Catherine ‘Kate’ Furbish (1834-1931), botánica y exploradora

Vidas científicas

En New Hampshire, estado de Nueva Inglaterra, Estados Unidos, nació el 19 de mayo Catherine Furbish, conocida como «Kate», hija de los prósperos comerciantes Benjamin y Mary Lane Furbish. Fue la primera y única hija de la pareja, pues con posterioridad tuvieron cinco varones. Cuando la niña tenía un año de edad, sus padres se mudaron a un pequeño pueblo de unos 4 000 habitantes, en el vecino estado de Maine.

Catherine Furbish.

Como ha descrito la colaboradora de Maine. An Encyclopedia, Laura Brann (2008), la rica flora del lugar jugaría un importante papel en el futuro de la joven Furbish, quien desde muy pequeña mostró una gran curiosidad por su entorno natural y claros deseos de estar al aire libre. Los exuberantes bosques, casi inexplorados, que se extendían por los alrededores del pueblo donde vivía Kate Furbish, sumados a los frecuentes paseos que realizaba con sus padres y hermanos, estimularon poderosamente su vocación por la botánica. La magnificencia de aquel ambiente la impulsó desde su infancia a ponderar aquellos paisajes e intentar identificar y clasificar a las numerosas plantas que contemplaba deslumbrada.

Kate Furbish recibió durante su adolescencia y primera juventud una educación marcadamente buena, pues incluía un amplio abanico que iba desde lecciones de pintura hasta el estudio de literatura francesa. Su formación artística empezó entre Portland y Boston, donde asistió a clases de dibujo, que posteriormente tuvo la oportunidad de perfeccionar con una estancia de más de un año en París. De vuelta a Maine, tal como ha relatado la citada Laura Brann, el interés de la joven por la ciencia y el estudio de las plantas aumentó hasta convertirse en un apasionante trabajo al que dedicaría toda su vida.

Como mujer del siglo XIX, Kate Furbish no pudo recibir una educación superior formal, ya que las puertas de la universidad estaban cerradas para ella y para tantas otras jóvenes deseosas de realizar estudios superiores. En vez de acobardarse ante esta injusta situación, en 1860 Furbish optó por formarse siguiendo su propio criterio. Asistió entonces a una serie de conferencias impartidas en Boston por el reconocido botánico estadounidense y primer director del Museo Botánico de Harvard, George L. Goodale (1839-1923). De esta manera, logró configurar una vigorosa personalidad como artista y científica capaz de desafiar las normas sociales de su época.

Ciertamente, en un campo dominado por los hombres, Kate Furbish consiguió hacerse un nombre por sí misma. Mientras muchas mujeres de su clase se encontraban confinadas a dibujar en el salón de sus casas sin poder ampliar sus horizontes, ella tomó las riendas de su vida y decidió salir a explorar los magníficos bosques de Maine. Desde joven mostró que era una persona muy independiente, por ejemplo, con notable valentía viajó sola por páramos deshabitados, y también optó por no comprometerse ni contraer matrimonio. Su extraordinario trabajo, realizado entre 1870 y 1908, estuvo centrado en recolectar, clasificar e ilustrar la flora nativa del estado de Maine. Las múltiples exploraciones que esta intrépida botánica llevó a cabo a lo largo y ancho de la región, le permitieron confeccionar una rica colección de ejemplares que aún hoy es admirada por su precisión científica y por el resplandor que emana la belleza de sus pinturas.

Una vida colmada de aventuras

La escritora Laura Bann, junto a más especialistas, ha hecho hincapié en el valor de Kate Furbish quien no tuvo reparos en emprender excursiones a través de bosques densos e inexplorados, enfrentándose a enjambres de insectos, pantanos de diversos tamaños, árboles caídos en descomposición y otros obstáculos que dificultaban o bloqueaban su camino. Vivió experiencias peligrosas, por ejemplo, una casi le costó la vida al tropezar y caerse ante un tronco putrefacto con afiladas rocas debajo; algo magullada, consiguió recuperarse y alcanzar el camino donde recuperó su valiosa cesta con las muestras recolectadas. Tras once horas de caminata, llegó a su casa agotada pero satisfecha de su provechosa expedición.

Según podemos seguir leyendo en la literatura sobre Kate Furbish, las dificultades y peligros nunca fueron un impedimento para sus viajes; su irreductible determinación la impulsó a desplazarse a lo largo de centenares de kilómetros sola, a menudo avanzando por zonas que nadie había explorado antes. Ascendió sin dudarlo escarpadas laderas y usó balsas o botes de remos con el fin de alcanzar un apreciado espécimen para su valiosa colección.

Pedicularis furbishiae.

A lo largo de su vida, Kate Furbish defendió con pasión su ambicioso objetivo: coleccionar y pintar todas, o la mayor parte, de las plantas del estado de Maine. La brillante autodidacta tenía como referente para alcanzar su meta las conferencias a las que había asistido en Boston. A ello sumaba el altamente valorado Manual de Botánica escrito por el naturalista y médico considerado el botánico estadounidense más importante del siglo XIX, Asa Gray (A Manual of the Botany of the Northern United States). Esta excelente obra le fue de gran utilidad a la hora de confirmar los nombres y los pormenores de sus hallazgos, consiguiendo así perfeccionar hasta los más minúsculos detalles en sus dibujos y pinturas.

Durante un viaje botánico que realizó en 1880 a lo largo de un entorno inexplorado, llamaron la atención de Kate Furbish unas bellas plantas que crecían erguidas, exhibiendo sus corolas de tonos amarillo pálido con unas hojas semejantes a las de helechos. Se trataba de una especie nueva que un año más tarde fue nombrada en su honor, Pedicularis furbishiae. Recordemos también que existe otra planta que lleva su nombre: Aster cordifolius L. var. Furbishiae.

Curiosamente, casi un siglo más tarde, en el año 1976, Pedicularis furbishiae hizo de nuevo famosa a su descubridora al alcanzar los titulares de los periódicos de los Estados Unidos. Hacía más de 30 años que la especie se había declarado extinguida, sin embargo, fue redescubierta en un lugar de los bosques del norte de Maine, en principio destinado a convertirse en un pantano. Cuando la presencia de esta planta llegó a la prensa, las protestas de los ambientalistas y la protección federal sobre especies en peligro de extinción forzaron el abandono de ese discutido proyecto, por lo que la existencia de esta peculiar planta no se perdió.

Retomando la vida de Kate Furbish, apuntemos que a partir de la década de 1880 la científica se había ganado el respeto y la admiración de muchos de los botánicos mejor conocidos del país, incluyendo al eminente Asa Gray. Mantenía correspondencia con algunos de los más acreditados botánicos de su tiempo, quienes llegaron a valorarla como a una igual. Cabe subrayar que, según puede leerse en English Articles, 13 agosto de 2011, el célebre Asa Gray reconoció la notable aportación de la obra de Kate Furbish a los avances del conocimiento de la ciencia de las plantas.

En 1894, era ya una afamada botánica que ayudó a fundar la reconocida Josselyn Botanical Society (JBS) de Maine, y fue su presidenta durante 1911 y 1912. En 1895 la eligieron vicepresidenta de la Maine Botanists Society. Por su parte, la acreditada revista American Naturalist, fundada en 1867 y publicada mensualmente por la Universidad de Chicago, se hizo eco de diversos trabajos escritos por Kate Furbish. Ella, sin embargo, no solo tuvo interés en comunicarse con sus colegas especializados, pues también se preocupó por dar a conocer sus hallazgos a un público más amplio al que impartió conferencias de divulgación en varias ocasiones, lo que provocó que su popularidad creciera de forma imparable.

En una bellísima obra que abarca catorce volúmenes, bajo el título Flora of Maine, Kate Furbish incluyó más de 1 300 acuarelas y bosquejos que aún son ampliamente elogiados por la comunidad de especialistas. Asimismo, entre 1897 y 1905, realizó una serie de espléndidos dibujos de las 500 setas que encontró en sus constantes excursiones por los bosques de Maine.

Kate Furbish, siempre bajo su condición de científica y artista, continuó dedicada a la botánica hasta después de cumplir noventa años, desplazándose por los alrededores a pesar de que debía caminar con un bastón. Murió en su pueblo el 6 de diciembre de 1931 a los 97 años edad.

Prensado de Pedicularis furbishiae descubierto
por Furbish cerca del río San Juan en Maine.

Como primera botánica de Maine, dejó un recuerdo que vivirá para siempre gracias a su extraordinario legado. Citemos, por ejemplo, la colección de 4 000 plantas disecadas que se encuentra hoy depositada en un lugar privilegiado: el Harvard University’s Gray Herbarium. Otra de sus colecciones, compuesta por 182 helechos disecados, permanece en la Portland Society of Natural History. Las más de 1 000 láminas de acuarela que pintó están cuidadosamente guardadas en el Bowdoin College (Laura Brann, 2018).

En 1995, la escritora Ada Graham escribió un apreciado libro titulado Kate Furbish and the Flora of Maine, donde destaca el valor la vida y obra de esta insigne botánica con las siguientes palabras: «Seguir la vida de esta extraordinaria mujer que, desde la costa hasta la cumbre de las montañas, pasando a través de granjas, bosques y aisladas villas, recorrió el paisaje de Maine durante el siglo XIX, ha sido un gran placer […]. Leer en sus propias palabras y ver a través de sus exquisitas pinturas y esbozos de campo la interpretación de Kate Furbish acerca del mundo de plantas en el cual se aventuró sola hace más de cien años, provoca una intensa emoción».

Creemos que la biografía de esta valiente mujer es de gran utilidad para subrayar, una vez más, cómo la determinación y la voluntad de cumplir con una vocación puede ser mucho más fuerte y poderosa que los mezquinos estereotipos de género dirigidos a limitar las posibilidades de las mujeres en tareas que reúnen la ciencia y la aventura.

Referencias

Sobre la autora

Carolina Martínez Pulido es Doctora en Biología y ha sido Profesora Titular del Departamento de Biología Vegetal de la ULL. Su actividad prioritaria es la divulgación científica y ha escrito varios libros sobre mujer y ciencia.

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