibrada: un 56% de los participantes eran chicos y un 44% chicas. En la segunda ronda, en el grupo de quienes se clasificaron un 66% eran chicos y sólo el 34% chicas. Los porcentajes de ambos grupos al final del concurso fueron aún más desequilibrados: de los 146 estudiantes que ganaron el concurso, solo 19 (es decir, el 13% de las 146) eran chicas.

Estos números muestran claramente que la representación de las chicas disminuye a medida que avanzan las rondas del concurso, evidenciando un efecto de techo de cristal, a pesar de que las notas iniciales parecían indicar que el nivel de conocimiento de matemáticas entre las chicas y los chicos era muy similar y la evaluación estaba exenta de posibles sesgos. Los autores atribuyen los diferentes resultados entre chicas y chicos al comportamiento diferente de ambos grupos en entornos competitivos. Además, muestran que la diferente reacción a los aumentos en la presión competitiva es más fuerte entre los participantes de mayor nivel en matemáticas (es decir, con mejores notas en el semestre anterior) que entre los participantes con menor nivel. Finalmente, a pesar de que algunas de las características de la escuela, como el tamaño y la calidad en matemáticas, son estadísticamente significativas para explicar el rendimiento en estos concursos, los autores no encuentran evidencia de que influyan en la diferencia de los resultados entre las chicas y los chicos en entornos competitivos. Es decir, la diferencia entre chicas y chicos se da en todo tipo de escuelas.

La metodología de investigación utilizada permite descartar otras explicaciones alternativas para el aumento en la brecha de género que se observa en este concurso: la selección de los participantes, la discriminación entre participantes o el nivel de dificultad de las preguntas. Pero las respuestas a la encuesta realizada a los participantes evidencian que las chicas consideran que lo más importante es participar en el concurso mientras que los chicos piensan que lo importante es ganar. Además, las chicas afirman estar más afectadas por la presión competitiva que los chicos.

Los autores del trabajo no proponen conclusiones cerradas sobre estos resultados, pero plantean importantes preguntas. ¿Reducen las niñas su desempeño en entornos competitivos o son los niños quienes lo aumentan? ¿Es una cuestión de falta de confianza de las chicas? ¿Pesa en este entorno la creencia socialmente extendida de que las matemáticas son una disciplina más masculina que femenina? ¿Es diferente el apoyo que reciben ellas y ellos del profesorado y de las familias? En todo caso, las conclusiones del artículo sugieren que la evaluación de candidatos a través de pruebas o evaluaciones competitivas puede llevar a resultados muy distintos que la evaluación a través de pruebas en las que la competencia juega un papel menor. Y que las chicas parecen obtener peores resultados en entornos muy competitivos que chicos de sus mismas características.

Referencia

Cobertura en los medios

Sobre la autora

Inés Macho Stadler es doctora en Economía y profesora del Departamento de Economía e Historia Económica de la UAB.

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